El poder del perro
2021 

6.4
24,728
Western. Drama
Montana, 1925. Los acaudalados hermanos Phil (Cumberbatch) y George Burbank (Plemons) son las dos caras de la misma moneda. Phil es impetuoso y cruel, mientras George es impasible y amable. Juntos son copropietarios de un enorme rancho donde tienen ganado. Cuando George se casa con una viuda del pueblo, Rose (Dunst), Phil comienza a despreciar a su nueva cuñada, que se instala en el rancho junto a su hijo, el sensible Peter (Smit-McPhee). [+]
2 de enero de 2022
2 de enero de 2022
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de alta calidad estética y de guión, buen montaje y grandes actuaciones, pero que cuesta trabajo verla sin parar para no agobiarse, algo densa y poco entendible en lo que realmente pasa , hay preguntas que se quedan sueltas y que necesitas de internet para terminar de captar la idea.
La actuación de Benedict es tan buena que a pesar de ser un ser tan despreciable, sufres con su muerte. Muy buena interpretación de Kristen Dunts
La actuación de Benedict es tan buena que a pesar de ser un ser tan despreciable, sufres con su muerte. Muy buena interpretación de Kristen Dunts
23 de diciembre de 2021
23 de diciembre de 2021
3 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es este año 2021 de Spiderman, 007, Venom, Gozilla, Black Widow o Jungle Cruise, está costando ver películas con guion, fotografía, directora y actores. Pero sin efectos especiales. El poder del perro es una de estas.
¿Película sobre homosexualidad masculina? Puede ¿Sobre relaciones de poder? Sí ¿Sobre la maldad? Por supuesto.
Benedict C (antes se cambiaban el apellido cuando era o sonaba poco comercial) está a un nivel altísimo. Kodi Smit-McPhee cumple con creces. Y lo mismo Jesse Plemons y Kirsten Duns.
Solo decir que es cine entendido al estilo del siglo XX y por eso alguien decía que no era para el ciudadano de a pie. Efectivamente. Si piensas que Henry Cavill (Witcher) o Gal Gadot (Wonder Woman) son buenos actors o la serie Avengers es lo más de lo más esta no es tu película.
¿Película sobre homosexualidad masculina? Puede ¿Sobre relaciones de poder? Sí ¿Sobre la maldad? Por supuesto.
Benedict C (antes se cambiaban el apellido cuando era o sonaba poco comercial) está a un nivel altísimo. Kodi Smit-McPhee cumple con creces. Y lo mismo Jesse Plemons y Kirsten Duns.
Solo decir que es cine entendido al estilo del siglo XX y por eso alguien decía que no era para el ciudadano de a pie. Efectivamente. Si piensas que Henry Cavill (Witcher) o Gal Gadot (Wonder Woman) son buenos actors o la serie Avengers es lo más de lo más esta no es tu película.
10 de diciembre de 2021
10 de diciembre de 2021
4 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El poder del perro - The Power of the Dog
“Libra de la espada mi alma y mi vida del poder del perro”. Salmos 22:20-21
El escritor norteamericano Thomas Savage publicó en 1967 “El poder del perro”, su novela más sombría y representativa. Savage era homoxesual y creció entre reses y ovejas en un rancho entre Idaho y Montana junto a su madre alcohólica y buena parte del relato contiene evidentes pinceladas autobiográficas.
Ahora, la directora neozelandesa Jane Campion, casi dos décadas después de que nos maravillara con su inolvidable película “El piano”, adapta para el cine la historia de Savage. Y el resultado es una obra de indescriptible belleza y el empleo lúcido de toda una serie de recursos cinematográficos puestos al servicio de una directora capaz de usarlos con una delicadeza y sabiduría deslumbrantes.
En 1925, el viejo Oeste parece perpetuarse en un próspero rancho del Estado de Montana del que los hermanos George y Phil Burbank son los ricos propietarios. Ya no hay pistolas, ni duelos a muerte, ni colonos defendiendo sus parcelas de las bandas de forajidos, ni tribus indias amenazando al hombre blanco.
El automóvil es ya una presencia familiar como tiempo atrás lo fueron las diligencias y el ferrocarril posteriormente. Sin embargo las hábitos y costumbres, el prepotente dominio del hombre sobre la mujer o el rechazo frontal a todo signo que no sea representativo de la recia masculinidad tradicional, que forjó la leyenda del Oeste Americano, permanecen inalterables en el imaginario de esta nueva generación de vaqueros del s. XX.
