La misión
7.6
56,944
Aventuras. Drama
Hispanoamérica, siglo XVIII. En plena jungla tropical junto a las cataratas de Iguazú un misionero jesuita, el padre Gabriel (Jeremy Irons), sigue el ejemplo de un jesuita crucificado, sin más armas que su fe y un oboe. Al ser aceptado por los indios guaraníes, Gabriel crea la misión de San Carlos. Entre sus seguidores está Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), ex-traficante de esclavos, mercenario y asesino, que buscando el perdón se hace ... [+]
26 de septiembre de 2014
26 de septiembre de 2014
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
CATARATAS DE IGUAZÚ
Marzo de 2007. Mi tren se acercaba al destino. Unos cuantos turistas compartían mi viaje. Bajamos del tren y una pasarela nos conducía al espectáculo natural. Había un kilómetro, aproximadamente, hasta que llegábamos a la “garganta del diablo”. Pero ya oíamos la música del agua. Solo con eso, el espectáculo ya era maravilloso. Qué poder, qué fuerza. América. Y llegué. Allí estaban. Impresionante. Había visto fotos, pero era imposible de sentir en las fotos lo que yo estaba sintiendo. Nunca olvidaré la enorme cantidad de agua que caía decenas de metros abajo, y las centenas de aves que caían en picado desde lo alto a lo más bajo de la catarata. Me quedé horas embobado, maravillado, sin palabras. Acababa de descubrir las cataratas de Iguazú.
CORINTIOS 13:3
“Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve.” No es cuestión de hacer las cosas de manera superficial, sino de hacerlas con fundamento. La Orden de San Carlos es un bofetón en toda la cara a la Iglesia Católica, preocupada desde su existencia por justo todo lo contrario que Jesús, la alianza con los poderes políticos. Esos cuatro frailes jesuitas que llegaron más arriba de las cataratas de Iguazú a sembrar de sus creencias a toda esa gente, lo hicieron por amor. Pero tenían una barrera: la obediencia. El no cuestionarse el poder de la razón.
MORRICONE: GABRIEL'S OBOE
“Con una orquesta hubieran sometido a todo el continente.” La música, una vez más, aparece con su magia. En esta ocasión, con el acompañamiento de los pájaros, el viento y el ruido de insectos. Esa melodía, inventada por Morricone, impregna todo el film. Es un mago, porque, ¿de dónde saca esas melodías? Parece que hubieran estado siempre ahí, pero no. Él las creó. Para que entendiésemos un poco más al padre Gabriel.
Marzo de 2007. Mi tren se acercaba al destino. Unos cuantos turistas compartían mi viaje. Bajamos del tren y una pasarela nos conducía al espectáculo natural. Había un kilómetro, aproximadamente, hasta que llegábamos a la “garganta del diablo”. Pero ya oíamos la música del agua. Solo con eso, el espectáculo ya era maravilloso. Qué poder, qué fuerza. América. Y llegué. Allí estaban. Impresionante. Había visto fotos, pero era imposible de sentir en las fotos lo que yo estaba sintiendo. Nunca olvidaré la enorme cantidad de agua que caía decenas de metros abajo, y las centenas de aves que caían en picado desde lo alto a lo más bajo de la catarata. Me quedé horas embobado, maravillado, sin palabras. Acababa de descubrir las cataratas de Iguazú.
CORINTIOS 13:3
“Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve.” No es cuestión de hacer las cosas de manera superficial, sino de hacerlas con fundamento. La Orden de San Carlos es un bofetón en toda la cara a la Iglesia Católica, preocupada desde su existencia por justo todo lo contrario que Jesús, la alianza con los poderes políticos. Esos cuatro frailes jesuitas que llegaron más arriba de las cataratas de Iguazú a sembrar de sus creencias a toda esa gente, lo hicieron por amor. Pero tenían una barrera: la obediencia. El no cuestionarse el poder de la razón.
