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Trumbo. La lista negra de Hollywood

Drama En los años 40, Dalton Trumbo, el guionista mejor pagado de Hollywood y afiliado al partido comunista, disfruta de sus éxitos. Pero entonces comienza la caza de brujas: la Comisión de Actividades Antiamericanas inicia una campaña anticomunista. Trumbo, uno de los llamados "10 de Hollywood", entra en la lista negra por sus ideas políticas y le prohiben trabajar... Biopic del famoso guionista Dalton Trumbo (“Espartaco” o “Vacaciones en ... [+]
Críticas 92
Críticas ordenadas por utilidad
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6
29 de abril de 2016 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una lástima que, después de todos los esfuerzos que hace la película para conquistarme, me termine quedando única y exclusivamente con la actuación de Bryan Cranston y Diane Lane (que está fabulosa y se podría haber colado en las nominaciones también) o la propia Helen Mirren. Es una película cuidada y bien ambientada con un par de grandes actuaciones que levantan el listón, pero por mucho que se esfuerza, no deja de ser un biopic más del montón.

La caza de brujas ha sido un tema recurrente en el cine americano. Hace unos años ‘Buenas noches y buena suerte’ de George Clooney tocaba el tema con un acierto sublime. Además dejaba a su actor principal algunos discursos frente a cámara que eran absolutamente gloriosos.

‘Trumbo’ quiere diferenciarse y tomar un ritmo distinto, pero no consigue mediar y, para mi gusto, se excede en la comicidad de su tono general dejando su calado bastante al azar del espectador. Aunque la película funciona perfectamente como engranaje para el lucimiento de su estrella principal, la falta un plus, un poquito de aplomo para ser algo más.

Un pelín alargada hacia su parte final, ‘Trumbo’ se justifica gracias a un inmenso Cranston que pide a gritos papeles de mayor importancia. Un personaje perfectamente definido con la frase: El radical luchará con la pureza de Jesucristo, pero el rico ganará con la astucia de Satanás.

Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com/
6
1 de mayo de 2016 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entonces, quedamos en que la Guerra Fría, más o menos, fue así. Eran, básicamente, dos bandos enfrentados: los Estados Unidos y la Unión Soviética; el capitalismo contra el comunismo; el libre (es un decir) mercado contra la economía planificada; la democracia contra... bueno, contra aquello otro. Lo que fuera. El caso es que el conflicto estuvo marcado por la tensión; por esa insoportable y continua angustia ante la posibilidad, más que palpable, de que el planeta al completo fuera a estallar, literalmente, en un abrir y cerrar de ojos. Todo lo demás, fue consecuencia más o menos directa de estas circunstancias. Cuba, Corea, Vietnam, Afganistán, Checoslovaquia, Egipto, Camboya, Alemania... El mapa-mundi se quedaba sin rincones por marcar a cada día que pasaba, y el miedo, mientras, iba confirmándose como la única manera de entender el mundo. Llegados a este punto, y sin final a la vista en el proceso de encadenado de cimas (a cada cual más alta) en la escalada, era el momento de demostrar que cobarde no era quien sintiera pánico, sino quien se dejara dominar por él.

Así de gordos eran los nubarrones atómicos. Tanto que hasta llegaron a tapar las siempre resplandecientes colinas de Hollywood. Ni rastro del sol de California, ni allí estábamos a salvo. Es más, especialmente en la llamada meca del cine, las alarmas por bomba sonaban más fuerte que en ningún otro sitio. De la imagen, principalmente, vivía el negocio, de modo que tocaba evitar sospechas, y más que ser ''americano'', uno tenía que esforzarse en aparentarlo. La diferencia entre una cosa y la otra era tan sutil como compleja y, a la postre, crucial para librarse del fuego, que no era otro que el de la hoguera inquisitorial. La caza de brujas había vuelto, y con ella, las listas negras, y con ellas, los vetos, y con ellos, la desesperación. Tanto por parte de los señalados como, más adelante, del arte al que daban forma... Y a todo esto, perdón por la poesía barata, por la versión (mal-) resumida del asunto y por la falta de profundidad en el análisis, pero es que manda el formato del texto, el hambre de quien escribe, su agotamiento psico-físico y todas las demás excusas de quiero-no-puedo que puedan venir a la cabeza.

