Glengarry Glen Ross (Éxito a cualquier precio)
7.1
8,269
30 de abril de 2007
30 de abril de 2007
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
De verdad. Acojonante visión del ser humano, la de Mamet, e indescriptible tensión creciente cimentada en dialógos antológicos, momentos impresionantes (la escena de Alec Baldwin es una de las más intensas, en mi opinión del cine moderno), ayudado por unas actuaciones gloriosas (Jack Lemmon sobre todo, pero Pacino, Spacey y Baldwin también están tremendos)
En esta película hay más cuchilladas que en una charcutería en hora punta. Bestial final, cuando los que se creían más listos, acaban pecando de lo mismo que criticaban. No se si es una obra maestra, pero lo que si que se es que es una lección de cine, por lo menos en su guión, con esos dialógos interminables y curradísimos, por un excepcional David Mamet. La dirección de Foley es algo sosilla, pero señores, está película no hace falta dirigrla por dios, con ese guión y esos actores, basta.
Todo empieza una lluviosa noche. Hay un nuevo encargado en una ofina de vendedores. Acaba de estallar una guerra psicológica. (Versión Original os lo advierto, la voz de Pacino no tiene desperdicio)
En esta película hay más cuchilladas que en una charcutería en hora punta. Bestial final, cuando los que se creían más listos, acaban pecando de lo mismo que criticaban. No se si es una obra maestra, pero lo que si que se es que es una lección de cine, por lo menos en su guión, con esos dialógos interminables y curradísimos, por un excepcional David Mamet. La dirección de Foley es algo sosilla, pero señores, está película no hace falta dirigrla por dios, con ese guión y esos actores, basta.
Todo empieza una lluviosa noche. Hay un nuevo encargado en una ofina de vendedores. Acaba de estallar una guerra psicológica. (Versión Original os lo advierto, la voz de Pacino no tiene desperdicio)
27 de junio de 2018
27 de junio de 2018
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Glengarry Glen Ross (Éxito a cualquier precio) Es el paradigma del triunfador, donde se nos muestra la realidad más descarnada del sueño americano; todos necesitan el éxito, y para ello utilizan cualquier argucia inmoral para lograr sus objetivos.
Anclados en los más bajos instintos, se ofrece una incisiva representación de una realidad observada con ojos sumamente críticos.
Deslumbraste el casting, del que destacaría la construcción de personajes tan diversos como los que nos ofrece: Jack Lemmon, Ed Harris, Alec Baldwing y por supuesto, Kevin Spacey...
Anclados en los más bajos instintos, se ofrece una incisiva representación de una realidad observada con ojos sumamente críticos.
Deslumbraste el casting, del que destacaría la construcción de personajes tan diversos como los que nos ofrece: Jack Lemmon, Ed Harris, Alec Baldwing y por supuesto, Kevin Spacey...
22 de enero de 2009
22 de enero de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una auténtica lástima que esta película sea tan poco recordada, incluso yo no sabía de su existencia hasta hace poco. El director James Foley se basa en una novela de David Mamet, ganadora del premio Pulitzer, para ofrecernos la historia y las maquinaciones de un grupo de vendedores dedicados a la venta de propiedades inmobiliarias sometidos a una gran presión y al borde de un ataque de nerviós pues tienen que competir entre ellos para ver quién realiza más ventas y así no ser despedidos de un mercado de trabajo altamente competitivo. Aquel que consiga más ventas, obtendrá unas fichas llamadas Glengarry. Por desgracia, a la hora de la verdad, las fichas han sido robadas.
