La decisión de Sophie
7.2
8,448
Drama. Romance
Verano de 1947. Stingo, un joven aspirante a escritor, se instala en una pensión familiar de Brooklyn. Su tranquilidad se verá pronto turbada por la terrible discusión de una pareja que vive en el piso de arriba. Cuando conoce a los amantes queda cautivado por su encanto y simpatía. Ella, Sophie Zawistowska, es una hermosa emigrante polaca y católica. Él, Nathan Landau, un encantador y desequilibrado científico judío. Poco a poco, ... [+]
25 de octubre de 2011
25 de octubre de 2011
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a la inmensa historia que se nos cuenta y sus grandiosas actuaciones, he de ponerle una nota bastante baja, puesto que muchas escenas me han chirríado, y Kevin Kline me pareció muy mal actor, incluso peor que Peter McNicol, vaya. Además de que agota tanto secreto desvelado, la verdad, si es que casi parece una telenovela venezolana.
En spoiler, la explicación del título:
En spoiler, la explicación del título:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cuando llegó la escena en que el yogurín le pedía casorio a la dulce y fría Sophie, me sentí violada. ¿Cómo es eso? Pues...
Esa mujer, Sophie, está muy traumatizada, y sólo quiere morir. Pero no puede hacerlo, o no se atreve, o no lo sabe... realmente, no lo tengo muy claro.
Ahora bien, imaginemos que esa mujer eres tú. Y que eres una mujer bella, irremediablemente destinada a llamar la atención de todo ser humano que pase por delante de ti y te pida casorio, sin importarle si quieres, e incluso tensándose peligrosamente si le rechazas.
Puede que... a algunos no te importe rechazarles, e incluso disfrutes puteándoles. Pero... ¿y si lo hace alguien que te importa de verdad?, ¿alguien a quien no quieres hacer daño?, ¿alguien a quien no quieres arrebatarle su tierna inocencia?
La compasión..., tú, una mujer víctima del Holocausto, que ha sufrido lo indecible, has de compadecerte de un pequeño yogurín que no sabe nada de la vida, y tener tacto con él, con su corazón, con su alma.
¿Qué hacer? ¿Y cómo?
He de confesar que odié a ese yogurín cuando puso a Sophie en ese aprieto. Y sentí mucha pena por Sophie; pobre mujer, está muerta por dentro, y aún así, sin quererlo, enamora locamente a todo hombre que la conoce. Y es que, ¿quién puede sentirse bien sabiendo que está afectando tanto a alguien sin quererlo? Pobre mujer, que tiene que sufrir lo indecible cada vez que remueve almas, sobre todo cándidas y amorosas. Puesto que al hacerlo, su alma también ha de removerse. Y para Sophie, es lo último que quiere que suceda. Mejor dicho, es lo que quiere que nunca más le vuelva a suceder. Para Sophie, es mejor arrojarse a los brazos de la Muerte y acabar con su tan turbada a la vez que turbadora vida.
Esa mujer, Sophie, está muy traumatizada, y sólo quiere morir. Pero no puede hacerlo, o no se atreve, o no lo sabe... realmente, no lo tengo muy claro.
Ahora bien, imaginemos que esa mujer eres tú. Y que eres una mujer bella, irremediablemente destinada a llamar la atención de todo ser humano que pase por delante de ti y te pida casorio, sin importarle si quieres, e incluso tensándose peligrosamente si le rechazas.
Puede que... a algunos no te importe rechazarles, e incluso disfrutes puteándoles. Pero... ¿y si lo hace alguien que te importa de verdad?, ¿alguien a quien no quieres hacer daño?, ¿alguien a quien no quieres arrebatarle su tierna inocencia?
La compasión..., tú, una mujer víctima del Holocausto, que ha sufrido lo indecible, has de compadecerte de un pequeño yogurín que no sabe nada de la vida, y tener tacto con él, con su corazón, con su alma.
¿Qué hacer? ¿Y cómo?
He de confesar que odié a ese yogurín cuando puso a Sophie en ese aprieto. Y sentí mucha pena por Sophie; pobre mujer, está muerta por dentro, y aún así, sin quererlo, enamora locamente a todo hombre que la conoce. Y es que, ¿quién puede sentirse bien sabiendo que está afectando tanto a alguien sin quererlo? Pobre mujer, que tiene que sufrir lo indecible cada vez que remueve almas, sobre todo cándidas y amorosas. Puesto que al hacerlo, su alma también ha de removerse. Y para Sophie, es lo último que quiere que suceda. Mejor dicho, es lo que quiere que nunca más le vuelva a suceder. Para Sophie, es mejor arrojarse a los brazos de la Muerte y acabar con su tan turbada a la vez que turbadora vida.
