La muerte de Stalin
2017 

6.3
9,080
Comedia
La noche del 2 de marzo de 1953 murió un hombre. Ese hombre es Josef Stalin, dictador, tirano, carnicero y Secretario General de la URSS. Y si juegas tus cartas bien, el puesto ahora puede ser tuyo. Una sátira sobre los días previos al funeral del padre de la nación. Dos jornadas de duras peleas por el poder absoluto a través de manipulaciones, lujurias y traiciones.
27 de marzo de 2018
27 de marzo de 2018
37 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y luego encima llega uno y lee que la crítica la pone bastante bien en general, y al final acabas yendo al cine a ver de qué va todo esto (porque resulta que además está Steve Buscemi, motivo suficiente para ver cualquier peli).
Mi crítica de La muerte de Stalin se resume en esto (ver mi nota): Fui la persona en el cine que más se rió. En concreto, creo que solté unos diez ligeros "jejeje" en unos diez momentos puntuales. Nada histérico ni sonoro, pero es que el resto del cine estuvo prácticamente en silencio toda la película.
Y cuando en una comedia ves que no se ríe ni dios... es que algo falla.
Y lo que falla en La muerte de Stalin es absolutamente todo. Bueno, a excepción de los actores. Lo único rescatable de la película son las actuaciones de la mayoría del elenco y una estética en general bastante cuidada, (y digo en general, porque tiene cojones que en una película sobre la muerte de Stalin, los autores se permitan poner en pantalla notas y textos en perfecto inglés en lugar de utilizar cirílico, un detalle pejiguero por mi parte quizá, pero que a mi entender demuestra el poco interés puesto por los creadores en su película...)
La sensación al ver esta película es como la de ver a los virus que atacaban al Sr. Burns en aquél capítulo de los Simpsons: todos los personajes, gags, giros de guión y chistes en general tratando de pasar por la misma puerta al mismo tiempo. La película no arranca mal, pero a los cinco minutos ya se ha deshinchado, y te quedan todavía unos 100 de soportar gracias sin gracia. Además, cuando trata de meterse en el terreno del humor puramente negro, (algo que sin duda era lo más esperable de la película) lo hace de puntillas, como un niño asustado que está midiendo su comportamiento para no enfadar a sus padres.
Total, que al final la sensación es que quienes decidieron perpetrar esta película debieron de pensar que no hacía falta guión porque con su título se iba a vender sola. Y no deja de ser cierto, pues yo fui uno de los incautos que se fió de la "pinta" que tenía el asunto y de las diferentes críticas positivas.
Y resulta que La muerte de Stalin no es más que una estupidez soberana, una comedia sin gracia, una astracanada carente de sentido o dirección y nada más que consagrada al ridículo, pero aún así ni arranca risas ni apenas sonrisas. En definitivas cuentas: una cagada.
Nunca en mi vida me he ido de una sala de cine a media película. En esta ocasión tampoco lo hice, pero creo que si no hubiera sido por el (muy) buen hacer de los actores, (único caramelo que se puede paladear en medio de tanta tontada y que no me canso de remarcar por el aquél de sacarle el punto positivo a la película), no habría aguantado más de media hora.
Decepción total.
Mi crítica de La muerte de Stalin se resume en esto (ver mi nota): Fui la persona en el cine que más se rió. En concreto, creo que solté unos diez ligeros "jejeje" en unos diez momentos puntuales. Nada histérico ni sonoro, pero es que el resto del cine estuvo prácticamente en silencio toda la película.
Y cuando en una comedia ves que no se ríe ni dios... es que algo falla.
Y lo que falla en La muerte de Stalin es absolutamente todo. Bueno, a excepción de los actores. Lo único rescatable de la película son las actuaciones de la mayoría del elenco y una estética en general bastante cuidada, (y digo en general, porque tiene cojones que en una película sobre la muerte de Stalin, los autores se permitan poner en pantalla notas y textos en perfecto inglés en lugar de utilizar cirílico, un detalle pejiguero por mi parte quizá, pero que a mi entender demuestra el poco interés puesto por los creadores en su película...)
