Matar a un ruiseñor
1962 

8.3
49,824
Drama
Adaptación de la novela homónima de Harper Lee. En la época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva y ... [+]
31 de mayo de 2005
31 de mayo de 2005
44 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra maestra de Robert Mulligan, que relata la historia del inolvidable abogado Atticus Finch, y su empeño por defender la justicia, aún con el riesgo de perder el respeto y la consideración de los vecinos de una pequeña ciudad del racista sur norteamericano durante la Gran Depresión.
Está escrita, fotografiada y filmada prodigiosamente, y envuelta por un diseño de producción verdaderamente admirable, que recrea a la perfección el ambiente de una ciudad provinciana y sureña de la América de la segregación racial. Gregory Peck, además, ofrece el mejor trabajo de su carrera, por lo que fue justamente recompensado con su único Oscar.
Otro de los descubrimientos de la película es la pareja de niños que interpretan a los hijos de Atticus Finch, especialmente la niña, Mary Badham, que consigue enamorar a la cámara y ofrecer una gran gama de matices al mostrar la creciente admiración que siente por ese héroe de la vida real que tiene por padre.
Una excelente película, en definitiva, de esas que tienen el mérito de permanecer en el recuerdo de todo aquel espectador que la sepa apreciar, especialmente secuencias tan magistrales como aquella en la que, al final del juicio contra el hombre negro acusado de violación, el abogado Finch/Peck se levanta y se aleja por el pasillo ante la mirada respetuosa de la población negra puesta en pie. Una niña le pregunta a su madre que si pueden irse, y la madre le dice: "No, todavía no; el señor Finch todavía está en la sala".
Está escrita, fotografiada y filmada prodigiosamente, y envuelta por un diseño de producción verdaderamente admirable, que recrea a la perfección el ambiente de una ciudad provinciana y sureña de la América de la segregación racial. Gregory Peck, además, ofrece el mejor trabajo de su carrera, por lo que fue justamente recompensado con su único Oscar.
Otro de los descubrimientos de la película es la pareja de niños que interpretan a los hijos de Atticus Finch, especialmente la niña, Mary Badham, que consigue enamorar a la cámara y ofrecer una gran gama de matices al mostrar la creciente admiración que siente por ese héroe de la vida real que tiene por padre.
Una excelente película, en definitiva, de esas que tienen el mérito de permanecer en el recuerdo de todo aquel espectador que la sepa apreciar, especialmente secuencias tan magistrales como aquella en la que, al final del juicio contra el hombre negro acusado de violación, el abogado Finch/Peck se levanta y se aleja por el pasillo ante la mirada respetuosa de la población negra puesta en pie. Una niña le pregunta a su madre que si pueden irse, y la madre le dice: "No, todavía no; el señor Finch todavía está en la sala".
10 de octubre de 2015
10 de octubre de 2015
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace más de cien años el concepto de "cine" ha pasado por muchas etapas, cualquier cinéfilo que se precie lo sabe. Etapas de todo tipo, tendencias y modas del momento han variado la forma y estilo de hacer películas. Gracias a estas "modas" hemos podido disfrutar de alguna joya inmortal.
Obviando los inicios del cine (Lumière y sus coetáneos) actualmente se está haciendo el peor cine de la historia, (dentro de mi humilde opinión, claro).
El otro día ví los vengadores y su era de ultrón, una de las pelis más rentables de la historia, y poco después revisité "Matar a un ruiseñor".
Lo siento, me gusta el cine de ciencia-ficcion, de aventuras y acción. Pero eso no tiene nada que ver con el tema que nos ocupa. Cada tipo de film cumple una función y está enfocado a un "público".
Pero la cosa es que el otro día revisité esta obra maestra de Mulligan.
Maldito cine actual...
Obviando los inicios del cine (Lumière y sus coetáneos) actualmente se está haciendo el peor cine de la historia, (dentro de mi humilde opinión, claro).
El otro día ví los vengadores y su era de ultrón, una de las pelis más rentables de la historia, y poco después revisité "Matar a un ruiseñor".
Lo siento, me gusta el cine de ciencia-ficcion, de aventuras y acción. Pero eso no tiene nada que ver con el tema que nos ocupa. Cada tipo de film cumple una función y está enfocado a un "público".
Pero la cosa es que el otro día revisité esta obra maestra de Mulligan.