18 de noviembre de 2011
18 de noviembre de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La decisión de Sophie fue, en su momento, una gran película y casi pionera de una cierta visión del “Holocausto”. Casi treinta años después sigue siendo una gran película con tres ejes sobre los que se podrían edificar tres films diferentes a cual más interesante.
El primero la historia central: Una pareja locamente enamorada y tanto es así que ambos (Sophie y Nathan) están trastornados y viven en una “Bipolaridad” continua. En su vida entra el joven Stingo y forman un trio muy particular y en parte algo previsible. El segundo eje es el personaje de Shopie , polaca exiliada y superviviente de Auschwitz y el tercero, la historia pasada de Shopie, los cambios de tono y color de esta parte refuerzan, si aún cabe, el miedo, el terror y una decisión que marca la vida de esta mujer, de sus relaciones, de su supervivencia y…del propio film-
Para encarnar al personaje principal nadie mejor y con oscar muy merecido (a pesar de la dura competencia de ese año 1982) que Meryl Streep. Y es que su actuación, probablemente la más difícil y mejor de su carrera será recordada como una de las grandes de la historia del cine. Es tan completa, ajustada (Hay que ver la versión original para escuchar los matices de ese inglés imperfecto, ese alemán y polaco en otras secuencias) que a su lado Kevin Klain y Peter Mc Nicol quedan en un segundo término y eso es erróneo puesto que sus actuaciones son también memorables al igual que sus personajes.
Un gran film que no envejece, que estremece y cuya dirección a cargo de Alan J. Pakula es extraordinaria. Muy recomendable para cualquier amante del buen cine.
El primero la historia central: Una pareja locamente enamorada y tanto es así que ambos (Sophie y Nathan) están trastornados y viven en una “Bipolaridad” continua. En su vida entra el joven Stingo y forman un trio muy particular y en parte algo previsible. El segundo eje es el personaje de Shopie , polaca exiliada y superviviente de Auschwitz y el tercero, la historia pasada de Shopie, los cambios de tono y color de esta parte refuerzan, si aún cabe, el miedo, el terror y una decisión que marca la vida de esta mujer, de sus relaciones, de su supervivencia y…del propio film-
Para encarnar al personaje principal nadie mejor y con oscar muy merecido (a pesar de la dura competencia de ese año 1982) que Meryl Streep. Y es que su actuación, probablemente la más difícil y mejor de su carrera será recordada como una de las grandes de la historia del cine. Es tan completa, ajustada (Hay que ver la versión original para escuchar los matices de ese inglés imperfecto, ese alemán y polaco en otras secuencias) que a su lado Kevin Klain y Peter Mc Nicol quedan en un segundo término y eso es erróneo puesto que sus actuaciones son también memorables al igual que sus personajes.
Un gran film que no envejece, que estremece y cuya dirección a cargo de Alan J. Pakula es extraordinaria. Muy recomendable para cualquier amante del buen cine.
2 de abril de 2019
2 de abril de 2019
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La decisión de Sophie ha pasado a la historia por dos motivos.
El primero es la interpretación de Meryl Streep, que le supuso su segundo Oscar y colocarla definitivamente en el mapa como una superdotada tras la revelación de El cazador y Kramer contra Kramer. Decir que la protagonista de La Dama de Hierro está bien es quedarse muy, muy corto. Lo que hace en este filme de Alan J. Pakula es sencillamente un trabajo magistral, al alcance de muy pocas en la Historia del Cine, una continua lección de sensibilidad, finura, extraordinario talento y desnudo emocional como escasamente se ve. Es un trabajo que habría que exhibir de forma obligada en cualquier escuela de interpretación como ejemplo de todo lo que debe ser una actriz, y también de lo que no debe ser. Streep no cae en ningún defecto, ningún maniersmo. No está exagerada ni sobreactuada, no hay un gesto o una mirada que sobre. Sencillamente, es un trabajo hecho por una artista, una privilegiada, como decimos.
