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Lunas de hiel

Drama Nigel (Hugh Grant) y su mujer Fiona (Kristin Scott-Thomas) son un matrimonio británico de crucero para celebrar su séptimo aniversario de boda. A bordo conocen a la atractiva y deshinibida Mimi (Emmanuelle Seigner) y a su marido Oscar (Peter Coyote), un norteamericano que está inválido en una silla de ruedas. Nigel empieza a sentirse atraído por Mimi, y Oscar, que se da cuenta, le propone que intente seducirla, pero antes le cuenta cómo ... [+]
Críticas 94
Críticas ordenadas por utilidad
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10
21 de septiembre de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La más "shockeante" película de retorcido suspenso y drama psicologista que jamás he visto es "Perversa Luna de Hiel" ("Bitter Moon", o simplemente "Luna de Hiel"), 1992, dirigida por el siempre inspirado maestro del "cine negro", Roman Polansky. Refleja el sadomasoquismo llevado a su máxima expresión, de una pareja que, integrada inicialmente por una mujer desvalorizada y ridiculizada por su marido play-boy bastante mayor que ella, termina conviritiéndose en una dupla exactamente a la inversa. Aparece una contra-pareja, que hará las veces de espejo donde morbosamente se reflejarán las miserias de aquéllos, y todos comenzarán a transitar por los resbaladizos senderos de un deseo incontenible. Hay un dejo moralizante al final del filme; dejo que, cual corifeo de tragedia griega, se repite en tramos anteriores. Polansky -cineasta de los considerados "malditos", genio y figura hasta la sepultura- supo dar a entender ese contraste, y todo otro contraste de diversidades morales; pasando lectura a prejuicios reales e imaginarios.-
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La más "shockeante" película de retorcido suspenso y drama psicologista que jamás he visto es "Perversa Luna de Hiel" ("Bitter Moon", o simplemente "Luna de Hiel"), 1992, dirigida por el siempre inspirado maestro del "cine negro", Roman Polansky. Refleja el sadomasoquismo llevado a su máxima expresión, de una pareja que, integrada inicialmente por una mujer desvalorizada y ridiculizada por su marido play-boy bastante mayor que ella, termina conviritiéndose en una dupla exactamente a la inversa: la sufrida partenaire se venga de su cónyuge caído en desgracia a causa de un accidente que lo deja postrado en silla de ruedas, y le hace pasar "las de Caín", frente a las narices de terceros.
Hay un dejo moralizante al final del filme; dejo que, cual corifeo de tragedia griega, se repite en tramos anteriores. Ello se advierte en la expresión de vínculo habido entre un padre y su pequeña niña, que suelen estar en la cubierta del crucero en el que se desarrolla la historia. A diferencia del vínculo existente entre los miembros de la pareja protagónica y entre los de la contra-pareja que, con toda morbosidad, juega las veces de testigo obligado de las truculentas historias sexuales de aquella otra, la relación de dicho progenitor con su hijita es sana, nace de la simpleza, de la ternura, de valores que quizás son más propios de culturas que, antes de la globalización, aún no se encontraban contaminadas por el relativismo ideológico de Occidente. Polansky -cineasta de los considerados "malditos", genio y figura hasta la sepultura- supo dar a entender ese contraste, y todo otro contraste de diversidades morales; pasando lectura a prejuicios reales e imaginarios.
Como no podía ser de otra manera, el desborde obsesivo de la pareja protagónica termina en muerte.
No alcanzó el mayor de los despliegues de hedonismo y lujuria para evitarla.-
9
26 de noviembre de 2007
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es una historia muy sencilla: narra como un amor pasional y lleno de obsesión se convierte en un odio visceral y ni siquiera es culpa de ninguno de los dos, simplemente ocurren ciertos acontecimientos que terminan rompiendo esa supuesta "lealtad" llamada amor.
Quizás el mensaje de la película sea que no hay que encadenarse totalmente a la pareja porque así comienzan los problemas, por tanto la película es una lección sobre sexo y no tanto sobre amor,pero viendo el final de la película el mensaje puede interpretarse de un modo diferente. Véanla que es una película que enseña una gran lección sobre la vida y lo peor es que si quieres casarte quizás esta película te quite las ideas.
No alcanza un 10 de nota por ese estúpido final, sino alcanzaría la perfección.
10
6 de septiembre de 2013
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor película de Polanski.

Nada como una buena meada en todo el careto -a ser posible, ejecutada por una jaca como Emmanuelle Seigner- para reconciliar a uno con el Cosmos. Todo el pesimismo ilustrado de gente como Schopenhauer, Sartre, Nietzsche o Beethoven se hubieran ido a paseo si se les hubiese tratado como merecían: con un buen chorro de refulgente ambrosía. A cambio del colosal sacrificio de esta gente, tenemos cosas como la Opus 130 o La Náusea; pero ellos, qué duda cabe, habrían sido más felices siendo unos mindundis atontados.

"El Santo Decir Sí" que pregonaba Nietzsche, ya saben.
8
27 de julio de 2006
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suscribo en general los comentarios que se han hecho en esta página pero... ¿ese final? ¿A qué viene esa moralina conservadora, con hindú paternal y "sabio" y exaltación de la familia tradicional? ¿Se "cortó" un poco al final el viciosillo de Polansky? Qué raro.
8
13 de septiembre de 2011 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se acuñó el término "ochentero" para denominar todo aquello con cierto tufillo horterilla de la década de los 80, Lunas de hiel peca un poco de noventera, cuando a Polanski le favorece mucho más el estilo clásico de sus comienzos. Aunque esto no debe ensombrecer la genialidad que subyace bajo su envoltorio.

Ese oscuro objeto de deseo, El imperio de los sentidos y el Último tango en Paris.

Todo mezclado, batido y aderezado con el enfermizo toque personal de Polanski nos da como resultado Lunas de hiel, en el título original francés Lunes de fiel.
Curioso juego de palabras Miel - Hiel - Fiel, ser fiel es lo que no consiguen ni Peter Coyote en su genial interpretación, ni Hugh Grant en su tan anodina como acertada réplica.

Coyote nos narra con pulso firme y socarrón las diferentes estaciones del amor
Primavera: inocencia, ilusión, exploración, cariño...
Verano: experimentación, obsesión, excesos, celos...
Otoño: aburrimiento, desencanto, perversión, sumisión, crueldad, odio...
Invierno: dependencia, compasión, matrimonio o lo que es lo mismo, muerte...

La gente normal pasa directamente del desencanto a el matrimonio, si no estaríamos todos en una silla de ruedas o en un manicomio, pero es interesante ver hasta que punto Polanski degrada a la pareja protagonista, algo que siempre se le ha dado muy bien, adentrarse en las más oscuras simas de la perversión y decadencia humanas.

Genial la escena del cerdito en la granja, y el criticado final no me pareció tan malo.
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