La sensación al ver esta película es como la de ver a los virus que atacaban al Sr. Burns en aquél capítulo de los Simpsons: todos los personajes, gags, giros de guión y chistes en general tratando de pasar por la misma puerta al mismo tiempo. La película no arranca mal, pero a los cinco minutos ya se ha deshinchado, y te quedan todavía unos 100 de soportar gracias sin gracia. Además, cuando trata de meterse en el terreno del humor puramente negro, (algo que sin duda era lo más esperable de la película) lo hace de puntillas, como un niño asustado que está midiendo su comportamiento para no enfadar a sus padres.
Total, que al final la sensación es que quienes decidieron perpetrar esta película debieron de pensar que no hacía falta guión porque con su título se iba a vender sola. Y no deja de ser cierto, pues yo fui uno de los incautos que se fió de la "pinta" que tenía el asunto y de las diferentes críticas positivas.
Y resulta que La muerte de Stalin no es más que una estupidez soberana, una comedia sin gracia, una astracanada carente de sentido o dirección y nada más que consagrada al ridículo, pero aún así ni arranca risas ni apenas sonrisas. En definitivas cuentas: una cagada.
Nunca en mi vida me he ido de una sala de cine a media película. En esta ocasión tampoco lo hice, pero creo que si no hubiera sido por el (muy) buen hacer de los actores, (único caramelo que se puede paladear en medio de tanta tontada y que no me canso de remarcar por el aquél de sacarle el punto positivo a la película), no habría aguantado más de media hora.
Decepción total.
23 de marzo de 2018
23 de marzo de 2018
13 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La recomendo: he pasado una estupenda velada riéndome a carcajada limpia con esta película.
Aunque abunden las críticas en tono "¿cómo es posible reirse de tal sarta de brutalidades?", la verdad es que sí, se puede.
No soy ninguna ignorante y he leído muchísimo acerca de lo que pasó en la Unión Soviética antes, durante y después de Stalin.
He llorado leyendo a Solzhenitsyn y creo que con decir esto es bastante. Iannucci, el director, ha conseguido transformar el horror en un crítica aguda utilizándose de la sátira.
No se trata de cine histórico, sino de comedia. Pero, eso sí, inteligente.
Apunta a ridiculizar el más inteligente y tirano asesino de todos los tiempos. Y para conseguirlo -- y lo ha logrado -- hay que haber comprendido la magnitud del horror que significa el nombre "Stalin".
Aunque abunden las críticas en tono "¿cómo es posible reirse de tal sarta de brutalidades?", la verdad es que sí, se puede.
No soy ninguna ignorante y he leído muchísimo acerca de lo que pasó en la Unión Soviética antes, durante y después de Stalin.
He llorado leyendo a Solzhenitsyn y creo que con decir esto es bastante. Iannucci, el director, ha conseguido transformar el horror en un crítica aguda utilizándose de la sátira.
No se trata de cine histórico, sino de comedia. Pero, eso sí, inteligente.
Apunta a ridiculizar el más inteligente y tirano asesino de todos los tiempos. Y para conseguirlo -- y lo ha logrado -- hay que haber comprendido la magnitud del horror que significa el nombre "Stalin".