En la áspera piel de este escenario, Campion crea una atmósfera tan tensa y sofocante que por momentos se vuelve irrespirable. George y Phil presentan dos personalidades diametralmente opuestas. Mientras George es tranquilo, sensible, culto y conciliador, Phil exhibe un carácter hosco, violento y abiertamente ofensivo.
George decide casarse con Rose, una viuda sensible y educada con un hijo veinteañero de nombre Peter, producto de su anterior matrimonio. Ambos se trasladan a la vivienda familiar del rancho de los Burbank.
La estremecedora figura de Phil -magistralmente protagonizado por un Benedict Cumberbatch colosal e imbatible, bendecido por la gracia de algún dios de la interpretación- enrarece el ambiente doméstico haciendo la vida imposible a Rose y a Peter a los que sistemáticamente humilla y ridiculiza.
Y aunque nada es explícito en la sutil narrativa de Campion, todo queda nítidamente implícito.
En la inabarcable grandeza del paisaje de Montana, en la majestuosa e intimidante proximidad de sus montañas, se encierra buena parte de la nostálgica belleza que recoge la luminosa fotografía de la australiana Ari Wegner para consumar una de las películas más turbias y perturbadoras que he visto en mucho tiempo.
Emilio Castelló Barreneche
“Libra de la espada mi alma y mi vida del poder del perro”. Salmos 22:20-21
El escritor norteamericano Thomas Savage publicó en 1967 “El poder del perro”, su novela más sombría y representativa. Savage era homoxesual y creció entre reses y ovejas en un rancho entre Idaho y Montana junto a su madre alcohólica y buena parte del relato contiene evidentes pinceladas autobiográficas.
Ahora, la directora neozelandesa Jane Campion, casi dos décadas después de que nos maravillara con su inolvidable película “El piano”, adapta para el cine la historia de Savage. Y el resultado es una obra de indescriptible belleza y el empleo lúcido de toda una serie de recursos cinematográficos puestos al servicio de una directora capaz de usarlos con una delicadeza y sabiduría deslumbrantes.
En 1925, el viejo Oeste parece perpetuarse en un próspero rancho del Estado de Montana del que los hermanos George y Phil Burbank son los ricos propietarios. Ya no hay pistolas, ni duelos a muerte, ni colonos defendiendo sus parcelas de las bandas de forajidos, ni tribus indias amenazando al hombre blanco.
El automóvil es ya una presencia familiar como tiempo atrás lo fueron las diligencias y el ferrocarril posteriormente. Sin embargo las hábitos y costumbres, el prepotente dominio del hombre sobre la mujer o el rechazo frontal a todo signo que no sea representativo de la recia masculinidad tradicional, que forjó la leyenda del Oeste Americano, permanecen inalterables en el imaginario de esta nueva generación de vaqueros del s. XX.
En la áspera piel de este escenario, Campion crea una atmósfera tan tensa y sofocante que por momentos se vuelve irrespirable. George y Phil presentan dos personalidades diametralmente opuestas. Mientras George es tranquilo, sensible, culto y conciliador, Phil exhibe un carácter hosco, violento y abiertamente ofensivo.
George decide casarse con Rose, una viuda sensible y educada con un hijo veinteañero de nombre Peter, producto de su anterior matrimonio. Ambos se trasladan a la vivienda familiar del rancho de los Burbank.
La estremecedora figura de Phil -magistralmente protagonizado por un Benedict Cumberbatch colosal e imbatible, bendecido por la gracia de algún dios de la interpretación- enrarece el ambiente doméstico haciendo la vida imposible a Rose y a Peter a los que sistemáticamente humilla y ridiculiza.
Y aunque nada es explícito en la sutil narrativa de Campion, todo queda nítidamente implícito.
En la inabarcable grandeza del paisaje de Montana, en la majestuosa e intimidante proximidad de sus montañas, se encierra buena parte de la nostálgica belleza que recoge la luminosa fotografía de la australiana Ari Wegner para consumar una de las películas más turbias y perturbadoras que he visto en mucho tiempo.
