The Girlfriend Experience
2009 

5.0
3,586
12 de febrero de 2011
12 de febrero de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Docudrama de Steven Soderberg sobre la vida de una acompañante de alto standing que a modo de diario nos relata el día a día de su especializada profesión. Utiliza para acercarnos al entorno de esta azafata de altos vuelos y al de sus adinerados clientes, a una jovencísima estrella del cine porno (Sasha Grey) que, posiblemente por su trabajo habitual, asume con naturalidad al personaje que interpreta en este falso documental del director estadounidense de ascendencia sueca.
El descanso de estos guerreros, los aventajados en el campo de las finanzas y la sacrosanta especulación, no son, contra lo que políticamente defienden la mayoría: su señora y los retoños; si no muchachas en flor que brotan en los catálogos que las propias criaturas de abultada minuta, o sus representantes, cuelgan en internet. Eso sí, todo barnizado de discreción, pulcritud, dólares y marcas anti-pirateo.
Es original el enfoque y el retrato de los ricos sin alma, aunque lo único que acaba destacando y justificando la película es la aparición en ese mundo obsceno, cibernético, hipócrita y práctico, de los sentimiento; aunque sólo se refiera a los celos que siente la pareja protagonista (Chelsea y Chris). Ellos, los novios que juegan a creerse seres sin prejuicios, convencidos de que sus respectivos trabajos no influirán en su cálida relación, acabarán sabiendo que los 10.000 dólares por noche o los 2.000 por hora les hacen pagar un tributo tan alto que es difícil que el amor anide en tales cumbres.
El descanso de estos guerreros, los aventajados en el campo de las finanzas y la sacrosanta especulación, no son, contra lo que políticamente defienden la mayoría: su señora y los retoños; si no muchachas en flor que brotan en los catálogos que las propias criaturas de abultada minuta, o sus representantes, cuelgan en internet. Eso sí, todo barnizado de discreción, pulcritud, dólares y marcas anti-pirateo.
Es original el enfoque y el retrato de los ricos sin alma, aunque lo único que acaba destacando y justificando la película es la aparición en ese mundo obsceno, cibernético, hipócrita y práctico, de los sentimiento; aunque sólo se refiera a los celos que siente la pareja protagonista (Chelsea y Chris). Ellos, los novios que juegan a creerse seres sin prejuicios, convencidos de que sus respectivos trabajos no influirán en su cálida relación, acabarán sabiendo que los 10.000 dólares por noche o los 2.000 por hora les hacen pagar un tributo tan alto que es difícil que el amor anide en tales cumbres.
5 de noviembre de 2009
5 de noviembre de 2009
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Francamente, no es una peli que vaya a gustar a muchos. Ni siquiera sé si me ha gustado a mí. Más que una peli yo lo veo como un documental con actuaciones. A ratos aburrida, a ratos bastante buena, da la impresión de que se quedan muchas cosas en el tintero, este tema daba para más y no entiendo la escasa duración del film. Lo bueno que tiene es que enseña que la prostitución, sobretodo de lujo, es más que chingar o hacer guarradas en grandes apartamentos después de tomarse una copa de más de 50 pavos.
Además, pese a tener como protagonista a una actriz porno real, esta película no cae en lo chabacano y en lo fácil: tetas, culos y perversiones explícitas. Soderbergh ha estado elegante ahí y además sigue demostrando que, pese a que veces se le va la olla, sabe cómo se dirige y se monta una película. En esta ocasión planos abiertos y alejados, sólo reducidos para mostrar los escasos sentimientos de Chelsea. Y ahí está el problema. Una historia simple en la que no se profundiza como se debería. En cambio se habla de economía y varias cosas más que no vienen al caso.
Sasha Grey por cierto, ha demostrado que sabe actuar vestida y, sin ser una maravilla, lo hace bien.
En definitiva, es una peli interesante, pero entenderé perfectamente a los que pienses que es un peñazo. Aviso a los pajilleros que ya se estaban frotando las manos (nunca mejor dicho) con esta cinta: os decepcionará.
Además, pese a tener como protagonista a una actriz porno real, esta película no cae en lo chabacano y en lo fácil: tetas, culos y perversiones explícitas. Soderbergh ha estado elegante ahí y además sigue demostrando que, pese a que veces se le va la olla, sabe cómo se dirige y se monta una película. En esta ocasión planos abiertos y alejados, sólo reducidos para mostrar los escasos sentimientos de Chelsea. Y ahí está el problema. Una historia simple en la que no se profundiza como se debería. En cambio se habla de economía y varias cosas más que no vienen al caso.
Sasha Grey por cierto, ha demostrado que sabe actuar vestida y, sin ser una maravilla, lo hace bien.
En definitiva, es una peli interesante, pero entenderé perfectamente a los que pienses que es un peñazo. Aviso a los pajilleros que ya se estaban frotando las manos (nunca mejor dicho) con esta cinta: os decepcionará.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Buena escena final, lo cual no quiere decir buen final.
