En esta competición por encontrar lo que es gracioso de lo que no lo es, el humor británico se reivindica de nuevo como uno de los mejores, de la mano de uno de sus mayores exponentes, junto a Benny Hill. Es decir, con Rowan Atkinson, o lo que es lo mismo, Mr. Brean. Por supuesto, en este grupo no está ni se espera a los Monty Phyton. Sea como fuere Mr. Bean se hizo famoso a lo largo de los noventa con un tipo de comicidad especial, basada en lo visual, la ausencia de diálogos y la abundancia de situaciones comprometidas por impericia social, torpeza o incluso mala suerte. Comparte con Benny Hill el carácter infantil de su personaje pero se distancia claramente por su pulcra asexualidad mientras que Benny jugaba todo el rato con el erotismo femenino, pero con mucho recato. Alguien dice que Mr. Bean es como un nuevo Charles Chaplin y en parte es verdad.

Dicho esto, la adaptación de sus programas televisivos a la gran pantalla gustará más o menos pero creo que aquí Mel Smith lo ha hecho bien. Confieso de todos modos que no he visto demasiado y en cualquier caso hace bastante tiempo al Bean televisivo, pero no me ha chirriado nada. Sí, este Bean habla algo e interactúa más pero es normal al cambiar el formato. Sin duda, esta versión podría haber sido mejor, algunas situaciones parecen un poco forzados, la familia americana es algo estereotipada y el giro casi final tipo "Ocean's Eleven" (2001) no cuadra con la torpeza supina que hemos visto en el personaje. Sin embargo, la película funciona bien porque a fin de cuenta te hacer reír. Varios gags son memorables, ese cuadro restaurado a lo "Ecce Homo", la mímica de Rowan Atkinson es portentosa y las situaciones están bien pensadas y son realistas. Que la disfrutéis.

Seré de las pocas personas que no ha visto la serie «Mr. Bean». Mentiría si dijese que no he visto nada de nada, porque siempre te encuentras con algo, pero no conozco al personaje ni su humor lo suficiente como para poder comparar. Así que me ciño a la película que tenemos aquí, «Bean, lo último en cine catastrófico», cuyo título es en verdad muy ingenioso.

La verdad es que como espectadora he sufrido el mismo proceso emocional y psicológico que la familia coprotagonista de «Bean»: que empecé odiándolo y terminé queriéndolo. ¿Esto por qué? Porque Bean es un desastre completo, no se puede negar, y lo peor es que no es consciente de que lo es y de que va haciéndole las puñetas a los demás. Encima a veces hasta se regodea, igual que un niño malcriado. Lo lógico es pensar que este hombre tiene algún tipo de deficiencia mental, lo cual no podemos descartarlo, oye. Sin embargo, ocurre algo muy extraño a medida que vamos conociéndolo: que ves que es de buen corazón, que tiene también la inocencia de los niños y que es una persona que está muy sola y necesita amor, aunque esto sea algo que por supuesto él jamás diría. Ese final en Londres es entrañable.

Claro, que «Bean» es una comedia, así que hay que ver si funciona como comedia. Realmente, solo tiene una buena escena, que es la del cuadro, creo que en eso estamos todos de acuerdo; esa parte es muy divertida y quedará en nuestra memoria porque lo vale. A mí el discurso también me hizo gracia y el momento canapés estuvo muy bien. En general es simpática, pero no especialmente divertida, todo hay que decirlo.

Entretenida.

No sé cuántas veces la he visto. La vi en el cine y me desternillaba de la risa. La primera vez fue la mejor, por la capacidad de sorpresa con los gags. Pero sigue teniendo su gracia: el aeropuerto, el baño del museo (que recordaba a Dos veces yo), la destrucción del cuadro, la sustitución del mismo, son escenas antológicas. Siempre me hacen reír. De eso se trata. De reír.

Interesante película protagonizada por Rowan Atkinson en su papel estelar, el de "Mr. Bean". Te ríes muchísimo hasta que no pudes más; es divertida, entretenida, un tanto absurda... pero en fin, es humor inglés.

La película consigue sacarle el jugo al personaje de la serie de televisión. Mezcla sabiamente los gags propios de la comedia inglesa, con el humor made in USA propio de este tipo de productos.

Resalta el buen papel que hacen los secundarios, sobre todo Peter MacNicol, casi es más divertido ver su reacción a las meteduras de pata de Mr. Bean, que las trastadas del protagonista en sí. El peso de la película recae casi en ambos por igual y el resultado es más que satisfactorio, en una historia simple, pero bien aprovechada.

También es digno de mención la banda sonora, tan buena que sorprende, con tema de The Beatles incluido.