Emilio Castelló Barreneche
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El poder del perro - The Power of the Dog
“Libra de la espada mi alma y mi vida del poder del perro”. Salmos 22:20-21
El escritor norteamericano Thomas Savage publicó en 1967 “El poder del perro”, su novela más sombría y representativa. Savage era homoxesual y creció entre reses y ovejas en un rancho entre Idaho y Montana junto a su madre alcohólica y buena parte del relato contiene evidentes pinceladas autobiográficas.
Ahora, la directora neozelandesa Jane Campion, casi dos décadas después de que nos maravillara con su inolvidable película “El piano”, adapta para el cine la historia de Savage. Y el resultado es una obra de indescriptible belleza y el empleo lúcido de toda una serie de recursos cinematográficos puestos al servicio de una directora capaz de usarlos con una delicadeza y sabiduría deslumbrantes.
En 1925, el viejo Oeste parece perpetuarse en un próspero rancho del Estado de Montana del que los hermanos George y Phil Burbank son los ricos propietarios. Ya no hay pistolas, ni duelos a muerte, ni colonos defendiendo sus parcelas de las bandas de forajidos, ni tribus indias amenazando al hombre blanco.
El automóvil es ya una presencia familiar como tiempo atrás lo fueron las diligencias y el ferrocarril posteriormente. Sin embargo las hábitos y costumbres, el prepotente dominio del hombre sobre la mujer o el rechazo frontal a todo signo que no sea representativo de la recia masculinidad tradicional, que forjó la leyenda del Oeste Americano, permanecen inalterables en el imaginario de esta nueva generación de vaqueros del s. XX.
En la áspera piel de este escenario, Campion crea una atmósfera tan tensa y sofocante que por momentos se vuelve irrespirable. George y Phil presentan dos personalidades diametralmente opuestas. Mientras George es tranquilo, sensible, culto y conciliador, Phil exhibe un carácter hosco, violento y abiertamente ofensivo.
George decide casarse con Rose, una viuda sensible y educada con un hijo veinteañero de nombre Peter, producto de su anterior matrimonio. Ambos se trasladan a la vivienda familiar del rancho de los Burbank.
La estremecedora figura de Phil -magistralmente protagonizado por un Benedict Cumberbatch colosal e imbatible, bendecido por la gracia de algún dios de la interpretación- enrarece el ambiente doméstico haciendo la vida imposible a Rose y a Peter a los que sistemáticamente humilla y ridiculiza.
Pero la verdadera maldad no siempre se exterioriza. Mientras que el deleznable comportamiento de Philp sólo es una coraza tras la que ocultar su larvada homosexualidad, bajo los sedosos y afeminados ademanes de Peter germina la terrorífica pulsión de una venganza dulce y pacientemente planificada.
Y aunque nada es explícito en la sutil narrativa de Campion, todo queda nítidamente implícito en un inesperado final tan aterrador como desconcertante.
En la inabarcable grandeza del paisaje de Montana, en la majestuosa e intimidante proximidad de sus montañas, se encierra buena parte de la nostálgica belleza que recoge la luminosa fotografía de la australiana Ari Wegner para consumar una de las películas más turbias y perturbadoras que he visto en mucho tiempo.
Emilio Castelló Barreneche
“Libra de la espada mi alma y mi vida del poder del perro”. Salmos 22:20-21
El escritor norteamericano Thomas Savage publicó en 1967 “El poder del perro”, su novela más sombría y representativa. Savage era homoxesual y creció entre reses y ovejas en un rancho entre Idaho y Montana junto a su madre alcohólica y buena parte del relato contiene evidentes pinceladas autobiográficas.
Ahora, la directora neozelandesa Jane Campion, casi dos décadas después de que nos maravillara con su inolvidable película “El piano”, adapta para el cine la historia de Savage. Y el resultado es una obra de indescriptible belleza y el empleo lúcido de toda una serie de recursos cinematográficos puestos al servicio de una directora capaz de usarlos con una delicadeza y sabiduría deslumbrantes.
En 1925, el viejo Oeste parece perpetuarse en un próspero rancho del Estado de Montana del que los hermanos George y Phil Burbank son los ricos propietarios. Ya no hay pistolas, ni duelos a muerte, ni colonos defendiendo sus parcelas de las bandas de forajidos, ni tribus indias amenazando al hombre blanco.