Soberbia película de factura muy sencilla pero que adquiere su enorme fortaleza gracias a un guión extraordinario, escrito por el propio David Maet, y nutrido de unos increíbles diálogos y gracias a un sublime plantel de actores que hacen que uno se tambalee al ver reunidas tantas genialidades en el mundo de la actuación. La película concentra su trama en un espacio de acción muy reducido, haciendo que el film desprenda un aura completamente teatral. Mención especial a los actores, cuyo trabajo de cada uno de ellos es titánico. Baldwin consigue el mejor papel de su carrera en un monólogo de cinco minutos, Al Pacino, Alan Arkin y Ed harris están sencillamente geniales, Kevin Spacey, por desgracia, su condición de papel más segundario hace que no tenga tantas oportunidades para lucirse, sin embargo, cumple muy bien con su cometido. Pero a quien hay que resaltar por su enorme genialidad interpretativa es al gran Jack Lemmon, cuya experiencia en el cine nos hace contemplar una actuación soberanamente sublime y llena de matices donde se nos hará imposible no quedarnos boquiabiertos ante su extraordinaria genialidad.
Poco más se puede decir, es una película con una calidad fuera de cualquier duda gracias a un increíble guión acompañado de unos excelentes actores y a una más que notable dirección.
Soberbia película de factura muy sencilla pero que adquiere su enorme fortaleza gracias a un guión extraordinario, escrito por el propio David Maet, y nutrido de unos increíbles diálogos y gracias a un sublime plantel de actores que hacen que uno se tambalee al ver reunidas tantas genialidades en el mundo de la actuación. La película concentra su trama en un espacio de acción muy reducido, haciendo que el film desprenda un aura completamente teatral. Mención especial a los actores, cuyo trabajo de cada uno de ellos es titánico. Baldwin consigue el mejor papel de su carrera en un monólogo de cinco minutos, Al Pacino, Alan Arkin y Ed harris están sencillamente geniales, Kevin Spacey, por desgracia, su condición de papel más segundario hace que no tenga tantas oportunidades para lucirse, sin embargo, cumple muy bien con su cometido. Pero a quien hay que resaltar por su enorme genialidad interpretativa es al gran Jack Lemmon, cuya experiencia en el cine nos hace contemplar una actuación soberanamente sublime y llena de matices donde se nos hará imposible no quedarnos boquiabiertos ante su extraordinaria genialidad.
Poco más se puede decir, es una película con una calidad fuera de cualquier duda gracias a un increíble guión acompañado de unos excelentes actores y a una más que notable dirección.
13 de febrero de 2009
13 de febrero de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así de contundente se muestra un enfurecido Alec Baldwin con sus inferiores, todos vendedores de parcelas y fincas, en una pequeña oficina de Chicago, a punto de sortearse el destino entre los más exitosos y los más fracasados. El reparto de luchadores por obtener una bonificación en ventas está encabezada por Jack Lemmon (un vendedor tradicional a la antigua), Al Pacino (un aspirante a triunfador), Ed Harris (el envidioso), Alan Arkin (otro chupatintas que sueña con tiempos mejores) y Kevin Spacey (el supervisor de la oficina).
La lucha por llevarse el pastel en esos tiempos de crisis (David Mamet escribió y ganó el Pulitzer con su obra ocho años antes de realizarse el film) obliga a cada uno de sus empleados, según sus perfiles, a adoptar ciertas actitudes para dar un empujón al paso decisivo. Enfurecida crítica sobre las apariencias y el materialismo dispuestas a corromper en la escena pasando por encima de la ambición profesional; ya sea vendiendo bajo la lluvia o ganándose un cliente en la barra del bar. Un robo complicará aún más la tensa situación por la lucha del poder.
La lucha por llevarse el pastel en esos tiempos de crisis (David Mamet escribió y ganó el Pulitzer con su obra ocho años antes de realizarse el film) obliga a cada uno de sus empleados, según sus perfiles, a adoptar ciertas actitudes para dar un empujón al paso decisivo. Enfurecida crítica sobre las apariencias y el materialismo dispuestas a corromper en la escena pasando por encima de la ambición profesional; ya sea vendiendo bajo la lluvia o ganándose un cliente en la barra del bar. Un robo complicará aún más la tensa situación por la lucha del poder.
