Aventurero del Pacífico
6.8
4,961
Comedia. Aventuras
La vida en una isla al sur del Pacífico es casi perfecta para dos amigos ya retirados del ejército: pasan su tiempo en la taberna, lugar donde discuten, pelean y se liberan de la monotonía de la vida tropical. Y a este auténtico paraíso, llega una estirada bostoniana que busca a su padre. (FILMAFFINITY)
1 de agosto de 2014
1 de agosto de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La taberna del irlandés", comedia ambientada en una isla de la Polinesia francesa, es uno de los últimos largometrajes dirigidos por Ford, y el último que hizo este director con John Wayne. Está a medio camino entre anteriores empeños de este director, "El hombre tranquilo" (The Quiet Man, 1952) o "Mogambo" (Mogambo, 1953), y la película playera/hawaiana con Elvis Presley de los años 60; de hecho, los exteriores de "La taberna..." se rodaron en las Islas Hawaii. Así, hay peleas, amores, enredos, y un concepto de folclorismo un tanto superficial, sin llegar al enfoque turístico de las películas de Presley.
Adviértase que esta película de Ford, como las otras dos antes citadas, coinciden en una determinada idea de paraíso, un paraíso de las segundas oportunidades, un paraíso para el amor. En el caso que nos ocupa, es un paraíso un tanto extraño, por su carácter multicultural, que se diría algo forzado, artificial: se habla en inglés, pero también en francés, chino, japonés y polinesio. Las monjas francesas se mezclan con los ex-soldados yanquis, los marineros australianos, los comerciantes chinos, los nativos polinesios...Este paraíso es también un lugar idóneo para las ceremonias, ya sean las del amor, o las de la religión: ceremonias un tanto extravagantes, como la misa de Nochebuena, con Lee Marvin haciendo de rey mago.
Elizabeth Allen, que aquí compone una heroína ligeramente hawksiana, interpreta a una mujer que encuentra a un padre (Jack Warden) y a un novio (John Wayne). Adviértase que la ficción sostiene una verosimilitud sólo por la fuerza de las convenciones de determinado "star-system", lo que hace que esta verosimilitud sea débil. Es decir: el padre y la hija sólo se llevan nueve años (Warden nació en 1920, y Allen, en 1929), y en cuanto a los enamorados, se llevan muchos años entre sí: Wayne nació en 1907. Lo más lógico es que Wayne interpretara al padre, y Warden al novio...si no se tuvieran en cuenta determinadas convenciones del cine de Hollywood.
Adviértase que esta película de Ford, como las otras dos antes citadas, coinciden en una determinada idea de paraíso, un paraíso de las segundas oportunidades, un paraíso para el amor. En el caso que nos ocupa, es un paraíso un tanto extraño, por su carácter multicultural, que se diría algo forzado, artificial: se habla en inglés, pero también en francés, chino, japonés y polinesio. Las monjas francesas se mezclan con los ex-soldados yanquis, los marineros australianos, los comerciantes chinos, los nativos polinesios...Este paraíso es también un lugar idóneo para las ceremonias, ya sean las del amor, o las de la religión: ceremonias un tanto extravagantes, como la misa de Nochebuena, con Lee Marvin haciendo de rey mago.
Elizabeth Allen, que aquí compone una heroína ligeramente hawksiana, interpreta a una mujer que encuentra a un padre (Jack Warden) y a un novio (John Wayne). Adviértase que la ficción sostiene una verosimilitud sólo por la fuerza de las convenciones de determinado "star-system", lo que hace que esta verosimilitud sea débil. Es decir: el padre y la hija sólo se llevan nueve años (Warden nació en 1920, y Allen, en 1929), y en cuanto a los enamorados, se llevan muchos años entre sí: Wayne nació en 1907. Lo más lógico es que Wayne interpretara al padre, y Warden al novio...si no se tuvieran en cuenta determinadas convenciones del cine de Hollywood.
6 de noviembre de 2015
6 de noviembre de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una rica heredera llega a una isla de Polinesia para hacerse con el legado de su padre, afincado allí. Pero en su lugar encontrará a dos ex-combatientes norteamericanos que se pasan el día peleando en una taberna.
