Juventud
2015 

7.0
21,823
Drama. Comedia
Fred Ballinger (Michael Caine), un gran director de orquesta, pasa unas vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija Lena y su amigo Mick, un director de cine al que le cuesta acabar su última película. Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que quiere que vuelva a trabajar; desde Londres llega un emisario de la reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el Palacio de ... [+]
26 de enero de 2016
26 de enero de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez todos hemos pasado una tarde primaveral, tal vez de domingo, llena de galbana, de descanso, de tiempos lentos en los que, sentado en un banco no hemos tenido más intención que dejar pasar la tarde, con actitud observadora y el espíritu abierto a cualquier leve novedad que azarosamente nos pudiera encontrar. Tardes de juventud, tardes a veces aburridas donde el tiempo parece sobrar. Momentos que posiblemente, alguna vez, en un futuro anciano, podamos rememorar y volver a experimentar.
Es precisamente ahí donde Paolo Sorrentino nos traslada, a las postrimerías de la vida de dos octogenarios amigos, Fred Ballinger y Mick Boyle que triunfaron en la vida y que se pueden permitir pasar unas vacaciones en un balneario suizo elitista con la hija de uno de ellos. Estos dos amigos son interpretados por Michael Caine y Harvey Keitel, es decir, sobran las palabras sobre todo si están acompañados unos minutos por la mítica Jane Fonda.
Sorrentino, autor de películas como “Il Divo” (2008) o “La Gran belleza” (2013) se vale del día a día en este balneario para hablarnos del paso del tiempo, de la vejez y de cómo afrontar, con sentido del humor, clase y dignidad, un final que cada día está más cercano. Sin embargo, no es una película triste, al contrario, la película transmite vida y frescura y retrata la madurez como algo bello.
El director adereza la historia con toques de erotismo, de humor, de música encantadora, sonidos de la naturaleza y hermosa fotografía que van poco a poco cociendo un producto final muy agradable (quizás debió pulir alguna escena para agilizar algo la historia, como alguna escena con el “famoso” actor que encarna a un robot, por ejemplo).
Estamos ante una película “chill out”, en realidad yo diría no es una película sino una obra poética, que sí, tiene una trama, pero que tan solo es un pretexto para dejarnos pinceladas de arte, de música, de momentos estelares, divertidos (como el guiño a Maradona que un director nacido en Nápoles no ha podido evitar) y también nos ofrece minutos aburridos. Pero así es una tarde anodina en un banco anclado en cualquier lugar del mundo.
En esta ocasión nos sentamos en un banco entre las montañas nevadas de Suiza, ante un majestuoso balneario desde el que observamos curiosamente quién viene y quién va, sin más pretensión que pasar la tarde, con un aburrimiento agradable que te va cautivando poco a poco hasta hipnotizarnos a algunos o tal vez adormecer a otros.
Gracias por su tiempo para leerme y hasta la próxima.
Es precisamente ahí donde Paolo Sorrentino nos traslada, a las postrimerías de la vida de dos octogenarios amigos, Fred Ballinger y Mick Boyle que triunfaron en la vida y que se pueden permitir pasar unas vacaciones en un balneario suizo elitista con la hija de uno de ellos. Estos dos amigos son interpretados por Michael Caine y Harvey Keitel, es decir, sobran las palabras sobre todo si están acompañados unos minutos por la mítica Jane Fonda.
Sorrentino, autor de películas como “Il Divo” (2008) o “La Gran belleza” (2013) se vale del día a día en este balneario para hablarnos del paso del tiempo, de la vejez y de cómo afrontar, con sentido del humor, clase y dignidad, un final que cada día está más cercano. Sin embargo, no es una película triste, al contrario, la película transmite vida y frescura y retrata la madurez como algo bello.
El director adereza la historia con toques de erotismo, de humor, de música encantadora, sonidos de la naturaleza y hermosa fotografía que van poco a poco cociendo un producto final muy agradable (quizás debió pulir alguna escena para agilizar algo la historia, como alguna escena con el “famoso” actor que encarna a un robot, por ejemplo).