14 de agosto de 2016
14 de agosto de 2016
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
141/24(30/07/16) Notable film coral, que supone la mejor realización del cineasta James Foley, una incisiva deconstrucción del Sueño Americano, arremetiendo con saña contra el capitalismo despiadado, contra el arribismo, contra la competencia salvaje que hace aplastarse unos a otros, tomando como McGuffin una oficina con empleados que venden bienes raíces y son sometidos a una carrera en que el primero ganará un cadillac, el segundo un juego de cuchillos, el resto serán despedidos. El absorbente guión es del aclamado dramaturgo David Mamet que adapta una obra teatral propia homónima ganadora del Tony y del Pulitzer en 1984, estrenándose por vez primera en 1983 en el Royal National Theatre, de Londres, en USA se estrenó después, en Chicago antes de trasladarse a Broadway. Su alegórico argumento es potenciado por agridulces diálogos interpretados de modo Colosal por unos actores tocados por una barita mágica, Jack Lemmon Magno, Al Pacino Apoteósico, Ed Harris Vibrante, Aled Baldwin Electrizante, Alan Arkin notable, Kevin Spacey Sibilino, y Jonathan Price estupendo, entre todos componen uno de los elencos actorales mejores de la Historia del Cine, Apabullante su modo de irradiar emociones encontradas. Es una obra con bastantes paralelismos con otro premio Tony y Pulitzer, en este caso de Arthur Miller, me refiero a “Muerte de un viajante” y su Willy Loman, en las dos obras se hace un deprimente lienzo de los vendedores.
El film se puede dividir en dos partes de aproximadamente 50 minutos cada una: La primera comprendería la tarde noche lluviosa, imprimiendo nivel de claustrofobia, con la épica aparición de Alec Baldwin, la presentación de personajes, sus miedos, dudas, ilusiones, frustraciones; La segunda parte comprendería la mañana, y toda ella acontece en la oficina, con la excusa de un robo se despliegan las corrompidas personalidades de cada uno. Aquí las crisis existenciales de cada personaje implosionan de modo gradual hacia lo doliente.
La historia es una radiografía punzante en la que salen a relucir las lacras del capitalismo salvaje, el que no repara en seres humanos, solo en los números de beneficio, ese que es capaz de enfrentar a la gente y hacer que estos avasallen al de al lado por tener un poco más de éxito, una reflexión mordiente sobre la despiadada competitividad, la que separa a las personas entre triunfadoras y perdedoras. Es el Imperio del dinero, que hace a muchos humanos peones manipulados por los de arriba para que nos despedacemos para regocijo de sus cuentas bancarias, hace que tengamos que bajar al barro, al juego sucio, a mentir, robar, medrar, lo que sea por ser el primero en una carrera por sobrevivir un día más, un fresco desalentador de la Condición Humana, de su desesperación. Un brutal fresco sobre la dictadura del consumismo, una sátira sobre denigrar al más débil, una fábula darwinista donde solo queda el más fuerte, donde el viejo es material defectuoso a extirpar de nuestra decadente sociedad. Un relato duro, asfixiante, que a medida que avanza se hace más y más opresivo, un enérgico drama con tintes de thriller, que se mueve de modo trepidante en base a unos diálogos edificados con mimo por un David Mamet en estado de gracia, mordaces, insidiosos, con aguijón envenenado, con construcción de personajes fascinante, con duelos actorales brillantes, donde el ganador es el espectador, consiguiendo atraparte en sus sugestivas redes.