Total, son las dos de la madrugada, me estoy helando porque la ventana del comedor ha decidido no cerrarse, la conexión inalámbrica del albergue es tan asquerosa como el café de la máquina de la recepción, y las probabilidades de cobrar algo (lo que sea) por estas palabras es tan remota como el triunfo de los principios básicos de la ética (laboral, al menos esto) en esto del periodismo cinematográfico. En fin, que ¿a quién le importa? Exacto. Esto mismo... El problema, es que nos debemos a una(s) persona(s) que sin duda merece(n) mucho más. Pero así están las cosas, ni peor ni mejor que antes, sino exactamente igual de mal, y claro está, con unas formas bastante diferentes. De apariencias va el asunto, no hay dudas al respecto. Con esto, y con poco más, se entiende hasta dónde llega (o mejor dicho, dónde se queda) 'Trumbo', biopic dedicado al mítico guionista de cuyo nombre, por alguna razón u otra razón (¿incultura cinéfila?), no nos queremos acordar. Por suerte, ahí están las coletillas a la española para aclarar un poco las ideas. ''La lista negra de Hollywood'' facilita las presentaciones con conceptos mucho más familiares, y de paso, nos da pistas sobre la -poca- sutileza del producto.

Empaquetado con el oficio típico de la (buena) TV movie, el nuevo trabajo de Jay Roach se apoya en el retrato personal (a veces, incluso íntimo) para trascender hasta la radiografía de época. Es, para entendernos, una lección de historia que no pierde nunca de vista el factor humano. Los resultados no son para nada magistrales, pero sí amenos; a ratos mucho, tanto que la (son)risa logra reivindicarse como el más reconfortante y lícito de los contraataques. Como quien usaba la escritura para demostrar aquello de que la pluma es más fuerte que la espada. En estas intenciones es donde el alegato (si es que así podemos llamarlo) gana enteros... para más tarde perderlos (al menos, gran parte de ellos) a causa de una ejecución a medio camino entre la complacencia y la indulgencia, mostrándose ambos defectos en todo su reflexivo esplendor. Y que el Altísimo nos pille confesados: Mediocres del mundo, absolvámonos los unos a los otros, pues a la hora de la verdad, pocos reproches podemos ponerle a la ''dramedie'' de manual. En esta ocasión, la combinación entre la injusticia y la posterior réplica ingeniosa (formulada, ésta última, con la valentía que otorga el casi impenetrable escudo del paso del tiempo) sorprende tan poco como la satisfacción con la que se acaba saldando la experiencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Jay Roach, a pesar de la imagen que pueda llegar a transmitir, es un director que acostumbra a saber muy bien de lo que habla (véase la infravalorada 'En campaña todo vale'). Su homenaje a Dalton Trumbo no carece de esta base fundamental, pero por el contrario, le falta esa capacidad de incisión que llegaba a distinguir sus anteriores trabajos. Si bien sabe identificar (y aprovechar) los momentos más contundentes / ilustrativos de la historia que tiene en mente, falla a la hora de ligarlos para darles así auténtica consistencia narrativa. Nos instalamos, así pues, en un agradable ejercicio de mínimos que entretiene (y hasta instruye) con la misma facilidad con la que cae en la paradoja de la corrección. ¿Puede ser ésta algo ofensivo? Desde luego, porque en determinadas ocasiones, con cumplir, no vale. O no debería. Pero claro, nos topamos, de nuevo, con unas expectativas acordes a nuestras propias capacidades. Toca bajar el listón y conformarse con lo que hay. Así está la cosa, y así nos va. Por suerte, y ojo, que no es poco, ahí queda el cine (y su intra-historia como fiel y condenado reflejo de ese guión que nos marcó) como consuelo no tan menor. El reflejo, muy apagado, deja en evidencia la brillantez del original. Ya es algo. Puede que ni Bryan Cranston (algo demasiado afectado por una serie de tics mal empleados), ni Helen Mirren sean ni Kirk Douglas, ni John Wayne; puede que Jay Roach no llegue ni a la suela de Otto Perminger; puede que Dalton Trumbo se enfurruñara ante el trabajo de su homólogo John McNamara... Y ahora mismo, podríamos no estar pasándonoslo bien a su costa. De algún modo (bastante rancio, que quede claro), se ha hecho justicia.
7
13 de julio de 2016 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya viene siendo bastante habitual encontrarse con películas biográficas a día de hoy, todas basadas en hechos reales y con algún tipo de trasfondo relacionado con el protagonista, algunas más satisfactorias, otras más comerciales y otras simplemente que pasan como una más en la cartelera pero en el caso de Trumbo nos encontramos ante algo mucho más complejo.


La trama de la película es muy simple, 10 personas influyentes de Hollywood son comunistas reconocidos y llega un momento en que el odio de la sociedad Americana es tan grande que acaban teniendo que ocultar sus guiones bajo seudónimos u entregándoselos a otras personas


El film no solo nos relata la historia de una época oscura de Hollywood sino que la propia película en si misma se traslada a esa época, y adquiere los tintes del cine clásico hollywoodiense de los años 50/60.
Es sorprendente como Jay Roach, el director que viene de artificiar cosas como Austin Powers y en general cine de comedia consigue ese efecto de traslado en esta película de manera tan sobresaliente y nos plantea este drama tan elaborado y de tan alto nivel.