Maldito cine actual...
18 de diciembre de 2007
18 de diciembre de 2007
35 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces una brillante novela –como la que se inspira esta película, una de mis favoritas- ha sido tan bien llevada a la pantalla. Matar a un ruiseñor es más que un drama judicial de carácter racial ambientado en los años 30. El protagonista es abogado, pero ante todo, un ser humano. Y es que, en nuestros tiempos, es posible ser las dos cosas, aunque no sea cosa común. Y padre. La educación subyace detrás de un argumento apasionante.
La grandeza radica en la apasionante historia, que narra la historia desde el punto de vista de los niños. Es su visión lúcida e inocente, que ven cómo su padre viudo se la juega en nombre de la justicia y es repudiado por ello. Gregory Peck interpreta a Atticus Finch –el único personaje entrañable que le valió un Oscar-, el honesto abogado de un joven negro acusado de violar a una muchacha blanca, durante los años de la Depresión. Todos hemos querido un padre como Atticus. Y quien mejor que Gregory Peck para interpretarlo. Atticus, viudo, intenta educar a sus hijos, transmitiéndoles la perspectiva razonable de las cosas. Si a la historia le faltaba fuerza, ésta se la da la voz de fondo de la hija, desde su timidez y desde un lejano futuro.
La novela, ganadora del Pulitzer -única obra de su autora, Harper Lee- fue respetuosamente adaptada por el también oscarizado Horton Foote, y mi estimado director Robert Mulligan realiza un gran ejercicio de estilo en el que, más que la letra, respeta los climas, el aire de ese pueblo en el que se respira verdad a pesar de haber sido reconstruido en estudio. Un clásico con grandes personajes que supuso el debut de otra estrella, Robert Duvall, como hombre mudo clave en la trágica historia. Produce Alan Pakula y musicaliza Elmer Bernstein. Y si no ganó el Oscar a la mejor película fue porque competía con Lawrence de Arabia, quizá un mal año para estrenar una obra maestra de tal sencillez.
"Una página dulce... y amarga... ¡arrancada de la vida misma!". Pocas veces he visto un eslogan tan certero. Conforme vamos creciendo, recordamos estas lecciones de vida. Gregory Peck siempre dijo que se trataba de su película favorita. Y la mía. Pocas películas enseñan tanto sobre la integridad humana, el sentido del deber, la honestidad, la justicia, la familia, y la importancia de vivir en comunidad y de aportar algo a la misma.
Concluyendo con una cita: "Ver Matar a un ruiseñor hoy es más que ver una película, es todo un ejercicio espiritual para sanear el alma en este mundo veloz en el que los peajes de los atajos se pagan con la inocencia, un precio extremadamente caro..." (El especialista).
-El spoiler no es tal, falta de espacio-
La grandeza radica en la apasionante historia, que narra la historia desde el punto de vista de los niños. Es su visión lúcida e inocente, que ven cómo su padre viudo se la juega en nombre de la justicia y es repudiado por ello. Gregory Peck interpreta a Atticus Finch –el único personaje entrañable que le valió un Oscar-, el honesto abogado de un joven negro acusado de violar a una muchacha blanca, durante los años de la Depresión. Todos hemos querido un padre como Atticus. Y quien mejor que Gregory Peck para interpretarlo. Atticus, viudo, intenta educar a sus hijos, transmitiéndoles la perspectiva razonable de las cosas. Si a la historia le faltaba fuerza, ésta se la da la voz de fondo de la hija, desde su timidez y desde un lejano futuro.
La novela, ganadora del Pulitzer -única obra de su autora, Harper Lee- fue respetuosamente adaptada por el también oscarizado Horton Foote, y mi estimado director Robert Mulligan realiza un gran ejercicio de estilo en el que, más que la letra, respeta los climas, el aire de ese pueblo en el que se respira verdad a pesar de haber sido reconstruido en estudio. Un clásico con grandes personajes que supuso el debut de otra estrella, Robert Duvall, como hombre mudo clave en la trágica historia. Produce Alan Pakula y musicaliza Elmer Bernstein. Y si no ganó el Oscar a la mejor película fue porque competía con Lawrence de Arabia, quizá un mal año para estrenar una obra maestra de tal sencillez.