Es un micromundo en donde conviven un grupo de personas, no queda bien parada la profesión de vendedor comercial (bien sea puerta a puerta, o tfno. a tfno.), que no dudan en engañar al que sea por alcanzar una comisión mejor, desean ascender, son arteros, truhanes, amorales, traicioneros, trileros de la palabra, unos perdedores que navegan con bote agujereado por un mar de angustia en el que no desean naufragar, son especie de tiburones que temen quedar parados y morir, y mientras no dudaran en comerse al que sea para subsistir,
El repertorio actoral es majestuoso, un conjunto de actuaciones que harían atractiva la lectura de un listín telefónico, más si les ponen sobre un guión excelente. Jack Lemmon encarna a Shelley “La máquina” Levene con una fuerza emocional extraordinaria al perdedor que una vez estuvo en la cima, y ahora en el otoño de su vida se encuentra al borde del abismo, representa el reverso del éxito, el actor lo dota de patetismo, de sentimientos, de lástima, de compasión, sublime en sus llamadas telefónicas, en el lastimero intento de soborno a su jefe, en la visita de un “potencial” comprador, fenomenal como deja traslucir que es un perdedor desesperado, como las frustraciones vitales le transpiran la piel, un lenguaje gestual abrumador de cómo se descompone anímicamente, Imperial Lemmon (ganó en Venecia el premio al mejor actor). Alec Baldwin en un papel escrito expresamente por Mamet para el film (aunque no se dice su nombre, en los créditos aparece como Blake), siete minutos aparece solo, un speech tremebundo, una charla entre lo motivacional y lo despectivo, una puñalada al corazón de la humanidad, y el actor se viene arriba con ímpetu, energía, agresividad verbal, arrogancia, egocentrismo, su modo de moverse, de expresarse, Antológico, desborda la pantalla con un carisma Tsunami, arrasa con todo, Arrollador. Al Pacino (nominado al Oscar por el papel) como el exitoso Ricky roma, aparece al tercio del film, y lo hace derrochando carácter, empatía, inteligencia, manipulación artera, un volcán en erupción oral, tremebundo, es la imagen del triunfador, parece levitar por la pantalla con el aura del éxito flotando a su alrededor, la viva imagen de la fachada del vendedor comercial que te embauca con dulces palabras y tras ellas solo medias verdades, Portentoso. Ed Harris como David Moss, representa al tipo hastiado de que su empresa lo mangonee, el medrador que despotrica sibilinamente entre los “obreros”, excelsa la rabia que despliega... (sigue en spoiler sin)
El film se puede dividir en dos partes de aproximadamente 50 minutos cada una: La primera comprendería la tarde noche lluviosa, imprimiendo nivel de claustrofobia, con la épica aparición de Alec Baldwin, la presentación de personajes, sus miedos, dudas, ilusiones, frustraciones; La segunda parte comprendería la mañana, y toda ella acontece en la oficina, con la excusa de un robo se despliegan las corrompidas personalidades de cada uno. Aquí las crisis existenciales de cada personaje implosionan de modo gradual hacia lo doliente.
La historia es una radiografía punzante en la que salen a relucir las lacras del capitalismo salvaje, el que no repara en seres humanos, solo en los números de beneficio, ese que es capaz de enfrentar a la gente y hacer que estos avasallen al de al lado por tener un poco más de éxito, una reflexión mordiente sobre la despiadada competitividad, la que separa a las personas entre triunfadoras y perdedoras. Es el Imperio del dinero, que hace a muchos humanos peones manipulados por los de arriba para que nos despedacemos para regocijo de sus cuentas bancarias, hace que tengamos que bajar al barro, al juego sucio, a mentir, robar, medrar, lo que sea por ser el primero en una carrera por sobrevivir un día más, un fresco desalentador de la Condición Humana, de su desesperación. Un brutal fresco sobre la dictadura del consumismo, una sátira sobre denigrar al más débil, una fábula darwinista donde solo queda el más fuerte, donde el viejo es material defectuoso a extirpar de nuestra decadente sociedad. Un relato duro, asfixiante, que a medida que avanza se hace más y más opresivo, un enérgico drama con tintes de thriller, que se mueve de modo trepidante en base a unos diálogos edificados con mimo por un David Mamet en estado de gracia, mordaces, insidiosos, con aguijón envenenado, con construcción de personajes fascinante, con duelos actorales brillantes, donde el ganador es el espectador, consiguiendo atraparte en sus sugestivas redes.
