La misión
7.6
56,945
Aventuras. Drama
Hispanoamérica, siglo XVIII. En plena jungla tropical junto a las cataratas de Iguazú un misionero jesuita, el padre Gabriel (Jeremy Irons), sigue el ejemplo de un jesuita crucificado, sin más armas que su fe y un oboe. Al ser aceptado por los indios guaraníes, Gabriel crea la misión de San Carlos. Entre sus seguidores está Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), ex-traficante de esclavos, mercenario y asesino, que buscando el perdón se hace ... [+]
5 de febrero de 2009
5 de febrero de 2009
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película la vi muy recientemente, y había escuchado bastante de esta obra, incluso me la habían recomendado, por lo mismo tenia expectativas bastante altas. Y mi impresión final fue de dulce y agras.
A ver, me gusto la fotografía, los decorados, todos esos escenarios naturales que se muestran son hermosos, la gran banda sonora compuesta por Ennio Morricone, son muy buenas las actuaciones del reparto, en especial Robert De Niro y Jeremy Irons quienes comparten el protagonismo de la historia, y me gusto el contenido de la película, es muy interesante todo ese tema de los jesuitas ayudando a los guaraníes que muchas veces eran abusados por los colonos, y aparte esta la historia de Rodrigo Mendoza, que de mercenario se convierte en jesuita producto de ciertos hechos.
Pero lo que no me gusto es que la película por momentos era muy lenta, fría y apagada, como que le falto intensidad y emoción, y esto fue un error de dirección, así que por lo mismo la labor del director Roland Joffé no fue de las mejores.
Con lo dicho antes no quiero decir que es una mala película, pero pudo ser mejor.
A ver, me gusto la fotografía, los decorados, todos esos escenarios naturales que se muestran son hermosos, la gran banda sonora compuesta por Ennio Morricone, son muy buenas las actuaciones del reparto, en especial Robert De Niro y Jeremy Irons quienes comparten el protagonismo de la historia, y me gusto el contenido de la película, es muy interesante todo ese tema de los jesuitas ayudando a los guaraníes que muchas veces eran abusados por los colonos, y aparte esta la historia de Rodrigo Mendoza, que de mercenario se convierte en jesuita producto de ciertos hechos.
Pero lo que no me gusto es que la película por momentos era muy lenta, fría y apagada, como que le falto intensidad y emoción, y esto fue un error de dirección, así que por lo mismo la labor del director Roland Joffé no fue de las mejores.
Con lo dicho antes no quiero decir que es una mala película, pero pudo ser mejor.
20 de septiembre de 2010
20 de septiembre de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un jesuita crucificado que cae por las imponentes cataratas del Iguazú es la explícita primera escena de esta bella película de Roland Joffé, un director que empezó su carrera inmejorablemente con "Los Gritos del Silencio" y que fue decayendo a partir de esta "La Misión".
El filme cuenta la historia de la evangelización de las colonias imperialistas que la todopoderosa España, junto con su principal competidor Portugal, tenían por Sudamérica. Bajo la cruz de Roma, cristianizaban a los pueblos indígenas con mano implacable para conseguir más poder del que ya tenía el trono de San Pedro, verdadero centro de poder imperial mundial. La humildad cristiana, corrompida por el mismo Vaticano, descansaba en grupos de monjes que tenían como principal bandera la caridad, virtud profesada por los jesuitas protagonistas del filme.
Jeremy Irons se gana a los indígenas a golpe de melodía (unas preciosas notas de Ennio Morricone) y consigue alistar para su causa a un Robert De Niro tratante de esclavos y asesino de indios. El viaje de De Niro hacia la expiación es arduo y plagado de obstáculos, sobre todo morales y anímicos, y se plasma de forma contundente y silenciosa mientras la maravillosa fotografía de Chris Menges nos sumerge en una bellísima jungla en la que las cataratas del Iguazú son las principales protagonistas.
La soberbia actuación de De Niro, la espléndida fotografía y una cautivadora banda sonora de Ennio Morricone suman valiosos puntos a una película algo falta de ritmo pero con una fuerza destacable en sus imágenes. Joffé ha sabido meterse al público por los ojos más que por la cabeza, jugando con sus emociones y dejando un mensaje contundente en el final.
Sólo por la belleza de sus imágenes ya merece la pena dedicarle un provechoso visionado.
