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Mistress America

Comedia La vida de Tracy (Lola Kirke), una joven solitaria y muy poco popular estudiante de primer año, sufre un completo cambio cuando aparece en escena la impetuosa y aventurera Brooke (Greta Gerwig), una treintañera que se va a convertir en su hermanastra, pues la madre de Tracy está a punto de casarse con el padre de Brooke. (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
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7
19 de noviembre de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tracy está perdida en la gran Nueva York. Allí ha acudido para comenzar los estudios universitarios, pero se ha encontrado con que no acierta a relacionarse con la gente de su entorno, especialmente con sus compañeros de clase a excepción de Tony, también apasionado por las letras y el mundo de la cultura. Todo cambia cuando entra en contacto con Brooke, su futura hermanastra, una chica plenamente extrovertida, emprendedora, en muchas ocasiones ególatra, de la que se hace no sólo amiga sino, sobre todo, admiradora. Ella será su verdadero faro en la inmensa urbe neoyorquina.

Quien firma la sinopsis mencionada es el alabado cineasta Noah Baumbach, un tipo que, mientras colaboraba en varios de los guiones de Wes Anderson como Life Aquatic o Fantástico Sr. Fox, continuó desarrollando la dirección en solitario con estupendas películas como Una historia de Brooklyn o Frances Ha. En esta ocasión, su obra lleva por título Mistress America, una pieza artística que persigue varias de las temáticas que ya analizaba en trabajos previos. Éstas parten de la caracterización, a veces rozando lo cómico, de personajes cuyo carácter no parece ir acorde al sentimiento general de su entorno. Aspectos como la literatura, el desarrollo de la juventud, la relación paterno-filial o el mundo laboral impregnan su obra cinematográfica.

En el caso de Mistress America, destaca una soberbia deconstrucción de los dos personajes protagonistas. A Greta Gerwig ya la conocíamos de Frances Ha, una cinta donde, en líneas generales, parecía interpretar el papel que aquí le corresponde a Lola Kirke, actriz menos conocida pero que aquí demuestra unas capacidades a tener en cuenta. Entre ambas se establece una relación cercana a lo Doppelgänger, sirviendo Brooke como el espejo en el que Tracy se mira para elaborar su propia personalidad. La dialéctica entre ambas marcará el punto de mayor brillantez en la película que, como es habitual en Baumbach, rehúye continuamente la búsqueda de lo trascendental para refugiarse en lo íntimo, en contar una historia de la juventud desde la óptica madura.

No sólo estas dos mujeres gozan de una atrayente personalidad en Mistress America, ya que el resto de los caracteres que Baumbach pone en liza están imbuidos de un particular atractivo. Toda la trama de Mamie-Claire sirve de perfecto ejemplo sobre cómo un cineasta, lejos de desarrollar una línea paralela que aleje a la obra de su epicentro argumental, consigue a través de aquella concatenar varias escenas sobresalientes, repletas de personajes únicos pese a las ligeras pinceladas con la que se esboza su carácter, con unos diálogos fabulosamente absurdos que resultan decisivos para llegar, en su punta de lanza, a un desenlace más que satisfactorio.

Como es habitual en Baumbach, todo esto se encuentra envuelto por una puesta en escena bastante sencilla en apariencia, aunque en esta ocasión es obligatorio mencionar el gran trabajo de fotografía que permite contemplar la noche neoyorquina en una excelente panorámica. Un servidor siempre ha pensado que esta naturalidad direccional de Baumbach casa mucho mejor con lo que pretende contar que cuando su libreto era trasladado a la pantalla por un Wes Anderson bastante más artesanal en lo que se refiere al cuidado milimétrico de los aspectos visuales de su trabajo. En Mistress America, además, el cineasta de Brooklyn pone en solfa una banda sonora realmente buena, nada gratuita, con Souvenir de OMD como tema central que contribuye a realzar el poderoso magnetismo de su conjunto.