Estamos ante una película “chill out”, en realidad yo diría no es una película sino una obra poética, que sí, tiene una trama, pero que tan solo es un pretexto para dejarnos pinceladas de arte, de música, de momentos estelares, divertidos (como el guiño a Maradona que un director nacido en Nápoles no ha podido evitar) y también nos ofrece minutos aburridos. Pero así es una tarde anodina en un banco anclado en cualquier lugar del mundo.
En esta ocasión nos sentamos en un banco entre las montañas nevadas de Suiza, ante un majestuoso balneario desde el que observamos curiosamente quién viene y quién va, sin más pretensión que pasar la tarde, con un aburrimiento agradable que te va cautivando poco a poco hasta hipnotizarnos a algunos o tal vez adormecer a otros.
Gracias por su tiempo para leerme y hasta la próxima.
28 de enero de 2016
28 de enero de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos artistas en el ocaso de su vida, que saben que sus días están contados, preocupados por el legado de su obra. Cada uno viviendo su vejez a su manera, pero complementándose el uno al otro. Fred no quiere volver a los escenarios. No cree que exista ninguna soprano capaz de interpretar su obra adecuadamente. Su música fue creada para ser cantada por su mujer, y al no estar ella, no tiene sentido ser interpretada por otra voz. Mick busca desesperadamente un final perfecto para su película, con la que espera poner broche de oro a una brillante carrera. Junto con sus jóvenes colaboradores intenta encontrar ese final brillante para su guión, para hacer la película ideal, que sería interpretada por su actriz favorita: Brenda Morel (Jane Fonda).
Paolo Sorrentino estira el chicle y lleva su personalísimo modo de hacer cine más lejos que nunca. Sus imágenes oníricas, su barroquismo cinematográfico, su cuidadísima estética va más allá del sentido narrativo que puede tener cualquier película. Dependiendo de tu sensibilidad y de lo receptivo que estés, puedes odiarlo y levantarte de la butaca a la media hora de película, o bien quedar hechizado por sus imágenes, por su música, por su nivel artístico, por su espectacular lirismo audiovisual. Es tan abrumador estéticamente que no importa la historia que cuenta. Es el poder del “Cómo” sobre el “Qué”.
Esta vez, a mi juicio, se le va la mano un poco. “La gran belleza” era perfecta. “La juventud” no lo es. No es que no haya contenido, lo hay, como lo había en aquella. Pero es mucho menos explícito. Cuando la descomunal pomposidad de las imágenes te deja respirar, de vez en cuando te preguntas, “¿Qué me está contando, en realidad?”. Ya sabemos que la vejez es muy triste, que contemplar la belleza de una mujer en plena lozanía cuando uno sabe que ya no podrá catarla porque podría ser su abuelo, es jodido. Sabemos que cuando uno es provecto también suele ser sabio, y que esa sabiduría sirve de poco. Y sabemos que probablemente no seremos recordados como nos gustaría. No parece demasiado argumento para una película. Pero tratándose de Sorrentino, poco importa eso.
Inevitablemente, hablar de Sorrentino es hablar de Fellini. Si “La gran belleza” nos remitía a “La dolce vita”, con “La juventud” no hay más remedio que recordar “Ocho y medio”. No se hasta qué punto Sorrentino está influido por Fellini o si es que directamente le persigue, pero los homenajes son evidentes.
Por supuesto, el surrealismo está presente en todo momento. El sentido del humor también. Hay escenas que parecen algo inconexas, como si se hubieran grabado antes de saber cómo iban a casar luego con el film. Todo transcurre despacio y todo te sorprende. Michael Caine sentado junto a las vacas en un prado dando un concierto de cencerros, una estruendosa bofetada inesperada, un grupo de viejos y viejas compartiendo sauna en silencio, Michael Caine haciendo música con el plástico de un caramelo, Maradona saliendo de la piscina como un hipopótamo…
A pesar de la irregular trama, la película tiene momentos de extrema brillantez. No hay un Jep Gambardella en “La juventud”, pero el retrato de la decadencia humana es muy parecido. La vejez puede ser deterioro, pero también distinción y elegancia. Es el nexo de unión entre las dos películas. Parece que el paso del tiempo obsesiona a Sorrentino.