"Una página dulce... y amarga... ¡arrancada de la vida misma!". Pocas veces he visto un eslogan tan certero. Conforme vamos creciendo, recordamos estas lecciones de vida. Gregory Peck siempre dijo que se trataba de su película favorita. Y la mía. Pocas películas enseñan tanto sobre la integridad humana, el sentido del deber, la honestidad, la justicia, la familia, y la importancia de vivir en comunidad y de aportar algo a la misma.
Concluyendo con una cita: "Ver Matar a un ruiseñor hoy es más que ver una película, es todo un ejercicio espiritual para sanear el alma en este mundo veloz en el que los peajes de los atajos se pagan con la inocencia, un precio extremadamente caro..." (El especialista).
-El spoiler no es tal, falta de espacio-
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Unos chiquillos revoltosos pero buenos, momentos llenos de tensión, un mensaje de denuncia y un universo de cuento de hadas. Scout y Jem comparten con un melindroso compañero de juegos un mundo de fábula, dentro del que a un vecino solitario le han dado el papel de ogro. Y aquí viene la explicación de su metafórico título. Sí, "matar un ruiseñor" es tan terrible como entregar a la justicia a ese vecino que ha salvado a los niños.
27 de enero de 2009
27 de enero de 2009
30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer film realizado por Robert Mulligan (“Verano del 42”) para la productora Pakula-Mulligan, de Alan J. Pakula y él mismo. El guión, de Horton Foote, adapta la novela autobiográfica “To Kill a Mockingbird” (1960), de Harper Lee, que se alza con el Pulitzer (1961). Se rueda en un plató al aire libre que reproduce una parte de la localidad natal de la autora y otros platós de Universal Studios. Nominado a 8 Oscar, gana 3 (actor principal, guión adaptado y decorados). Producido por Alan J. Pakula para Pakula-Mulligan/Brentwood/Universal, se estrena el 25-XII-1962 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en una pequeña población rural del profundo Sur llamada Maycomb, a lo largo de tres años de la década de los 30 (1936-38 aproximadamente). La niña Jean Louise “Scout” Finch (Badham) y su hermano Jem, hijos del abogado Atticus Finch (Peck), viudo desde hace 4 años, viven una infancia feliz y apasionante, rica en experiencias maravillosas y llena de aventuras infantiles increíbles, que Scout escribe según sus recuerdos unos 20 años después. Scout tiene 6 años al comienzo del relato, es despierta, desenvuelta, respondona, curiosa, terca e ingenua. Admira a su padre y sigue al hermano. Jem, su hermano, de 10 años, es juguetón y travieso. Le gusta alborotar y organizar aventuras prodigiosas. El padre es íntegro, cariñoso y comprensivo.
El film suma drama, crimen y análisis social. Sexta película de Mulligan, es uno de sus mejores trabajos. La narración está hecha desde el punto de vista de una niña de 6-9 años, según los recuerdos que conserva 20 años más tarde (1957-58, aprox.). A través de los recuerdos de Scout, el relato construye una descripción casi documental de las costumbres, relaciones, conflictos, fiestas y vida comunitaria de un pequeño pueblo del Sur durante los años de la Depresión.
La pobreza, la desocupación, el arraigo de los prejuicios raciales, la división entre comunidad blanca y comunidad de color, etc., son realidades descritas con la ingenuidad sorprendida, tierna y cariñosa de Scout. Es interesante la galería de personajes que pueblan la localidad: el borracho y violento Bob (Anderson), la vecina amable, la señora cascarrabias (White), el indeciso sheriff Tate (Overtone), el vecino discapacitado “Boo” Radley (Duvall), el juez ecuánime pero con genio (Fix), el médico, el granjero Cunningham (Denton), etc.
Un tercer tema objeto de atención preferente es el padre: el tirador más certero del condado, el abogado más eminente, el padre más comprensivo, el hombre más inteligente, el mejor profesor de lectura y el mayor amigo de la niña. Recuerda casi todo lo que le enseñó: cómo conseguir ser comprensiva, en qué consiste y cómo ser valerosa, etc. Compone, además, una descripción cálida y emocionante del mundo infantil, el propio de Scout, con sus juegos, correrías, travesuras, peleas, disfraces, ilusiones y fantasías.