El segundo motivo es una escena que no podemos detallar por motivos obvios, pero que explica la decisión del título que ha marcado a la protagonista, la mencionada Sophie. No exageramos ni un pelo si decimos que es, seguramente, la escena más aterradora y cruel vista jamás en una película. Ni la mejor película de terror tiene algo como lo que vemos ahí, en ese momento. Es tanta la crueldad, tanto el dolor, tanto el desgarro que produce verlo que se hace difícil aguantar la escena. Cuesta pensar que cosas así han pasado hace tan pocos años, que una salvajada semejante se perpetró en la supuestamente avanzada Europa, pero así es. Y aterra todavía más pensar que a día de hoy, ahora, mientras leen estas líneas, cosas similares siguen ocurriendo, o estamos muy cerca de que vuelvan a ocurrir.
Debido a estos dos motivos, magistrales ambos, a menudo se olvida que La decisión de Sophie es en sí mismo un drama romántico más que notable, la descripción de una relación enfermiza y tóxica entre dos seres perdidos (cada uno por sus propias razones) que se hacen daño pero no pueden prescindir el uno del otro, como ocurre tantas veces. En medio, el ingenuo Stingo, como narrador y observador, aparece como tercer elemento de un triángulo cuyos inestables vértices son Sophie y Nathan, dos personajes inolvidables. No conviene dejar a un lado el soberbio trabajo de Kevin Kline (¡y sólo era su primera película!) y del injustamente olvidado Peter MacNicol (cuyo recorrido cinematográfico prácticamente acabó tras este filme, aunque por suerte tuvo su momento de popularidad y reconocimiento en los 90 gracias a su excelso John Cage de Ally McBeal), dos monumentales actores que no son simples comparas de Streep, sino que sacuden igualmente el corazón del espectador.
La pena es que a Pakula se le vaya tanto, pero tantísimo, la mano con el metraje. Dos horas y media no eran necesarias, y lo único que consiguen es que el ritmo baje demasiadas veces perdiéndose en escenas quizá no muy necesarias. Aun así, por todo lo antes mencionado, la película tiene que alcanzar el sobresaliente, porque muy pocas veces el cine nos ha ofrecido un testimonio tan crudo sobre una de las mayores vergüenzas de la Humanidad, combinado con una historia emotiva y un trío amoroso tan trágico.
Inolvidable.
Lo mejor: Su crudeza, aterradora hasta el punto de que es difícilmente soportable, y por supuesto la actuación de los tres protagonistas.
Lo peor: Es excesivamente larga e irregular en el ritmo.
El primero es la interpretación de Meryl Streep, que le supuso su segundo Oscar y colocarla definitivamente en el mapa como una superdotada tras la revelación de El cazador y Kramer contra Kramer. Decir que la protagonista de La Dama de Hierro está bien es quedarse muy, muy corto. Lo que hace en este filme de Alan J. Pakula es sencillamente un trabajo magistral, al alcance de muy pocas en la Historia del Cine, una continua lección de sensibilidad, finura, extraordinario talento y desnudo emocional como escasamente se ve. Es un trabajo que habría que exhibir de forma obligada en cualquier escuela de interpretación como ejemplo de todo lo que debe ser una actriz, y también de lo que no debe ser. Streep no cae en ningún defecto, ningún maniersmo. No está exagerada ni sobreactuada, no hay un gesto o una mirada que sobre. Sencillamente, es un trabajo hecho por una artista, una privilegiada, como decimos.
El segundo motivo es una escena que no podemos detallar por motivos obvios, pero que explica la decisión del título que ha marcado a la protagonista, la mencionada Sophie. No exageramos ni un pelo si decimos que es, seguramente, la escena más aterradora y cruel vista jamás en una película. Ni la mejor película de terror tiene algo como lo que vemos ahí, en ese momento. Es tanta la crueldad, tanto el dolor, tanto el desgarro que produce verlo que se hace difícil aguantar la escena. Cuesta pensar que cosas así han pasado hace tan pocos años, que una salvajada semejante se perpetró en la supuestamente avanzada Europa, pero así es. Y aterra todavía más pensar que a día de hoy, ahora, mientras leen estas líneas, cosas similares siguen ocurriendo, o estamos muy cerca de que vuelvan a ocurrir.
Debido a estos dos motivos, magistrales ambos, a menudo se olvida que La decisión de Sophie es en sí mismo un drama romántico más que notable, la descripción de una relación enfermiza y tóxica entre dos seres perdidos (cada uno por sus propias razones) que se hacen daño pero no pueden prescindir el uno del otro, como ocurre tantas veces. En medio, el ingenuo Stingo, como narrador y observador, aparece como tercer elemento de un triángulo cuyos inestables vértices son Sophie y Nathan, dos personajes inolvidables. No conviene dejar a un lado el soberbio trabajo de Kevin Kline (¡y sólo era su primera película!) y del injustamente olvidado Peter MacNicol (cuyo recorrido cinematográfico prácticamente acabó tras este filme, aunque por suerte tuvo su momento de popularidad y reconocimiento en los 90 gracias a su excelso John Cage de Ally McBeal), dos monumentales actores que no son simples comparas de Streep, sino que sacuden igualmente el corazón del espectador.