Una de las comedias más populares de John Ford y una excelente muestra de aquel microcosmos que siempre caracterizó su cine, definido por personajes y situaciones a partir de detalles entrañablemente cotidianos. Asimismo supuso el último trabajo con su actor-fetiche, John Wayne, tras largos años de colaboración.
- "¿Paz?"
- "Paz."
Una de las comedias más populares de John Ford y una excelente muestra de aquel microcosmos que siempre caracterizó su cine, definido por personajes y situaciones a partir de detalles entrañablemente cotidianos. Asimismo supuso el último trabajo con su actor-fetiche, John Wayne, tras largos años de colaboración.
- "¿Paz?"
- "Paz."
19 de junio de 2018
19 de junio de 2018
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen dos tipos de obras de John Ford, sus dramas profundos y emotivos que nos caen como un golpe de poesía audiovisual como grandes obras del cine y otras que pretenden sin ser menos importante transportarnos a un mundo mucho más simplista y lleno de una realidad mucho mas cotidiana “el costumbrismo de John Ford”, Donovan Reef entra en esta última, la historia es simple, juega con un pequeño matiz sobre la multiculturalidad y el respeto entre estas mismas pero sin profundizar mucho ya que el tono de obra costumbrista y cómica se perdería, marineros, peleas en tabernas, ir a cortar un árbol de navidad mientras se nos revela un poco de algunos aspectos de los personajes,son cosas que hay que apreciar como pequeños detalles de la vida que queramos o no son cosas que todos hemos pasado o pensado alguna vez.
Quizás peco de defenderla y valorarla de mas, dado a que soy super fan de John Ford, pero esta película se une a mi colección de obras costumbristas del Cine.
Quizás peco de defenderla y valorarla de mas, dado a que soy super fan de John Ford, pero esta película se une a mi colección de obras costumbristas del Cine.
14 de marzo de 2022
14 de marzo de 2022
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante una película de aventuras ¿? exóticas, sencilla y amable; interpretada con oficio por John Wayne, y Elizabeth Allen, a la que no recuerdo haber visto antes. Pido disculpas con humildad, pues el cine más clásico y yo, no gozamos de excesiva empatía.
Comenzaba la década de los 60 y se apreciaba un cambio orientativo en la manera de enfocar la interpretación... Era evidente ya, una cierta lejanía del encorsetamiento que había dominado el medio, a lo largo de décadas anteriores.
Podía percibirse mayor frescura, relajación, menos rigidez... Bueno.. descartando a John Wayne, que siempre caracterizó el mismo personaje, ya fuera en papeles de cowboy, o como simple aventurero. En cada una de ellas pareciera que al instante iba a montar su caballo, descubriéndose al trote, avanzando por peligrosos desfiladeros del lejano oeste.
John Ford siempre supo rodearse de un sólido elenco de actores secundarios, que colaboraban mas de una vez en sus películas. En LA TABERNA DEL IRLANDES, podemos encontrar rostros tan reconocibles como los de: Lee Marvin, Jack Warden, Cesar Romero, Dorothy Lamour...
Rodada tres años antes de su despedida del cine, contiene una trama que se resuelve situada en ese punto exacto donde convergen molicie e indolencia. Se ofrece a través de sabias escenas, construidas apoyándose en elementos visuales aprendidos a lo largo de 5 décadas de prodigioso oficio, aunque alejadas de aquella hondura psicológica que lo habían caracterizado.
Comenzaba la década de los 60 y se apreciaba un cambio orientativo en la manera de enfocar la interpretación... Era evidente ya, una cierta lejanía del encorsetamiento que había dominado el medio, a lo largo de décadas anteriores.
Podía percibirse mayor frescura, relajación, menos rigidez... Bueno.. descartando a John Wayne, que siempre caracterizó el mismo personaje, ya fuera en papeles de cowboy, o como simple aventurero. En cada una de ellas pareciera que al instante iba a montar su caballo, descubriéndose al trote, avanzando por peligrosos desfiladeros del lejano oeste.
