Toro salvaje
8.1
55,808
Drama
Jake la Motta es un joven boxeador que se entrena duramente con la ayuda de su hermano y mánager Joey. Su sueño es convertirse en el campeón de los pesos medios. Pero Jake es un paranoico muy violento que descarga su agresividad tanto dentro como fuera del ring. Incluso su hermano es víctima de su enfermizo carácter. Cuando, por fin, alcanza el éxito, su vida se convierte en una pesadilla. Por un lado, su matrimonio marcha cada vez peor ... [+]
4 de octubre de 2017
4 de octubre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
225/17(24/09/17) Clásico imperecedero del maestro Scorsese, una intensa radiografía sobre la alienación que producen los celos patológicos, ello enmarcado en un clásico relato de ascenso y caída en el mundo del boxeo, donde el cuadrilátero para el protagonista se convierte en una terapia de expiación de sus pecados, válvula de escape a su enquistada violencia atávica. La historia real de Jake LaMotta, un campeón de boxeo de los pesos medios, 83 victorias (30 de ellas por K.O.) y 10 derrotas avalan una carrera repleta de altibajos que hacen a Jake LaMotta una leyenda, excelentemente apoyada la cinta en un sublime guión de Paul Schrader (“Taxi Driver”), y Mardik Martin (“Malas calles”), basándose en el libro “Raging Bull: My Story” de Jake La Motta, genialmente interpretada (Rober DeNiro, Joe Pesci, Cathy Moriarty,…), con unos combates épicos sibaritamente filmados, apoyada en una ambientación arrolladora ya desde su arranque en b/n con los créditos iniciales sobreimpresionados, con esa mítica imagen del púgil a cámara lenta calentando y de fondo los acordes melancólicos de la Caballeria Rusticana de Pietro Mascagni, en alegoría que remarca la soledad ante el mundo del disfuncional personaje. Tiene a Robert De Niro como Jake LaMotta, boxeador de peso mediano cuya rabia sadomasoquista, celos sexuales y brutal apetito exceden los límites del cuadrilátero y destruyen su relación con su esposa y su familia. Para se viera mejor en película en b/n, el chocolate Hershey's fue usado como sangre. Robert De Niro ganó alrededor de 27 kilos (60 libras) para su personaje de Jake La Motta, marcando así un récord. Fue nominado para ocho Oscars, incluyendo Mejor Película, Director, Actor, Actor secundario, Actriz secundaria, Cinematografía , Sonido y Edición, ganando dos premios: Mejor Actor de De Niro y Mejor Edición de Cine (Thelma Schoonmaker).
Una narración sólida, compuesta en base a escenas de fuerte calado emocional, secas, adustas, penetrantes por su potencia dramática imponente, rica en detalles de guión, con diálogos tensos que describen de modo neurálgico a los personajes, estos matizados, con aristas, grises complejos, desarrollándose en un tono entre sórdido y triste, haciendo de la cámara Martin una especie de grieta por la que colamos nuestros ojos para asistir a lo que parecen cachos de realidad, siendo un retrato psicológico del protagonista de hondura cuasi-religiosa, indagando en su mente cerril, atormentada, asocial, sociópata, machista, violenta, solitaria, celosa, insegura, infeliz, posesiva, insatisfecho, donde el cuadrilátero se convierte en el modo de intentar expulsar los demonios que lo angustian, las frustraciones que lo atacan se convierten en su oponente, especie de santuario en el que purgar sus pecados, sus sentimientos de culpa, donde el recibir palizas se torna en reparación de sus pecados, cual si se fustigara la espalda a modo de penitencia y el dolor actuara de absolución. Aquí no hay estrategias, no hay renacimientos tras estar al borde del k.o., el boxeo desglamurizado de épica.
Scorsese demuestra una tremenda maestría en el manejo del ritmo, aligerándolo y comprimiéndolo en los momentos adecuados, estirándolo y enjutándolo en base a viñetas maravillosamente engarzadas con elipsis majestuosamente entrelazadas, donde la vida íntima (huracanada con celos enfermizos, peleas constantes, malos tratos,… ) y la épica descarnada (sangrienta). Un puñetazo en el hígado del espectador que se siente en medio de un relato opresivo en que el autodestructivo protagonista nos socava con su modo atávico de comportarse, movido por impulsos, impulsos de violencia incontenida, impulsos de ansias de redención, impulsos de sacrificarse.