La pena es que a Pakula se le vaya tanto, pero tantísimo, la mano con el metraje. Dos horas y media no eran necesarias, y lo único que consiguen es que el ritmo baje demasiadas veces perdiéndose en escenas quizá no muy necesarias. Aun así, por todo lo antes mencionado, la película tiene que alcanzar el sobresaliente, porque muy pocas veces el cine nos ha ofrecido un testimonio tan crudo sobre una de las mayores vergüenzas de la Humanidad, combinado con una historia emotiva y un trío amoroso tan trágico.
Inolvidable.
Lo mejor: Su crudeza, aterradora hasta el punto de que es difícilmente soportable, y por supuesto la actuación de los tres protagonistas.
Lo peor: Es excesivamente larga e irregular en el ritmo.
16 de octubre de 2009
16 de octubre de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca me ha gustado especialmente Meryl Streep, en muchas de sus películas me resulta cargante (sobre todo en "Los puentes de Madison") y sólo en una me encanta ("La muerte os sienta tan bien"). Creo que su físico no despierta empatía (ni siquiera en "Mamma Mia", donde se supone que tiene que resultar lo más simpática posible) y eso hace que sus personajes acaben resultando fríos y distantes.
Sin embargo, allá por los años ochenta Meryl Streep hizo esta película y, la verdad, jamás ha estado igual. Su físico y su belleza extraña sí que venían bien en este caso para interpretar a una mujer que despierta admiración, compasión y desconfianza al mismo tiempo. En algún lado he leído que de tan bien que lo hace uno tiende a recordarse todo el tiempo que está viendo una actuación y paradójicamente no acaba de ver al personaje, pero no es cierto. Uno sólo es capaz de ver a Sophie en esta película y lo que lleva al asombro en realidad es preguntarse adónde se ha ido Meryl Streep.
Sin embargo, allá por los años ochenta Meryl Streep hizo esta película y, la verdad, jamás ha estado igual. Su físico y su belleza extraña sí que venían bien en este caso para interpretar a una mujer que despierta admiración, compasión y desconfianza al mismo tiempo. En algún lado he leído que de tan bien que lo hace uno tiende a recordarse todo el tiempo que está viendo una actuación y paradójicamente no acaba de ver al personaje, pero no es cierto. Uno sólo es capaz de ver a Sophie en esta película y lo que lleva al asombro en realidad es preguntarse adónde se ha ido Meryl Streep.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Siempre que oía hablar de esta película me preguntaba en qué consistiría la decisión que tiene que tomar el personaje. Después de verla la verdad es que me parece que el asunto de la decisión no está a la altura de las expectativas. Me imagino que en el libro se explicará mejor pero aquí no acaba de tener el dramatismo que se supone que tendría que tener porque los elementos implicados en esa decisión no han tenido suficiente peso a lo largo de la película.
28 de octubre de 2009
28 de octubre de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien diga ahora que Meryl Streep no es, probablemente, una de las mejores actrices de todos los tiempos, es que no ha visto esta película.
Cambiando completamente de rol, Meryl se mete en el personaje de una mujer polaca aterrorizada por su pasado e intentando desesperadamente cambiar de vida con su amante judío. Stingo, un periodista sureño, llega a vivir con ellos en su casa-comuna y supone desde entonces una serie de desenredos entre los tres protagonistas y la verdad.
Meryl es magnífica. Eclipsa al resto del reparto en sus escenas solitarias.
La decisión de Sophie... la verdad es que es una escena muy dura. Hay que ver esta película.
Cambiando completamente de rol, Meryl se mete en el personaje de una mujer polaca aterrorizada por su pasado e intentando desesperadamente cambiar de vida con su amante judío. Stingo, un periodista sureño, llega a vivir con ellos en su casa-comuna y supone desde entonces una serie de desenredos entre los tres protagonistas y la verdad.
Meryl es magnífica. Eclipsa al resto del reparto en sus escenas solitarias.
La decisión de Sophie... la verdad es que es una escena muy dura. Hay que ver esta película.
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