Lo que está aconteciendo en la cinematografía italiana, a través de una escueta vereda, pero transitada con férreas pisadas, se asemeja a un dislocamiento de la agresividad futurista de principios del siglo XX, que se toma el pulso vehemente de aquella a través de contención convergente en el punto clave de la expresividad. No es que haya muchos casos que hagan pensar en un nuevo movimiento cinematográfico que pueda tumbar el anquilosamiento socio-político del país, pero sí que hemos visto desfilar por las pantallas, en los últimos dos años, suficientes muestras de contención agresiva sobre la idiosincrasia contemporánea de Italia, a través de un pulso narrativo con una gran tensión formal y de fondo.

Marco Bellocchio, dado a no contenerse desde esa expresividad, ha hallado su tensión en el vigor de una historia tan fascinante como desoladora: la supuesta existencia de una amante de Benito Mussolini, Ida Dalser, en los apartados que más descolocan en la biografía de su juventud pre-Duce. Su paso del PSI al fascismo son relatados en 'Vincere' desde la fantasmal existencia del coraggio delle donne que le hizo multiplicar su rotundidad como líder y que acabó abandonando como un residuo del pasado.

La focalización está constituida por un tejido conectivo fibroso que se ordena en forma compacta para el espectador dando resistencia y elasticidad a la trama. Tragedia latente, puntos de fuga que son domesticados bajo su aparente agresividad, contención y pulso tenso. 'Il Divo' (Paolo Sorrentino, 2008) inquietaba desde esa tensión formal tan cercana al terror como a la novela gráfica, 'Gomorra' (Matteo Garrone, 2008) entretejía esa tensión narrativa desde la multiplicidad de relatos convergentes, Vincere parte de la fuerza, la energía y la bofetada de Marinetti para aguantar el tipo, soltar esa temeridad a cuenta gotas y tornar en ópera mínima, íntima, difuminada. La máquina, la velocidad y la técnica en exaltación de la violencia fascista tomadas, a diferencia del manifiesto futurista, con sintaxis y puntuación. El cine italiano volviendo a recuperar una tensión formal, que dialoga con la Historia Contemporánea desde el control cerebral de las emociones.

Honestamente, vi la película con la idea de conocer un poco más sobre la historia de Italia y sobre el ascenso de Mussolini al poder. No pude estar más equivocado: Vincere se trata de un nuevo melodrama donde el personaje principal, que siempre dice la verdad, se enfrenta al Poder, que siempre es malvado y le coarta las posibilidades de alcanzar su libertad. Amparado, por supuesto, en que se trata de una historia verídica, que de verdad pasó, que así de imposible es la vida frente a estos malévolos poderosos.

Creo que desde la concepción cinematográfica, la película es realmente buena, pero la temática me decepcionó mucho y me hizo acordar a cada paso que daba, a "El intercambio" (*sigue en el spoiler). Me resultó interesante por las actuaciones y la realización (la mezcla de film y archivo histórico, por ejemplo, está muy lograda), pero no por la historia en sí.

Como aficionado al cine histórico, me enfrente al visionado de esta película esperando encontrar una trama con Mussolini como eje principal de la historia y por ende el retrato de unos hechos históricos y una época que no es muy frecuente ver retratada en la pantalla española.

Que la historia tomase unos derroteros alejados de mis expectativas y se centrara en la figura de Ida Dalser (Giovanna Mezzogiorno), la amante de Mussolini con la cual tuvo un hijo y el sufrimiento de esta ante el infame trato hacia su persona por parte del dictador, me hizo pensar que sea pues y que vamos a ver en que queda la cosa y lo que de interés tiene la historia.

Pues bien, la interpretación de Giovanna Mezzogiorno realmente brillante, la historia de esta mujer, fascinante, fotografía y ambientación tres cuartos de lo mismo, pero que quieren que les diga, lo farragoso y entorpecedor para el seguimiento de la trama de ese continuo uso de discontinuos flashback, sucintos diálogos y saltos de continuidad (especialmente en su primera mitad) para cualquier espectador que se haya asomado a la producción con un conocimiento medio en cuanto a esa convulsa época y los personajes de primera línea que protagonizaron esta, resulta sumamente frustrante y hasta si me apuran alienante.

La canallada que hizo Mussolini con esta mujer y que hace tan solo unos años salió a la luz, se merecía un trato tipo HBO y no un enfoque tan "italiano de auteur" si lo que se pretendía era hacer un producto interesante para el espectador de a pie (eso pienso y así se lo cuento).

A pesar de todos los anteriormente mencionados y subjetivos inconvenientes, es justo reconocer que solo por ver la excelente actuación de Giovanna Mezzogiorno he acabado satisfecho de su visionado.

Un filme necesario para ir completando la figura del dictador. Además de las extraordinarias actuaciones de Giovanna Mezzogiorno y de Filippo Timi, la película es un grandioso relato de las bellaquerías del poder, de las tortuosas vidas que deben llevar los que se le atraviesen en el camino y poco más que un fragmento algo desconocido de la vida italiana de principios del siglo. Por mi parte, he de confesar mi ignorancia en torno a todo lo que rodea el fascismo como tal y sus detalles en la vida de Mussolini, mas seguro que así es como se van completando los rompecabezas después de que muchos quisieran borrar algunos capítulos de la historia.

El veterano director italiano Marco Bellocchio nos dejó un soberbio relato de casi medio siglo XX de la historia italiana analizando y narrándonos la figura de Benito Mussolini a partir de su primera (y secreta) mujer y también desde el punto de vista del hijo de ambos.

Un drama magnífico con una dirección excelente, sobretodo ante la grandilocuente, operística y magistral puesta en escena que nos deja momentos visualmente memorables.

El pequeño problema que puede tener es que en algún momento de la primera parte de la cinta, la historia y la forma rozan el tele-filme televisivo de gran producción, pero es un mero espejismo, ya que el dominio y pulso de Bellochio y las fantásticas interpretaciones protagonistas, con una Giovanna Mezzogiorno inconmensurable y merecedora de un gran premio nos dejan el poso de una gran obra que conlleva de gran valor histórico para Italia, un país que pocas veces se ha atrevido a analizar en profundidad a el Duce.