Horizontes perdidos
7.4
3,863
Aventuras. Fantástico. Drama
Año 1935. Varios pasajeros, entre los que se encuentra un joven diplomático inglés, sobreviven a un accidente aéreo en el Himalaya. Cuando creen que la muerte es inevitable, son rescatados por los habitantes de Shangri-La, una idílica y utópica comunidad que vive oculta en el Tíbet. Mientras la Guerra Mundial amenaza al mundo, ellos descubrirán un lugar donde la gente es feliz y no envejece.
3 de febrero de 2010
3 de febrero de 2010
22 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Capra, ¿qué te proponías? ¿Hacer una simple película de aventuras o hacer una crítica a la cultura occidental?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Si pretendías divertirnos pues lo hiciste a medias. Por lo menos a mí me aburriste un poco. La escena del avión, al principio del todo, me pareció bastante dolorosa. Con un sentido del humor absurdo para la situación, con unos pasajeros secuestrados y soltando perlas graciosas. La reacción cuando se enteran de que ese vuelo no se dirige a donde pensaban también es un poco ilógica y sonrojante. Además de lo poco que dura la parte en la que tienen que sobrevivir en la nieve, un suspiro. En cuanto se estrellan los rescatan y ya me empieza a olerme a cuerno quemado.
Si pretendías hacer una crítica a la cultura occidental lo hiciste de una manera penosa. Me quedo indeciso. Por una parte el pueblo es gobernado por personas que no comercian, entre otras cosas, aislados pero que, sorprendentemente se han leído todos los libros de nuestro protagonista y son perfectos sabedores de la forma de vivir y las costumbres del mundo exterior. Sus palacios lujosos son todo derroche.
Empiezas a ver comportamientos americanos en los habitantes y me vuelve a venir ese olor...
Pero el colmo es cuando me entero de que Bob ha sido llevado allí para que salve al pueblo, para que consiga que esa forma de vida siga sobreviviendo. Esa forma de vida pura y maravillosa tiene que ser salvada por un hombre corrompido por el mundo moderno y las costumbres superficiales, alguién que está acostumbrado a vivir entre políticos, ¡UN POLÍTICO!
Yo me quedo con cara rara y se me quitan las ganas de escribir.
Si pretendías hacer una crítica a la cultura occidental lo hiciste de una manera penosa. Me quedo indeciso. Por una parte el pueblo es gobernado por personas que no comercian, entre otras cosas, aislados pero que, sorprendentemente se han leído todos los libros de nuestro protagonista y son perfectos sabedores de la forma de vivir y las costumbres del mundo exterior. Sus palacios lujosos son todo derroche.
Empiezas a ver comportamientos americanos en los habitantes y me vuelve a venir ese olor...
Pero el colmo es cuando me entero de que Bob ha sido llevado allí para que salve al pueblo, para que consiga que esa forma de vida siga sobreviviendo. Esa forma de vida pura y maravillosa tiene que ser salvada por un hombre corrompido por el mundo moderno y las costumbres superficiales, alguién que está acostumbrado a vivir entre políticos, ¡UN POLÍTICO!
Yo me quedo con cara rara y se me quitan las ganas de escribir.
20 de octubre de 2014
20 de octubre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El guionista Robert Riskin y el cineasta Frank Capra formaron un gran tándem durante los años treinta, creando con su talento un puñado de obras maestras para la Columbia. Una de ellas es “Horizontes perdidos”, adaptación de una novela de James Hilton en la que Capra estaba interesado especialmente. No es extraño que la filmara: el cineasta encontró en el carácter fabulesco y utópico de la novela de Hilton una atractiva base para poder plasmar una vez más su visión del mundo, proclamando el valor de la ética personal y la necesidad de una armónica convivencia entre los seres humanos. Durante ese tiempo convulso previo al gran conflicto bélico que se avecinaba, Capra y su guionista aportaban su granito de arena desde una posición humanista, al entendimiento entre los hombres, mientras Hitler preparaba la maquinaria bélica al asalto de Europa.