MORRICONE: GABRIEL'S OBOE
“Con una orquesta hubieran sometido a todo el continente.” La música, una vez más, aparece con su magia. En esta ocasión, con el acompañamiento de los pájaros, el viento y el ruido de insectos. Esa melodía, inventada por Morricone, impregna todo el film. Es un mago, porque, ¿de dónde saca esas melodías? Parece que hubieran estado siempre ahí, pero no. Él las creó. Para que entendiésemos un poco más al padre Gabriel.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En cuanto a los actores, maravilloso Jeremy Irons. De Niro impregna al personaje de toda esa fuerza que lleva oculta, sin a penas diálogos (quizá sea una de las películas donde menos habla), pero tiene la capacidad de llenar toda la pantalla, solo con esa fuerza que emana de él, ese lunar junto al ojo. Y curioso Liam Neeson, unos años antes de ser protagonista de varias películas. Aquí es un secundario que poco aporta, no impregna de personalidad su personaje, pero años después, ver juntos a Irons, De Niro y Neeson ha dado más categoría a esta película.
7 de junio de 2007
7 de junio de 2007
19 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
No necesitó nada más esta película para convertirse en un clásico. Si acaso la majestuosa presencia de esos dos monstruos llamados Irons y De Niro. La brillante fotografía, los bellos paisajes, y sobretodo, la preciosa y maravillosa banda sonora de Morricone, hacen el resto.
Por lo demás, decir que no estoy de acuerdo con algunas críticas en lo que respecta al mensaje que lanza sobre la iglesia. Creo que La Misión habla más bien de la mezquindad y desmesurada ambición del espíritu del ser humano, que todo lo destruye a su paso; amor, paz, armonía, naturaleza y vida.
Por lo demás, decir que no estoy de acuerdo con algunas críticas en lo que respecta al mensaje que lanza sobre la iglesia. Creo que La Misión habla más bien de la mezquindad y desmesurada ambición del espíritu del ser humano, que todo lo destruye a su paso; amor, paz, armonía, naturaleza y vida.
13 de mayo de 2010
13 de mayo de 2010
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es buena. La dirección, las interpretaciones de Jeremy Irons y Robert De Niro, la ambientación, la producción, el guión... Todo es correcto, y con ello habría bastado para hacer un film notable.
Pero lo que hace de esta producción una experiencia memorable es la música. En mi opinión, no se ha compuesto nada igual (de bueno) en toda la historia del cine. Morricone se lució con esta banda sonora, alcanzando su cota máxima de genialidad (lo cual ya es decir), en todos los temas, de una perfección en su construcción y de una sensibilidad exquisitos. Los coros guaraníes, los desgarradores solos de oboe o el tema de la cataratas son de lo mejor que un aficionado a la música puede escuchar, además de que se adaptan perfectamente tanto a la temática de la película y de sus personajes como a la de la época histórica en que está ambientada la trama. Y, como decía, su rigor y precisión no impide que sea una música profundamente emocionante, que cala hondo en la fibra sensible del espectador/oyente.
El mensaje de la película es atípico para una historia épica (poco se puede hacer, ya sea mediante la palabra o la acción, ante el despotismo de los poderosos), pero no por ello desacertado. Este mensaje y su final pueden decepcionar al espectador, que no está acostumbrado a este tipo de planteamientos en el cine anglo.
A pesar de todo ello, la película es de visión obligatoria. Así que, el aficionado que aún no haya tenido el placer, que vea la película, pero que inmediatamente después compre el CD, se lo baje... lo que sea, pero, por favor, que escuche la música del maestro Morricone. A buen seguro que no quedará decepcionado.