Magnético metraje desde el impactante inicio, tras los mencionados créditos iniciales cortamos a un flash-forward en 1964, vemos a Jake orondo, hinchado, con alopecia, en un camerino mientras fuma, ensaya en solitario frente a un espejo un poema, terminando con un “….esto es entretenimiento!”, cortando al pasado en 1941, Jake está sobre el ring, con su cara deformada por los golpes de su oponente Sugar Ray Robinson, su figura musculosa en un duelo brutal con su más acérrimo adversario, magnífico juego de contrastes.
Una cinta dura y áspera por la veracidad que transmite con escenas de salvaje violencia doméstica en miscelánea con la violencia sobre el ring, las dos combinadas por el mismo personaje que se retroalimenta de los dos escenarios. Y a través de su evolución nos hace sentir asfixia, claustrofobia ambiental. Un microuniverso de personajes atonales, mafiosos, machistas, mujeriegos, pendencieros, caldo de cultivo para caracteres tóxicos alienados como el de un Jake LaMotta que explota su “Don” para intentar someter a los que tiene alrededor, confundiendo su vida familiar con el ring.
Por ponerle algún pero (Martin, mándame a Max Cady si lo ves necesario): Me faltaría elsaber algo del pasado de Jake para quizás entender un poco de dónde le viene esa asoaciabilidad, esa alienación, si es que tuivo algún trauma de niño que le dejó secuelas, lo vemos in media res, ya traumatizado y poseído por el “maligno”, el rellenar esta carencia habría dado más dimensión al personaje.
Robert De Niro realiza una de las mejores actuaciones de la Histroria del Cine, un Coloso en uno de sus momentos cumbres, no actúa, se transmuta en Jake LaMotta, no solo la tan comentada transformación física (apabullante), sino el modo de emitir gestual y con la mirada la inseguridad constante en la que vive, la bipolaridad existencial que desarrolla, el modo genial en que en increscendo va encolerizándose, consiguiendo que el espectador sienta lástima por un tipo tan denostable y desagradable, punto y aparte es en el ring, un Titán en el olimpo de los actores; Joey Pesci está radiante como el hermano Joey de Jake, demuestra naturalidad, ternura, química y mucho temple, lejos de la visceralidad de roles posteriores, muy bueno;… (sigue en spoiler)
Una narración sólida, compuesta en base a escenas de fuerte calado emocional, secas, adustas, penetrantes por su potencia dramática imponente, rica en detalles de guión, con diálogos tensos que describen de modo neurálgico a los personajes, estos matizados, con aristas, grises complejos, desarrollándose en un tono entre sórdido y triste, haciendo de la cámara Martin una especie de grieta por la que colamos nuestros ojos para asistir a lo que parecen cachos de realidad, siendo un retrato psicológico del protagonista de hondura cuasi-religiosa, indagando en su mente cerril, atormentada, asocial, sociópata, machista, violenta, solitaria, celosa, insegura, infeliz, posesiva, insatisfecho, donde el cuadrilátero se convierte en el modo de intentar expulsar los demonios que lo angustian, las frustraciones que lo atacan se convierten en su oponente, especie de santuario en el que purgar sus pecados, sus sentimientos de culpa, donde el recibir palizas se torna en reparación de sus pecados, cual si se fustigara la espalda a modo de penitencia y el dolor actuara de absolución. Aquí no hay estrategias, no hay renacimientos tras estar al borde del k.o., el boxeo desglamurizado de épica.
Scorsese demuestra una tremenda maestría en el manejo del ritmo, aligerándolo y comprimiéndolo en los momentos adecuados, estirándolo y enjutándolo en base a viñetas maravillosamente engarzadas con elipsis majestuosamente entrelazadas, donde la vida íntima (huracanada con celos enfermizos, peleas constantes, malos tratos,… ) y la épica descarnada (sangrienta). Un puñetazo en el hígado del espectador que se siente en medio de un relato opresivo en que el autodestructivo protagonista nos socava con su modo atávico de comportarse, movido por impulsos, impulsos de violencia incontenida, impulsos de ansias de redención, impulsos de sacrificarse.
Magnético metraje desde el impactante inicio, tras los mencionados créditos iniciales cortamos a un flash-forward en 1964, vemos a Jake orondo, hinchado, con alopecia, en un camerino mientras fuma, ensaya en solitario frente a un espejo un poema, terminando con un “….esto es entretenimiento!”, cortando al pasado en 1941, Jake está sobre el ring, con su cara deformada por los golpes de su oponente Sugar Ray Robinson, su figura musculosa en un duelo brutal con su más acérrimo adversario, magnífico juego de contrastes.