La historia que narra comienza el diez de Marzo de 1935. Robert Conway (Ronald Colman), militar y diplomático con aspiraciones políticas controla la evacuación de ciudadanos europeos en Baskul, una ciudad china bajo los efectos de la revolución, en el último avión Robert huye en compañía de su hermano George (John Howard), Henry (Thomas Mitchel), un industrial buscado por la policía, Alexander (Edward Everet Horton), paleontólogo británico y una mujer desahuciada por los médicos, Gloria (Isabel Jewel). Pero el avión no les lleva a Shanghai sino al Tibet, después de un aterrizaje de emergencia, donde muere el piloto y son rescatados por un grupo de personas al frente de las cuales va un tal Chang (H. B. Warner), quien les conduce al valle de Shangri-La, un monasterio aislado entre las montañas del Himalaya, cuyos habitantes viven una existencia apacible diferente al resto del mundo.
El monasterio es un refugio contra la maldad exterior y las sombras que amenazan a la humanidad, fundado hace más de 200 años por un misionero belga (Sam Jaffe), que aún vive. Sus pobladores alcanzan una edad muy avanzada, se trata de un lugar en el que casi se ve realizada la más vieja utopía del ser humano: la búsqueda de la eterna juventud. Esa vida longeva, se sugiere que es debido a la ausencia de esos males comunes que afectan a nuestra sociedad: el destierro de la codicia, de la violencia y la ambición, además de unas ciertas condiciones naturales del lugar. La estancia afecta favorablemente a todos los recién llegados, excepto al hermano de Robert, que se siente enjaulado y desea volver a la civilización.
El film se centra principalmente en los efectos que el lugar produce sobre Robert, el personaje mejor dibujado, el más completo, el que es descrito desde el principio como líder. El que tiene una filosofía más cercana al lugar. Robert, igual que los héroes de la mitología antigua, deberá superar ciertas pruebas para encontrar el camino de la tierra prometida, pues la película – una gran producción con una dirección artística excepcional para la época –, tiene algo, a la vez, de mística y mitológica. Frank Capra, el gran fabulador nos seduce una vez más con un film emotivo e inolvidable.
La historia que narra comienza el diez de Marzo de 1935. Robert Conway (Ronald Colman), militar y diplomático con aspiraciones políticas controla la evacuación de ciudadanos europeos en Baskul, una ciudad china bajo los efectos de la revolución, en el último avión Robert huye en compañía de su hermano George (John Howard), Henry (Thomas Mitchel), un industrial buscado por la policía, Alexander (Edward Everet Horton), paleontólogo británico y una mujer desahuciada por los médicos, Gloria (Isabel Jewel). Pero el avión no les lleva a Shanghai sino al Tibet, después de un aterrizaje de emergencia, donde muere el piloto y son rescatados por un grupo de personas al frente de las cuales va un tal Chang (H. B. Warner), quien les conduce al valle de Shangri-La, un monasterio aislado entre las montañas del Himalaya, cuyos habitantes viven una existencia apacible diferente al resto del mundo.
El monasterio es un refugio contra la maldad exterior y las sombras que amenazan a la humanidad, fundado hace más de 200 años por un misionero belga (Sam Jaffe), que aún vive. Sus pobladores alcanzan una edad muy avanzada, se trata de un lugar en el que casi se ve realizada la más vieja utopía del ser humano: la búsqueda de la eterna juventud. Esa vida longeva, se sugiere que es debido a la ausencia de esos males comunes que afectan a nuestra sociedad: el destierro de la codicia, de la violencia y la ambición, además de unas ciertas condiciones naturales del lugar. La estancia afecta favorablemente a todos los recién llegados, excepto al hermano de Robert, que se siente enjaulado y desea volver a la civilización.
