Lo que tenía que ser un simple making of del disco "St Anger" se convirtió en un documental interesante por el hecho de que vivimos los acontecimientos en primera persona, nos convertimos en espectadores de lujo de todo lo que rodea a una de las bandas de rock más importantes del momento.
Lo realmente curioso del documental es que al contrario de lo que suele suceder en estos casos, el hilo argumental no se centra tanto en el proceso artístico, sino en las relaciones personales de los diferentes miembros del grupo. Ahí es quizás donde chirría un poco el asunto, ya que se quiere explotar demasiado los "trapos sucios" en detrimento de lo que nos interesa realmente a los seguidores de Metallica, que es su música. Aún así, el mal rollo y los problemas que tiene la banda nos sirven para darnos cuenta que más allá de las canciones, Metallica es un negocio, una empresa monumental que genera millones de dólares y, malos rollos aparte, hay que seguir alimentando la gallina de los huevos de oro, aunque entre ellos no se soporten.