Una cinta dura y áspera por la veracidad que transmite con escenas de salvaje violencia doméstica en miscelánea con la violencia sobre el ring, las dos combinadas por el mismo personaje que se retroalimenta de los dos escenarios. Y a través de su evolución nos hace sentir asfixia, claustrofobia ambiental. Un microuniverso de personajes atonales, mafiosos, machistas, mujeriegos, pendencieros, caldo de cultivo para caracteres tóxicos alienados como el de un Jake LaMotta que explota su “Don” para intentar someter a los que tiene alrededor, confundiendo su vida familiar con el ring.
Por ponerle algún pero (Martin, mándame a Max Cady si lo ves necesario): Me faltaría elsaber algo del pasado de Jake para quizás entender un poco de dónde le viene esa asoaciabilidad, esa alienación, si es que tuivo algún trauma de niño que le dejó secuelas, lo vemos in media res, ya traumatizado y poseído por el “maligno”, el rellenar esta carencia habría dado más dimensión al personaje.
Robert De Niro realiza una de las mejores actuaciones de la Histroria del Cine, un Coloso en uno de sus momentos cumbres, no actúa, se transmuta en Jake LaMotta, no solo la tan comentada transformación física (apabullante), sino el modo de emitir gestual y con la mirada la inseguridad constante en la que vive, la bipolaridad existencial que desarrolla, el modo genial en que en increscendo va encolerizándose, consiguiendo que el espectador sienta lástima por un tipo tan denostable y desagradable, punto y aparte es en el ring, un Titán en el olimpo de los actores; Joey Pesci está radiante como el hermano Joey de Jake, demuestra naturalidad, ternura, química y mucho temple, lejos de la visceralidad de roles posteriores, muy bueno;… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… Cathy Moriarty como Vikki, excelente, una femme fatale brillante, con mesura, contención, rabia, nervio, energía, y con una gran compenetración con DeNiro, sabiendo mostrar arco de desarrollo incisivo, siendo la mejor actuación suya hasta la fecha 47 años después.
Puesta en escena memorable, cuidada con mimo para proyectar el estado de ánimo requerido, melancolía, nostalgia, desolación, formidable trabajo en decorados de Phil Abramson (“Encuentros en la tercera fase”), y Frederic C. Weiler (“The warriors”), con viviendas que rezuman realismo, con pabellones con enorme gentío, con esos clubs, sumándose en esta inmersión verité el vestuario diseñado por Richard Bruno (“Chinatown”), y John Boxer (“Presunto inocente”), rodando Nueva York y en Culver City-California; Llamativo ese toque scorsesiano de los cuellos de las camisas (enormes y cerrados sobre la corbata); Todo esto atomizado por la fascinante fotografía en glorioso blanco y negro de Michael Chapman (“Taxi Driver”), componiendo cuadros de una belleza lírica perturbadora, con esos patinados grisáceos, lienzos costumbristas domésticos agrios en su crudeza, donde la cámara estática imprime sensación de cercanía solemne, reflejando la atmósfera de los clubs nocturnos, jugando con las sombras, las penumbras, el humo del tabaco, con una iluminación muy expresiva claroscuro (asombroso cuando LaMotta grita desconsolado “Soy un imbécil!”, mientras aporrea con las manos desnudas la pared de su celda) herramienta visual tan efectiva como dramática., con primeros planos que sacan lo mejor de la emocionalidad cortante de los personajes. Punto y aparte es la vibrante filmación de los combates de boxeo, con colosales planos subjetivos, con la cámara a centímetros de los golpes, la sangre en fenomenal efecto hiperrealista nos salpica y ensucia, con la cámara entre los púgiles, haciéndonos sentir dentro del cuadrilátero, jugando con los tiempos, con marcadas cámara lenta (recurso ya manejado por Chapman y Scorsese en “Taxi Driver”) enfatizante sobre la violencia; Elemento básico para evocar una epidérmica intensidad es la edición de la gran Thelma Schoonmaker (desde este film en todos los de Scorsese), otorga ritmo elástico sublime, en 2012 fue votada por el Motion Picture Editors Guild como la mejor película editada en la historia, nada más que añadir); Fundamental para dar hiperrealismo y hacer llegar mejor con la hipérbole del boxeo al espectador es la mezcla de sonido de Gary S. Gerlich (“Gladiator”), emitiendo golpes que nos duelen por su viveza; Scorsese decidió montar la banda sonora de música popular en ese momento usando su colección personal con ayuda de Robbie Robertson, canciones elegidas por lo que serían las que una persona oiría en la radio, en la piscina o en bares y clubes, reflejando