(Sigue en el "spoiler" sin desvelar partes del argumento)
La acción dramática tiene lugar en una pequeña población rural del profundo Sur llamada Maycomb, a lo largo de tres años de la década de los 30 (1936-38 aproximadamente). La niña Jean Louise “Scout” Finch (Badham) y su hermano Jem, hijos del abogado Atticus Finch (Peck), viudo desde hace 4 años, viven una infancia feliz y apasionante, rica en experiencias maravillosas y llena de aventuras infantiles increíbles, que Scout escribe según sus recuerdos unos 20 años después. Scout tiene 6 años al comienzo del relato, es despierta, desenvuelta, respondona, curiosa, terca e ingenua. Admira a su padre y sigue al hermano. Jem, su hermano, de 10 años, es juguetón y travieso. Le gusta alborotar y organizar aventuras prodigiosas. El padre es íntegro, cariñoso y comprensivo.
El film suma drama, crimen y análisis social. Sexta película de Mulligan, es uno de sus mejores trabajos. La narración está hecha desde el punto de vista de una niña de 6-9 años, según los recuerdos que conserva 20 años más tarde (1957-58, aprox.). A través de los recuerdos de Scout, el relato construye una descripción casi documental de las costumbres, relaciones, conflictos, fiestas y vida comunitaria de un pequeño pueblo del Sur durante los años de la Depresión.
La pobreza, la desocupación, el arraigo de los prejuicios raciales, la división entre comunidad blanca y comunidad de color, etc., son realidades descritas con la ingenuidad sorprendida, tierna y cariñosa de Scout. Es interesante la galería de personajes que pueblan la localidad: el borracho y violento Bob (Anderson), la vecina amable, la señora cascarrabias (White), el indeciso sheriff Tate (Overtone), el vecino discapacitado “Boo” Radley (Duvall), el juez ecuánime pero con genio (Fix), el médico, el granjero Cunningham (Denton), etc.
Un tercer tema objeto de atención preferente es el padre: el tirador más certero del condado, el abogado más eminente, el padre más comprensivo, el hombre más inteligente, el mejor profesor de lectura y el mayor amigo de la niña. Recuerda casi todo lo que le enseñó: cómo conseguir ser comprensiva, en qué consiste y cómo ser valerosa, etc. Compone, además, una descripción cálida y emocionante del mundo infantil, el propio de Scout, con sus juegos, correrías, travesuras, peleas, disfraces, ilusiones y fantasías.
(Sigue en el "spoiler" sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
De la mano de la niña, el film construye climas y ambientes de excelente factura, convincentes y sugestivos. Cabe citar, entre otros, el que rodea a la familia Robinson como centro de reunión de personas de color, el que respiran los vecinos y vecinas de la familia Finch, el del pueblo, el del colegio, el de los niños (Jem, Dill y Scout), etc.
La obra constituye un emotivo alegato contra los prejuicios raciales y sus secuelas de discriminación, intolerancia, odio, violencia y abusos. Aboga por la igualdad, la justicia y el rechazo del racismo. Pone de manifiesto, sin rubor, las limitaciones y errores del sistema judicial americano. Expone una lección de tolerancia, comprensión, integración, valentía moral, pundonor, sentido del deber, etc. El alegato antirracista alcanza el punto culminante en el curso del juicio por violación de una mujer blanca que se sigue contra un hombre de color falsamente acusado de los hechos. La memoria de la niña le permite reproducir gestos, muecas, expresiones, actitudes y, sobre todo, miradas de los actores que intervienen en la vista. Tras la lectura del veredicto, resulta impresionante la mirada del juez (Fix).
La obra, desde el principio fue bien recibida entre la comunidad blanca, pero levantó quejas y causó disgusto en la comunidad de color. En efecto, los personajes de color son pasivos, inertes, marginados, borrachos, cobardes, mentirosos. Calpurnia (Evans), uno de los modelos femeninos de Scout, se comporta sin iniciativa, sin fuerza propia, sin personalidad.
El relato se basa en recuerdos y experiencias de infancia y en hechos reales. El caso de la violación se inspira en unos hechos que sucedieron cerca de la ciudad en la que vivía la autora en 1936, cuando tenía 10 años. En aquella ocasión el cuerpo del acusado falsamente de violación, en su intento de huida de la policía, recibió 16 impactos mortales de bala. La publicación de la novela se produjo en un momento oportuno por la efervescencia de la lucha a favor de los derechos civiles. Poco después era elegido presidente J. F. Kennedy.
