Si hay un género en el cine que está trillado y del que poco más parece que se puede sacar, es de la comedia romántica. Sin embargo, siguen saliendo películas que buscan juntar tópicos de forma diferente a las anteriores, aunque en mi opinión pocas lo consiguen.

En este caso, parecía que Ivan Reitman (o más bien, los guionistas) lo habían conseguido. No me considero especialmente puesto en el género, pero el tema me pareció nuevo y atractivo. Si a eso le añadimos una impresionante Natalie Portman, que tiene ese "no sé qué" que hace que cualquier bodrio se haga entretenido para mí si la veo, podrían haber convertido está película en una gran película... hasta que llegan los últimos 15-20 minutos.

Comedia romántica de la que, en principio, te atrae la presencia de la siempre especial Natalie Portman. Curiosa puesta en escena en el transcurso de los primeros años, hasta que la relación de follamigos se consolida.

Lo mejor de esta intrascendente película es que la irrealidad de una relación cuyo nexo de unión es únicamente el sexo, acabe con ambos completamente enamorados, esto es, todo lo contrario de la norma, pero ¿quién quiere normas, y para qué se hicieron?

Buenos ratos, alguna carcajada que te arrancan y algún lúcido diálogo sirve para puntuarla con algo más que un aprobado, 6.

Es una película que cuando salió en el cine no fui a verla, ya que sabía que era mucho de sexo, es decir de un amor "flou" o pasajero, como el aire.
Los dos actores son muy conocidos sobre todo él, Ashton Kutcher, pero luego cobró fama ella, a raíz de las películas de Star Wars, y el lanzamiento al estrellato: "El Cisne Negro".
Ella trabaja de enfermera, turnos rotativos de 36 horas, que le pone como escusa a él, para no salir con él de día, normalmente esto en mi ciudad lo suelen hacer los "tios" pero lo normal, es que lo hagan ellas. Al final, después de probar miles de formas de sexo, ella ya, decide romper con el novio que tenía, con el que no congeniaba en nada.

Anoto aquí la receta para conseguir semejante producto precocinado:

Métase a Natalie Portman y a Ashton Kutcher en una gran variedad de situaciones absurdas que pretenden ser graciosas. Remuévase con gags fuera de lugar y un guión escrito un día de resaca, preferentemente domingo. Añadan a Kevin Kline (lo mejor de la cinta con diferencia) haciendo de padre cool. Pongan al experimentado Ivan Reitman (para lo que has quedado amigo) dirigiendo el cotarro. Si lo salteamos con una historia mil veces vista de "podemos ser amigos con sexo pero sin amor de por medio...pero al final acabaran enamorados hasta el tuétano" con escenas sin pies ni cabeza para rellenar tal entuerto, el resultado no puede ser mas que éste. Si además ponemos algún momento de verguenza ajena y otros que pretenden ser graciosos pero no llegan ni a pretenderlo, tenemos listo y preparado para consumir el producto.

Mejor no verla, desde luego. Si se arriesgan, siempre pueden darse cabezazos contra la butaca.

Quien corre al cine a ver Sin compromiso básicamente lo hace por dos premisas. La primera, la quinceañera, es contemplar por enésima vez el culo de Kutcher en una comedia que no aporta absolutamente nada al género. La otra, es ver como una actriz como la Portman se merienda, también cinematograficamente hablando, a su partenaire. Aunque cuesta disfrutar de la actriz en este cambio de registro sin haber dejado poso su espectacular conversión en cisne negro.
Ivan Reitman, aquel director que se puso de moda en los ochenta con la taquillera Cazafantasmas, no engaña a nadie, o eso parece. La manida excusa de que la cinta da lo que promete ya viene oliendo. Cierto es que la película no supone un ejercicio mental exhaustivo ni lo pretende; sin embargo se pone en evidencia ella sola recordando durante todo el metraje la refrescante cinta de Marc Webb, 500 días juntos. Si en aquella, la verdad sobre las historias de parejas hacía acto de presencia cada dos secuencias aquí lo predecible da paso a lo grotesco.
Ni tan siquiera el buen rollo que transmite el personaje de Portman consigue quitarnos de la cabeza el ansiado desenlace ya previsto desde los títulos de crédito iniciales.
Con este tipo de producciones lo que Ivan Reitman consigue es quedar en un segundo plano respecto a la filmografía de su hijo Jason Reitman. Tal vez ha llegado el momento de que el hijo de lecciones a su progenitor.

Lo mejor: lo adorable que resulta Natalie Portman haciendo sonreír.
Lo peor: es innecesaria.