Por decirlo de manera directa, Mistress America es la mejor película de Noah Baumbach. Los elementos que definen su arte están cohesionados aquí de una manera excelente, realzados por un dúo protagonista que se nota implicado al máximo; no en vano, Greta Gerwig vuelve a colaborar en el guión, como ya sucedía en la no menos recomendable Frances Ha, desarrollando un personaje que parece la esencia misma de la genial actriz. Los 84 minutos de la cinta dejan poso por varios días, siendo difícil no tener ganas de que llegue ya el próximo trabajo de uno de los cineastas estadounidenses más interesantes en el panorama cinematográfico actual.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
6
21 de noviembre de 2015
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me faltan por ver varias películas de Noah Baumbach, es un director al que irregularmente le he seguido la pista. También irregular es su trayectoria. Parecía hace poco que, con “Frances Ha”, había encontrado un camino el que seguir, y sobre todo, una forma fresca de narrar historias cotidianas, sin caer en el aburrimiento o la rutina habitual, eligiendo el cine independiente para así tener mayor control.
Con esta “Mistress America” parece que se ha adentrado en un cine más comercial, llega de la mano de Fox Searchlight, la sucursal de la Fox. No aparenta que se hayan producido renuncias de ningún tipo, de hecho la historia se mueve por terrenos que su director conoce, desarrollándose entre Manhattan y Connecticut sin innecesarios despliegues. El guión, de nuevo, surge de la unión entre su director y su protagonista, Greta Gerwig, con un personaje hecho a medida para su comodidad, aunque ello no implique un gran esfuerzo interpretativo. Un personaje guante, que en esta ocasión cede gran parte de su protagonismo a una actriz joven, Lola Kirke, un hallazgo bien conducido y a la que se le saca más partido gracias a un personaje con algo de más enjundia. Sobre ellas principalmente se apoya la historia de Tracy y Brooke, que tiene cierto punto original, buenos diálogos y momentos más llevaderos que otros. Su cásting, con actores desconocidos en su mayoría, es bueno y también efectivo. Es agradable de ver, aunque a su término por desgracia resulte demasiado intrascendente, sin llegar al punto de seducción que por ejemplo “Frances Ha” sí tenía. No anda lejos en calidad, pero parece casi un paso atrás.
Puede que sus situaciones no conduzcan nunca a un punto sin retorno y que los conflictos sean menores. Su guión, neoyorkino hasta la raíz, parece no aprovechar todas las posibilidades que se van apuntando. Quizás a Woody Allen, en sus mejores momentos, esto no le ocurriera porque la historia era el motivo para que sus actores brillaran, en especial sus protagonistas, como podía ser el caso de Diane Keaton. En “Mistress America” hay más condescendencia, algo más de ombliguismo y pijerío fácil. Sin pretensiones, lo cual se agradece, pero se hecha en falta algo de más cinismo y de progresión de sus personajes, sobre todo sorpresivamente en el caso de Greta Gerwig.
En todos los aspectos es un film cuidado y pretendidamente menor, sin que esto sea negativo en absoluto, es más, no se oculta y el espectador hasta lo puede agradecer. En este tipo de historias esta característica hace que esos films sean más digeribles, menos artificiales, pero no por ello necesariamente más logrados o cercanos. Quizás en una futura ocasión, esta unión creativa entre Baumbach y Gerwig, termine por dar una obra más redonda, con más peso, algo que parece que se va cociendo, pero que no ha terminado por encontrar su momento, al menos por ahora.
5
23 de noviembre de 2015
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ensalada mixta cuya textura y consumo no enriquecen.