3 de agosto de 2010
3 de agosto de 2010
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soderbergh se ha cargado la oportunidad de su vida, la de hacer la película sobre la prostitución definitiva, y además con cuatro duros. Pero almenos nos descubre a una estrella, la actriz porno Sasha Grey (ahora en Entourage, cómo la novia de Vince).
La cinta podría haber sido mejor, si hubiera apostado por darle todo el protagonismoa a Chelsea (la prostituta), y obviar la vida de su novio, porque aparte de que esté con ella, no nos interesa nada más de él, la cinta sólo es interesante cuando ella está en pantalla, ya sea confesándose con su amiga, o en sus horas de trabajo. Los otros instantes son tediosos, y la falta de música no ayuda tampoco. Si hubiera seguido un camino más líneal, también hubiera mejorado la cosa, pero Soderbergh ha querido hacerla demasiado experimental.
Os la recomiendo si os interesa el mundo que envuelve a la prostitución de lujo, pero no esperéis tetas y culos, porque la cinta lo obvia por completo, en una decisión, esta sí, muy acertada.
Lo mejor: Sasha Grey, una actriz que dará mucho que hablar si le dan papeles, y que con su sola presencia hace la cinta agradable. Además, desprende elegancia y deseo por partes iguales. Y su duración, 77 minutos.
Lo peor: Todo lo que no está relacionado con Chelsea, su ritmo, muhas veces tedioso, y la cosa esa de que la cinta podría haber dado mucho más de si.
La cinta podría haber sido mejor, si hubiera apostado por darle todo el protagonismoa a Chelsea (la prostituta), y obviar la vida de su novio, porque aparte de que esté con ella, no nos interesa nada más de él, la cinta sólo es interesante cuando ella está en pantalla, ya sea confesándose con su amiga, o en sus horas de trabajo. Los otros instantes son tediosos, y la falta de música no ayuda tampoco. Si hubiera seguido un camino más líneal, también hubiera mejorado la cosa, pero Soderbergh ha querido hacerla demasiado experimental.
Os la recomiendo si os interesa el mundo que envuelve a la prostitución de lujo, pero no esperéis tetas y culos, porque la cinta lo obvia por completo, en una decisión, esta sí, muy acertada.
Lo mejor: Sasha Grey, una actriz que dará mucho que hablar si le dan papeles, y que con su sola presencia hace la cinta agradable. Además, desprende elegancia y deseo por partes iguales. Y su duración, 77 minutos.
Lo peor: Todo lo que no está relacionado con Chelsea, su ritmo, muhas veces tedioso, y la cosa esa de que la cinta podría haber dado mucho más de si.
13 de agosto de 2010
13 de agosto de 2010
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos a dejarlo claro: The Girlfriend experience es una película incómoda, que no va a gustar a todo el mundo. Es más, no creo que dé pie a un término medio: o la amas o la odias.
Pero también es una película valiente. Valiente en las formas y en su montaje fragmentado, y también valiente por la elección de sus protagonistas -no olvidemos que Sasha Grey es una aclamada pornostar-. Y, por otro lado, es una película necesaria, fruto de los tiempos que corren. Porque The Girlfriend Experience esonde mucha mala uva. Bajo la historia, entre sus surcos, se desprende una crítica al consumismo más salvaje, al mundo de las apariencias y por extensión al capitalismo a ultranza de nuestro tiempo: no olvidemos que casi el 90% de los diálogos de la película giran en torno al dinero.
Quizá por ello resulta curioso que mr Soderbergh utilice a músicos callejeros que actúan como contrapeso al mundo opulento y elitista de los protagonistas.
No sabría si recomendar The Girlfriend Experience a ningún lector, es una película distinta y quizá demasiado perturbadora para el gran público, pero es también una película arriesgada, de aquellas que dejan poso.
Pero también es una película valiente. Valiente en las formas y en su montaje fragmentado, y también valiente por la elección de sus protagonistas -no olvidemos que Sasha Grey es una aclamada pornostar-. Y, por otro lado, es una película necesaria, fruto de los tiempos que corren. Porque The Girlfriend Experience esonde mucha mala uva. Bajo la historia, entre sus surcos, se desprende una crítica al consumismo más salvaje, al mundo de las apariencias y por extensión al capitalismo a ultranza de nuestro tiempo: no olvidemos que casi el 90% de los diálogos de la película giran en torno al dinero.
Quizá por ello resulta curioso que mr Soderbergh utilice a músicos callejeros que actúan como contrapeso al mundo opulento y elitista de los protagonistas.
No sabría si recomendar The Girlfriend Experience a ningún lector, es una película distinta y quizá demasiado perturbadora para el gran público, pero es también una película arriesgada, de aquellas que dejan poso.
17 de noviembre de 2009
17 de noviembre de 2009
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Steven Soderbergh continúa su vertiente experimental y puramente independiente cuatro años después de Bubble. Si bien en aquella nos ofrecía un thriller con un planteamiento bastante novedoso e imágenes de curiosa fuerza estética, aunque no carente de cierta laguna narrativa, la verdad es que esta nueva propuesta se queda a la zaga.