el estado de ánimo de la época. El Intermezzo de Cavalleria Rusticana del compositor italiano Pietro Mascagni sería el tema principal de Raging Bull tras una exitosa prueba de Scorsese y la editora Thelma Schoonmaker, sobre los títulos de apertura de la película. Se utilizan otras dos piezas de Mascagni: el Barcarolle de Silvano, y el Intermezzo de Guglielmo Ratcliff. Magna selección de temas soul, latin, jazz, orquestas, música de raíces italoamericanas, clásicos de los 50 y los 60, como “Mona Lisa” (Nat “King” Cole), “Frenesí” (Artie Shaw), “Bye, Bye Baby” (Marilyn Monroe), “Scapricciatiello” (Renato Carosone) y “Tell the Truth” (Ray Charles), “Jersey Bounce” (Benny Goodman And His Orchestra Jersey Bounce), “Cow-Cow Boogie” (Ella Fitzgerald Featuring The Ink Spots), “Frenesí” (Artie Shaw And His Orchestra), “Come Fly With Me” (Frank Sinatra), o “Blue Velvet” (Tony Bennett).
En conjunto me queda un film imperecedero por su potencia dramática, intenso, ambiguo, con personajes, por su subyugante ambientación, y por su gran elenco interpretativo. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2017/10/toro-salvaje.html
Puesta en escena memorable, cuidada con mimo para proyectar el estado de ánimo requerido, melancolía, nostalgia, desolación, formidable trabajo en decorados de Phil Abramson (“Encuentros en la tercera fase”), y Frederic C. Weiler (“The warriors”), con viviendas que rezuman realismo, con pabellones con enorme gentío, con esos clubs, sumándose en esta inmersión verité el vestuario diseñado por Richard Bruno (“Chinatown”), y John Boxer (“Presunto inocente”), rodando Nueva York y en Culver City-California; Llamativo ese toque scorsesiano de los cuellos de las camisas (enormes y cerrados sobre la corbata); Todo esto atomizado por la fascinante fotografía en glorioso blanco y negro de Michael Chapman (“Taxi Driver”), componiendo cuadros de una belleza lírica perturbadora, con esos patinados grisáceos, lienzos costumbristas domésticos agrios en su crudeza, donde la cámara estática imprime sensación de cercanía solemne, reflejando la atmósfera de los clubs nocturnos, jugando con las sombras, las penumbras, el humo del tabaco, con una iluminación muy expresiva claroscuro (asombroso cuando LaMotta grita desconsolado “Soy un imbécil!”, mientras aporrea con las manos desnudas la pared de su celda) herramienta visual tan efectiva como dramática., con primeros planos que sacan lo mejor de la emocionalidad cortante de los personajes. Punto y aparte es la vibrante filmación de los combates de boxeo, con colosales planos subjetivos, con la cámara a centímetros de los golpes, la sangre en fenomenal efecto hiperrealista nos salpica y ensucia, con la cámara entre los púgiles, haciéndonos sentir dentro del cuadrilátero, jugando con los tiempos, con marcadas cámara lenta (recurso ya manejado por Chapman y Scorsese en “Taxi Driver”) enfatizante sobre la violencia; Elemento básico para evocar una epidérmica intensidad es la edición de la gran Thelma Schoonmaker (desde este film en todos los de Scorsese), otorga ritmo elástico sublime, en 2012 fue votada por el Motion Picture Editors Guild como la mejor película editada en la historia, nada más que añadir); Fundamental para dar hiperrealismo y hacer llegar mejor con la hipérbole del boxeo al espectador es la mezcla de sonido de Gary S. Gerlich (“Gladiator”), emitiendo golpes que nos duelen por su viveza; Scorsese decidió montar la banda sonora de música popular en ese momento usando su colección personal con ayuda de Robbie Robertson, canciones elegidas por lo que serían las que una persona oiría en la radio, en la piscina o en bares y clubes, reflejando el estado de ánimo de la época. El Intermezzo de Cavalleria Rusticana del compositor italiano Pietro Mascagni sería el tema principal de Raging Bull tras una exitosa prueba de Scorsese y la editora Thelma Schoonmaker, sobre los títulos de apertura de la película. Se utilizan otras dos piezas de Mascagni: el Barcarolle de Silvano, y el Intermezzo de Guglielmo Ratcliff. Magna selección de temas soul, latin, jazz, orquestas, música de raíces italoamericanas, clásicos de los 50 y los 60, como “Mona Lisa” (Nat “King” Cole), “Frenesí” (Artie Shaw), “Bye, Bye Baby” (Marilyn Monroe), “Scapricciatiello” (Renato Carosone) y “Tell the Truth” (Ray Charles), “Jersey Bounce” (Benny Goodman And His Orchestra Jersey Bounce), “Cow-Cow Boogie” (Ella Fitzgerald Featuring The Ink Spots), “Frenesí” (Artie Shaw And His Orchestra), “Come Fly With Me” (Frank Sinatra), o “Blue Velvet” (Tony Bennett).
