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Perdiendo el norte

Comedia Hugo y Braulio, dos jóvenes con formación universitaria, hartos de no encontrar ni trabajo ni futuro en España, deciden emigrar a Alemania siguiendo los cantos de sirena de un programa de televisión tipo "Españoles por el mundo". Pero pronto descubrirán que sobrar en un sitio no significa ser necesario en otro, y que perseguir el sueño alemán puede tener mucho de pesadilla. (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
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2
10 de marzo de 2015 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué bien! Una comedia sobre la tragedia de la emigración y, de paso, también sobre la tragedia de los que padecen alzheimer, una película realizada con la sutileza de un hooligan entrando en un bar después de la victoria de su equipo. En resumen, una de esas comedias realizadas con la mirada puesta en la taquilla y el talento oculto en el desván. De Nacho G. Velilla no se esperaba gran cosa, dados sus antecedentes siempre muy comerciales pero también correctos, pero es difícil realizar un producto tan desprovisto de ambiciones creativas. Pero lo que más ofende de 'Perdiendo el norte' no es su asombrosa falta de originalidad en trama y personajes, sino que todavía hoy sigan escribiéndose papeles como el de la chica 'quesoloquierecasarse' y la chica 'quesolobuscaelnovioadecuadoyuquetienemuymalasuerte'. ¿Es posible que los guionistas sigan escribiendo papeles de mujeres sin ninguna entidad propia, totalmente supeditados al de su galán? Pues sí., en el cine español, sí. Un sí rotundo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final, directamente calcado de 'Notting Hill', con embarazada incluida, es ya para salir corriendo. Y papeles como el 'graciosillo' interpretado por Miki Esparbé están tan vistos ya que ofenden. Caca.

Oscar
1
29 de marzo de 2015 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filmaffinity debería dar la opción de valorar con un 0 las películas, tamañas bazofias se merecen un:
0 - Infame, o un 0 - Indecente. Y de este modo:
-1º. Poder dejar a los usuarios ya no solo valorar, sino expresar su inquina
- 2º. Poner en sobreaviso a esas almas cándidas a las que se les ilumina el rostro cuando ven a Julián López y Javier Cámara compartir cartel, por poner un ejemplo.

Javier Cámara está sobreactuado, Malena Alterio da grima, Blanca Suárez sale fea y Julián López no tiene ni puta gracia. No me explico cómo ha conseguido sacar a cada artista de su registro particular y obligarles a formar parte de semejante mentira.

La peli no te sirve ni para fumarte un peta y echar unas risas mientras te olvidas de todo, que vergüenza, con tilde en la diéresis.

