La guerra en Yugoslavia, solo nos sirve para mostrarnos que un hombre siempre regresa a sus orígenes, a sus raíces, por lo que sea, un amor, un ideal, un destino. Es decir que no podemos escapar a nuestro karma, aún más poderoso que la guerra. Y entonces matar a un indefenso gato, es solo un juego infantil, que se pierde en la noche de los tiempos, en la noche de los Balcanes. El amor no existe, porque nunca lo hemos conocido. Los austeros valles de roca, parecen hacer eco de la soledad, de la inadaptación de un mundo convulsionado en el que no entendemos el motivo de la guerra, aunque la historia nos diga que nadie es ganador en las guerras.
Y es que el hombre parece escurrir sangre; un hombre rojo en busca del amor perdido.

Dice su director que el título de Antes de la lluvia hace referencia gráfica a la “sensación de tensa expectativa que se produce cuando el cielo está cargado y el ambiente amenaza tormenta”.
Una tormenta gestada en los despachos de los dos principales organismos internacionales, siguiendo la infalible estrategia del “divide y vencerás”, desarrollada en nombre de la responsabilidad y perpetrada bajo el más falaz de los argumentos: el de las “guerras humanitarias”.

Una cruel maniobra político-económica que pasa por utilizar las diferencias étnicas, los conflictos nacionalistas y los principios religiosos como motor propulsor de un conflicto bélico que enfrentó a una comunidad con profundas raíces históricas… ése es el devastador contexto que el autor toma como base para hacer una cruda valoración acerca de la brutalidad de la guerra, reflexionar sobre el mal endémico que significa la violencia humana y evidenciar lo injustificado del racismo. Para denunciar, en definitiva, el odio sin sentido.


Dueña de una estructura narrativa muy compleja, a modo de tríptico formado por tres relatos vinculados entre sí (a través de la joven albanesa que suplica protección) y aparentemente desordenados, la composición circular se presenta como expresión simbólica de un ciclo trágico imposible de superar: “la violencia sólo engendra violencia”. Una concepción pesimista que , sin embargo, abre una puerta a la esperanza a través de la figura de Kirkov y de su sacrificio final:

Hermosa película de Manchevski que nos acerca unas historias que en un principio pueden paracernos lejanas. Una grandiosa crítica sobre la brutalidad de la guerra.

Los actores logran transmitir de verdad, logran emocionar. Los paisajes irradian belleza y el amor está ahí para recordarnos que existe la esperanza.

La BSO es estupenda, con un gran dramatismo. El ritmo es lento, pero no aburre en absoluto.

La película cuenta tres historias cruzadas, imbuidas de cierto vuelo poético, que reflexionan sobre la guerra. Ese virus terrible, ese mal atemporal, responsable de torcer los destinos de tantas vidas, es un horror que arrasa con todo, un acto de brutalidad colectiva que siembra dolor y destrucción y deja heridas indelebles. Aunque ambientada durante la guerra de los Balcanes, la denuncia valdría para cualquier momento y cualquier lugar. Como comenta un personaje, "la guerra no es la excepción, la paz es la excepción".

Los protagonistas de los tres relatos -un joven monje que ha hecho voto de silencio; la directora de una agencia de noticias que se debate entre el cariño a su esposo y su relación con un fotógrafo; ese mismo fotógrafo, quien decide regresar a su tierra natal, donde ya nada es como recordaba-, son personas en principio ajenas al conflicto, contrarias a la violencia, pero que acaban viéndose inevitablemente afectadas, arrastradas al fango, obligadas a tomar decisiones, a tomar partido, forzadas a lidiar con lo que sucede y a sufrir las consecuencias.

Un film emocionante, lúcido e intenso, que nos enseña el fruto de la intolerancia. Una obra que todo el mundo debería ver.

Supongo que si es tan prestigiosa debe ser por buenas razones que yo no he sabido apreciar al verla. Pero lo cierto es que arrancando muy bien, y dejándote con ganas de conocer más de la historia desde el principio, considero que a partir del capítulo que se desarrolla en Inglaterra, el espectador se pierde y abandona la bien trazada trama del comienzo. El guión empieza a toser y a flojear, y para cuando llega el clímax del film, ya nada tiene demasiado sentido.
Esta es una problemática por desgracia poco abordada en el cine comercial, y por tanto no me creo con suficiente juicio como para decir que no se ha sabido expresarla correctamente en la pantalla (aparte de que sé muy poco del conflicto de los Balcanes). Pero si le pones esta película a un público "estándar", al que le gusten las buenas pelis sin más, seguramente se irá decepcionado, pues el discurso del director es poco claro, atropellado y con cierto olor a "novatillo".