En conjunto me queda un film imperecedero por su potencia dramática, intenso, ambiguo, con personajes, por su subyugante ambientación, y por su gran elenco interpretativo. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2017/10/toro-salvaje.html
13 de enero de 2018
13 de enero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es genial, porque está narrada de forma genial. La historia nos representa a un sujeto maltratador, malhablado, violento y con muy pocas luces que llega a convertirse en campeón del mundo de su peso al vencer al campeón del momento (Marcel Cerdán, francés y amante de Edith Piaf), y como es capaz de mandarlo todo al garete por una cabeza llena de neuras, de complejos y hartazgos sobre si mismo. Maravillosa la figura de Cathy Moriarty que no es muy expresiva que se diga y la conozco poco. Uno de los mejores trabajos del genial, aunque a veces sobrevalorado, Martin Scorcese. En él se nos da una mala imagen del mundo del boxeo. Buena fotografía, buenos combates donde no se sale del mismo ring (?) y un final triste; idóneo para el mierda de sujeto que debió ser el "Toro del Bronx".
28 de enero de 2018
28 de enero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Toro Salvaje" nos cuenta la vida real de Jake LaMotta un joven aspirante a boxeador. Su carácter bravo y arrogante, le llevará con la ayuda incondicional de su hermano a lo más alto en su carrera. Pero será también ese mismo carácter el que hará que tanto profesional como personalmente su vida se vaya al garete alejando de su lado a aquellas personas que más le han ayudado y aguantado. Y es que pese a ser despiadado dentro y fuera del ring, no dejaba de ser una persona llena de inseguridades y miedos. Es una de las mejores películas del género, no en vano ha ganado prestigiosos premios entre los que se encuentran: 2 Oscar, (Mejor Actor Principal) y un Globo de Oro (Mejor Actor) lo que nos demuestra que sólo un buen personaje y una historia sólida, pueden tener el éxito que se requiere tanto a nivel visual como en drama argumental.
Para los amantes del boxeo, como he dicho antes es una de las mejores cintas que se han realizado de esta temática. Haciendo gala de una forma impecable de Scorsese de hacer lo que más nos gusta, películas de muy buena calidad. Aquí se conjuntan varios factores, exponer la conducta más radical de los combates de boxeo y lo que se esconde detrás de ellos que en su época, era muy común vulnerar el espíritu deportivo por las apuestas clandestinas. También el drama que se esconde dentro de los hombres que se dedican a este duro deporte, que vemos reflejado en el rostro de un inapelable De Niro. Una hermosa y dura fábula de cómo el hombre tropieza una y mil veces con la misma piedra, haga lo que haga, sea como sea.
Scorsese plasma todo esto mediante un guión lleno de momentos memorables, diálogos geniales, una gigantesca fuerza cinematográfica y por supuesto unos actores en estado de gracia. Consigue plenamente que el espectador bascule entre la impaciencia y el cariño, entre la pena y el asco hacia su Jake LaMotta, que es de lo que se trataba, y retrata las luces y las muchas sombras del personaje sin que parezca que le cueste ningún esfuerzo. El color fue excluido debido a que Scorsese estaba en contra de la utilización del Eastmancolor, que según él, dañaba y menoscababa el colorido de las películas. Utilizó esta opción para manifestarse y reafirmar su descontento. Por consiguiente, optó por el blanco y negro por pura estética, por la fuerza y la belleza de sus imágenes además de situarse en el periodo y época en la que se basa el film. El blanco y negro se excluyó solo en una secuencia para diferenciarla del resto y fue una idea muy acertada.