John Ford siempre supo rodearse de un sólido elenco de actores secundarios, que colaboraban mas de una vez en sus películas. En LA TABERNA DEL IRLANDES, podemos encontrar rostros tan reconocibles como los de: Lee Marvin, Jack Warden, Cesar Romero, Dorothy Lamour...
Rodada tres años antes de su despedida del cine, contiene una trama que se resuelve situada en ese punto exacto donde convergen molicie e indolencia. Se ofrece a través de sabias escenas, construidas apoyándose en elementos visuales aprendidos a lo largo de 5 décadas de prodigioso oficio, aunque alejadas de aquella hondura psicológica que lo habían caracterizado.
24 de junio de 2023
24 de junio de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
172/24(18/06/23) Trivial y pasajera comedia naif comedia dirigida por el maestro John Ford, no es quesea muy mala es que es de Ford. Parecen unas vacaciones remuneradas que dedica el cineasta de “Que verde era mi valle” a sus amigos con los que acababa de rodar la mítica “El hombre que mató a Liberty Balance”, su antepenúltima película la definió como: "Una película de parodia, algo loco y extraño. No vamos a por ningún premio". James Michener (“Sasyonara”) originalmente se encargó de desarrollar el concepto, apodado "South Sea Story", aunque terminó no siendo acreditado en el guión de Frank S. Nugent (“Centauros del desierto” o “Fort Apache”) y James Edward Grant (“El Álamo” o “Los Comancheros”), sobre una historia de Edmund Beloin. Parece con intención de rememorar el gran éxito de “El hombre tranquilo” (1952), juntando varios factores en ello, desde por supuesto el director y protagonista, pero también al guionista Nugent, cambian la mítica Innisfree por una paradisiaca isla del Pacífico con el nombre también ficticio de Haleakaloha (filmada en Kauai-Hawaii, ambientada en la Polinesia Francesa), Wayne con un ‘antagonista’ (al menos eso parece al inicio) que le gustan las pendencias y las borracheras, aquí Lee Marvin (en la pretérita Victor McLaglen), teniendo un romance con una persona recién llegada (cambiando los roles de la otra que era el hombre a aquí que es la mujer), y aquí la mujer es Elizabeth Allen (en la anterior es la resplandeciente Maureen O’Hara), por las similitudes fueran pocas Ford hace llamar a uno los barcos Innisfree (¿?).
Tenemos un aire muy ligero, peleas, malentendidos, borracheras, camaradería, pero lo que en la otra hora magia, aquí resulta cuasi-chirigotesco, todo muy bufonesco, nadie parece tomarse en serio la historia, todo rebozado de un buenismo almibarado al borde de no ser apto a diabéticos, incluso de tientes beatos en cómo se relaciona con el catolicismo (le da Wayne pescado al inicio a unas monjas, hay una subtrama sobre una recogida de fondos para arreglar el techo de la OIglesias, y asistimos a una ceremonia de navidad en la humilde Iglesia), incluso el guion da la sensación de estar improvisándose a cada momento. Ejemplo notorio es que la cinta comienza de modo atractivo con un grácil crescendo (engañoso) dramático con una rivalidad entre los roles a los que dan vida Wayne y Marvin, la pendencia se está cociendo mientras Wayne (como en “El hombre tranquilo”) intenta eludirla, se le da mucha trascendencia a la tensión latente entre ellos, luego la historia (incomprensiblemente) deja de lado a Marvin, pasando a ser un secundario muy marginal que ya nada tiene que decir en la narración, todo para dar un viraje en una historia que rezuma (sobre todo vista hoy día, 60 años después de su estreno) un racismo sangrante en como unos niños mestizos pueden ser un símbolo de amoralidad (Puaj!!!), de como haber amado a una aborigen puede ser algo rechazable para la sociedad, y nadie lucha contra esto, se da por buena la idiotesca historia de engaños, incluso el padre participa de ella no cortándolo de raíz en cuanto se entera, y esto da grima. Por no hablar de que Doc no ha visto a su hija ya adulta nunca, con la excusa peregrina de que tenía hijos en la isla y no podía abandonarlos (y porque no los llevó consigo? Le daba vergüenza? Por que nunca se comunicó con la hija para decirle de su esposa nativa y de los hijos, sus hermanos que había tenido?). Todo se resuelve de una forma tan lisa como grotesca.