Pero lo que hace de esta producción una experiencia memorable es la música. En mi opinión, no se ha compuesto nada igual (de bueno) en toda la historia del cine. Morricone se lució con esta banda sonora, alcanzando su cota máxima de genialidad (lo cual ya es decir), en todos los temas, de una perfección en su construcción y de una sensibilidad exquisitos. Los coros guaraníes, los desgarradores solos de oboe o el tema de la cataratas son de lo mejor que un aficionado a la música puede escuchar, además de que se adaptan perfectamente tanto a la temática de la película y de sus personajes como a la de la época histórica en que está ambientada la trama. Y, como decía, su rigor y precisión no impide que sea una música profundamente emocionante, que cala hondo en la fibra sensible del espectador/oyente.
El mensaje de la película es atípico para una historia épica (poco se puede hacer, ya sea mediante la palabra o la acción, ante el despotismo de los poderosos), pero no por ello desacertado. Este mensaje y su final pueden decepcionar al espectador, que no está acostumbrado a este tipo de planteamientos en el cine anglo.
A pesar de todo ello, la película es de visión obligatoria. Así que, el aficionado que aún no haya tenido el placer, que vea la película, pero que inmediatamente después compre el CD, se lo baje... lo que sea, pero, por favor, que escuche la música del maestro Morricone. A buen seguro que no quedará decepcionado.
29 de enero de 2009
29 de enero de 2009
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin lugar a dudas es una de las filmaciones más bellas y aleccionadoras que hayan podido darse en la historia del cine. Una gema preciosa del séptimo arte, que plantea magistralmente el rompimiento entre las más genuinas aspiraciones del credo cristiano, definidas desde la pureza del Evangelio, y la codicia de los sistemas humanos, capaz incluso de permear a la Iglesia y adulterar su naturaleza. Asistimos a un profundo divorcio entre lo que plantea la fe religiosa en sus extremos más ideales y lo que algunos de sus representantes preconizan. En lo referente a las interpretaciones, todas son magistrales, pero Irons y de Niro alcanzan visos de genialidad. La música a su vez contribuye maravillosamente a consolidar la ambientación física, psicológica y sociopolítica de la obra. Los diálogos son un referente magnífico del drama que se desarrolla, tanto al interior de los diversos protagonistas (el ex-traficante arrepentido que decide luchar por las armas en favor de sus nuevos valores; el sacerdote decepcionado que prefiere luchar por la oración; la disyuntiva al parecer irresoluble que se nos plantea entre ambas posiciones, y cuya solución el sacerdote decide dejar en manos del juicio divino) como en las circunstancias históricas que viven, características de una época de opresión colonialista. Una cinta que no puede faltar en la filmoteca de toda persona que se precie como amante del mejor cine.
14 de enero de 2006
14 de enero de 2006
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ambientada en la época de la colonización europea en Sudamérica, cuenta la historia del padre jesuita Gabriel (Irons) y del ex-traficante y aventurero De Niro, reconvertido también a la causa religiosa, dirigiendo entre ambos una misión en la que se evangeliza, educa y apoya a los indígenas a efectos de que puedan valerse por sí mismos. A esto se opondrá, como era de esperar, el gobierno portugués, amparado en sibilinos pretextos...
Una película de gran éxito en su día y de cierto prestigio, que posee una exquisita factura, con bellísima fotografía de Chris Menges y brillante música de Ennio Morricone. De corte anticolonialista y proecologista, a pesar de ciertas ambiguedades, ha quedado hoy algo diluida pero conserva suficiente fuerza y un trabajo más que bueno de dos monstruos como Irons y De Niro, el primero basándose en su fe y el segundo en su fuerza.
Una película de gran éxito en su día y de cierto prestigio, que posee una exquisita factura, con bellísima fotografía de Chris Menges y brillante música de Ennio Morricone. De corte anticolonialista y proecologista, a pesar de ciertas ambiguedades, ha quedado hoy algo diluida pero conserva suficiente fuerza y un trabajo más que bueno de dos monstruos como Irons y De Niro, el primero basándose en su fe y el segundo en su fuerza.
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