El papel protagonista de Dalton Trumbo es interpretado por Bryan Cranston el cual le dio una nominación al Óscar. La interpretación es magnífica, en todo momento el espectador sabe que tiene delante a un guionista de Hollywood, no hace falta que la película le ponga un pretexto.
Me parece importante destacar un apunte curioso con respecto a esto y es que yo nunca he visto Breaking Bad (Matadme, ni siquiera un capítulo) y no paro de leer montones de críticas en otras películas que acusan a dicho actor de estar encasillado en su famoso papel de Walter White, a lo que debo decir que, o el señor Walter White es un guionista de los 50 de Hollywood, o se sale completamente de ese personaje.


La película se nos presenta con dos partes claramente diferenciadas:
Tenemos una primera parte donde gusta y mucho ver como el film nos mete en la piel de esas 10 personas que son totalmente apartadas y repudiadas de los grandes estudios de los cines de Hollywood y como, entre sus círculos empiezan a haber traiciones y cualquier cosa con tal de no ser señalados por ser amigos o estar relacionados con ellos, la sensación de persecución es constante en estos momentos.

Y una segunda parte donde, los esfuerzos del trabajo de Trumbo y de sus compañeros se ven recompensados y encuentran una especie de “redención” por parte de Hollywood, destacando muy especialmente al personaje que se nos aparece, el famoso actor Kirk Douglas el cual da un giro maravilloso a toda la trama.

Para cerrar simplemente invitarte y muy especialmente si te gusta la historia del cine a visionar la película, vas a tener una parte de la historia de Hollywood fielmente narrada y muy bien interpretada además de una historia real que te sobrecoge en la butaca.
8
22 de agosto de 2016 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que entorno a la figura de Trumbo nos muestra la vergonzosa y asquerosa caza de brujas que se dio en EEUU por aquellos tiempos.

Bryan Cranston, el papá de Malcolm, realiza una actuación formidable (eso es innegable), la peli es buena y tooooodas esas caras conocidas de la industria (ahí está John macho alfa Wayne) y toooodas esas referencias cinematográficas contribuyen a que la cinta resulte atractiva para cualquier cinéfilo.

Lo que mosquea, aunque solo sea un poquillo, es que de esto se desprenda que ya se ha pasado página y que la llamada caza de brujas es tan solo algo del pasado... pensando (muy equivocadamente) que en nuestros días es todo muuuuuy diferente.
7
29 de marzo de 2020 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si las barrabasadas que se cometieron, utilizando a la patria como escudo, para defender las libertades de los que ya eran muy libres (y lo demostraron haciendo de su capa un sayo), hubieran tenido lugar en otros lugares de ideología sospechosa para los intereses capitalistas, aún se estarían depurando responsabilidades, o bautizando calles con el nombre de las víctimas, por tamaña atrocidad.
El Comité de Actividades Antiamericanas, que se mantuvo activo desde 1938 hasta 1975, y que tenía como principal objetivo la caza y captura de cualquiera que oliera a simpatizante comunista, aprovechó también para acorralar y amedrentar a los críticos con el sistema político del país que se autoproclamaba paladín de las libertades.

El protagonista de nuestra historia era por aquellas fechas, posiblemente, el guionista más exitoso y mejor pagado de la industria hollywoodiense, condición que no le ayudó para esquivar la lista negra, más bien lo contrario, y se vio forzado durante una década a trabajar con las famosas tapaderas (encubridores), sin poder firmar ni uno de sus trabajos y malviviendo, ya que los grandes estudios le cerraron sus puertas y, por miedo, muchos del oficio le dieron la espalda.
Algunos de aquellos acosadores, más papistas que el Papa, no olvidemos que el jefe, Harry Truman, había sellado en Potsdam su alianza con la Unión Soviética, fueron recompensados por su patrioterismo trasnochado y sus delaciones, más o menos forzadas. Los hubo que incluso llegaron a la Presidencia de la Nación (Ronald Reagan).

En esta versión de Jay Roach, con guión de John McNamara, se pone acento además de la heroica resistencia de los creadores e intelectuales, no en vano la mayoría de los diez de Hollywood eran escritores, en quienes fueron capaces de quebrar la dinámica represora y rompieron una lanza contra la censura y el oscurantismo. Nombres tan importantes como Otto Preminger o Kirk Douglas se la jugaron y triunfaron en beneficio de todos.
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