Es una comedia sin mucha gracia, con decir que uno de los running gags que se supone divertido es ver a los lugareños echar monedas a una máquina tragaperras estropeada. Se apoya mucho en el trazo grueso, acudiendo incluso a lo facilón de los sentimentaloide, epítome de esto todo lo referente a los niñitos, en medio de salutaciones guiñolescas, representando una sociedad isleña idealizada muy falseada (lo de los bailes de las indígenas tapadas hasta el cuello es de un puritanismo sangrante). Film sin tensión dramática alguna, donde los engranajes chirrían por la forma en que se ve venir lo que va a suceder. Bien es cierto que Ford si emite un gran entusiasmo y vitalidad ambiental, pero no es suficiente para elevar un producto huero, donde lo mejor es la luminosa fotografía Technicolor de William Clothier (“Misión de audaces” o “El hombre que mató a Liberty Valance”) ensalzando la belleza de la isla edénica.
Tres ex miembros de la Marina, Micheal 'Guns' Donovan (John Wayne), Thomas Aloysius 'Boats' Gilhooley (Lee Marvin) y el bien educado Doc William Dedham (Jack Warden), se encuentran durante la Segunda Guerra Mundial varados en un hermoso Isla del Pacífico Sur, un lugar ficticio llamado Haleakaloa (filmado en Kauai, Hawái), donde luchan contra los japoneses y después de la guerra deciden quedarse aquí. Guns es dueño de un bar llamado Donovan's Reef, que no permite mujeres. Boats, de bajo nivel y medio idiota, siempre pasa el rato en el bar o trabaja allí como cantinero. La trama gira en torno a la hija de Doc (Jack Warden) en Boston, Amelia Sarah Dedham (Elizabeth Allen), de su primera esposa, que nunca ha visto a su padre, al enterarse de que su padre ha heredado las valiosas acciones de la compañía naviera de la familia que ella desea desesperadamente, y su reacción a él cuando se encuentran. Su abogado dice que hay una cláusula en el testamento que establece que cualquier persona que actúe de manera inmoral de acuerdo con los estándares de Boston perderá su herencia. Así que Amelia viaja desde Boston para encontrarse con papá y planea conseguirle los bienes, pero papá está en otra isla atendiendo una emergencia médica. Guns (John Wayne) es un acomodado amigo de Doc en la isla, tiene como objetivo ayudar alojando a los hijos de Doc y fingiendo ser su padre para no molestar a Amelia, a quien se prejuzga como una mojigata. Todo en un crescendo suave hacia un final telegrafiado de antemano y que me mueve a entre zero y la nada más absoluta.
Tenemos un aire muy ligero, peleas, malentendidos, borracheras, camaradería, pero lo que en la otra hora magia, aquí resulta cuasi-chirigotesco, todo muy bufonesco, nadie parece tomarse en serio la historia, todo rebozado de un buenismo almibarado al borde de no ser apto a diabéticos, incluso de tientes beatos en cómo se relaciona con el catolicismo (le da Wayne pescado al inicio a unas monjas, hay una subtrama sobre una recogida de fondos para arreglar el techo de la OIglesias, y asistimos a una ceremonia de navidad en la humilde Iglesia), incluso el guion da la sensación de estar improvisándose a cada momento. Ejemplo notorio es que la cinta comienza de modo atractivo con un grácil crescendo (engañoso) dramático con una rivalidad entre los roles a los que dan vida Wayne y Marvin, la pendencia se está cociendo mientras Wayne (como en “El hombre tranquilo”) intenta eludirla, se le da mucha trascendencia a la tensión latente entre ellos, luego la historia (incomprensiblemente) deja de lado a Marvin, pasando a ser un secundario muy marginal que ya nada tiene que decir en la narración, todo para dar un viraje en una historia que rezuma (sobre todo vista hoy día, 60 años después de su estreno) un racismo sangrante en como unos niños mestizos pueden ser un símbolo de amoralidad (Puaj!!!), de como haber amado a una aborigen puede ser algo rechazable para la sociedad, y nadie lucha contra esto, se da por buena la idiotesca historia de engaños, incluso el padre participa de ella no cortándolo de raíz en cuanto se entera, y esto da grima. Por no hablar de que Doc no ha visto a su hija ya adulta nunca, con la excusa peregrina de que tenía hijos en la isla y no podía abandonarlos (y porque no los llevó consigo? Le daba vergüenza? Por que nunca se comunicó con la hija para decirle de su esposa nativa y de los hijos, sus hermanos que había tenido?). Todo se resuelve de una forma tan lisa como grotesca.