Los actores están a muy buen nivel. Es un lujo ver a Michael Caine, un actor que mezcla cinismo y elegancia como nadie, al gran Harvey Keitel, a otra vieja gloria como Jane Fonda (la secuencia en que Keitel intenta convencer a Fonda para que actúe en su película y terminan insultándose es una maravilla desde cualquier punto de vista), al siempre desconcertante Paul Dano, a la preciosa Rachel Weisz…
Y hablando de los protagonistas de la película, hay que hablar de la música. Si hubiera entrado al cine con los ojos cerrados y hubiera estado sentado simplemente escuchando, también habría valido la pena. La música de la película es excelente. Personalmente, me encantó escuchar “Onward”, una canción de Yes que me gustaba mucho de niño cuando escuchaba una y otra vez el álbum “Tormato”, y que aparece en la película interpretada por Mark Kozelek (él mismo aparece cantándola). Pero cuando ya te mueres de gusto es con la escena final, la interpretación de la coreana Sumi Jo de “Simple song #3” hace que salgas del cine flotando en una nube.
Comprendo todas las opiniones. Habrá mucha gente que considere esta película una estafa. Exige mucho del espectador. No es para cualquiera. Hay que tener la sensibilidad artística necesaria y estar receptivo ante una película esencialmente lírica, quizá demasiado pomposa, incluso pretenciosa, recargada, afectada, encantada de haberse conocido, pero rebosante de talento.
Con todos sus fallos y sus virtudes, me iría mañana mismo a verla otra vez.
https://keizzine.wordpress.com/
Paolo Sorrentino estira el chicle y lleva su personalísimo modo de hacer cine más lejos que nunca. Sus imágenes oníricas, su barroquismo cinematográfico, su cuidadísima estética va más allá del sentido narrativo que puede tener cualquier película. Dependiendo de tu sensibilidad y de lo receptivo que estés, puedes odiarlo y levantarte de la butaca a la media hora de película, o bien quedar hechizado por sus imágenes, por su música, por su nivel artístico, por su espectacular lirismo audiovisual. Es tan abrumador estéticamente que no importa la historia que cuenta. Es el poder del “Cómo” sobre el “Qué”.
Esta vez, a mi juicio, se le va la mano un poco. “La gran belleza” era perfecta. “La juventud” no lo es. No es que no haya contenido, lo hay, como lo había en aquella. Pero es mucho menos explícito. Cuando la descomunal pomposidad de las imágenes te deja respirar, de vez en cuando te preguntas, “¿Qué me está contando, en realidad?”. Ya sabemos que la vejez es muy triste, que contemplar la belleza de una mujer en plena lozanía cuando uno sabe que ya no podrá catarla porque podría ser su abuelo, es jodido. Sabemos que cuando uno es provecto también suele ser sabio, y que esa sabiduría sirve de poco. Y sabemos que probablemente no seremos recordados como nos gustaría. No parece demasiado argumento para una película. Pero tratándose de Sorrentino, poco importa eso.
Inevitablemente, hablar de Sorrentino es hablar de Fellini. Si “La gran belleza” nos remitía a “La dolce vita”, con “La juventud” no hay más remedio que recordar “Ocho y medio”. No se hasta qué punto Sorrentino está influido por Fellini o si es que directamente le persigue, pero los homenajes son evidentes.
Por supuesto, el surrealismo está presente en todo momento. El sentido del humor también. Hay escenas que parecen algo inconexas, como si se hubieran grabado antes de saber cómo iban a casar luego con el film. Todo transcurre despacio y todo te sorprende. Michael Caine sentado junto a las vacas en un prado dando un concierto de cencerros, una estruendosa bofetada inesperada, un grupo de viejos y viejas compartiendo sauna en silencio, Michael Caine haciendo música con el plástico de un caramelo, Maradona saliendo de la piscina como un hipopótamo…
A pesar de la irregular trama, la película tiene momentos de extrema brillantez. No hay un Jep Gambardella en “La juventud”, pero el retrato de la decadencia humana es muy parecido. La vejez puede ser deterioro, pero también distinción y elegancia. Es el nexo de unión entre las dos películas. Parece que el paso del tiempo obsesiona a Sorrentino.
