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Invasores de Marte

Ciencia ficción Desde la ventana de su habitación, el pequeño Jimmy divisa un platillo volante que aterriza cerca de su casa. El extraño comportamiento que a partir de entonces muestran las personas que lo rodean, lo lleva a pedir ayuda a la doctora Pat Blake y a su amigo el astrónomo doctor Kelston. Tras investigar el caso, llegan a la conclusión de que todo lo que está ocurriendo forma parte de un plan de invasión de la Tierra desde el planeta Marte. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
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5
14 de marzo de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
Bueno, vale, no es el real nacimiento. Años más tarde hay la película famosa de marcianos "Ultimátum a la tierra", que también es ya de culto.

Sí que es verdad que esta película estaba competiendo con "La guerra de los mundos", esta película la acabaron antes y tuvo su impacto. Pero.... desgraciadamente "La guerra de los mundos" la recuerda más gente que esta película.

Hay 2 versiones del final.... (ver spoiler).

La apruebo porque fue novedosa en la utilización de la música (algo típico para nosotros, pero novedoso para aquella época), como también los diseños surrealistas. Por esta novedad no vista antes, la apruebo.

Pero no le doy más nota, porque se nota que hay muchas tomas que las vuelven a poner una otra vez. En formato inverso también se nota que las repiten. Hay mucha imagen del ejército, que se nota que está sacado de archivo, pero podrían haber puesto algunas, pero no tantas... intuyo que la película se les hizo corta, y tuvieron que meter relleno. La carrera final del niño que se ven flashback, se hace muy pesado... por todo ello, "sólo" le pongo un 5.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final original, es que es un sueño. Esto realmente mata mucho la película, y cuando se quiso estrenar en Reino Unido lo comentaron e hicieron un final alternativo. Y menos mal, porque si no, la hubiera puntuado peor.

El final alternativo, es como tenía que haber sido, algo típico, sí: final feliz, y se acabó todo.

Sí que es verdad que el final original de que todo es una pesadilla es algo novedoso para la época, y supongo que funcionó por ser novedad, pero realmente mata toda la película.
2
27 de junio de 2010
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy he intentado ver esta película, que recordaba con cariño de mi infancia/adolescencia, pero no he llegado a conseguirlo ya que es tan ridícula y pueril que no me he sentido capaz de soportarla...Eso si, no he podido evitar pasarla a cámara rápida hasta poder ver otra vez a los "marcianos" que sin duda son merecedores de ocupar uno de los primeros puestos en la lista de los extraterrestres mas sonrojantes y patéticos de la historia del cine.
Vista la generosa puntuación que tiene en FilmAffinity, me queda claro que los usuarios votan mas por los recuerdos agradables y la nostalgia que les pueda traer una película que por la calidad de esta...¿La habrán visto recientemente?. Seguro que no.
4
17 de agosto de 2014
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy escritor y un amante del fantástico, en especial del cine de Ciencia Ficción. Nací el año que estrenaron la primera "Guerra de los mundos", así que no me dejo llevar por los juicios rápidos e insensatos; y al igual que Harryhausen o Bradbury sigo siendo un joven lleno de sueños y con mucha imaginación; aunque algo más listo. Me he decidido a realizar una revisión de todos los títulos del género, y comprobar a fecha de hoy su frescura. Ésta merece el calificativo de: REGULAR.
Desde siempre me costó digerir la cinta de Menzies, a pesar de que la historia es una de las que más me atrae dentro de la Ciencia Ficción. Ha sido una relación de amor y odio. Amor por el relato y la puesta en escena de la película en su primera parte; y odio por el segundo tramo, donde al entrar en la nave alienígena, todo encanto desaparece como por ensalmo, como si yo mismo hubiera sido tragado en un hoyo en la arena. Será la cabezota parlante del mandamás; la forma de trotar de los acólitos; la cremallera de sus trajes de felpa; el comportamiento absurdo de los marines, etc. Pero lo cierto es que, ahora, una vez más, todo ello me sigue provocando el mismo sentimiento de absurdidad, por más que me digan que todo se debe a la imaginación exaltada de un niño. Si es cosa de niños, pues sí, no tengo nada que objetar. Y así hay que verla, con ojos de niño poco exigente.
3
7 de agosto de 2020 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los años 80 hubo una película titulada 'Playa sangrienta' que quizá con mucha suerte alguno todavía recuerde, cuyo único recorrido fue el de ir a parar, rauda y veloz, a las estanterías de todos los videoclubes de barrio. Hago esta mención porque recientemente me dio por ver a estos invasores del planeta rojo, una de esas cintas de ciencia ficción que tanto se popularizaron en los 50 y que aún no había visto. Desde el momento en que la invasión comienza a ser un hecho desde el silencio, enseguida mi mente recordó que el mecanismo de desaparición era el mismo. Mismo preámbulo, mismo fin. Y no creo en las casualidades.

Fuera de esa anécdota con la que quería empezar, la ciencia ficción, como sucede en todos los géneros, las tiene buenas, malas y regulares, como en botica. En esa década concretamente se hicieron un buen puñado a bajo coste y cargadas de más buenas intenciones que resultados espectaculares, con más traza de privilegio o ilusión que oportunidad, de las que hoy es mucho más que hablar de una cuestión de desfase generacional y por más que se traten de ver con los ojos de un espectador de 1953, he aquí el caso, con honestidad, hacen falta grandes dosis de cariño y de indulgencia para ser aceptadas hasta por quien suscribe.