El automóvil es ya una presencia familiar como tiempo atrás lo fueron las diligencias y el ferrocarril posteriormente. Sin embargo las hábitos y costumbres, el prepotente dominio del hombre sobre la mujer o el rechazo frontal a todo signo que no sea representativo de la recia masculinidad tradicional, que forjó la leyenda del Oeste Americano, permanecen inalterables en el imaginario de esta nueva generación de vaqueros del s. XX.
En la áspera piel de este escenario, Campion crea una atmósfera tan tensa y sofocante que por momentos se vuelve irrespirable. George y Phil presentan dos personalidades diametralmente opuestas. Mientras George es tranquilo, sensible, culto y conciliador, Phil exhibe un carácter hosco, violento y abiertamente ofensivo.
George decide casarse con Rose, una viuda sensible y educada con un hijo veinteañero de nombre Peter, producto de su anterior matrimonio. Ambos se trasladan a la vivienda familiar del rancho de los Burbank.
La estremecedora figura de Phil -magistralmente protagonizado por un Benedict Cumberbatch colosal e imbatible, bendecido por la gracia de algún dios de la interpretación- enrarece el ambiente doméstico haciendo la vida imposible a Rose y a Peter a los que sistemáticamente humilla y ridiculiza.
Pero la verdadera maldad no siempre se exterioriza. Mientras que el deleznable comportamiento de Philp sólo es una coraza tras la que ocultar su larvada homosexualidad, bajo los sedosos y afeminados ademanes de Peter germina la terrorífica pulsión de una venganza dulce y pacientemente planificada.
Y aunque nada es explícito en la sutil narrativa de Campion, todo queda nítidamente implícito en un inesperado final tan aterrador como desconcertante.
En la inabarcable grandeza del paisaje de Montana, en la majestuosa e intimidante proximidad de sus montañas, se encierra buena parte de la nostálgica belleza que recoge la luminosa fotografía de la australiana Ari Wegner para consumar una de las películas más turbias y perturbadoras que he visto en mucho tiempo.
Emilio Castelló Barreneche
10 de diciembre de 2021
10 de diciembre de 2021
4 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión hay, principalmente, dos tipos películas en cuanto a la energía requerida para disfrutarlas por completo: las que se ven solas (no necesariamente malas, cuidado), en las que guión, dirección y aderezos son los encargados de poner el énfasis y el espectador solamente necesita abrir la boca para, sin paladear, saber a qué sabe y tener una buena digestión; y las complejas tramas (cuidado, no necesariamente buenas), cuando un guión abrasivo lleva la batuta de una canción que no todo el mundo podrá entender, si cae en la mala fortuna de perder algún segundo por comer un puñado de palomitas.
Pues bien, 'The Power of the Dog' no es ninguna de las dos. Forma parte de un tercer grupo de cintas, con las que no vale abrir la boca y cerrar los ojos y tampoco hacer vibrar a cada neurona para descubrir ninguna subtrama. Es una película extremadamente sensible, y lo que hace falta, a mi entender, es dejarse llevar. Un delicado thriller disfrazado de western, con un grado de comprensión de la complejidad del ser humano alcanzado por, como era de esperar, una grandísima directora.
Los cuatro actores principales están impecables, destacando de entre ellos a un vibrante Bennedict Cumberbatch. La banda sonora es muy poco obvia, pero funciona a las mil maravillas, y la fotografía cumple su función de acompañar (aunque se permite destacar en algunas escenas escogidas) a la aparentemente sencilla trama de la película.
Totalmente recomendable verla sin esperar un western, ni un thriller, ni nada más que una delicada historia del ser humano más humano.
Pues bien, 'The Power of the Dog' no es ninguna de las dos. Forma parte de un tercer grupo de cintas, con las que no vale abrir la boca y cerrar los ojos y tampoco hacer vibrar a cada neurona para descubrir ninguna subtrama. Es una película extremadamente sensible, y lo que hace falta, a mi entender, es dejarse llevar. Un delicado thriller disfrazado de western, con un grado de comprensión de la complejidad del ser humano alcanzado por, como era de esperar, una grandísima directora.
Los cuatro actores principales están impecables, destacando de entre ellos a un vibrante Bennedict Cumberbatch. La banda sonora es muy poco obvia, pero funciona a las mil maravillas, y la fotografía cumple su función de acompañar (aunque se permite destacar en algunas escenas escogidas) a la aparentemente sencilla trama de la película.