Y sigo esperando que tanta cháchara me cause algún tipo de emoción, interés o frenesí..., y sigo pensando dónde quedó la gracia hilarante, diversión brillante, ingeniosa ocurrencia vendida en palabra escrita..., y sigo preguntándome qué es este teatro de marionetas, de incesante movimiento pero poca atención prestada por parte de una espectadora que mira, escucha, sigue todo el proceso y trata de adaptarse al baile circense pero los pasos la agotan, desactivan y cansan pues ni tienen motivación, ni conexión, ni seducción para con unos oídos que sólo presencian adulación hacia el propio artista creativo que escribe, produce y dirige una presunta inteligente comedia que a la presente se le escapa pues, continuo e inacabable parloteo, respirado con pérdida afectiva y apenas atrayente, es lo único que encuentro.
Verdad es su rapidez escénica, sus afiladas sentencias, su jovial ritmo de caos frenético, su loca vitalidad, su acelerada marcha, sus pasionales ganas, su inagotable espíritu, su delirante camino, su animoso carisma con el que se presenta y lleva todo el recorrido, su ambiente cool..., pero entiendo que no es mi estilo, única explicación que hallo ante tanta elocuente alabanza donde yo no pillo el humor, ni la ironía, ni la diversión, ni la gracia, sólo mirada ofuscada por no hallar estela cautivadora o sugestiva que digerir con gusto.
Y el problema no radica en que no sea admiradora o conocedora del trabajo de Noah Baumbach, adoré la frescura de “Frances Ha” y me entusiasmó el retrato generacional que realizó en “Mientras seamos jóvenes”...,
...,tampoco reside mi falta de acoplamiento con la cinta, esa escasez de enganche y nexo para con la obra recreada con el retrato de la juventud neoyorquina que ofrece, emprendedores y hambrientos, de vida impredecible y abrupta buscan destacar entre tanta luz desbordante que ilumina un segundo para olvidarse al siguiente de su paso por su centro, brillar como sea, ingeniar sin parar, moverse continuamente, fingir y actuar, competir con quien se oferte, todo vale por no abandonar su sueño y seguir vivo al pie de la gran manzana, por la oportunidad de estar y no fallar, de inventarse, de ser obsesivamente autodidacta...,
..., esos personajes radicales y excéntricos que rodean a la hiperactiva protagonista para adornar esa relación de admiración, amor y tristeza que se establece entre las hermanas, aún no políticas, donde la impopular, aislada y desencajada co-protagonista observa, al tiempo, el escudo protector que presenta tan hermosa figura para que nada le haga daño y poder seguir en la cumbre de las redes sociales, donde tiene lugar lo realmente importante, hasta ese momento catastrófico de interior lectura donde uno reconoce el error, la caída y el cambio de actitud y ruta pero...,
..., aún con toda la referida presentación de lo captado y leído por el intelecto, sigo con la misma tortura, se sigue sin hallar la agudeza, sabiduría, salero, exquisitez o disfrutada complacencia de una visión que únicamente es consciente del pase de alterados personajes que copian mucho de un añorado Woody Allen -también es sabido el honorífico título que se le otorga, al comandante de esta amante americana, como heredero natural del cine del ahora, más clarinetista que loable director y escritor de excelentes tiempos pasados; de ahí mi apetencia por el encuentro-, y...,
..., tampoco está la enigmática cuestión, la distancia emocional y cognitiva respecto la representación exhibida en las logradas interpretaciones -magnífica y deslumbrante Greta Gerwig-, o en el sentido de la dirección, o en la cuidada y meticulosa fotografía, o en su dinámica banda sonora..., simplemente el guión no logra encender ninguna llama ni provocar fascinación o atracción por sus palabras y gestos, más bien saturación de exponer en demasía cuando menos de más enlace, apego y unión hubiera sido más agradecido.
“El camino es el camino, no tiene nada contra ti”, pero puede que yo si tenga queja de una superheroína vigorosa y exuberante y de su recién adquirida hermana del alma, de sus amigos y de todo el recreo, alboroto y tiovivo ofrecidos porque estoy al margen de su alegría, distracción, alteración y entretenimiento viendo como la marioneta principal circula por esa etapa de madurez, los fatídicos y necesarios 30, respaldada por veinteañeros que llegarán igual de aturdidos y acelerados a tan gloriosa edad y no logro evocar ni mediana sonrisa, ni mínimo escarceo de aprecio por la jarana o de degustación sabrosa por la escurridiza juerga presentada.
Todo se esfuma y evade, sólo confundida desgana aspirada se establece, tanta sabiduría argumental para dibujar esa inmadurez obligada a crecer y perpetuarse en su lugar correspondiente es experiencia inmune que se percibe con distancia, ni excitación, ni curiosidad ni embriaguez ni arrebato ni simpatía ni devoción ni cordialidad por su desenlace, únicamente lejanía y ausencia receptiva ante un filme del que esperaba mucho y del que, con admitido dolor y desilusión, he salido vacía y apagada, defraudada por la ilusión frustrada.
“Si no estoy en mi cuerpo ¿dónde estoy?, un metro a la izquierda siendo infeliz”, óptima y acertada descripción de mi estado de ánimo e impresión tras el paso por su compañía y visualización.
“Tienes que habitar en tu propio cuerpo”, en esas estamos pero, me has dejado poco margen para poder rebatir que no eres la interesante ni deslumbrante cinta prometida.
Lo mejor, el retrato de la juventud neoyorquina, su protagonista, fotografía y música, su intento de fresca mezcolanza.
Lo peor, su guión, como texto pronunciado, te deja cojo y desamparado al no poseer el carisma envolvente de los demás elementos.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
3
18 de abril de 2019
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sentí triste al leer las críticas de los profesionales del medio, porque al parecer "Mistress América" supone la renovación de una parte del cine, al adoptar las nuevas generaciones un procedimiento diferente para gestionarse.