Desde luego, si te forras con esto.. soy yo el que se va a Alemania a currar en el Kebab. Quién sabe.. igual así tienes para un remake. No pido mucho... pero ya puestos me molaría trabajar con el resto de actores de la serie EL INTERNADO y AÍDA, a ver si así nos superamos.
7
30 de noviembre de 2015 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no sé mucho de cine, me siento a ver una película y me suelo dejar llevar. Hay veces que me gustan películas que al resto de gente no, y películas que a la gente le parecen maravillosas a mi me producen sopor. Esto nos pasa a todos.
Antes de ver "Perdiendo el Norte" ya había leído que era una película mala, que si no era original y muchas cosas negativas. Aún así, me senté a verla sin pretensiones. Creo que es lo que ha hecho que me lo pasará genial viendo la película.
No quiero hacer comparaciones, pero no creo que sea pero que "Ocho apellidos Vascos", de hecho, en algunas cosas, me pareció más entretenida. Pero como digo, es cuestión de gustos.
La amargura de dos chavales, llenos de ilusión, en un país extranjero. La Alemania de la Merkel, en la que son tratados como basura. Lo parecida que es la actualidad con los años 60. Y el toque de ironía amarga que denotan muchas escenas, hacen que te sientas identificado con la historia. Y, personalmente pienso que hay actuaciones francamente buenas.
Como digo, no soy nada objetivo, no creo que en esto del cine lo sea nadie. Pero sí que recomendaría la película para que la vieran mis conocidos.
Por cierto, buenísima la canción de Rozalén.
5
17 de diciembre de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Efectivamente Nacho G. Velilla consigue que sus protagonistas pierdan el norte y le honra desdramatizar una situación angustiosa para muchos llevándola al humor sin llegar al absurdo. Pero falsea un tanto la caricatura de la supuesta fuga de talentos de nuestro país, acuciados por la crisis y la falta de empleo, hacia países en donde la situación no sea tan crítica. Ni todos los que nos dejan en pos de oportunidades o de mejoras salariales son licenciados, ni éstos, si se da el caso, emigran a la aventura, sin un destino claro, un contrato bajo el brazo y unos conocimientos suficientes del idioma cuando éste es distinto al nuestro. El ejemplo estandarizado de Andrés -el personaje interpretado por José Sacristán en la película- es ejemplo de su época pero no del presente como nos hace dar a entender. Que haya cierto paralelismo no siginifica que sigamos siendo el que limpia, el que recoge la basura, sirve la mesa o actua como un simple correveidile de otros. No, al menos, necesariamente siempre.
Y por si estos clichés -y alguno más- no fueran bastante, el guión tampoco es que sea precisamente un prodigio de creatividad. Aunque hay algunas escenas y diálogos con cierta chispa no deja de tener todo un aire previsible, incluyendo su parte romántica. Todo sería bastante soso y anodino si no fuera por Julián López y su personaje que, aun no siendo el epicentro sobre el que todo gira, resulta vital para darle brío a la historia, para que coja cierto vuelo y la gracia de la que carecería sin él la cinta.
Por cierto, que gracias a él, la parte más divertida viene con el comienzo de los créditos finales, lo que no dice mucho en favor de la película. De todas maneras, aunque con lo expuesto no la deje en muy buen lugar, debo reconocer que verla no me ha disgustado en absoluto. Uno pasa un rato muy agradable, con algunas dosis de emotividad y alguna risa sobradamente merecida.
6
29 de septiembre de 2017 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El zaragozano Nacho García Velilla ha encaminado su carrera cinematográfica hacia el difícil género de la comedia, donde, aparte de foguearse en series televisivas como Aída, había firmado dos películas con interés dispar, Fuera de carta (2008) y Que se mueran los feos (2010), que pasaron por la cartelera con cierta desatención por parte del público y de los medios.
Con su tercera película Perdiendo el Norte ha conseguido mucha mayor repercusión gracias tanto al patrocinio de la poderosa Atresmedia como por el trasfondo elegido para enfundar el relato, un tema de la máxima actualidad social y económica que suscita numerosos puntos de identificación con la inmensa mayoría de los ciudadanos. Desde el punto de vista de los personajes principales, dos jóvenes con varias licenciaturas y másters obligados a abandonar España en busca de empleo, asistimos a la decepción de nuestro país, sintetizada en cada una de las historias de su fracaso, representativas de la “generación de españoles más preparada de la historia”. En estos primeros minutos asistimos a lo mejor de la película, desde los recortes en investigación, la necesidad de los padres de hipotecarse para que los hijos puedan completar los estudios, el paro y el desahucio por efecto de la crisis y el despojo de recursos públicos por parte de los políticos… Aunque todo se vaya quedando en segundo plano con respecto a la historia de amor, y lo que podía haber sido una comedia social e irónica (o directamente negra) se quede en una comedia romántica de color rosa conforme avanza el metraje.
Como viene siendo habitual en cada una de sus apariciones, el pilar gracioso descansa sobre la vis cómica del actor de origen conquense Julián López (El Provencio, 1978) que convierte a su personaje Braulio en el catalizador, con mayor o menor grado de puntería y credibilidad, de todas las historias entrecruzadas de este pequeño mosaico. El contrapunto emotivo de referencia a la épica emigración de la generación de hace cincuenta años, lo pone el personaje del gran Pepe Sacristán, que enlaza directamente con la película de Pedro Lazaga Vente a Alemania Pepe (1971), donde daba vida al emigrado que regresa a su pueblo en un Mercedes alquilado solo para aparentar y envolver, siquiera brevemente, una realidad nada gratificante; ahora, el anzuelo para los nuevos emigrantes surge del programa de televisión Españoles por el mundo, otro espejo que tiende a embellecer el drama de la emigración.
A pesar de todo, Perdiendo el Norte es una comedia jovial y divertida, con momentos que beben en la esencia de la comedia de equívocos, como la visita de los padres y la novia a la empresa donde trabaja uno de los protagonistas. Otro acierto es que el tratamiento del argumento concita concordancia tanto para los jóvenes sin trabajo ni futuro como para los padres que se han dejado la vida en las carreras. Lo que pasa es que a Nacho G. Velilla al final se le va un poco la mano con el almíbar, que por otra parte suele ser más apreciado por parte de los espectadores que la acidez (ingrediente ya demasiado presente en la realidad). Si encima suma en taquilla, pues miel sobre hojuelas.
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