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Mistress America

Comedia La vida de Tracy (Lola Kirke), una joven solitaria y muy poco popular estudiante de primer año, sufre un completo cambio cuando aparece en escena la impetuosa y aventurera Brooke (Greta Gerwig), una treintañera que se va a convertir en su hermanastra, pues la madre de Tracy está a punto de casarse con el padre de Brooke. (FILMAFFINITY)
Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
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6
17 de febrero de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi la película esperando encontrarme algo parecido a Frances Ha o a The Squid and the Whale, dos filmes con los que quedé encantada, y en fin, nada que ver. La historia es tremendamente superficial e incluso me atrevería a decir que estúpida, presenta un humor que nada tiene que ver con las anteriores películas de Baumbach, que estaban obviamente inspiradas en Woody Allen. Mistress America intenta ser una comedia con fondo y no lo consigue, personalmente no me dice nada, y admito que cuando acabó sentí que había perdido una hora y media de mi vida en algo completamente frívolo. Una decepción por el hecho de que sea Greta Gerwig la prota, una actriz a la que adoro y que hace que vea sus películas sin leer la sinopsis. Mala estrategia en este caso.
4
3 de enero de 2017 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La temática de esta película es similar a la protagonizada por Charlize Theron, 'Young Adult'. Trata de una chica en los primeros años de su edad adulta, en la treintena, pero que sigue pensando y comportándose como si fuese aún la reina del baile de graduación del instituto. Sigue con mentalidad adolescente. Vive en su propia burbuja pensando que va a triunfar porque sí, porque ella lo vale, sin ser consciente de que el mundo ya no gira a su alrededor y que el mundo está lleno de gente.

El resto de tramas simplemente son un coro para retratar a este personaje. La película transcurre en tono de comedia, y plantea la inmadurez de este y otros personajes como algo gracioso.