Sin embargo, otras sobre las que tengo un inmenso cariño personal de presupuestos también menores, sobre todo si las comparamos con el presente y el desarrollo que permite la actualidad de los f/x, tenían y siguen manteniendo con el paso del tiempo una calidad superlativa, además de ser tremendamente entretenidas y servir, algunas, de fuente de inspiración o de actualización de un cine más moderno. Y eso es todo lo mejor que de 'Invasores de Marte' podría decir. Pudiera ser reciclada en una cinta actual, con los medios actuales, y con alguien al frente que supiera reconstruir aquella añeja historia para sacarle mejor partido; la aportación de Tobe Hooper tres décadas más tarde se antoja insuficiente. Y donde digo añeja, no quiero decir desfasada, que también, sino más bien, mediocre. Esos marcianos vestidos como momias, la escenificación pobre o la falta de personificar el peligro en algo más que un ser indescriptible dentro de una urna, son algunas de las razones que hacen sonrojar al más valiente. La acción promete mucho más en el exterior, con la aparición y colocación estratégica de los carros blindados y el énfasis del pequeño Jimmy, de lo que luego realmente da en donde hay que darlo.

Poco para llevarse a la boca.
5
3 de diciembre de 2020 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El firmamento, objeto en un tiempo del miedo y la superstición, es ahora una vasta región abierta al conocimiento. [...] ¿Qué clase de vida, si es que hay alguna, existe en otros planetas?".
La pregunta continúa provocando fascinación.

Respaldada por Edward L. Alperson y un modesto presupuesto, esta producción hecha a toda prisa para estrenarse en cines antes que la obra de Byron Haskin (la competencia entre Paramount y 20th Century Fox era importante), se originaría con un relato del autor John T. Battle inspirado, según cuenta la leyenda, en una pesadilla de su esposa, y después adaptado por el guionista de televisión y cine Richard Blake ("The Devil is Driving", "Counterplot"). Sería el veterano diseñador artístico y de efectos especiales reciclado en cineasta William C. Menzies el encargado del proyecto.
Y esa labor suya que con tanta eficacia manejaba sería un punto importante en esta historia que arranca en la inmensidad del Espacio con un narrador advirtiéndonos de los enigmáticos peligros exteriores que nos acechan a cada momento; esta lectura política de doble sentido tan literal y nada disimulada forma parte también de la propia esencia de la película. El pequeño David, hijo del ingeniero científico George MacLean, observa en plena noche desde su habitación un platillo volante aposentándose tras la colina que hay frente a su casa; momento de expectación sin necesidad de insulsos preámbulos que dispara la duda, el miedo y la fascinación. A partir de ahora observaremos los hechos sólo a través de los ojos del niño.

Y esta idea alberga una arriesgada particularidad: la realidad es la proyectada por David, la que él pisa y por la que se mueve, lo que da al director la oportunidad de desfigurar de vez en cuando las aristas del mundo que le rodea y que entendemos por normales (a través de unos decorados y escenarios que recuerdan a las distorsiones del expresionismo alemán), y que al final tendrá su significado en forma de inesperada sorpresa argumental. Pero lo principal es el modo en que Blake y Menzies transforman la sociedad de un humilde pueblecito norteamericano en un reducto de maldad e hipocresía al poseer los alienígenas la capacidad de controlar a su antojo a los seres humanos.
Todos serán elementos propios del miedo comunista de la época: sabotaje, manipulación, apariencia, engaño y amenaza, lo que impulsa la intriga en la trama con el asustado David intentando convencer a los adultos de su alrededor de la extraña fuerza que posee a los habitantes, empresa en la que le ayudará Patricia, psicóloga de la policía, y el dr. Kelston, astrónomo local y compañero de su padre. Al precipitado y algo torpe desarrollo y la velocidad con que se desmenuzan los enigmas se une un bastante hábil manejo del suspense, pues Menzies ya había dirigido cine negro con destreza, y el talento de éste en su labor habitual: el diseño y los efectos.

Es lo que más consigue destacar en el film, y es que su buen hacer en lo artístico superaba con creces su más discreta capacidad de director; sobresale la creación de grandes escenarios, como la comisaría de policía o la nave alienígena a partir de extraños decorados y colores vivos que Menzies realzaba con el sistema SuperCinecolor y los efectos especiales caseros a partir de imaginativos trucos, la fotografía de John Seitz y el uso de las luces y la cámara, todo ello muy logrado si tenemos en cuenta el presupuesto con que se contaba. Aun sí es inevitable que hoy día resulten ridículos tics tan propios de la época como hacernos creer que unos tipos de cierta altura disfrazados con un traje verde y máscara pueden pasar por mutantes del Espacio.
Cutre y naïve en extremo, pero hay que entender que estamos en 1.953, que esto es una producción de serie "B" tirando a "C" y que no todo es posible todavía. Para rematar tenemos a un elenco de actores de segunda y tercera clase insípidos y faltos de carisma como Leif Erickson, Helena Carter, Max Wagner, la guapa Hillary Brooke, Morris Ankrum y el pequeño Jim Hunt, empalagosísimo como él solo. Pero el mayor fallo de Menzies es usar esas imágenes de archivo del ejército americano que denotan un fuerte tono panfletario y destinado a encumbrar la imagen patriótica de la nación; las usará muchas veces como relleno del metraje, y el efecto es tremendamente incómodo.

Perdonando su precariedad, podríamos decir que es una de esas entrañablemente cutres joyitas de culto para los amantes de la ciencia-ficción clásica de lecturas socio-políticas.
Muchas obras beberían de ella, como la superior "La Invasión de los Ladrones de Cuerpos", y a mediados de los '80 Tobe Hooper realizaría para la Cannon una versión más espectacular pero sin duda más mediocre.
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