Es una comedia sin mucha gracia, con decir que uno de los running gags que se supone divertido es ver a los lugareños echar monedas a una máquina tragaperras estropeada. Se apoya mucho en el trazo grueso, acudiendo incluso a lo facilón de los sentimentaloide, epítome de esto todo lo referente a los niñitos, en medio de salutaciones guiñolescas, representando una sociedad isleña idealizada muy falseada (lo de los bailes de las indígenas tapadas hasta el cuello es de un puritanismo sangrante). Film sin tensión dramática alguna, donde los engranajes chirrían por la forma en que se ve venir lo que va a suceder. Bien es cierto que Ford si emite un gran entusiasmo y vitalidad ambiental, pero no es suficiente para elevar un producto huero, donde lo mejor es la luminosa fotografía Technicolor de William Clothier (“Misión de audaces” o “El hombre que mató a Liberty Valance”) ensalzando la belleza de la isla edénica.
Tres ex miembros de la Marina, Micheal 'Guns' Donovan (John Wayne), Thomas Aloysius 'Boats' Gilhooley (Lee Marvin) y el bien educado Doc William Dedham (Jack Warden), se encuentran durante la Segunda Guerra Mundial varados en un hermoso Isla del Pacífico Sur, un lugar ficticio llamado Haleakaloa (filmado en Kauai, Hawái), donde luchan contra los japoneses y después de la guerra deciden quedarse aquí. Guns es dueño de un bar llamado Donovan's Reef, que no permite mujeres. Boats, de bajo nivel y medio idiota, siempre pasa el rato en el bar o trabaja allí como cantinero. La trama gira en torno a la hija de Doc (Jack Warden) en Boston, Amelia Sarah Dedham (Elizabeth Allen), de su primera esposa, que nunca ha visto a su padre, al enterarse de que su padre ha heredado las valiosas acciones de la compañía naviera de la familia que ella desea desesperadamente, y su reacción a él cuando se encuentran. Su abogado dice que hay una cláusula en el testamento que establece que cualquier persona que actúe de manera inmoral de acuerdo con los estándares de Boston perderá su herencia. Así que Amelia viaja desde Boston para encontrarse con papá y planea conseguirle los bienes, pero papá está en otra isla atendiendo una emergencia médica. Guns (John Wayne) es un acomodado amigo de Doc en la isla, tiene como objetivo ayudar alojando a los hijos de Doc y fingiendo ser su padre para no molestar a Amelia, a quien se prejuzga como una mojigata. Todo en un crescendo suave hacia un final telegrafiado de antemano y que me mueve a entre zero y la nada más absoluta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Las actuaciones no pasan de funcionales, todos haciendo de sus encasillamientos sin fisuras y sin matices, si acaso, puedo destacar el encanto del neoyorkino César Romero como el gobernador francés (¿?) de la isla, un caballero playboy encantador; Wayne hace de Wayne, seguro de sí mismo, sin aristas, valiente, seductor (da igual la diferencia de edad con las féminas, todas caen rendidas a sus machistas encantos, el final hoy día sería imposible, y es que resulta grotesco), duro, dulce, incluso lo vemos como nadador (eso sí, sin quitarse siquiera la camiseta¿?); Está lo hiriente de la presencia de Lee Marvin, que nos lo muestran como un pilar del film al inicio acaparando veinte minutos en su sub trama, y luego deja de tener peso alguno, lo colocan de camarero en la taberna de Wayne, lo vemos con medio lio amoroso (muy moralista pidiendo ella el matrimonio), o apareciendo como Rey de USA en la ceremonia de Navidad, ofreciendo un gramófono al niño Jesús. Desaprovechado NO, lo siguiente! Por cierto, a que viene que Amelia le regale un tren eléctrico si nunca hemos visto escena alguna entre ambos, ni tampoco escuchado de esta afición por parte de él (lo que la tijera se llevó!); Jack Warden resulta muy blandito en su rol de doctor altruista y de padre cariñosísimo, da igual que a su hija mayor hiciera nunca se hubiera interesado por ello, eso no están malo (¿?); Elizabeth Allen poco puede hacer con un papel tan estereotipado y supeditado a John Wayne, y entre ambos la química similar a la de una ameba con un destornillador, esto es de naufragio del Titanic, pues es el deux machine del film (comprar esto con el romance de “El Hombre Tranquilo” es de denuncia penal); Ah, también está Dorothy Lamour, pero no sé bien que pinta aquí (¿?).