Yo prefiero la de Charlize Theron con diferencia. Es más triste, sí, pero porque es más profunda, y hace reflexionar.
8
28 de agosto de 2017 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hagamos un poco de historia. Nueva York, años 30: el crack del 29 ha fulminado todos los sueños de un mundo más feliz y chispeante, ya no se llevan las faldas cortas para bailar enseñando las piernas ni ser rico es tan sencillo como unos años atrás. Una tarde vas al cine, te acomodas y aparece en pantalla, sin dejar tiempo a los créditos, un primerísimo primer plano de Ginger Rogers cantando «We’re in the money». Durante unos segundos quedas aturdido: cinco mujeres disfrazadas de monedas titilantes hacen coreografías con puñados de dólares, el mundo parece a ser un lugar feliz y verde. Pero la realidad no deja mucho espacio a la ficción. El montaje se para en seco, los sonrientes sueños capitalistas de sonrisa amplia y pintalabios muy rojo se transforman en un gesto de hartazgo, les suspenden el espectáculo y no les queda más que volver a casa, a compartir camas y evitar por todos los medios a la casera, que lleva semanas acechando.
Todo esto ocurre en los primeros minutos de 'Vampiresas del 33' (Mervyn LeRoy), donde varias actrices buscan desesperadamente una forma de volver a escena y que, ¡oh, sorpresa! se consigue gracias a la producción de un misterioso millonario con ganas de probar la vida teatral y encontrar el amor entre bambalinas. Las vampiresas —o mejor, gold diggers— triunfaron en los primeros pasos del género musical como un prototipo de mujer desenfadada, en busca y captura del hombre capaz de hacerles cumplir sus sueños, evitar las pensiones de actrices y la penuria de no tener un abrigo caro.
Pero estamos en la época de la modernidad líquida y aquí ya nadie aspira a cantar y a hacer movimientos rápidos de tacón punta, tacón punta. Lo mejor es conseguir un perfil de Twitter con éxito, tener ideas y encontrar inversores para que alguien lleve nuestro negocio en Internet. El dinero ya no construye rascacielos o espectáculos sino que se invierte en startups, en la gentrificación y la creación de apps. Aquí es donde aparece la magia de Baumbach, un neoyorkino capaz de mirar su ciudad con amor y rabia, de llevarnos por los lugares que tanto nos venden como sueños y demostrarnos lo que se esconden en sus escaleras de incendio.
En 'Mistress America', el binomio Baumbach-Gerwig le da una vuelta más a la obsesión del director: la madurez, esa sombra que acecha cuando te vas a la cama, apagas la luz y una arruga crece poco a poco en los márgenes del ojo, como una raíz que quiere dejar constancia del desencanto. Desde ‘Greenberg' el cine de Baumbach es una constante crisis de la temprada-media edad, con personajes que quieren anclarse en una época donde viven las esperanzas pero en la que ya, inevitablemente, han perdido el sendero que señalaba el éxito y la fama. Todos sus personajes tienen que tocar fondo, encontrar las miserias de las ensoñaciones que les envuelve y afrontar un mundo que, aunque no sea tan bonito como soñaban, al menos se ha transformado en una realidad. Porque a las raíces no les queda más que arraigar en algún terreno.
El ripeness is all de la película está marcado por la relación entre Tracy Fishko, una recién llegada a la prestigiosa pero ridícula Barnard, y su hermanastra Brooke Cardinas, la «amante de América» que ha visto demasiadas veces 'Metropolitan' (1990). Mientras que Brooke se encarga de ser la perfecta gold digger del capitalismo avanzado, Tracy es una vampiresa de la vida de su recién estrenada hermana, a la que observa sin pestañear en cada uno de sus pasos decididos pero al borde de la caída, como si toda su vida fuera la bienvenida en Times Square.
Aquí el caída al fondo de la desesperación que emprende Brooke —y con la que Tracy se frota la manos para su futuro en las letras— conduce a ambas protagonistas a una delirante nave espacial de la riqueza, donde las embarazadas se reúnen a comentar a Faulker y mediocres biografías de Derrida, los gatos se secuestran, el éxito son camisetas cañeras y los exnovios robados son ricos especuladores convertidos en la última esperanza de las armas de seducción. El nudo de la película se transforma en una screwball donde los personajes se van sumando con cuentagotas para llenar más y más el vaso del gag, de la sofisticación humorística de un mundo de ricos donde, lo único que se escucha, son gritos de desesperación.
Cuando todo estalla en la rica y arbolada Connecticut y Tracy vuelve a compartir cuarto en Barnard, sus sueños de éxito en revistas literarias universitarias se ve cumplido. Por fin tiene un maletín con el que poder mirar con desidia, torcer un poco el gesto y ser, al fin, la persona de éxito que siempre había esperado. Pero muy pronto, como si ella misma protagonizada el relato que le llevó al estrellato de los clubs secretos, se mira en el espejo de Brook, en lo que ella le enseñó sobre buscar su camino, ser auténtica y aprender palabras como autodidacta. Porque la verdad de la vida está tres metros a la izquierda de lo que creemos y, sin duda, el maletín no es más que un estorbo.
(Continúa)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como todas las comedias de Baumbach, 'Mistress America' es una película que enreda temas, llena cada escena de frases con las que quieres trufar el día a día y nos hace preguntarnos qué elegiríamos nosotros, por qué odiamos con fuerza y seguimos soñando con la fantasía creativa. La pareja creadora, como ya hicieron en 'Frances Ha', hablan de una etapa de la vida en la que las hojas esperanzadas del árbol de la vida se ponen mustias sin avisar porque la realidad las ahoga. Sin embargo, aquí el protagonismo está muy bien dividido entre Lola Kirke, capaz de representar la candidez y la esperanza de la juventud en sus primeros pasos hacia la realidad inevitable de ser uno mismo, y Greta Gerwig. Esta última se ha convertido en una de las actrices de culto de los últimos años, capaz de convertir a mujeres torpes en seres adorables y admirables que, como 'Frances Ha', aprenden que la vida no es más que aceptar los errores.
'Mistress America' habla del capitalismo, de la frustración universitaria, del fracaso, de los restaurantes de moda, del amor como fascinación por alguien que quieres en tu vida y que no implica acabar en la cama, de la traición, de edificios de Manhattan en los que no se canta 'Moon river' pero se cocina pasta, de la venganza, el spinning y las despedidas con esperanza. Porque para retratar la vida y gritarle con ganas solo hace falta ingenio, sensibilidad y mala baba para descubrir la verdad bajo las apariencias.
6
1 de diciembre de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustan los tics indie de esta cinta. Son muy habituales del cine de Noah Baumbach. También nos podemos esperar el personaje de Greta Gerwig, mas que nada porque es muy similar al que realiza en "Frances Ha"; esa mujer super newyorkina, activa, afable, con ganas de vivir, muy inocente y soñadora. El mismo personaje vamos. El film es entretenido, algo surrealista y también friki. Baumbach tiene pretensiones de autor y algunos le ven como el moderno Woody Allen; en mi opinión le falta bastante (siendo generoso) y peca de autocomplaciente. El mayor acierto del director es poner todos los focos en su cónyuge y dejarla ser la estrella de la función, y ya sabemos que en este entorno es donde ella sabe bien moverse. Quiero verla en otro tipo de películas, haber como se desenvuelve. Precioso el paisaje urbano de New York, la mejor postal posible.
7
24 de junio de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Veo "Mistress America", la comedia dirigida por Noah Baumbach, cuyo guión ha sido escrito por él y por la protagonista Greta Gerwig, quien elabora con gran acierto un personaje moderno, existencial y vital. Así, como si asistiera a la representación de la desorientada vida de una de esas (y esos) jóvenes que hacen vida del Pinterest (https://es.pinterest.com/), el realizador elabora -con un acertado casting- un film amable, valiente, alegre, vivaz y realista, lleno de ágiles diálogos, personajes interesantes, inteligentes conversaciones, mucha música de los 80, una voz en off de la narradora que me acerca al deslumbramiento creativo del personaje principal y una impecable actuación de la carismática Greta Gerwig. Este reflejo de la vida post-adolescencia, libre, optimista y voraz, me ha resultado notable y atrevido, de 7,3.
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