Totalmente recomendable verla sin esperar un western, ni un thriller, ni nada más que una delicada historia del ser humano más humano.
15 de diciembre de 2021
15 de diciembre de 2021
3 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día volví a ver EL PIANO, una película que me encantó en su momento. Se ve que aprovechando el estreno de esta otra película de Campion algunas televisiones aprovechan y vuelven a emitir algunas películas de ella, y esta es, para mí, la que mejor retrata la forma de rodar de la directora australiana, también la mejor y más completa de sus películas, dejando a un lado la magnífica serie TOP OF THE LAKE. Y es que parece que la neozelandesa mejora sus resultados cuanto más cerca está de historias que suceden o se relacionan con sus orígenes.
En esta que nos ocupa, la directora vuelve a repetir sus obsesiones: viuda con hijo, ambiente hostil y nuevo, precedido de un viaje que tiene algo de iniciático hacia un lugar desconocido y que supondrá darle un giro a su vida.
Si en EL PIANO el viaje casi iniciático de una magnífica Holly Hunter era desde Escocia hasta Nueva Zelanda, aquí un también magnífica Kirsten Dunst se traslada hasta el rancho de dos hermanos situado en Montana. Un western, pues, aunque tardío, en el que ya vemos rodar vehículos pero también hay caballos, ganado, paisajes típicos del Oeste.
Campion retrata la personalidad de ambos hermanos con brochazos, breves diálogos, gestos y actitudes que nos muestran con meridiana claridad cómo es cada cual, sus miedos y sus pasiones. Quizás se guarda un tanto el mostrarnos la verdadera cara del personaje que encarna magistralmente Cumberbatch (nominación al Oscar habemus, seguramente), sin duda el más complejo y sobre el que gira gran parte de la trama.
Si leemos críticas de esta película veremos en muchas frases como masculinidad, western crepuscular, sexualidad reprimida. Y sí, son lugares comunes que vienen al pelo en esta historia, mucho más compleja que todo esto y con unos veinte minutos finales un tanto confusos, se supone que de forma premeditada, en los que los personajes dejan a un lado sus máscaras y parecen mostrarse tal cual son.
Sin duda, una de las películas del año, con un cuarteto protagonista de altura, una historia que deja un sabor amargo, el que busca, y en el que muchos espectadores salen confusos y con ganas de hablar entre ellos sobre qué ha ocurrido ahí dentro, en la sala oscura, lo cual denota que no deja a nadie indiferente.
Imprescindible en este 2021 parco en buenas películas.
En esta que nos ocupa, la directora vuelve a repetir sus obsesiones: viuda con hijo, ambiente hostil y nuevo, precedido de un viaje que tiene algo de iniciático hacia un lugar desconocido y que supondrá darle un giro a su vida.
Si en EL PIANO el viaje casi iniciático de una magnífica Holly Hunter era desde Escocia hasta Nueva Zelanda, aquí un también magnífica Kirsten Dunst se traslada hasta el rancho de dos hermanos situado en Montana. Un western, pues, aunque tardío, en el que ya vemos rodar vehículos pero también hay caballos, ganado, paisajes típicos del Oeste.
Campion retrata la personalidad de ambos hermanos con brochazos, breves diálogos, gestos y actitudes que nos muestran con meridiana claridad cómo es cada cual, sus miedos y sus pasiones. Quizás se guarda un tanto el mostrarnos la verdadera cara del personaje que encarna magistralmente Cumberbatch (nominación al Oscar habemus, seguramente), sin duda el más complejo y sobre el que gira gran parte de la trama.
Si leemos críticas de esta película veremos en muchas frases como masculinidad, western crepuscular, sexualidad reprimida. Y sí, son lugares comunes que vienen al pelo en esta historia, mucho más compleja que todo esto y con unos veinte minutos finales un tanto confusos, se supone que de forma premeditada, en los que los personajes dejan a un lado sus máscaras y parecen mostrarse tal cual son.
Sin duda, una de las películas del año, con un cuarteto protagonista de altura, una historia que deja un sabor amargo, el que busca, y en el que muchos espectadores salen confusos y con ganas de hablar entre ellos sobre qué ha ocurrido ahí dentro, en la sala oscura, lo cual denota que no deja a nadie indiferente.
Imprescindible en este 2021 parco en buenas películas.
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