Spoiler:
El colmo del desacierto es la grimante escena final en que Wayne tras discutir con Amelia su futuro como matrimonio y padres, él la coge a ella la pone de espaldas en su regazo y le da una azotaina en el trasero, ‘pontificando’ que se debe hacer lo que el Hombre dice y punto. Wayne es dado a azotar en sus películas, ejemplo es otra escena similar en “El Gran McLintok” (1963) o en “Misión de audaces” (1959 de también John Ford, donde también da una azotaina, aunque esta vez a un joven soldado.
El rodaje comenzó en julio de 1962 en Kauai, Hawái, pero la salud de Ford se había deteriorado hasta el punto de que Wayne terminó dirigiendo él mismo la mayor parte de la película.
La casa del gobernador de la isla francesa, la casa de playa blanca con cocoteros y césped circundante, es la casa de Allerton Estate y la antigua residencia de verano de la reina Emma de Hawái cerca de la playa de Poipu, ahora parte del Jardín Botánico Tropical Nacional (sin las escenas de botes y canoas en el río Wailua, que fueron editadas y fusionadas con escenas filmadas en Allerton Estate).
La canción hawaiana 'Pearly Shells" se usó como tema de apertura de la película y nuevamente en escenas posteriores.
Con este film Ford parecía estar diciendo que ya no le hacía falta ser bueno rodando, que ya había dado mucho al Séptimo Arte y bien podía aprovechar su poder para colarnos un film, cuando en realidad eran unas vacaciones. Gloria Ucrania!!!
Spoiler:
El colmo del desacierto es la grimante escena final en que Wayne tras discutir con Amelia su futuro como matrimonio y padres, él la coge a ella la pone de espaldas en su regazo y le da una azotaina en el trasero, ‘pontificando’ que se debe hacer lo que el Hombre dice y punto. Wayne es dado a azotar en sus películas, ejemplo es otra escena similar en “El Gran McLintok” (1963) o en “Misión de audaces” (1959 de también John Ford, donde también da una azotaina, aunque esta vez a un joven soldado.
El rodaje comenzó en julio de 1962 en Kauai, Hawái, pero la salud de Ford se había deteriorado hasta el punto de que Wayne terminó dirigiendo él mismo la mayor parte de la película.
La casa del gobernador de la isla francesa, la casa de playa blanca con cocoteros y césped circundante, es la casa de Allerton Estate y la antigua residencia de verano de la reina Emma de Hawái cerca de la playa de Poipu, ahora parte del Jardín Botánico Tropical Nacional (sin las escenas de botes y canoas en el río Wailua, que fueron editadas y fusionadas con escenas filmadas en Allerton Estate).
La canción hawaiana 'Pearly Shells" se usó como tema de apertura de la película y nuevamente en escenas posteriores.
Con este film Ford parecía estar diciendo que ya no le hacía falta ser bueno rodando, que ya había dado mucho al Séptimo Arte y bien podía aprovechar su poder para colarnos un film, cuando en realidad eran unas vacaciones. Gloria Ucrania!!!
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