A mi no me ha gustado nada. Lo cual me lleva a la considerar que me encuentro alejado de las más modernas fórmulas vitales; y ciertamente es duro descubrirlo en una página de cine. (Si esto fuera el "guasas" lo acompañaría con una carita de pena)

No conecté con su discurso, ni lo que se contaba. Debo añadir que todo me pareció bonito, bien narrado pero sin sustancia. Tal vez los más jóvenes, en la actualidad no necesiten ciertos elementos y todo se mueva desde una superficialidad que a la mayoría no parece desagradar. Pues bien... ahí está.

La frase que da título a mi crítica la he extraído de una escena de la propia película, al parecer no pretendía ser graciosa... no sé muy bien que pretendía.
3
24 de febrero de 2017 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película tiene un buen arranque, se presenta Greta Gerwig como una chica independiente de unos 30 con varios trabajos, novio millonario y con muchos proyectos en su cabeza. Lola Kirke, estudiante de literatura, soñando escribir sus propios relatos, viene a ser la medio hermana de Greta ya que el padre de ésta y la madre de Lola se van a casar, las dos viviendo en la cosmopolita Nueva York.
Hasta aquí pintaba bien, pero a medida que va pasando la peli va cayendo en una mezcla de un mal Woody Allen y comedia americana del montón.
Sus supuestos "inteligentes" diálogos no me han hecho ni pizca de gracia, se embrolla tanto la trama que al final te preguntas de qué va la peli?, cual es el mensaje?.
Aparecen personajes metidos a la fuerza que nunca hacen consistente a la trama, escenas tan ridículas que en vez de echarte a reir, te dan ganas de llorar.
Con un argumento más creíble, sin el humor copiado de Allen, sin querer hacernos creer algo que no es, sin subestimar al espectador no americano, sin querer quedar gracioso cuando solo se habrá reído el director filmándolo, se podría haber hecho un producto mucho más genuino y divertido de lo que realmente ha salido.
En fín, es una película decepcionante para mi gusto, he tratado por todos los medios de verle el lado bueno y salvo la labor de Greta Gerwig (para colmo ella es coguionista), no rescato nada. Una verdadera pena.
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