El dispositivo fílmico sí es bastante similar, y esta vez es utilizado para traernos una particular visión del mundo de la prostitución de lujo y la peligrosa senda del narcisismo y la sofisticación que aquel muchas veces acarrea. La protagonista no podía ser otra que una profesional, Chelsea (con una intérprete de excepción, la actriz porno Sasha Grey), a la que cuesta llamarle puta, viéndonos con la necesidad de emplear ilustres eufemismos, como call-girl, acompañante o incluso novia de alquiler.
Las experiencias con sus clientes, en ocasiones no sexuales, y muchos que repiten con asiduidad, se alternan con las secuencias correspondientes a su novio, el inevitable '¿cómo lo lleva?' y su propia búsqueda de la excelencia empresarial, ya desde el inicio del metraje, en ese avión de nuevos ricos banales y pretenciosamente intelectuales. Y la verdad es que ese contracampo, aunque pueda parecer de primeras necesario, huele más bien a relleno y muchas de sus secuencias están insertadas con calzador entre las aventuras y desventuras profesionales de la ambiciosa Chelsea.
La estética es propia de un videoclip underground, más por el planteamiento visual que por la factura, impecable. Pero por mucho que el realizador utilice esa estética de la banalidad para narrar precisamente esas dialécticas de la banalidad y del vacío sentimental, la verdad es que no logra en general superar esa superficialidad latente.
Otro aspecto a tener en cuenta es la banda sonora. Como, en un intento de evitar lo más posible la música extradiegética, crea una pseudotrama, secundaria y exclusivamente visual, de músicos callejeros, a los que recurre cuando necesita una hilo musical mínimamente continuo.
Con todo, la nuevo propuesta de Soderbergh, en su conjunto, resulta insuficiente y en ocasiones tediosa y superficial, sólo rescatada por algunas secuencias impregnadas de una fuerza dramática y un lirismo poco habituales.
Aunque tampoco conviene martirizar a un cineasta que, ya consagrado en la industria, se atreve a volver a la escuela en sus ratos libres, con los métodos de la narración convencional ya aprendidos, para explorar y ofrecer visiones distintas, de las que ya sólo el intento se agradece. Bubble y The girlfriend experience han sido sus primeras pruebas, es comprensible que todavía no haya alcanzado la cohesión, el virtuosismo y el nivel de perfección al que ya ha llegado en el terreno comercial. Pero este es el camino, la senda, y seguro que, con el tiempo, Steven Soderbergh nos traerá la obra maestra del cine experimental e independiente más puro (y duro).
El dispositivo fílmico sí es bastante similar, y esta vez es utilizado para traernos una particular visión del mundo de la prostitución de lujo y la peligrosa senda del narcisismo y la sofisticación que aquel muchas veces acarrea. La protagonista no podía ser otra que una profesional, Chelsea (con una intérprete de excepción, la actriz porno Sasha Grey), a la que cuesta llamarle puta, viéndonos con la necesidad de emplear ilustres eufemismos, como call-girl, acompañante o incluso novia de alquiler.
Las experiencias con sus clientes, en ocasiones no sexuales, y muchos que repiten con asiduidad, se alternan con las secuencias correspondientes a su novio, el inevitable '¿cómo lo lleva?' y su propia búsqueda de la excelencia empresarial, ya desde el inicio del metraje, en ese avión de nuevos ricos banales y pretenciosamente intelectuales. Y la verdad es que ese contracampo, aunque pueda parecer de primeras necesario, huele más bien a relleno y muchas de sus secuencias están insertadas con calzador entre las aventuras y desventuras profesionales de la ambiciosa Chelsea.
La estética es propia de un videoclip underground, más por el planteamiento visual que por la factura, impecable. Pero por mucho que el realizador utilice esa estética de la banalidad para narrar precisamente esas dialécticas de la banalidad y del vacío sentimental, la verdad es que no logra en general superar esa superficialidad latente.
Otro aspecto a tener en cuenta es la banda sonora. Como, en un intento de evitar lo más posible la música extradiegética, crea una pseudotrama, secundaria y exclusivamente visual, de músicos callejeros, a los que recurre cuando necesita una hilo musical mínimamente continuo.
Con todo, la nuevo propuesta de Soderbergh, en su conjunto, resulta insuficiente y en ocasiones tediosa y superficial, sólo rescatada por algunas secuencias impregnadas de una fuerza dramática y un lirismo poco habituales.
Aunque tampoco conviene martirizar a un cineasta que, ya consagrado en la industria, se atreve a volver a la escuela en sus ratos libres, con los métodos de la narración convencional ya aprendidos, para explorar y ofrecer visiones distintas, de las que ya sólo el intento se agradece. Bubble y The girlfriend experience han sido sus primeras pruebas, es comprensible que todavía no haya alcanzado la cohesión, el virtuosismo y el nivel de perfección al que ya ha llegado en el terreno comercial. Pero este es el camino, la senda, y seguro que, con el tiempo, Steven Soderbergh nos traerá la obra maestra del cine experimental e independiente más puro (y duro).
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