Es un micromundo en donde conviven un grupo de personas, no queda bien parada la profesión de vendedor comercial (bien sea puerta a puerta, o tfno. a tfno.), que no dudan en engañar al que sea por alcanzar una comisión mejor, desean ascender, son arteros, truhanes, amorales, traicioneros, trileros de la palabra, unos perdedores que navegan con bote agujereado por un mar de angustia en el que no desean naufragar, son especie de tiburones que temen quedar parados y morir, y mientras no dudaran en comerse al que sea para subsistir,
El repertorio actoral es majestuoso, un conjunto de actuaciones que harían atractiva la lectura de un listín telefónico, más si les ponen sobre un guión excelente. Jack Lemmon encarna a Shelley “La máquina” Levene con una fuerza emocional extraordinaria al perdedor que una vez estuvo en la cima, y ahora en el otoño de su vida se encuentra al borde del abismo, representa el reverso del éxito, el actor lo dota de patetismo, de sentimientos, de lástima, de compasión, sublime en sus llamadas telefónicas, en el lastimero intento de soborno a su jefe, en la visita de un “potencial” comprador, fenomenal como deja traslucir que es un perdedor desesperado, como las frustraciones vitales le transpiran la piel, un lenguaje gestual abrumador de cómo se descompone anímicamente, Imperial Lemmon (ganó en Venecia el premio al mejor actor). Alec Baldwin en un papel escrito expresamente por Mamet para el film (aunque no se dice su nombre, en los créditos aparece como Blake), siete minutos aparece solo, un speech tremebundo, una charla entre lo motivacional y lo despectivo, una puñalada al corazón de la humanidad, y el actor se viene arriba con ímpetu, energía, agresividad verbal, arrogancia, egocentrismo, su modo de moverse, de expresarse, Antológico, desborda la pantalla con un carisma Tsunami, arrasa con todo, Arrollador. Al Pacino (nominado al Oscar por el papel) como el exitoso Ricky roma, aparece al tercio del film, y lo hace derrochando carácter, empatía, inteligencia, manipulación artera, un volcán en erupción oral, tremebundo, es la imagen del triunfador, parece levitar por la pantalla con el aura del éxito flotando a su alrededor, la viva imagen de la fachada del vendedor comercial que te embauca con dulces palabras y tras ellas solo medias verdades, Portentoso. Ed Harris como David Moss, representa al tipo hastiado de que su empresa lo mangonee, el medrador que despotrica sibilinamente entre los “obreros”, excelsa la rabia que despliega... (sigue en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Alan Arkin como George Aaronow, en un papel más débil demuestra que con apenas hablar se pueden transmitir sensaciones, exhibe dudas, indecisión, el actor lucha con un rol menos trabajado en fondo. Kevin Spacey como el gerente John Williamson expone contención, un gran apoyo sobre todo en los ententes con Jack Lemmon, tipo mesurado, observador, paciente, oyente, flemático. Jonathan Pryce cumple con su apocado personaje que sirve como presa propicia de Roma.
La cinta tiene algunas taras que la impiden elevarse algo más, elementos deux machina que se sienten forzados y a los que hay que darles gran licencia para tolerarlos. Lo de las tarjetas-pistas se siente un poco metido con calzador, si quieren que se maten entre ellos que les den una pistola, pero si quieren beneficios para la empresa que reparten las tarjetas equitativamente entre los vendedores, no tiene mucho sentido que las muestren a los vendedores y luego les digan que no se las van a dar, solo como McGuffin para el posterior robo. Lo del robo, si se analiza no se aguanta, por que en vez de sustraerlas no han hecho fotocopias? Resulta complicado creer que la policía este toda una mañana en esta oficina por el robo de unas tarjetas-pistas. El modo en que el gerente “pilla” a Shelly resulta cuando menos chirriante, pues este sabe que el gerente salió con él antes de que Ricky hubiera llevado el contrato, los dos estuvieron hablando y luego Williamson se fue a su casa a ver su hijo, por tanto sabe que no envió el contrato, Error de guión. En España los contratos de propiedad inmobiliaria hay que pasarlos por notario, supongo que en USA también por tanto el contrato que Roma firmó con el tipo del restaurante chino no se pudo hacer efectivo tan pronto. No tiene sentido alguno que en la compañía tengan a potenciales clientes a tipos que saben no tienen intención alguna de comprar y que no tiene dinero, para que torturar a Shelley con este cliente que saben que no comprará?
