Metallica: Some Kind of Monster

Vaya por delante que fan de Metallica no lo he sido jamás ni es mi estilo de música predilecto (la música electrónica es mi favorita). pero no tengo ningún problema en reconocer en que tienen canciones buenísimas como 'Nothing Else Matters', 'Master of Puppets', 'The Memory Remains' o 'Seek and Destroy'. ¿Tiene que ser eso un problema para que guste este documental? Para nada.

Lo que en un principio iba a ser un material promocional de su nuevo álbum por aquel entonces terminó siendo un plantel de terapia para la banda en el que el público es testigo de la crisis personal de James Hetfield o las tensiones internas entre los miembros; da mucho más juego este material que el que fuese simplemente un vídeo promocional y se sabe sacar ese potencial con salirse del esquema de entrevistas y retratar el día a día del proceso creativo del disco 'St. Anger' y sus rifirrafes hasta con el terapeuta contratado para sobrellevar la crisis (ojo a este tipo que llega un momento curioso donde no le necesitan más y se niega a irse).

No hay que ser fan de Metallica para que te guste este documental, si simplemente te gusta lo que se cuece entre bambalinas del mundo de la música será suficiente para darle una oportunidad y sacar conclusiones. No será la primera vez ni la última que un grupo pasa por dificultades, pero es de los pocos que ceden a que se vean en público las fricciones.

En todo garito heavy como Dios manda las tres frases más repetidas son:
1. Mira qué buena está esa zagala.
2. ¡Mierda! Otra vez me han vuelto a dar garrafón.
3. Si Cliff Burton levantara la cabeza…
Así que por 25 pesetas cada una, frases que siguen a “Si Cliff Burton levantara la cabeza…” y no vale decir “Los de Metallica no se cortarían el pelo”. Un dos tres, me la pela esta vez:

- Un disco tan bueno como St. Anger no sonaría a lata.
- Vago de Oz no se creerían “grandes”
- Blaze Baileys no sería jamás, nunca, nein, never, achtung, baish baish, cantante de Iron Maiden, ni Gary Cherokee de Van Halen.
- Load y Reload se reducirían a single y mini LP, respectivamente.
- Ritchie Whitemore no estaría haciendo músicas del bosque.
- Dave Chustaine no lloraría en público.
- ¡Oh! ¡Sí! Osbourne se retiraría ya.
- El Canciller no hubiera cerrado.
- Scorpitrons no harían el ridículo más espantoso con el disco “Eye II eye”.
- El logo de Metallica no se cambiaría por el de Mierdallica.
- David Cobraydale no lo dejaría con Tawny Kitaen, o por lo menos nos habría dejado probar a los demás.
- A mí no se me caería el pelo.
- Los de Al Qaeda no harían ataques biológicos con Anthrax, los harían con Europe.
- Pop Rock no sería el verdadero psicólogo de esta película, ni durante tantos años.
- No hubieran matado de un tiro al guitarrista de Portera.
- El primo de Bertín Osborne no saldría haciendo el bobo en Los Osbourne… y Genaro Simmons no le imitaría (¡Manda huevos!).
- No habría un grupo de viejas glorias arrastradas tocando por ahí llamados Porrón Rojo.
- El Far$a no tendría el triplete.
- El Excalibúr no estaría lleno de orcos que te tiran minis de cerveza encima (incluido el Dioni).
- Lars Ulrich no tendría cara de empanadilla.
- Rob Hellford no haría discos de bakalao.
- Quinn no hubiera hecho una gira con Paul Rodajas.
- Dream CIAter dejaría de ser una banda de “virtuosos” que se hacen pajas musicales.
- Extremochurro haría discos de verdad, no como la mierda que ha hecho después de “Agila”.
- Hey sí / Dí sí no harían siempre la misma canción.
- Hans and Rosa no se tirarían lustros para sacar una mierda de disco y Slasher no hubiera tocado con Jacko Wacko y Marteta Sánchez.
- Alaska no iría a conciertos de Monty Crue.
- Hetfield no se parecería a Brad Pritt... y ¡los de Metallica no se cortarían el pelo!.

Lo que tenía que ser un simple making of del disco "St Anger" se convirtió en un documental interesante por el hecho de que vivimos los acontecimientos en primera persona, nos convertimos en espectadores de lujo de todo lo que rodea a una de las bandas de rock más importantes del momento.
Lo realmente curioso del documental es que al contrario de lo que suele suceder en estos casos, el hilo argumental no se centra tanto en el proceso artístico, sino en las relaciones personales de los diferentes miembros del grupo. Ahí es quizás donde chirría un poco el asunto, ya que se quiere explotar demasiado los "trapos sucios" en detrimento de lo que nos interesa realmente a los seguidores de Metallica, que es su música. Aún así, el mal rollo y los problemas que tiene la banda nos sirven para darnos cuenta que más allá de las canciones, Metallica es un negocio, una empresa monumental que genera millones de dólares y, malos rollos aparte, hay que seguir alimentando la gallina de los huevos de oro, aunque entre ellos no se soporten.

Sobrevaloro el tratamiento de la figura (Metallica) en el documental, no porque me gusta la banda, si no por el aspecto de realidad que este refleja, tendemos hacer melodramas cuando nos referimos a este tipo de personalidades. La película denota poco trabajo pero no es forzado o fingido, en pocas palabras sencillo pero espontaneo, lo cual ocasiona que pierda mística la banda, asunto de vital envergadura.

Independientemente de mí opinión personal sobre el álbum St Anger con respecto a trabajos anteriores de la banda, las circunstancias fueron propicias para qué este resulte sugestivo ¡TICK-TICK-TOCK!. El documental contiene componentes importantes para los fans, como incursión hacia sus relaciones personales, su disputa en procedimientos creativos, el reencuentro con Dave Mustaine y su reacción.

Imperdible para seguidores empedernidos de la banda.

Este documental no trata sobre una banda de rock. Trata sobre el negocio que se genera alrededor y cómo lo corrompe todo, y cómo a pesar de ello la creación artística fluye.

Las dos cosas que más me han impresionado son (1) que en realidad ni son amigos ni se caen bien, son compañeros en una empresa y (2) la manera en la que se sientan a componer y cómo van tomando forma las canciones.

En relación con lo primero, tengo que decir que soy un gran fan de la banda, y que el retrato de los tres miembros originales es desolador. Lars es un ególatra desquiciado, coleccionista de arte (menudo Basquiat tenía el tío colgado en su casa), que sufre unas inseguridades en sus relaciones con los demás que resultan patéticas. James es un alcohólico que ha sufrido una vida dura, y no sabe querer ni ser querido. Y por último Kirk, que es para mí el más normal, actúa de bisagra entre ellos, esperando que su humildad les sirva de ejemplo a los otros dos.

En cuanto a lo segundo, a mí sí que me gusta el disco resultante de este documental, "St. Anger", y desde mi total desconocimiento del proceso compositivo, me quedo maravillado con cómo se generan las canciones, con un riff primero, unas estrofas cantadas y repetidas, que se van limando hasta formar los temas. Para los que han escuchado el disco, creo que resulta emocionante ver cómo va evolucionando cada tema hasta que se graba.