Once (Una vez)
7.2
27,612
Drama. Romance
Glen Hansard es un cantante y compositor que interpreta sus canciones por las calles de Dublín, cuando no está trabajando en la tienda de su padre. Durante el día, para ganar algún dinero extra, interpreta conocidos temas para los transeúntes, pero por las noches, toca sus propios temas en los que habla de cómo le dejó su novia. Su talento no pasa desapercibido a Marketa Irglova, una inmigrante checa que vende flores en la calle. Ella ... [+]
19 de enero de 2012
19 de enero de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que vi esta película, tanto la historia como la banda sonora, me engancharon. Quién me iba a decir a mi, en aquel entonces, que acabaría viviendo en la misma ciudad que ambos protagonistas...que andaría por esas calles. Tiempo después y, ya viviendo en Dublín, volvi a verla y aún me gustó mucho más al reconocer cada uno de los lugares donde fue rodada.
Para quien no entienda inglés, se pierde gran parte de la película al no entender la letra de las canciones, éstas desvelan la historia anterior...
Para quien no entienda inglés, se pierde gran parte de la película al no entender la letra de las canciones, éstas desvelan la historia anterior...
21 de febrero de 2012
21 de febrero de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo evitar emocionarme con las canciones tan maravillosas que aparecen en esta película. Joder, que voces!!! Aunque sea muy sencillita, realizada con poco presupuesto, consigue mucho más que cualquier otra película. Los actores son un encanto, sobre todo ella. Muy muy bonita, de verdad. El final que tiene no me lo esperaba para nada, y es, tal vez, lo que menos me gustó, pero bueno, en general es muy bella. Te llega al corazón.
7 de marzo de 2012
7 de marzo de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces conocemos a alguien tan parecido a nosotros que cuenta con nuestras mismas ilusiones y deseos. "Once" trata sobre ello, centrándose en como afecta la música a la vida de Glen y Marketa y como esa afición les une.
La historia es muy sencilla. La puesta en escena es de una película indie, con apenas presupuesto. Los actores no son profesionales. Quizá por eso nos los creemos más, sobre todo a ella, tiene un toque encantador de ingenuidad. Y cuando cantan los dos juntos, la química traspasa la pantalla junto a las notas. y nos muestra también la vida de los inmigrantes en Dublín. Las canciones son imprescindibles para la historia, que va lenta, pero segura e inevitable, como dice la letra de una de ellas. Es una película que sabe emocionar sin caer en el drama, pese a que los personajes son dos solitarios que no han triunfado en su vida. Y eso que talento no les falta.
Son esta clase de películas las que hacen darte cuenta de los talentos tan desaprovechados que, a veces, nos da la vida y de los que estamos completamente rodeados. Ese artista en el metro, en la calle, que nunca pierde su magia, su tesón por sobrevivir con su música. Y, ¿que hay de nuestros propios sueños, aquellos que dejamos a nuestra deriva?
Quizá, una vez, como en la película, alguien nos de la fuerza suficiente para perseguirlos.
La historia es muy sencilla. La puesta en escena es de una película indie, con apenas presupuesto. Los actores no son profesionales. Quizá por eso nos los creemos más, sobre todo a ella, tiene un toque encantador de ingenuidad. Y cuando cantan los dos juntos, la química traspasa la pantalla junto a las notas. y nos muestra también la vida de los inmigrantes en Dublín. Las canciones son imprescindibles para la historia, que va lenta, pero segura e inevitable, como dice la letra de una de ellas. Es una película que sabe emocionar sin caer en el drama, pese a que los personajes son dos solitarios que no han triunfado en su vida. Y eso que talento no les falta.
Son esta clase de películas las que hacen darte cuenta de los talentos tan desaprovechados que, a veces, nos da la vida y de los que estamos completamente rodeados. Ese artista en el metro, en la calle, que nunca pierde su magia, su tesón por sobrevivir con su música. Y, ¿que hay de nuestros propios sueños, aquellos que dejamos a nuestra deriva?
Quizá, una vez, como en la película, alguien nos de la fuerza suficiente para perseguirlos.