Lo puesta en escena rezuma frugalidad, austeridad, como queriendo despojar a la narración de lo superfluo y potenciar de este modo las sibaritas actuaciones, con un minimalista diseño de producción de jane Musky (“Arizona baby” o “Ghost”), rodándose íntegramente en Nueva York, sus exteriores en el barrio de Brooklyn, y en los Kaufman Astoria Studios, sobresaliendo el ambiente claustrofóbico impuesto por la copiosa lluvia nocturna, así como en su segunda parte en la opresiva oficina, así como a reseñar la fotografía del vasco Juan Ruiz Anchia (“La casa de juegos” o “Spartan”), con escasa iluminación, patinados acentuados verdes, azules y rojos, en la primera parte nocturna, y en la segunda azul grisáceo, que impone muchos reflejos de luces de neón como símil de lo artificioso, de lo brillante y esplendoroso, pero hueco en su interior, con tomas abiertas haciendo que los actores fluyan en la escena cual teatro. Film adornado por la suave música de James Newton Howard (“Michael Clayton” o “Los juegos del hambre”), de resonancias jazzísticas, a lo que contribuyen los temas de Irving Berlin, Duke Ellington o Donald Fagen.
Recomendable a los que gusten de películas con actores grandes en grandes momentos, en medio de un guión con un gran trasfondo social, de los que te deja pensando. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2016/08/glengarry-glen-ross.html
La cinta tiene algunas taras que la impiden elevarse algo más, elementos deux machina que se sienten forzados y a los que hay que darles gran licencia para tolerarlos. Lo de las tarjetas-pistas se siente un poco metido con calzador, si quieren que se maten entre ellos que les den una pistola, pero si quieren beneficios para la empresa que reparten las tarjetas equitativamente entre los vendedores, no tiene mucho sentido que las muestren a los vendedores y luego les digan que no se las van a dar, solo como McGuffin para el posterior robo. Lo del robo, si se analiza no se aguanta, por que en vez de sustraerlas no han hecho fotocopias? Resulta complicado creer que la policía este toda una mañana en esta oficina por el robo de unas tarjetas-pistas. El modo en que el gerente “pilla” a Shelly resulta cuando menos chirriante, pues este sabe que el gerente salió con él antes de que Ricky hubiera llevado el contrato, los dos estuvieron hablando y luego Williamson se fue a su casa a ver su hijo, por tanto sabe que no envió el contrato, Error de guión. En España los contratos de propiedad inmobiliaria hay que pasarlos por notario, supongo que en USA también por tanto el contrato que Roma firmó con el tipo del restaurante chino no se pudo hacer efectivo tan pronto. No tiene sentido alguno que en la compañía tengan a potenciales clientes a tipos que saben no tienen intención alguna de comprar y que no tiene dinero, para que torturar a Shelley con este cliente que saben que no comprará?
Lo puesta en escena rezuma frugalidad, austeridad, como queriendo despojar a la narración de lo superfluo y potenciar de este modo las sibaritas actuaciones, con un minimalista diseño de producción de jane Musky (“Arizona baby” o “Ghost”), rodándose íntegramente en Nueva York, sus exteriores en el barrio de Brooklyn, y en los Kaufman Astoria Studios, sobresaliendo el ambiente claustrofóbico impuesto por la copiosa lluvia nocturna, así como en su segunda parte en la opresiva oficina, así como a reseñar la fotografía del vasco Juan Ruiz Anchia (“La casa de juegos” o “Spartan”), con escasa iluminación, patinados acentuados verdes, azules y rojos, en la primera parte nocturna, y en la segunda azul grisáceo, que impone muchos reflejos de luces de neón como símil de lo artificioso, de lo brillante y esplendoroso, pero hueco en su interior, con tomas abiertas haciendo que los actores fluyan en la escena cual teatro. Film adornado por la suave música de James Newton Howard (“Michael Clayton” o “Los juegos del hambre”), de resonancias jazzísticas, a lo que contribuyen los temas de Irving Berlin, Duke Ellington o Donald Fagen.
Recomendable a los que gusten de películas con actores grandes en grandes momentos, en medio de un guión con un gran trasfondo social, de los que te deja pensando. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2016/08/glengarry-glen-ross.html
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here