El filme cuenta la historia de la evangelización de las colonias imperialistas que la todopoderosa España, junto con su principal competidor Portugal, tenían por Sudamérica. Bajo la cruz de Roma, cristianizaban a los pueblos indígenas con mano implacable para conseguir más poder del que ya tenía el trono de San Pedro, verdadero centro de poder imperial mundial. La humildad cristiana, corrompida por el mismo Vaticano, descansaba en grupos de monjes que tenían como principal bandera la caridad, virtud profesada por los jesuitas protagonistas del filme.
Jeremy Irons se gana a los indígenas a golpe de melodía (unas preciosas notas de Ennio Morricone) y consigue alistar para su causa a un Robert De Niro tratante de esclavos y asesino de indios. El viaje de De Niro hacia la expiación es arduo y plagado de obstáculos, sobre todo morales y anímicos, y se plasma de forma contundente y silenciosa mientras la maravillosa fotografía de Chris Menges nos sumerge en una bellísima jungla en la que las cataratas del Iguazú son las principales protagonistas.
La soberbia actuación de De Niro, la espléndida fotografía y una cautivadora banda sonora de Ennio Morricone suman valiosos puntos a una película algo falta de ritmo pero con una fuerza destacable en sus imágenes. Joffé ha sabido meterse al público por los ojos más que por la cabeza, jugando con sus emociones y dejando un mensaje contundente en el final.
Sólo por la belleza de sus imágenes ya merece la pena dedicarle un provechoso visionado.
18 de septiembre de 2013
18 de septiembre de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La misión es quizá una de las películas más plásticas y visualmente preciosistas de la historia. La manera en que la cámara de Roland Joffé logra no solo presentar la belleza de las selvas sudamericanas sino también capturar cada olor, cada sabor, cada gota de agua y cada color de forma que el espectador los sienta en sus carnes... es absolutamente maravillosa. Y si encima se tiene a Ennio Morricone componiendo una de las bandas sonoras más bellas que jamás se hayan escuchado nunca, tan rebosante de humanidad y amor, el resultado sólo puede ser una gozada. Y qué decir de las maravillosas presencias de los (casi) siempre soberbios Robert De Niro y Jeremy Irons, en dos personajes inolvidables.
Pero la película es demasiado larga, demasiado irregular en su intensidad, y alterna demasiados momentos memorables (la batalla final, Gabriel escalando junto a las cataratas, la conversión de Mendoza) con otros prescindibles. Es, en una palabra, una película descompensada, con más belleza formal que narrativa, pero con atractivos suficientes como para pasar como una película muy notable y de visionado altamente recomendado.
Lo mejor: La música de Ennio Morricone. Una de las mayores obras maestras de todos los tiempos. Y lo hermosa que es la película en lo visual.
Lo peor: Es demasiado larga e irregular.
Pero la película es demasiado larga, demasiado irregular en su intensidad, y alterna demasiados momentos memorables (la batalla final, Gabriel escalando junto a las cataratas, la conversión de Mendoza) con otros prescindibles. Es, en una palabra, una película descompensada, con más belleza formal que narrativa, pero con atractivos suficientes como para pasar como una película muy notable y de visionado altamente recomendado.
Lo mejor: La música de Ennio Morricone. Una de las mayores obras maestras de todos los tiempos. Y lo hermosa que es la película en lo visual.
Lo peor: Es demasiado larga e irregular.
7 de julio de 2014
7 de julio de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La misión no solo es una película que se pueda comentar por su recreación de la América colonial si no que como obra cinematográfica estamos hablando de una de las películas más importantes de todos los tiempos. Obtuvo numerosos premios, incluyendo el Oscar a mejor fotografía, dos globos de oro y la Palma de Oro en el prestigioso festival de Cannes. Podemos decir que La misión es una obra maestra del cine, tanto por la genial fotografía, la brillante banda sonora o la soberbia dirección que nos muestra la dolorosa, pero verídica, historia que vivieron los indígenas de la actual Brasil en el siglo XVIII.
El film nos acerca a la jungla tropical que presiden las maravillosas cataratas de Iguazú, allí un misionero español, Gabriel, trata de cristianizar a la población indígena y protegerlos de los abusos que recibían. A esta misión se une un mercenario y traficante de esclavos, Rodrigo Mendoza, para redimirse del daño que ha provocado con su trabajo y el homicidio de su propio hermano. Juntos forman una gran pareja, que mezcla la fuerza espiritual de uno y la habilidad militar de otro, para proteger a los indígenas de los colonizadores.