1 de abril de 2012
1 de abril de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su mayor éxito cinematográfico John Carney nos demostró que se puede hacer cine de una manera muy sencilla fascinando a público y crítica. Once (Una Vez) es ese tipo de películas que sin saber muy bien por qué recuerdas con una sonrisa cada cierto tiempo, porque con ella sólo hace falta un acorde para enamorarse de la historia de sus protagonistas.
Quizá para algunos Once sólo sea un simple musical, un vano intento con apariencia de documental que en verdad ni pincha ni corta en el subgénero; pero habrá quien la considere una pequeña joya infravalorada del cine independiente que sin adornos ni complicaciones logra hacernos creer en los sueños.
Once es adoración por la música, una película hecha con delicadeza y llena de bondad que se ve sólo una vez cada cierto tiempo y que cautiva casi sin querer. Es imposible verla sin enamorarse de sus líneas llenas de poesía, sin sentir su musicalidad artesanal, ésa que no necesita ningún momento adrenalínico para calar en el espectador. En todas partes hay una pequeña historia esperando para ser contada, la de un músico callejero con aspiraciones a profesional no parece la más original de todas, pero en Once lograron que dejásemos atrás esos prejuicios y construyeron por las calles dublinesas una historia de amor con la mejor banda sonora imaginable.
Once (Una Vez) es una película modesta pero con encanto, llena de carisma y muy inteligente, que sabe alternar la crisis personal y sentimental del dúo actoral con momentos musicales mágicos sin decaer ni desencajar. Un drama romántico auténtico cuyo visionado se convierte en una delicia desde que oímos a Markéta preguntar a Glen sobre sus letras de desamor.
Cada minuto de los 85 de Once están formados por pequeños pero valiosos detalles que combinados conforman una película llena de esperanza y pasión, por la música y por la vida. Y contemplar escenas con canciones como Leave o Lies de fondo, mientras disfrutamos de cómo la relación entre la pareja evoluciona, entre café y canción, entre sonrisa y charla, éso, no tiene precio.
Once devuelve las ganas de luchar por lo que uno desea y lo hace con tanta mesura que parece que ni ella misma lo pretendiera. Un paseo por Irlanda con la mejor melodía posible.
Quizá para algunos Once sólo sea un simple musical, un vano intento con apariencia de documental que en verdad ni pincha ni corta en el subgénero; pero habrá quien la considere una pequeña joya infravalorada del cine independiente que sin adornos ni complicaciones logra hacernos creer en los sueños.
Once es adoración por la música, una película hecha con delicadeza y llena de bondad que se ve sólo una vez cada cierto tiempo y que cautiva casi sin querer. Es imposible verla sin enamorarse de sus líneas llenas de poesía, sin sentir su musicalidad artesanal, ésa que no necesita ningún momento adrenalínico para calar en el espectador. En todas partes hay una pequeña historia esperando para ser contada, la de un músico callejero con aspiraciones a profesional no parece la más original de todas, pero en Once lograron que dejásemos atrás esos prejuicios y construyeron por las calles dublinesas una historia de amor con la mejor banda sonora imaginable.
Once (Una Vez) es una película modesta pero con encanto, llena de carisma y muy inteligente, que sabe alternar la crisis personal y sentimental del dúo actoral con momentos musicales mágicos sin decaer ni desencajar. Un drama romántico auténtico cuyo visionado se convierte en una delicia desde que oímos a Markéta preguntar a Glen sobre sus letras de desamor.
Cada minuto de los 85 de Once están formados por pequeños pero valiosos detalles que combinados conforman una película llena de esperanza y pasión, por la música y por la vida. Y contemplar escenas con canciones como Leave o Lies de fondo, mientras disfrutamos de cómo la relación entre la pareja evoluciona, entre café y canción, entre sonrisa y charla, éso, no tiene precio.
Once devuelve las ganas de luchar por lo que uno desea y lo hace con tanta mesura que parece que ni ella misma lo pretendiera. Un paseo por Irlanda con la mejor melodía posible.
27 de mayo de 2012
27 de mayo de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En vez de poner música a una historia, esta vez parece que es al revés. Es la historia la que surge a partir de una banda sonora sencilla pero agradable. Sobre música versa este entrañable cuento urbano donde dos personajes bastante logrados se escapan con sus melodías a los pequeños dramas personales que les ha tocado vivir. Bonita, dulce sin ser demasiado ñoña, y bien acabada. Difícil hacer más con menos.
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