Otro cuento maravilloso del maestro Burton. Una fábula llena de nostalgia y de sentimiento. Un viaje a parajes desconocidos y no tan desconocidos. Soñar despiertos. Hombres inimaginables y sentimientos paradójicos. Todo esto y mucho más está dentro de esta grandísima película.
Burton es un genio a la hora de crear mundos mágicos e inhóspitos. Sus películas te llevan a través de ellas como si viajaras sobre una alfombra mágica.

Genial. No sé cómo he podido tardar tanto tiempo en verla. Hacía mucho tiempo que no me sorprendía tan gratamente una película.
No quiero desvelar nada pero es que hay que verla YA!

No tengo palabras.

Un cuento grandioso que nos lleva a un mundo en donde la fantasía es realidad. Contada con fluidez, en ningún momento es aburrida, te arranca una que otra risa y, también, provoca un poco de tristeza. Esta película puede ser de gran ayuda para aquellos escépticos (como yo) que no creen que un buen cuento no es aquel que no puede ser creíble. Un buen cuento es esta historia que, aunque trata de puras mentiras, termina por convencernos que las verdades sólo existen en nosotros.

Cuando se te queda cara de besugo , desde el principio al final, es porque la película tiene magia. Soy reticente al abuso de lo fantástico, y sin embargo Tim Burton no cae jamás en ese abuso. Sabe contagiarte del pálpito exacerbado de su imaginación sin caer en lo infantiloide, o en la receta fácil, o en lo lacrimógeno... El papel del padre-pez es un super-ego cachondo, quizá el que todos quisimos tener, aunque de haberlo tenido nos habríamos irritado tanto como ese pobre hijo... porque debe ser duro que tu padre sea tan niño y tan sabio, tan rebelde y tan irresponsable, tan fantástico y tan outsider... Tim Burton abre una puerta muy poderosa: la que nos permite imaginar mundos posibles para vencer las miserias de nuestro mezquino mundo.

Casi diez años después de su segunda gran obra maestra -Ed Wood, la primera fue Eduardo manos tijeras-, Burton se redime de sus últimos tropiezos como realizador y muy especialmente del horroroso remake de El Planeta de los Simios. Y se redime no con un filme notable, quizá Sleepy Hollow pueda ocupar ese lugar, sino con su tercera, y hasta ahora última, obra maestra.
Big Fish presenta, a priori, un reparto espectacular con Ewan McGregor, Albert Finney, Billy Cudrup, Jessica Lange, Steve Buscemi -¡que gran actor!-, Marion Cotillard, Danny DeVito o la mismísima señora de Burton, entre otros. Pero lo que podía convertirse en un arma muy peligrosa, ya que serviría como argmunento de "mucho actor y poca chicha", ejerce, paradójiamente, de efecto contrario. El reparto queda un poco en un segundo plano ante una historia tan apasionantemente conmovedora, un lenguaje narrativo tan sublime y una fotografía con tintes nostálgicos, que logra la difícil tarea de trasladarnos a otra época y otro lugar sin incidir en el "repipismo" horteril. Sí, es cierto que Finney está soberbio -quizá McGregor no está tan a la altura- y que Buscemi es, simplemente Buscemi. Pero son sólo platos secundarios ante una de las mejores historias que se han contado en el cine contemporáneo.
Big Fish logra trasladarnos a un mundo de fantasía típicamente burtoniano, pero a su vez, se convierte en el más sobrio y realista de todos los cuentos del director californiano. Quizá se trate, quién sabe, de la obra más madura y a la vez más personal -en lo cinematográfico- de Burton.