19 de enero de 2020
19 de enero de 2020
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, tanto como morir no, pero sí te eches varias carcajadas. Los británicos tenían que ser los que nos sirvieran una comedia negra que satiriza el comunismo, en concreto el estalinismo soviético, motivo por el que no gustará a los progres. De hecho ha ofendido a los gobernantes de la Rusia actual hasta el punto de prohibir la película, lo que indica que Putin y compañía se sitúan ellos solos en la izquierda al hacer suyo este régimen y a estos personajes, aunque algunos despistados lo ubiquen erróneamente a la derecha del espectro político. En cualquier caso, tanto como británica, la obra debería considerarse como europea, si tenemos en cuenta que se basa en el cómic homónimo de los franceses Fabien Nury y Thierry Robin. El hecho continental ha sido reconocido con el premio del Cine Europeo a la mejor comedia que se llevó en el 2018. Volviendo a "La muerte de Stalin" su punto fuerte, además de en su reparto coral, está en la parodia que realiza del estalinismo final. Pero aquí el humor se complica porque para cogerle la gracia se necesita conocer, como mínimo, medianamente la realidad de la Unión Soviética del 1953 y los peces gordos del partido que aquí salen. Si te cuentan chistes de toreros debes conocer el toreo, sino no los pillas, y si lo hacen de comunistas vasallos de Stalin hay que estar informado para lo mismo.
La obra siempre es incisiva y aunque demasiado "americanizada" en su lenguajes y actitudes, algo ruda en su análisis, la crítica retrata la tiranía pero esta no enlaza con el marxismo, es simple violencia, arbitrariedad y oportunismo sin que la ideología juegue ningún papel, y descendente en su nivel humorístico y más convencional en su trama, resulta interesante. Algunos han criticado su exageración en algunos pasajes pero se trata de una comedia y en este campo debemos ser más permisivos con la rigurosidad histórica, que en todo caso es elevada, más allá de algunas inexactitudes. Otra cosa es que para uno de izquierdas no pueda ser posible lo que se describe, aunque en realidad era todo bastante más siniestro, paranoico y alucinado hasta supuestos difíciles de concebir, el tono cómico le rebaja crudeza a quintales, porque no encaja en su visión de las cosas. La verdad no es para ellos la adecuación con la realidad sino con su pensamiento. Por ejemplo, he leído que es "mentira" que murieran 1.500 personas durante el funeral de Stalin cuando precisamente esa es la cifra oficial que dieron las autoridades, como recoge Jean Meyer en su, por otro lado, magistral libro de "Rusia y sus imperios" (1894-2005), página 363. Me parece que hay tener más reparo para decir que algo es falso o no lo es, así a la ligera.
La obra siempre es incisiva y aunque demasiado "americanizada" en su lenguajes y actitudes, algo ruda en su análisis, la crítica retrata la tiranía pero esta no enlaza con el marxismo, es simple violencia, arbitrariedad y oportunismo sin que la ideología juegue ningún papel, y descendente en su nivel humorístico y más convencional en su trama, resulta interesante. Algunos han criticado su exageración en algunos pasajes pero se trata de una comedia y en este campo debemos ser más permisivos con la rigurosidad histórica, que en todo caso es elevada, más allá de algunas inexactitudes. Otra cosa es que para uno de izquierdas no pueda ser posible lo que se describe, aunque en realidad era todo bastante más siniestro, paranoico y alucinado hasta supuestos difíciles de concebir, el tono cómico le rebaja crudeza a quintales, porque no encaja en su visión de las cosas. La verdad no es para ellos la adecuación con la realidad sino con su pensamiento. Por ejemplo, he leído que es "mentira" que murieran 1.500 personas durante el funeral de Stalin cuando precisamente esa es la cifra oficial que dieron las autoridades, como recoge Jean Meyer en su, por otro lado, magistral libro de "Rusia y sus imperios" (1894-2005), página 363. Me parece que hay tener más reparo para decir que algo es falso o no lo es, así a la ligera.
3 de febrero de 2020
3 de febrero de 2020
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algo falla en esta obra de Iannucci que no consigue que el aceite balsámico de la risa llegue a los engranajes que articulan estos 106 minutos repletos, eso sí, de buenos actores, que manotean desesperadamente en un guión a cuatro manos y media: asfixiante, nada creíble y farragoso.