Con la firma del Tratado de Madrid, firmado por Fernando VI de España y Juan V de Portugal el 13 de Enero de 1750, los territorios portugueses se amplían y la misión de los jesuitas pasará de estar bajo el protectorado español a estar en manos de los portugueses, que pretendían utilizar a los guaraníes como esclavos.
En La Misión los jesuitas reciben una orden del Cardenal Altamirano, emisario del papa, de retirarse de los territorios portugueses. En las Leyes de Indias dictadas por los reyes españoles, el tráfico de esclavos indígenas estaba prohibido, pero en muchas ocasiones y amparándose en la sombra que los miles de kilómetros de distancia proporcionaba, era habitual el comercio de esclavos indígenas entre españoles y lusos.
Esta film solo es un ejemplo de la persecución que han sufrido los nativos en América, pero esta práctica se ha repetido en muchas ocasiones pese a los esfuerzos de misioneros como los de la película o del obispo dominico Bartolomé de las Casas, el cual consiguió que se crearan en 1542 las llamadas “Leyes Nuevas” bajo el reinado de Carlos V, con las que se ponían a los indígenas bajo la protección de la corona.
La película no solo narra las brutalidades sufridas por los nativos tras el Tratado de Madrid si no que muestra además la belleza de la América colonial, el dolor que ha padecido el pueblo guaraní y como se castigaba a los que protegían a los indígenas de la esclavitud. Con todo esto, la dos horas de metraje nos transmiten una historia de fe, de superación y que demuestra que hay que luchar por lo que es justo, porque no toda ley es justa, y si la lucha es por una justicia verdadera, no hay que ceder hasta conseguirlo o morir en el intento.
El film nos acerca a la jungla tropical que presiden las maravillosas cataratas de Iguazú, allí un misionero español, Gabriel, trata de cristianizar a la población indígena y protegerlos de los abusos que recibían. A esta misión se une un mercenario y traficante de esclavos, Rodrigo Mendoza, para redimirse del daño que ha provocado con su trabajo y el homicidio de su propio hermano. Juntos forman una gran pareja, que mezcla la fuerza espiritual de uno y la habilidad militar de otro, para proteger a los indígenas de los colonizadores.
Con la firma del Tratado de Madrid, firmado por Fernando VI de España y Juan V de Portugal el 13 de Enero de 1750, los territorios portugueses se amplían y la misión de los jesuitas pasará de estar bajo el protectorado español a estar en manos de los portugueses, que pretendían utilizar a los guaraníes como esclavos.
En La Misión los jesuitas reciben una orden del Cardenal Altamirano, emisario del papa, de retirarse de los territorios portugueses. En las Leyes de Indias dictadas por los reyes españoles, el tráfico de esclavos indígenas estaba prohibido, pero en muchas ocasiones y amparándose en la sombra que los miles de kilómetros de distancia proporcionaba, era habitual el comercio de esclavos indígenas entre españoles y lusos.
Esta film solo es un ejemplo de la persecución que han sufrido los nativos en América, pero esta práctica se ha repetido en muchas ocasiones pese a los esfuerzos de misioneros como los de la película o del obispo dominico Bartolomé de las Casas, el cual consiguió que se crearan en 1542 las llamadas “Leyes Nuevas” bajo el reinado de Carlos V, con las que se ponían a los indígenas bajo la protección de la corona.
La película no solo narra las brutalidades sufridas por los nativos tras el Tratado de Madrid si no que muestra además la belleza de la América colonial, el dolor que ha padecido el pueblo guaraní y como se castigaba a los que protegían a los indígenas de la esclavitud. Con todo esto, la dos horas de metraje nos transmiten una historia de fe, de superación y que demuestra que hay que luchar por lo que es justo, porque no toda ley es justa, y si la lucha es por una justicia verdadera, no hay que ceder hasta conseguirlo o morir en el intento.
30 de marzo de 2010
30 de marzo de 2010
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es imposible hacer un comentario medianamente serio de una película como La misión sin referirse al papel jugado por España, Portugal y el propio Vaticano en la colonización de América. Sin embargo unas pocas líneas no son suficientes, sobre todo si consideramos la multitud de extensísimos estudios sobre este período histórico que condujo a nuestro país a ser la primera potencia de un mundo nuevo en cuanto a dimensiones se refiere.
Un resumen muy esquemático de La misión podría ser: “La Iglesia Católica al servicio de los poderosos” o también “Los intereses económicos frente a los divinos. Dios en un segundo plano”. Son frases, como otras muchas posibles, que tratan de compendiar lo fundamental de una película tan hermosa como dura. Hermosa en su fotografía. Bellísima en su música (genial Morricone). Espectacular en su desarrollo. Perfecta en sus interpretaciones. Durísima en su realidad.
