Buena película mexicana, que fue la triunfadora en su día de los máximos premios del cine mexicano.
Vista ahora, casi cuarenta años después de su rodaje, observo que no ha perdido sus virtudes.

Y es que sigue siendo inquietante, logrando crear mal rollo por mor de las maquinaciones de una de las niñas protagonistas, capaz de atemorizar a su "amiga" haciéndole creer que, en realidad, ella es una bruja.

El film está muy bien rodado, desde la sabia dirección de las niñas, estando soberbia la pequeña Ana Patricia Rojo, todavía en activo, hasta el tempo narrativo, que hace avanzar siempre por caminos seguros un argumento malsano, por más que, sobre todo al comienzo, todo sea de la forma más inocente posible.

Técnicamente impecable, con excelente fotografía de Guadalupe García, perfecto montaje de Carlos Savage y estupenda banda sonora de Carlos Jiménez Mabarak, muy bien orquestada.

Además de todo ello tiene elementos sobresalientes que le confieren un clímax logrado en todo momento, como el que a los personajes adultos casi siempre se les filma de espaldas, sin vérseles el rostro (salvo en un par de tomas).

En definitiva, que entretiene y convence en su exposición de unos hechos y situaciones que van in-crescendo, atrapando la atención del espectador.

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Entretenida y original GRACIAS.
Verónica presume que ella misma es una bruja ante su amiga más ingenua Flavia con una serie de circunstancias fortuitas para convencerla de que ha sido ella quien las ha provocado.

A los niños les cuesta ver la diferencia entre el mundo real y fantástico y aquí es donde está la gracia de toda la historia que narra.
Además de la ambientación y planos donde los adultos no aparecen, solo de espaldas, o sombras para acrecentar el mundo infantil y su punto de vista.
Bien narrada, bien guionizada y entretenida.

Lo mejor: Ese plano final del fuego.
Lo peor: Algo exageradas las actuaciones de las niñas.

Sencillo, correcto, pausado, misterioso, enigmático, poético, denso, pasajero, infantil, limitado y arriesgado relato en el que se presenta y desarrolla una historia de los misterios relacionados con el mundo de la brujería, desde la atenta mirada de dos niñas que juegan con las ideas y leyendas que se cuentan.
Veneno para las hadas, queda como un relato delicado sobre la infancia y la inocencia que progresivamente va derivando hacía una naturaleza más contundente y salvaje.
Tiene muchos instantes de relleno con música preciosista acompañando los juegos de las niñas, haciendo que caiga en la reiteración de ideas y situaciones, restando valores positivos al conjunto del relato.
No me ha llegado a hechizar y me atrevería a decir que es un veneno para las hadas, desfasado y caducado, puesto que no se consigue jugar con el terror y encima se hace soporífera.
La relación y vínculos de amistad establecidos entre las dos niñas, se antojan forzados y poco interesantes.
En resumidas cuentas, Veneno para las hadas queda como un producto que no me convenció.