Los actores están a muy buen nivel. Es un lujo ver a Michael Caine, un actor que mezcla cinismo y elegancia como nadie, al gran Harvey Keitel, a otra vieja gloria como Jane Fonda (la secuencia en que Keitel intenta convencer a Fonda para que actúe en su película y terminan insultándose es una maravilla desde cualquier punto de vista), al siempre desconcertante Paul Dano, a la preciosa Rachel Weisz…
Y hablando de los protagonistas de la película, hay que hablar de la música. Si hubiera entrado al cine con los ojos cerrados y hubiera estado sentado simplemente escuchando, también habría valido la pena. La música de la película es excelente. Personalmente, me encantó escuchar “Onward”, una canción de Yes que me gustaba mucho de niño cuando escuchaba una y otra vez el álbum “Tormato”, y que aparece en la película interpretada por Mark Kozelek (él mismo aparece cantándola). Pero cuando ya te mueres de gusto es con la escena final, la interpretación de la coreana Sumi Jo de “Simple song #3” hace que salgas del cine flotando en una nube.
Comprendo todas las opiniones. Habrá mucha gente que considere esta película una estafa. Exige mucho del espectador. No es para cualquiera. Hay que tener la sensibilidad artística necesaria y estar receptivo ante una película esencialmente lírica, quizá demasiado pomposa, incluso pretenciosa, recargada, afectada, encantada de haberse conocido, pero rebosante de talento.
Con todos sus fallos y sus virtudes, me iría mañana mismo a verla otra vez.
https://keizzine.wordpress.com/
28 de mayo de 2020
28 de mayo de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paolo Sorrentino calcó la jugada de su compatriota Gabriele Muccino con "En busca de la felicidad" y "Siete almas": replicar al éxito merecido y fulgurante de una gran obra con otra a continuación que insista en las mismas claves temáticas y estilísticas en busca de reeditar el triunfo. En ambos casos los italianos lograron (y no era fácil) "salvar los muebles" y que esas nuevas películas fueran recibidas con parecido (aunque inferior) reconocimiento crítico y comercial.
"La juventud", rodada en inglés y con un reparto internacional (dos grandes novedades), no ganó el Óscar a mejor película extranjera como "La gran belleza", pero es una película estupenda, formalmente atractiva, fenomenalmente interpretada por un reparto de veteranas primeras espadas y jóvenes talentosos (Paul Dano, "Pequeña miss sunshine").
Interesante reflexión sobre las etapas de la vida, y sobre las relaciones sentimentales condicionadas por esas etapas, muestra una vez más el talento de su creativo guionista y director.
"La juventud", rodada en inglés y con un reparto internacional (dos grandes novedades), no ganó el Óscar a mejor película extranjera como "La gran belleza", pero es una película estupenda, formalmente atractiva, fenomenalmente interpretada por un reparto de veteranas primeras espadas y jóvenes talentosos (Paul Dano, "Pequeña miss sunshine").
Interesante reflexión sobre las etapas de la vida, y sobre las relaciones sentimentales condicionadas por esas etapas, muestra una vez más el talento de su creativo guionista y director.
26 de enero de 2016
26 de enero de 2016
27 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paolo Sorrentino encandiló a medio mundo con 'La gran belleza', película por la que particularmente no siento ninguna admiración, pero que sin embargo, a pesar de todo, no dejo de reconocer que poseía cierto talento y alguna escena admirable. En 'La juventud' el cineasta italiano aprovecha el tirón de su último largometraje para dar lugar a una sucesión de escenas a cada cual más pomposa y estúpida que deja muy claro que no tiene nada que contar. La película explora la vejez y reflexiona sobre la juventud, pero lo único que realmente consigue retratar es la nada más absoluta de una forma tan amanerada como cargante. Y así continúa durante dos larguísimas horas contando banalidades y transitando lugares comunes con el inconfundible sello sorrentiniano de parecer que está descubriendo América en cada movimiento de cámara, algo que me irrita, y bastante. No dejo de preguntarme qué es lo que quiere contar este hombre en su película, pero rápidamente llego a la conclusión de que nada que no nos hubiera contado en la para mí sobrevalorada 'La gran belleza' (con más talento, repito). Comprendo perfectamente que rodar con estrellas de Hollywood y ganar premios es algo que suena muy bien, pero al menos se podría haber molestado en tener algo que decir.
