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Gilda

Cine negro. Drama. Romance. Thriller Johnny Farrell (Glenn Ford), un aventurero que vive de hacer trampas en el juego, recala en Buenos Aires. Allí lo saca de un apuro Ballin Mundson, el propietario de un lujoso casino, que acaba haciendo de él su hombre de confianza. Un día, Mundson le presenta a su esposa Gilda. Su sorpresa no tiene límites: fue ella precisamente quien lo convirtió en lo que es: un ser cínico y amargado. (FILMAFFINITY)
Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
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8
9 de mayo de 2012
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero yo digo: amémosla. Amémosla por ser tan bella, tan elegante, tan frágil y despiadada a un tiempo. Me he llevado una pequeña decepción al saber que no es Hayworth la que canta, sino una tal Anital Ellisy. Felicitaciones, Anita: esa voz grave y susurrante es perfecta para el «Amado mío». Aunque Rita sea perfecta para bailarla e interpretarla.

Lo cierto es que ha pasado a la Historia del Cine la escena del guante, recordada con toda justicia por su imán erótico, pero si de Arte hablamos, prefiero la primera versión del «Put the blame on Mame», con Rita sentada en la barra, la guitarra sobre las piernas cruzadas y la melena ocultando parte del rostro. Despertar así de un sueño debe de ser como despertar dentro de otro. Me reitero en alabanzas, no ya sólo a Hayworth, sino a la propia Gilda, de imponente atractivo mitificado por el blanco y negro; nunca sabremos si es pelirroja o castaña, si sus labios son rojos o rosas, o si su vestido es azul o verde. Lo único que importa es la suavidad que refleja su cabello, que sus labios están perfectamente perfilados y que su vestuario resalta su delicada figura. ¿Hace falta algo más?

Glenn Ford, «atractivo a su manera», le da la réplica sin que distorsione. Un don nadie en un principio, leal por agradecimiento y celoso amante de un imposible. La tan nombrada bofetada creo, a mi parecer, que es lo de menos. Más polémicos resultan algunos de sus pensamientos, en los que manifiesta abiertamente sus deseos de golpear a Gilda, cosa que no hace, por supuesto, porque también en las relaciones malsanas hay ciertos límites.

Así, la historia de Johnny y Gilda me gusta por intensa y apasionada, y porque ella es una fresca muy decente y él un paleto muy caballero. Son los amantes despechados, autodestructivos, orgullosos y ciegos, que actúan por impulsos, por rabia, por el afán de dominar de una u otra manera. Ambos se equivocan y eso todos lo sabemos desde el principio, pero mientras vemos si ellos lo descubren nos ofrecen una tensión sexual imposible de reprimir, unos diálogos impresionantes, una fotografía maravillosa y una declaración de amor, entrecortada y casi en éxtasis, que a mi personalmente me estremece. Nos tendría que dar hasta vergüenza que en 1946 se atrevieran a tanto, y en pleno siglo veintiuno nos andemos con tanta mojigatería disfrazada.

Evindentemente, clásico imperecedero muy recomendable.
9
6 de enero de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué mujer es Gilda! Hermosa, coqueta, sensual, enamorada, libre y rebelde… y capaz de moverse con una cadencia irresistible. Pero, Gilda es puro instinto, y con tal de salirse con la suya, es capaz de cualquier travesura que se le ocurra en el momento, como esa de casarse con un tipo adinerado al que apenas conoció la noche anterior. Lo que iremos comprendiendo, luego, es que, Gilda, es solo primaria en apariencia porque, en realidad, cada cosa que hace, cada relación que entabla y cada palabra que dice, apuntan siempre a un propósito concreto y enraizado en su alma, que, en algún momento, habremos de descubrir.

Por su parte, Johnny Farrell (Glenn Ford), es un jugador curtido, de buen aspecto, se sabe unas buenas tretas y está dispuesto a ser fiel por un buen salario. Con estas credenciales, terminará siendo el brazo derecho de Ballin Mundson, el dueño del garito que acaba de salvarlo de un atraco y quien también es el fortuito esposo de Gilda, un hombre con más ambiciones que ese simple salón de juegos, y quien logra tener una confianza extrema en su nuevo empleado.