La música, de Elmer Bernstein (“Los diez mandamientos”, DeMille, 1956), combina pasajes intimistas, momentos de tensión, cortes de terror y tiernas melodías de aires infantiles. Destacan el increíble solo de flauta que acompaña la espera del veredicto, la inquietante percusión del regreso a casa de los niños a través del bosque en sombras, la estridente composición que anima el ataque nocturno a un niño, etc. La fotografía, de Russell Harlan (“Río Bravo”, Hawks, 1959), en B/N, busca encuadres idílicos, perspectivas amplias y composiciones complejas en número de personajes y objetos. Sigue con ternura y cariño los movimientos de los críos y subraya sus ocurrencias.
El apellido Finch significa jilguero. Éste era el apellido de soltera de la madre de Harper Lee, autora de la novela. “Matar a un ruiseñor” significa matar a un ser inocente e indefenso.
La obra constituye un emotivo alegato contra los prejuicios raciales y sus secuelas de discriminación, intolerancia, odio, violencia y abusos. Aboga por la igualdad, la justicia y el rechazo del racismo. Pone de manifiesto, sin rubor, las limitaciones y errores del sistema judicial americano. Expone una lección de tolerancia, comprensión, integración, valentía moral, pundonor, sentido del deber, etc. El alegato antirracista alcanza el punto culminante en el curso del juicio por violación de una mujer blanca que se sigue contra un hombre de color falsamente acusado de los hechos. La memoria de la niña le permite reproducir gestos, muecas, expresiones, actitudes y, sobre todo, miradas de los actores que intervienen en la vista. Tras la lectura del veredicto, resulta impresionante la mirada del juez (Fix).
La obra, desde el principio fue bien recibida entre la comunidad blanca, pero levantó quejas y causó disgusto en la comunidad de color. En efecto, los personajes de color son pasivos, inertes, marginados, borrachos, cobardes, mentirosos. Calpurnia (Evans), uno de los modelos femeninos de Scout, se comporta sin iniciativa, sin fuerza propia, sin personalidad.
El relato se basa en recuerdos y experiencias de infancia y en hechos reales. El caso de la violación se inspira en unos hechos que sucedieron cerca de la ciudad en la que vivía la autora en 1936, cuando tenía 10 años. En aquella ocasión el cuerpo del acusado falsamente de violación, en su intento de huida de la policía, recibió 16 impactos mortales de bala. La publicación de la novela se produjo en un momento oportuno por la efervescencia de la lucha a favor de los derechos civiles. Poco después era elegido presidente J. F. Kennedy.
La música, de Elmer Bernstein (“Los diez mandamientos”, DeMille, 1956), combina pasajes intimistas, momentos de tensión, cortes de terror y tiernas melodías de aires infantiles. Destacan el increíble solo de flauta que acompaña la espera del veredicto, la inquietante percusión del regreso a casa de los niños a través del bosque en sombras, la estridente composición que anima el ataque nocturno a un niño, etc. La fotografía, de Russell Harlan (“Río Bravo”, Hawks, 1959), en B/N, busca encuadres idílicos, perspectivas amplias y composiciones complejas en número de personajes y objetos. Sigue con ternura y cariño los movimientos de los críos y subraya sus ocurrencias.
El apellido Finch significa jilguero. Éste era el apellido de soltera de la madre de Harper Lee, autora de la novela. “Matar a un ruiseñor” significa matar a un ser inocente e indefenso.
2 de julio de 2007
2 de julio de 2007
31 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
A principios de los 60, Dios se encargó de recolectar todos los recuerdos de infancia de toda la humanidad. Todos los juegos infantiles, todos los amigos que tuvieron, todo el amor paternal que se recibió, todos los descubrimientos y aventuras vividas...todo fue reunido, transformado y enviado a los creadores de esta obra maestra.
Ahora, 45 años después de ese acto divino, los recuerdos aun perviven en la memoria de todo aquel que ha tenido la suerte de acercarse a esta cinta. Esos recuerdos se convirtieron en inmortales.
Ahora, 45 años después de ese acto divino, los recuerdos aun perviven en la memoria de todo aquel que ha tenido la suerte de acercarse a esta cinta. Esos recuerdos se convirtieron en inmortales.
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