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La mujer del chatarrero

Drama Senada, la madre de una familia gitana que vive de la chatarra, comienza un día a sangrar y a tener fuertes dolores en el estómago. En el hospital le comunican que ha tenido un aborto espontáneo, y le recomiendan una urgente intervención quirúrgica, pero al carecer de cobertura sanitaria, no puede ser atendida. Su marido, Nazif, tratará de encontrar durante esos días más chatarra para vender, y lograr los 500 euros que cuesta la operación. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
16 de junio de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 2001 un desconocido documentalista de guerra dirige su primer filme, del que también es autor del guión: la ácida comedia negra, muy al paso del primer Kusturica, y crítica visceral a la guerra “En tierra de nadie”. La cinta, que sorprendió a propios y extraños, se alzó con numerosos premios y nominaciones, entre los primeros el Oscar y el Globo de Oro a la mejor película en lengua extranjera. El director se llama Danis Tanovic, y el año pasado volvió a enamorar a crítica y público en la Berlinale con la más redonda y metódica “La mujer del chatarrero”.

En la mejor línea del cinéma vérité que alcanzó su auge en la década de los años 60 junto con el Free Cinema británico y evidente heredero del estilo de Varda, el director bosnio nos regala un poderoso docudrama que deja a la altura de la suela de una alpargata los últimos resquicios del cine social del otrora ejemplar Ken Loach. El título original, “Un episodio en la vida de un chatarrero”, es mucho más eficiente y práctico a la hora de hacer visible lo que Tanovic quiere que presenciemos y seamos testigos de primer orden, pues de eso se trata, de la ausencia de superficialidades y de derrumbar castillos cámara en mano y renunciando en el montaje a cortar secuencias elocuentes que nos hacen formar parte directa de lo que narra: la mirada espontánea del niño a la cámara, algún choque fortuito... El episodio del que somos testigos es el aborto natural de la mujer de un chatarrero, Nazif, un gitano de pura cepa cuya interpretación recibió el Oso de Plata al mejor actor, que tiene que soportar las más arduas injusticias y desprenderse hasta de lo necesario para poder operarla, pues no tienen Seguro médico. Tras recibir el premio, acompañado de su esposa Senada, partenaire en el filme de Tanovic, este hombre humilde que vive en un campo de refugiados y al que Alemania ha negado el asilo político tan sólo acertó a decir: “dejaré de ser pobre y podré tener una vida mejor para que mis hijos puedan estudiar y yo pueda pagar un seguro médico para toda la familia”. Fue humo. Y es que lo más inaudito de este terrible drama humano es que los hechos que cuenta se basan a pie juntillas en un suceso real, un episodio común en la vida monótona de este auténtico chatarrero, que en la primera y última escena del filme va a por leña como si nada hubiera pasado, consciente de que aún restan muchas batallas que luchar.

Una película solidaria, justa, equilibrada, de una compleja y difícil austeridad que jamás se acerca a la lágrima fácil ni a ese sentimentalismo tan de Hollywood que aleja al espectador de la realidad. Necesaria, para todos, y de manera esencial para quienes creen que todo funciona en perfecto equilibrio desde su torre de marfil. Un uppercut directo a la mandíbula, que atrae la esperanza y la gloria de que, como demuestran los vecinos de Nazif y Senada del campamento, no es necesario tener de sobra para ser solidario; lo único preciso es la dignidad del ser humano, que trata al otro con la espontaneidad de saber que necesita ayuda.
poverello
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9 de noviembre de 2013
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Hay películas cuya función u objetivo es no permitir la interacción entre ella misma y su público, busca aislarlo de forma consciente para que no participe de su discurso y pueda valorar las imágenes y su historia desde su específica posición. No todas las películas, ya sea por temática o simplemente por nacionalidad, deben ser tratadas de la misma manera, pues la presentación de mundos ajenos al nuestro las pueden hacer distantes, remotas, en algunos casos incomprensibles. Y eso está bien. Porque nosotros, en nuestra posición acomodada (sobre todo en comparación con los protagonistas de la película), no tenemos porque entender el drama de una familia de gitanos cuyo único sustento es la venta de chatarra y para los que tener luz ya es todo un acontecimiento. Como tampoco son fáciles de comprender las tribulaciones de Barry Lindon en Barry Lyndon (Stanley Kubrick, 1975), de los mutantes de X-Men en X-Men: First Class (Matthew Vaughn, 2011), así como el mundo frío y tecnológico de Blade Runner (Ridley Scott, 1982). Son entornos extremadamente diferentes al nuestro, contextos que jamás hemos poblado y que requieren un esfuerzo extra de comprensión mental. Por eso, lo importante y lo primordial en una película siempre serán los personajes. No importa cuantos años pasen y lo que avance la tecnología cinematográfica. Su drama será eternamente el nuestro. Su deambular por ámbitos extraños no importa tanto como el tratamiento de su personalidad y su sufrimiento, un elemento común para todos los mortales. Danis Tanovic busca esto mismo con Epizoda u zivotu beraca zeljeza porque sabe que su propuesta no es universal, sino que sus bases están enraizadas en un país y una situación muy concreta. Es por ello que el director bosnio, acertadamente, elige contar su historia utilizando un estilo documental ficcionado minimamente que consiste en dar algunas directrices básicas a sus actores no profesionales. La cámara capta la asombrosa naturalidad de los personajes con la misma precisión de la que hacen gala los documentales de animales o de naturaleza. Nazif, Senada y el resto se mueven lentamente de un lado para otro buscando la solución a su problema, hablando lo justo y necesario, ejerciendo sus labores con una dignidad fascinante. El crudo realismo de sus acciones y las furtivas miradas a cámara de las niñas pequeñas consiguen lograr una cohesión chocante, pareciendo que los observados somos nosotros y no ellos. La película nos presenta el día a día de Nazif Mujic primero y de Senada Alimanovic y las niñas después. Son pobres, viven en condiciones penosas y su objetivo es simplemente sobrevivir. Ambos saben donde reside la verdad de su vida, la importancia de su existencia:el interior. No me refiero a patrañas como el interior del alma humana. Esta película no va de eso. Sino de, literalmente, el interior de la cosas. La leña extraída de los árboles, la chatarra de los coches, los motores de los vehículos que sirven para alumbrar su casa tras un corte de luz, etc. No hay lugar para el artificio ni la imagen vacía. Aquí nada sobra, todo es útil para respirar un día más. El reciclaje cobra un nuevo sentido, las necesidades reales y el valor de lo práctico alcanzan cotas de cuantía extrema.