Su relación funciona con un principio: “El juego y las mujeres no deben mezclarse”… pero, Gilda, se pondrá en el medio y así comenzará una relación entre tres que no tardará en abrirle la puerta a la sospecha, a un añorado pasado, al engaño... y a un amor inmenso que se entremezcla con el odio, a sabiendas de que, entre estos sentimientos, solamente hay una línea muy delgada que se puede saltar en cualquier instante.

Rita Hayworth, resulta esplendorosa, vital, calculadora, y es con creces que se convertiría en un icono que ocupa ya por siempre un buen lugar en la historia del arte cinematográfico. Aunque doblada por Anita Ellis, todavía creemos que es su propia voz la que nos regalara las inolvidables canciones, “Amado Mío” y “Put the Blame on Mame”, y aquellos minutos en el escenario, resultan de lo mejor cantado que alguna vez nos haya dado el cine.

Charles Vidor, nos ha dado con <<GILDA>>, una historia de amor fuerte y singular, pues, más allá de su común apariencia, está bordada con diálogos sutiles y profundos, y con un carácter femenino que, abiertamente revestido de ligereza y frivolidad, nos tendrá guardado un corazón enamorado como hay muy pocos. Y entre los personajes del entorno, hay figuras tan impredecibles como el hombre de barba que va a la fija, o como el tío Pío, cuya ambivalente personalidad -un poco a la manera de Gilda- quizás termine dándonos alguna especial sorpresa.

La ubicación de la historia en una Argentina que apenas imaginamos, y el rol del detective Obregón queriendo parecerse al Renault de “Casablanca”, es quizás lo menos interesante de una película rodada en preciosos claroscuros, que se inventa en cada plano en que entra en juego el impredecible personaje de Ballin Mundson (muy bien representado por George Macready), y que consigue atraparnos en esa pasional lucha por la recuperación del hombre amado, siendo inevitable que, Rita Hayworth, se robe en cada secuencia un pedacito de nuestro corazón.

<<GILDA>>, sí es un clásico con sobrado merecimiento.
8
27 de marzo de 2008
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gilda es una película mítica que sirvió para satisfacer la sed que muchos hombres sentían por esta actriz, el director George Cukor dijo que consiguió que sus fans se interesasen por la persona más que por sus personajes.
A parte de su sensualidad, asistimos a una lección de como hacer un gran guión, lleno de diálogos muy buenos, Glenn Ford sinceramente hace la mejor interpretación de la película, como ese jugador aventurero. Por supuesto la dirección no está nada mal, no olvidemos las escenas míticas del guante y la bofetada.

Gilda es una mujer insatisfecha, llena de odio, que no sabe como saciar su sed en la vida, una aventurera.

"En un beso, sabrás todo lo que he callado" Pablo Neruda.
8
6 de diciembre de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra de Charles Vidor con todos los ingredientes necesarios para ser una gran cinta de la época... la chica guapa "Rita Hayworth", el galán Glenn Ford y una trama de te odio pero te quiero de principio a fin, la fotografía y movimientos de cámara son francamente buenos, los comentarios ocurrentes, los grandes decorados y música acompañan en todo momento y está muy bien dirigida por lo que sin duda es una película más que aconsejable para los amantes del buen cine clásico y de los cinéfilos en general.
7
21 de febrero de 2009
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la palabra. Un peliculón de los pies a la cabeza. Y aunque Rita Hayworth tiene muchísima culpa... creo que aun si ella esta hubiese sido una excepcional cinta.

Aunque... obviar lo evidente es de necios. Rita Hayworth está espectacular, se come la cámara desde el primer momento y tiene guiños y movimientos que pasarán a la historia del cine. Todos hablan de su guante... pero sus recogimientos y desmelenamientos de pelo son increibles.

La historia es muy buena, muy bien llevada por todos. Una película equilibrada en interpretaciones con un Glenn Ford que no le está a la zaga a la Hayworth.

La fotografía de la cinta creo que es notable. Los juegos de claros y oscuros, sombras, filtros y miradas encuadradas son excelentes, y en muchos casos dignas del mejor Hitchock.

el guión, excelente.... frases que quitan el hipo y contestaciones matadoras que dan un ritmo y un dinamismo excepcional a todas las fases de la trama.

Además de las continuas sorpresas que Vidor ofrece al espectador.

Una historia de manipulaciones con todas las de la ley.

Expectacular.
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