Las actuaciones son impecables, aunque la palma se la lleva Robert De Niro, su interpretación es un mundo a parte. Él no interpreta, él sencillamente vive la identidad de Jake La Motta como si fuera suya, no sólo de forma física sino también psíquica. Que miradas, que rudeza, pero a la vez que ternura. Posiblemente sea de sus mejores actuaciones, y de las mejores interpretaciones que un servidor ha visto jamás. Simplemente, soberbio. De los secundarios, Cathy Moriarty y Joe Pesci realizan notables interpretaciones. Moriarty nunca tuvo un éxito tan grande como el de "Toro Salvaje". Por el contrario, Pesci siguió una carrera decente y llegó a conquistar el Oscar de la mano, nuevamente, de Scorsese en "Uno de los nuestros".
En definitiva, una cinta que tiene un fondo que nos marca. En este caso, la perfecta interpretación de De Niro, nos hace ver como se va deteriorando un campeón del pugilismo. Su fuerte caracter, su deterioro familiar, sus celos, hacen que caiga en un caos que nos lleva a una profunda tristeza por el protagonista. En un deporte tan duro, donde no solo juega la forma física, ya que nos encontramos con elementos exteriores que hacen que el deporte a veces sea menos deporte. La forma de dirigir el film hace que la historia que puede parecer hasta simple, te atrape y quedes con un buen sabor de boca. Por ello está considerada de las mejores películas de todos los tiempos y no me extraña que sea así, porque es una de esas cintas que podrían hacerte no sólo entender el mundo del boxeo, sino la vida en general.
Para los amantes del boxeo, como he dicho antes es una de las mejores cintas que se han realizado de esta temática. Haciendo gala de una forma impecable de Scorsese de hacer lo que más nos gusta, películas de muy buena calidad. Aquí se conjuntan varios factores, exponer la conducta más radical de los combates de boxeo y lo que se esconde detrás de ellos que en su época, era muy común vulnerar el espíritu deportivo por las apuestas clandestinas. También el drama que se esconde dentro de los hombres que se dedican a este duro deporte, que vemos reflejado en el rostro de un inapelable De Niro. Una hermosa y dura fábula de cómo el hombre tropieza una y mil veces con la misma piedra, haga lo que haga, sea como sea.
Scorsese plasma todo esto mediante un guión lleno de momentos memorables, diálogos geniales, una gigantesca fuerza cinematográfica y por supuesto unos actores en estado de gracia. Consigue plenamente que el espectador bascule entre la impaciencia y el cariño, entre la pena y el asco hacia su Jake LaMotta, que es de lo que se trataba, y retrata las luces y las muchas sombras del personaje sin que parezca que le cueste ningún esfuerzo. El color fue excluido debido a que Scorsese estaba en contra de la utilización del Eastmancolor, que según él, dañaba y menoscababa el colorido de las películas. Utilizó esta opción para manifestarse y reafirmar su descontento. Por consiguiente, optó por el blanco y negro por pura estética, por la fuerza y la belleza de sus imágenes además de situarse en el periodo y época en la que se basa el film. El blanco y negro se excluyó solo en una secuencia para diferenciarla del resto y fue una idea muy acertada.
Las actuaciones son impecables, aunque la palma se la lleva Robert De Niro, su interpretación es un mundo a parte. Él no interpreta, él sencillamente vive la identidad de Jake La Motta como si fuera suya, no sólo de forma física sino también psíquica. Que miradas, que rudeza, pero a la vez que ternura. Posiblemente sea de sus mejores actuaciones, y de las mejores interpretaciones que un servidor ha visto jamás. Simplemente, soberbio. De los secundarios, Cathy Moriarty y Joe Pesci realizan notables interpretaciones. Moriarty nunca tuvo un éxito tan grande como el de "Toro Salvaje". Por el contrario, Pesci siguió una carrera decente y llegó a conquistar el Oscar de la mano, nuevamente, de Scorsese en "Uno de los nuestros".
En definitiva, una cinta que tiene un fondo que nos marca. En este caso, la perfecta interpretación de De Niro, nos hace ver como se va deteriorando un campeón del pugilismo. Su fuerte caracter, su deterioro familiar, sus celos, hacen que caiga en un caos que nos lleva a una profunda tristeza por el protagonista. En un deporte tan duro, donde no solo juega la forma física, ya que nos encontramos con elementos exteriores que hacen que el deporte a veces sea menos deporte. La forma de dirigir el film hace que la historia que puede parecer hasta simple, te atrape y quedes con un buen sabor de boca. Por ello está considerada de las mejores películas de todos los tiempos y no me extraña que sea así, porque es una de esas cintas que podrían hacerte no sólo entender el mundo del boxeo, sino la vida en general.