En las páginas de aquellos libros de historia que abríamos sobre nuestros pupitres hace “un millón de años” descubríamos ilustraciones donde los clérigos españoles evangelizaban aquellas inhóspitas y recién descubiertas tierras. Nadie nos dijo que aquello fuese una tarea fácil. En verdad no lo era. Tampoco nos dijeron que los conquistadores fuesen hermanitas de la caridad. Se sobreentendía que buscaban oro, riquezas, Dorados, nombre y prez, y en esa búsqueda los arcabuces se llenaban de pólvora y se segaban vidas indígenas convertidas o no. Todo esto estaba allí, literal o sobreentendido, en los libros de texto, pero lo que no estaba y además era inimaginable para nuestras almas cándidas en formación, era que la Iglesia tomase el partido de los asesinos, de los esclavistas, de los usureros, de los intereses más interesados, en contra de los más débiles. Eso no estaba escrito y además no podía ser.
En La Misión muchos verán ciencia ficción histórica. Otros en cambio pensamos que las similitudes con la realidad de lo que en verdad pasó debieron ser numerosas. Otros acontecimientos como la cruzada contra los cátaros ya pusieron de manifiesto los acercamientos interesados del clero, en sus instancias más elevadas, a los intereses políticos y reales. Las implicaciones del trono de Pedro en acontecimientos de memoria non grata para la humanidad han sido muchas y la imagen de la Iglesia, más allá de beaticas cegueras, ha sido nefasta. Pero aparte de esto, también hay que reconocer la existencia llena de valor y desprendimiento de personas capaces de renunciar a sí mismas con tal de extender la palabra de Dios. Ahora, ayer y en todo tiempo y lugar. En ellos se conservan los principios básicos que inspiran nuestra religión.
Apenas he hablado de las formas externas del cine. Hoy tocaba hablar de guiones, de historias, de sentidos profundos. Formalmente la película es una maravilla. Rozando la perfección.
Un resumen muy esquemático de La misión podría ser: “La Iglesia Católica al servicio de los poderosos” o también “Los intereses económicos frente a los divinos. Dios en un segundo plano”. Son frases, como otras muchas posibles, que tratan de compendiar lo fundamental de una película tan hermosa como dura. Hermosa en su fotografía. Bellísima en su música (genial Morricone). Espectacular en su desarrollo. Perfecta en sus interpretaciones. Durísima en su realidad.
En las páginas de aquellos libros de historia que abríamos sobre nuestros pupitres hace “un millón de años” descubríamos ilustraciones donde los clérigos españoles evangelizaban aquellas inhóspitas y recién descubiertas tierras. Nadie nos dijo que aquello fuese una tarea fácil. En verdad no lo era. Tampoco nos dijeron que los conquistadores fuesen hermanitas de la caridad. Se sobreentendía que buscaban oro, riquezas, Dorados, nombre y prez, y en esa búsqueda los arcabuces se llenaban de pólvora y se segaban vidas indígenas convertidas o no. Todo esto estaba allí, literal o sobreentendido, en los libros de texto, pero lo que no estaba y además era inimaginable para nuestras almas cándidas en formación, era que la Iglesia tomase el partido de los asesinos, de los esclavistas, de los usureros, de los intereses más interesados, en contra de los más débiles. Eso no estaba escrito y además no podía ser.
En La Misión muchos verán ciencia ficción histórica. Otros en cambio pensamos que las similitudes con la realidad de lo que en verdad pasó debieron ser numerosas. Otros acontecimientos como la cruzada contra los cátaros ya pusieron de manifiesto los acercamientos interesados del clero, en sus instancias más elevadas, a los intereses políticos y reales. Las implicaciones del trono de Pedro en acontecimientos de memoria non grata para la humanidad han sido muchas y la imagen de la Iglesia, más allá de beaticas cegueras, ha sido nefasta. Pero aparte de esto, también hay que reconocer la existencia llena de valor y desprendimiento de personas capaces de renunciar a sí mismas con tal de extender la palabra de Dios. Ahora, ayer y en todo tiempo y lugar. En ellos se conservan los principios básicos que inspiran nuestra religión.
Apenas he hablado de las formas externas del cine. Hoy tocaba hablar de guiones, de historias, de sentidos profundos. Formalmente la película es una maravilla. Rozando la perfección.
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