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Bob el jugador

Cine negro Bob es un viejo gánster y un jugador empedernido que está casi a punto de arruinarse. Entonces, a pesar de las advertencias de sus amigos, decide atracar el casino de Dauville. Todo está planeado a la perfección, pero la policía está informada del atraco. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
10 de junio de 2021
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarta película de Jean Pierre Melville, que realiza su primera incursión en el cine negro francés, con gran maestría, que luego irá perfilando hasta convertirse en un especialista como atestiguan “Círculo rojo” y “El silencio de un hombre”.

Según sus palabras, esta película constituye “una carta de amor a París”. Efectivamente, hay localizaciones reales de Montmarte, la basílica del Sacré Cour, un París de los 50 de personajes que se mueven en clubes, en el ambiente nocturno, en el mundo de las apuestas, con más sombras que luces.
El protagonista es un bestial Roger Duchesne, Bob, un ex-convicto, noble, elegante, y con cierto punto de atractivo, pero ludópata a morir, que siempre busca la suerte que no le sonríe. Se niega a seguir los pasos de su madre, “limpiaba escaleras de rodillas”.
Es respetado en su mundillo y a pesar de que se mueve al margen de la ley, tiene unos estrictos códigos morales. Quizá por ello cuando aparece Anna (impresionante belleza la de Isabelle Corey), una especie de joven femme fatale, decide ejercer de figura paternal en lugar de amante. Esta actriz hizo aquí su debut, un descubrimiento de Melville.

Decididamente, creo que uno de los puntos claves de la riqueza de esta película es la interpretación de Roger Duchesne, la fuerza y la firmeza que imprime, quizá fruto de una historia personal muy controvertida, se sospecha de colaboración nazi, y jugador como Bob.

Melville es un maestro creando atmósferas, nos sugiere la decadencia de ese ambiente. El universo “melvilliano” es inconfundible, sequedad, personajes lacónicos, puesta en escena sin artificios… el destino, la fatalidad. A pesar de ello, o quizás por ello, consigue que sintamos fascinación por Bob, y le sigamos en cada paso que da. Es un personaje al que no le van las medias tintas, de doble o nada.

Y luego está el desarrollo de la trama, la preparación del golpe, cómo va reclutando al equipo: un mecenas, especialista en cajas fuertes o los gangsters. No faltan los giros de guión, aunque se le achaca un final suavizado.
El aspecto técnico es igualmente intachable, un blanco y negro estupendo, una fotografía con momentos expresionistas, y una duración totalmente acertada, unos 100 minutos, que apenas se pasan volando. En definitiva, una obra maestra del cine francés. Gran Melville.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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22 de junio de 2008
18 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
150/20(21/06/08) Cine negro en estado puro. Atracos, partidas de pocker, femmes fatales, traiciones, tiroteos, traiciones, personajes que llevan tatuado su destino de perdedores, es cine negro. El protagonista Roger Duschene realiza un trabajo excepcional, imprimiendo el caracter que el personaje requería, tiene una presencia poderosa, llena la pantalla, se mueve como pez en el agua en la noche parisina, está inmenso. Destacable la presencia turbadora de la belleza de Isabelle Corey encarnando a una maravillosa mujer fatal. El guión recuerda muchísimo a la portentosa "Rififi", también francesa, no resulta muy original y el final es demasiado blando, le falta la valentía del film de Dassin, con su final épico. La fotografía es un gran acierto, retratando los bajos fondos brillantemente. Recomendable a amantes del género. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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2 de julio de 2020
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jean Pierre Melville es uno de los directores más infravalorados del mundo. La mayoría de sus películas son soberbias, ese cine negro francés clásico que nada tiene que envidiar al americano del que Melville es el máximo exponente. Supo retratar como nadie esos gánsters de poca monta, ese inframundo parisino de los bajos fondos donde se mezclan canallas de todo tipo, aunque siempre con ese aura de amistad y lealtad que le daba a sus personajes el genio francés. Un claro ejemplo de ello es Bob el jugador (1956).

En esta ocasión, Melville nos retrata la vida de Bob, un viejo jugador al que todos respetan y admiran porque tiene los valores y principios de la vieja escuela. Se pasa todas las noches jugando a las cartas, a los dados o a cualquier juego que le haga ganar dinero. Esas primeras escenas de la película cuando ya amaneciendo se va a la cama mientras el resto de la ciudad se despierta son sublimes.

Una mala racha hace que Bob tome la decisión de robar un casino junto con su pandilla de siempre, aunque esa decisión acarreará graves consecuencias. Realmente, creo que a Melville tampoco le interesaba mucho el final, ni siquiera los preparativos para el golpe, sino simplemente sumergir al espectador en el entorno de Bob, en ese submundo de delincuentes comunes, de gente que se intenta ganar la vida en una postguerra que fue muy dura en Francia. En realidad nos genera simpatía el mundo de la noche, lo aceptamos como lo acepta Bob, es parte de su vida, no conoce otra cosa.

Película muy recomendable si os gusta el género de gánsters y cine negro, pero en general toda la filmografía de Melville, si no lo conocéis tenéis trabajo por delante para descubrir verdaderas joyas.
Bermu
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18 de enero de 2022
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todavía no había conseguido Melville ese tono suyo tan singular que consigue en obras posteriores, aunque es evidente que sus intereses ya estaban incipientemente creados. El hampa, los atracos, la música de jazz, los perdedores recalcitrantes, aquellos que tienen el destino escrito en las arrugas de la cara, los policías de dudosa moral y algo de arrojo para emprender caminos oscuros para conseguir aquello que podrían conseguir con tiempo, dedicación y trabajo.
Tiene más diálogos que los posteriores 'polares', y un aire de ligereza, al menos al comienzo de la película, que no tienen otras obras posteriores. La música a veces se inmiscuye en demasía en los diálogos, haciendo complicado su seguimiento.
En la segunda mitad, una hora aproximadamente, la película empieza a virar hacia terrenos más dramáticos, abandonando ese aire de juego que rodea la presentación de la vida de Bod.
El actor principal es Roger Duchesne, con un pelo blanco muy característico de los vividores franceses con estilo y determinación. Un señor de toda la vida.
ÁAD
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13 de abril de 2010
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy muy de acuerdo con la crítica de Tom Reagan, a mi el final me dejó un poco frio.
No obstante me quedo con las bellas imágenes de ese Paris trasnochado en blanco y negro.
Lugar por el que se mueve con soltura y aplomo el protagonista, Bob apodado el jugador no sin razón ya que el juego y las apuestas son el motor de su vida. Cansado de su mala racha de suerte con el juego, decide dar el último golpe de su vida sabiendo que la cárcel esta vez, a su edad será su lápida.
Destaca el riguroso código moral de Bob, amable y desinteresado con sus allegados, sobre todo con su protegido e incluso con el policía que trata de cazarlo, un personaje que destila integridad entre la basura nocturna del bohemio Barrio de Montmartre.
En definitiva una película ideal si te has pegado una sobredosis de Nouvelle Vague y necesitas una historia un poco más clásica y de calidad.
Ezequiel 25 17
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