25 de mayo de 2015
25 de mayo de 2015
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Una impactante mirada a parte de la vida del famoso boxeador de los años 40 Jake La Motta, el como su imaginativa impulsividad afecto su vida y sus relaciones personales, para bien en el boxeo y para desgracia de el y de los suyos en su vida personal. Excelente actuación de Robert de Niro, que se metió en el papel como solo el lo pudo haber hecho y en compañía de la acertada influencia de Scorsese en el tenso matiz que el filme requería. A pesar de no ser una pelicula de mafia, la mafia no pudo faltar como es de costumbre en los filmes de Scorsese, pero en este filme en particular esta solo roza la trama y se encuentra presente mas no latente y permite que la vida de La Motta y el desenlace de su carrera como boxeador sean los protagonistas.
28 de enero de 2018
28 de enero de 2018
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Scorsese conoce a la perfección a sus personajes y sabe que para Jake la Motta, un tipo obsesionado con el éxito y el reconocimiento en general, la derrota es un puñal amargo que cuando se mete dentro de ti no hay manera de sacarlo. Es por ello que durante todo el metraje, Scorsese hace uso de un modo de rodar tremendamente expresivo y demoledor, por mucho blanco y negro que inunde la pantalla.
Centrándonos en la trama, Toro salvaje (Martin Scorsese, 1980) nos cuenta la subida a los cielos y la bajada a los infiernos del famoso boxeador Jake la Motta. Jake que es un tipo de personalidad paranoica y con unos ataques de violencia desmedida, cae en desgracia después de hacer realidad su obsesión de conseguir el título de los pesos medios. Todo aquello por lo que lucha la primera mitad de la cinta se le vuelve en su contra; su relación con su hermano se vuelve insostenible, su matrimonio no puede ir peor, la mafia le chantajea para dejarse ganar y él va echándose a perder a través de los kilos, el alcohol y su inestabilidad psicológica. En definitiva, puede decirse que Jake es un ejemplo de como puede llegar a utilizarse la gallina de los huevos de oro. En la época de esplendor de Jake, ninguno de los que se forra, gracias a las ganancias en sus combates, se preocupa de su carácter violento o sus alucinaciones. Jake da dinero y nadie pregunta, pero cuando las cosas se tuercen, las ratas huyen del barco a la busca de un refugio más confortable y Jake pasa a contentar a cuatro borrachos, en un show deprimente. Por muy violento y despreciable que sea Jake, en el fondo es un tipo maleable que como otros muchos, ha sufrido la avaricia de tipos sin escrúpulos deseosos de exprimir, hasta el infinito, el talento de otros. Son ellos los que tienen parte de responsabilidad en muchos de los “juguetes rotos” que van poblando las décadas.
Aun así, Jake es mayorcito como para alcanzar un control de su carácter y saber donde se mete. Nadie puede justificar sus comportamientos y su insatisfacción perpetúa, que ni siquiera a través de los golpes puede apaciguar.
Más en planoamericano.wordpress.com
Centrándonos en la trama, Toro salvaje (Martin Scorsese, 1980) nos cuenta la subida a los cielos y la bajada a los infiernos del famoso boxeador Jake la Motta. Jake que es un tipo de personalidad paranoica y con unos ataques de violencia desmedida, cae en desgracia después de hacer realidad su obsesión de conseguir el título de los pesos medios. Todo aquello por lo que lucha la primera mitad de la cinta se le vuelve en su contra; su relación con su hermano se vuelve insostenible, su matrimonio no puede ir peor, la mafia le chantajea para dejarse ganar y él va echándose a perder a través de los kilos, el alcohol y su inestabilidad psicológica. En definitiva, puede decirse que Jake es un ejemplo de como puede llegar a utilizarse la gallina de los huevos de oro. En la época de esplendor de Jake, ninguno de los que se forra, gracias a las ganancias en sus combates, se preocupa de su carácter violento o sus alucinaciones. Jake da dinero y nadie pregunta, pero cuando las cosas se tuercen, las ratas huyen del barco a la busca de un refugio más confortable y Jake pasa a contentar a cuatro borrachos, en un show deprimente. Por muy violento y despreciable que sea Jake, en el fondo es un tipo maleable que como otros muchos, ha sufrido la avaricia de tipos sin escrúpulos deseosos de exprimir, hasta el infinito, el talento de otros. Son ellos los que tienen parte de responsabilidad en muchos de los “juguetes rotos” que van poblando las décadas.