Epizoda u zivotu beraca zeljeza es precisamente eso, un episodio en la vida de un chatarrero. Ni más, ni menos. Es un retrato del que cada uno puede sacar las conclusiones que quiera, a pesar de que Tanovic construye un par de momentos algo maniqueos y ligeramente forzados, cuya sutileza y cuidado verismo se diluye brevemente en favor de una denuncia social fácil que no hacía falta, pues las imágenes son tan clarividentes como expresan los ojos de los protagonistas. El film, como buen retrato, permite algunas reflexiones sobre la sanidad, la burocracia o el papel de los desamparados por la sociedad. Pero particularmente, lo que más me ha llamado la atención de la cinta es la actitud honesta y honorable de Nazif, amigos y hermanos. Nadie roba en esa comunidad. Nadie. Todos son prácticamente mendigos, pero en ningún momento se plantean la idea de dar un golpe, caer en la delincuencia, beneficiarse del daño a otras personas. No. Ni siquiera cuando Nazif requiere urgentemente una considerable cantidad de dinero para operar a su esposa. Se buscan la vida. Se ayudan entre ellos, como la comunidad que son, venden su piel si hace falta, pero algo tan típico de otras producciones sobre los bajos fondos como es la criminalidad, aquí ni se plantea.

Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jlamotta
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27 de febrero de 2014
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El director Bosnio Danis Tanovic consiguió el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, con su primer largometraje. Han pasado 12 años desde ese acontecimiento y " La mujer del chatarrero " es su quinta película (además de dirigir una historia de la película 11 de Septiembre). La película que le dio a conocer a nivel mundial conjugaba muy bien el entretenimiento con la crudeza de la guerra. Es la típica película amable, adecuada para adentrarse en Hollywood. Su cine se ha estancado y sin haber visto su anterior película " Cirkus Columbia " , las otras no están al nivel de lo que prometía en sus inicios.
Con esta película retorna a su país, para hacer una historia intimista, basada en un hecho real. Una pequeña historia sobre la búsqueda de la supervivencia de una familia con pocos recursos económicos. Su día a día está muy bien contado, pero en sus inicios llega a aburrir. A partir de la media hora se sale de la rutina para contarnos una situación bastante dura, y lo hace de forma muy fidedigna. La cámara cercana a los personajes, pero sin excederse, permite la identificación con el sufrimiento de esta familia sin recursos.
La duración tan corta es otro acierto, porque al final conocemos lo necesario sin quedar nada sin resolver. Esa historia sucede en Bosnia, pero se puede extrapolar a cualquier localidad o región en el mundo en donde la gente no tenga dinero suficiente para solucionar todos los problemas. El dinero lo da casi todo, y una imagen de las fábricas cercanas a los protagonistas contrasta con esa zona de tanta pobreza. En las grandes ciudades también hay un gran contraste entre unas zonas y otras. Simplemente hay que coger un vehículo y pasar por los extrarradios. En la vida hay unas prioridades y la principal es la salud.
El protagonista ganó el premio en el festival de Berlín de 2013. Ambos están bien, pero las actuaciones en este tipo de películas son difíciles de medir. Por lo menos lo hacen de forma natural, lo que aporta mucha credibilidad.
La historia tiene un gran final, que llega en el momento justo. Cuesta un poco entrar en la historia por su lentitud inicial, en donde parece que la película no avanza. Se agradece esa situación que nos levanta del letargo con una segunda mitad bastante transgresora.
Recomiendo la película a las personas que les guste el cine europeo lento, pero cercano a la realidad.
Aquellos que busquen una película entretenida hay otras películas más adecuadas en la cartelera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
WILLY74
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3 de febrero de 2021
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Rodada cámara al hombro. Escenarios naturales. Presupuesto de risa. Sencillez de planteamientos.
Cuesta un poco en arrancar. La trama es lineal.
Mención especial a su actor protagonista. El chatarrero. Brillante y contenida interpretación. Nazif Mujic. Muerto con tan solo 48 años de diabetes.
Filmada en Lukavac, Bosnia Herzegovina.
El estilo es sobrio, sin alardes técnicos, ni de puesta en escena.
Logra enternecer. Por su honestidad narrativa, Me encantó el final.
Sabe dosificar el suspense con habilidad.
Me recordó en algunos momentos, visualmente. A la excelente película Rumana. "4 meses, 3 semanas, 2 días".
Aunque la de Cristian Mungiu, tiene un mejor acabado y está mucho más pulida visual y narrativamente.
La de Tanovic. Denuncia la precariedad sanitaria y deshumanización.
Zappianin
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21 de febrero de 2014
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La idea original era hacer un documental.
Está hecho con muy poco dinero y siguiendo los elementos del cine neorrealista italiano.
Pero ello no debería ser obstaculo para que la narración tuviera más fuerza. La considero una película fallida, al margen de la dureza de lo que cuenta.
floro
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