Los personajes también son cuanto menos insoportables, y al igual que todo lo demás en la película, totalmente insustanciales. Menos mal que las interpretaciones de Michael Caine y Harvey Keitel son buenas, para por lo menos poder apreciar algo decente dentro de semejante desastre. Pero no hay nada que salve 'La juventud', todo resulta impostado, falso y pretencioso. Un disparate plagado de escenas que provocan vergüenza ajena y de chistes supuestamente muy divertidos que a mí no me hacen ni la menor gracia que lo único que consiguen es que mis ganas de abandonar la sala aumenten progresivamente. Y es que el señor Sorrentino tiene la capacidad de ponerme de los nervios desde la primera secuencia. Un claro ejemplo de que una vez consigues el éxito y tu séquito de fans puedes hacer lo que te dé la gana. Incluso engendros como este. Una pena.
Los personajes también son cuanto menos insoportables, y al igual que todo lo demás en la película, totalmente insustanciales. Menos mal que las interpretaciones de Michael Caine y Harvey Keitel son buenas, para por lo menos poder apreciar algo decente dentro de semejante desastre. Pero no hay nada que salve 'La juventud', todo resulta impostado, falso y pretencioso. Un disparate plagado de escenas que provocan vergüenza ajena y de chistes supuestamente muy divertidos que a mí no me hacen ni la menor gracia que lo único que consiguen es que mis ganas de abandonar la sala aumenten progresivamente. Y es que el señor Sorrentino tiene la capacidad de ponerme de los nervios desde la primera secuencia. Un claro ejemplo de que una vez consigues el éxito y tu séquito de fans puedes hacer lo que te dé la gana. Incluso engendros como este. Una pena.
23 de mayo de 2017
23 de mayo de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como no soy hombre que niegue a nadie segundas oportunidades, cuando me enteré de que programaban "La giovinezza" en V.O. en la filmo, y a pesar del desplante que me llevé con "La gran belleza", allá que me dirigí raudo y veloz. Además me serviría para practicar el "ascolto" del examen de italiano que tengo dentro de unas semanas...
El primer chafón me lo llevé con el idioma. El italiano que hablan en esta peli es totalmente ininteligible. Es tan ininteligible que se parece, sospechosamente, al inglés. Y eso que Michael Caine debe conocer bastante bien el idioma ya que en la excepcional "La huella" tenia algunas líneas de guión en la lengua de Dante...
La peli es una sucesión de situaciones más o menos cómicas (vamos a ver, no es para mondarse del descojono, pero sí que pueden arrancar alguna sonrisa) en torno a las vivencias de unos amigos de avanzada edad y de otros no tan mayores en una casa de reposo de los Alpes. El problema es que no sabes muy bien hacia dónde quiere avanzar el director. Es de agradecer que, al contrario que en "La grande bellezza", Sorrentino no abuse de movimientos de cámara que no aportan nada y que hacían de aquella peli un artificio sin fundamento. Por otro lado, la fotografía esta muy cuidada.
Para resumir, un film que naufraga por largo y aburrido, a pesar del excelente trabajo actoral.
El primer chafón me lo llevé con el idioma. El italiano que hablan en esta peli es totalmente ininteligible. Es tan ininteligible que se parece, sospechosamente, al inglés. Y eso que Michael Caine debe conocer bastante bien el idioma ya que en la excepcional "La huella" tenia algunas líneas de guión en la lengua de Dante...
La peli es una sucesión de situaciones más o menos cómicas (vamos a ver, no es para mondarse del descojono, pero sí que pueden arrancar alguna sonrisa) en torno a las vivencias de unos amigos de avanzada edad y de otros no tan mayores en una casa de reposo de los Alpes. El problema es que no sabes muy bien hacia dónde quiere avanzar el director. Es de agradecer que, al contrario que en "La grande bellezza", Sorrentino no abuse de movimientos de cámara que no aportan nada y que hacían de aquella peli un artificio sin fundamento. Por otro lado, la fotografía esta muy cuidada.
Para resumir, un film que naufraga por largo y aburrido, a pesar del excelente trabajo actoral.
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