El film se centra principalmente en los efectos que el lugar produce sobre Robert, el personaje mejor dibujado, el más completo, el que es descrito desde el principio como líder. El que tiene una filosofía más cercana al lugar. Robert, igual que los héroes de la mitología antigua, deberá superar ciertas pruebas para encontrar el camino de la tierra prometida, pues la película – una gran producción con una dirección artística excepcional para la época –, tiene algo, a la vez, de mística y mitológica. Frank Capra, el gran fabulador nos seduce una vez más con un film emotivo e inolvidable.
3 de julio de 2012
3 de julio de 2012
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shangri-la, Utopía,... lugares idealizados para reflejar a lo que puede llegar la humanidad con lo mejor de si misma. Horizontes Perdidos es un clásico de los años 30, previo a una Guerra Mundial en ciernes y espantosamente inevitable, y en la que Frank Capra quiso dar rienda suelta a lo que podría ser la humanidad si desaje su belicosidad a un lado. Homenajeada por "Indiana Jones y el Templo maldito" en su arranque con la escena de China y el avión, descubrimos un paraíso en el que la gente envejece muy lentamente y donde se puede hallar la paz de espiritu y pensar en lograr el equilibrio en el mundo.
Shangri-la no es un monasterio tibetano al uso, es una delicia en un exótico art-decó. La huida del paraiso, como Adán y Eva, aunque sin ser expulsados, lleva la desgracia a sus protagonistas, aunque, por suerte, para uno de ellos hay una segunda oportunidad, aunque no la hubo para la humanidad. Dos años después se inició la Segunda Guerra Mundial.
Shangri-la no es un monasterio tibetano al uso, es una delicia en un exótico art-decó. La huida del paraiso, como Adán y Eva, aunque sin ser expulsados, lleva la desgracia a sus protagonistas, aunque, por suerte, para uno de ellos hay una segunda oportunidad, aunque no la hubo para la humanidad. Dos años después se inició la Segunda Guerra Mundial.
8 de marzo de 2008
8 de marzo de 2008
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hola, es una película que habla sobre un mundo ideal. Allí en ese lugar llamada Shangri-La, no existe la envidia, ni la codicia, ni los crímenes, el secreto de la felicidad de la gente que habita allí es la moderación. Habla del Tíbet y de los Lamas. Transmite valores humanos, la esencia del ser humano, su espiritualidad. En la fecha en que se hizo el mundo estaba dividido en dos bloques enemigos listos para la guerra. Me gusta este director, porque consigue transmitir las virtudes del ser humano. Es un idealista con éxito. Saludos.
18 de junio de 2006
18 de junio de 2006
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shangri-Lá, la Utopía, un lugar aislado, no por el mar en este caso sino por las montañas y la nieve, un valle fértil, en el Tibet. Una población fundada y regida por un sacerdote cristiano venido del "mundo exterior" que avisora la destrucción de ese mundo y quiere preservar el lugar y su paz y felicidad bucólica por medio de una filosofía de la "moderación" (Lo que Buda llamaría "Camino del Medio"). Todo muy bien, pero no tiene mejor idea este longevo "Gran Lama" que, para conseguir un sucesor adecuado, secuestrar impunemente a personas de ese "terrible" mundo exterior. (¿Se supone que nadie se dará cuenta de que esto es una distorsión ideológica de la "moderación"?). Felizmente, entretanto, en el lugar hay chicas lindas, blancas y al estilo americano, mejor aún, al estilo del cine americano de la época, y vestidas por igual, y casas americanas, imponentes, de gran lujo. Les diré que me he reído mucho de estas tonterías. Pero se establece una duda para los protagonistas: ¿es todo esto verdad, o cuento chino? ¿Existe Shangri-Lá, utópica, y sus habitantes son realmente longevos? Se llega a una conclusión, descubran si es posible lo que en el fondo pudo haber sido la idea del "sueño americano", extrapolado. Para ver, revela cómo se hacía cine en el 37 y, tal vez, para qué.
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