Ví, en su momento, la película, rodeado por jóvenes estudiantes que asistían completando una actividad cultural, y regresaron decepcionados a sus centros educativos sin tener nada claro en qué género cinematográfico embolsarían esta peculiar ficción, que nos habían vendido como comedia política y que resultó ser una amalgama poco digerible. Tal vez se les fue la mano, a sus responsables, en el tono oscuro de las tintas que utilizaron para dibujar el estalinismo y sus dislates. Su exagerado celo emborronó, como el calamar en su huida, la patética ceremonia de la sucesión, que sin duda tendría lugar; porque el poder no conoce de decoros y si hay algo de lo que carece es de sentido del ridículo.
Lástima, ocasión fallida. La caricatura pierde su valor si el artista se sobreexcede en los rasgos.
Ví, en su momento, la película, rodeado por jóvenes estudiantes que asistían completando una actividad cultural, y regresaron decepcionados a sus centros educativos sin tener nada claro en qué género cinematográfico embolsarían esta peculiar ficción, que nos habían vendido como comedia política y que resultó ser una amalgama poco digerible. Tal vez se les fue la mano, a sus responsables, en el tono oscuro de las tintas que utilizaron para dibujar el estalinismo y sus dislates. Su exagerado celo emborronó, como el calamar en su huida, la patética ceremonia de la sucesión, que sin duda tendría lugar; porque el poder no conoce de decoros y si hay algo de lo que carece es de sentido del ridículo.
Lástima, ocasión fallida. La caricatura pierde su valor si el artista se sobreexcede en los rasgos.
19 de marzo de 2018
19 de marzo de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues ni más ni menos que como dice la publicidad: "Una sátira sobre los días previos al funeral del padre de la nación (Stalin)".
Francamente lograda, consigue hacer sonreír muchísimas veces y reír unas cuantas (memorable el reconocimiento del cadáver de Stalin por parte del Comité Central y de esta en su reunión para decidir los pasos a seguir tras la muerte de este).
Muy buen guión en mi opinión, a cargo del propio realizador y de otras tres personas, adaptando, creo que sabiamente, el cómic de Fabien Nury).
Las interpretaciones son excelentes, sobresaliendo el protagonista Steve Buscemi y el para mi hasta ahora desconocido Simon Russell Beale (soberbio en su papel de Beira, un auténtico asesino "al servicio de la Unión Soviética", como constantemente proclama).
Muy buena banda sonora, fotografía y montaje, la verdad es que me ha parecido una muy estimable cinta, polémica, eso sí, por lo que cuenta y cómo lo cuenta, pero lograda en su causticidad, mordacidad y perfectas caracterizaciones de los diversos personajes (la labor, en este sentido, de maquillaje, peluquería y vestuario es sensacional, por lo que la dirección artística es perfecta).
Para mi gusto, gozable.
https://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Francamente lograda, consigue hacer sonreír muchísimas veces y reír unas cuantas (memorable el reconocimiento del cadáver de Stalin por parte del Comité Central y de esta en su reunión para decidir los pasos a seguir tras la muerte de este).
Muy buen guión en mi opinión, a cargo del propio realizador y de otras tres personas, adaptando, creo que sabiamente, el cómic de Fabien Nury).
Las interpretaciones son excelentes, sobresaliendo el protagonista Steve Buscemi y el para mi hasta ahora desconocido Simon Russell Beale (soberbio en su papel de Beira, un auténtico asesino "al servicio de la Unión Soviética", como constantemente proclama).
Muy buena banda sonora, fotografía y montaje, la verdad es que me ha parecido una muy estimable cinta, polémica, eso sí, por lo que cuenta y cómo lo cuenta, pero lograda en su causticidad, mordacidad y perfectas caracterizaciones de los diversos personajes (la labor, en este sentido, de maquillaje, peluquería y vestuario es sensacional, por lo que la dirección artística es perfecta).
Para mi gusto, gozable.
https://filmsencajatonta.blogspot.com.es
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