Aun así, Jake es mayorcito como para alcanzar un control de su carácter y saber donde se mete. Nadie puede justificar sus comportamientos y su insatisfacción perpetúa, que ni siquiera a través de los golpes puede apaciguar.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Da lo mismo que pegue a su hermano, tras inventarse una supuesta infidelidad de éste con su mujer ,ya que después de los golpes sus fantasmas vuelven a visitarle para impedirle disfrutar el éxito que ha alcanzado. Para Jake no existe el miedo, él es como un animal que avanza hacia delante sin pensar en las consecuencias. Le dan igual los golpes y la sangre que inunde su rostro. Él sigue peleando sin miedo a la muerte, como si no le importara vivir. Esa actitud la mantiene con su mujer, de la que parece muy enamorada, pero hacia la que no tiene ningún mínimo gesto agradable. Para Jake su mujer, al igual que las victorias, solamente suponen un número más para su ego, a las que no hay que cuidar. De esta forma se puede ver que el mayor enemigo de Jake es él mismo. En especial su mente enferma, que quizás podría dar para un análisis más profundo, que reflexionara sobre los boxeadores “tocados”, ya que en el fútbol americano ya se han descubierto problemas neurológicos derivados de esta práctica deportiva. Aunque como en la cinta no hay ninguna referencia a esta posible causa y las problemáticas pasivo-agresivas de Jake no tienen una contextualización más extensa, lo dejaremos para otro momento.
Como hemos dicho la violencia es protagonista en la vida del acomplejado y cobarde Jack, que no duda en hacer uso de su poderío físico frente a su mujer o su hermano, siendo mayor la violencia acontecida en el hogar que en el ring. Y en el retrato de esa violencia resulta fundamental el uso de la cámara que hace Scorsese para retratar el sinfín de discusiones de Jack con su mujer o con su hermano. Es en general una violencia seca, sin aspavientos camerísticos, que potencian su intensidad. De hecho el uso de la cámara para retratar los combates en primera línea, dentro de las cuerdas y el uso de un montaje expresivo que combina de forma exacta la gran cantidad de elipsis, son dos de los hitos que todos recuerdan a cerca de esta película. Sin olvidar la memorable interpretación de Robert De Niro que desde la primera secuencia consigue transmitir la tremenda soledad de este atormentado personaje. Es cierto que no es la película más rítmica de Scorsese (si se ha visto Uno de los nuestros es difícil verla con los mismos ojos), pero más allá de gustos personales es indudable la maestría técnica y la bella planificación de la puesta en escena. En especial son remarcables los títulos de crédito iniciales, en los que sin palabras (y con los acordes de la Caballería Rusticana) comprendemos perfectamente que el entreno del alma nos puede deparar muchas más victorias que el cuerpo más glorioso del mundo.
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Como hemos dicho la violencia es protagonista en la vida del acomplejado y cobarde Jack, que no duda en hacer uso de su poderío físico frente a su mujer o su hermano, siendo mayor la violencia acontecida en el hogar que en el ring. Y en el retrato de esa violencia resulta fundamental el uso de la cámara que hace Scorsese para retratar el sinfín de discusiones de Jack con su mujer o con su hermano. Es en general una violencia seca, sin aspavientos camerísticos, que potencian su intensidad. De hecho el uso de la cámara para retratar los combates en primera línea, dentro de las cuerdas y el uso de un montaje expresivo que combina de forma exacta la gran cantidad de elipsis, son dos de los hitos que todos recuerdan a cerca de esta película. Sin olvidar la memorable interpretación de Robert De Niro que desde la primera secuencia consigue transmitir la tremenda soledad de este atormentado personaje. Es cierto que no es la película más rítmica de Scorsese (si se ha visto Uno de los nuestros es difícil verla con los mismos ojos), pero más allá de gustos personales es indudable la maestría técnica y la bella planificación de la puesta en escena. En especial son remarcables los títulos de crédito iniciales, en los que sin palabras (y con los acordes de la Caballería Rusticana) comprendemos perfectamente que el entreno del alma nos puede deparar muchas más victorias que el cuerpo más glorioso del mundo.
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