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La canción de los nombres olvidados

Drama En pleno estallido de la Segunda Guerra Mundial, el pequeño Dovidl llega a Londres como refugiado judío desde su Polonia natal. Con solo 9 años es un prodigio del violín, lo que propicia su acogida en una destacada familia británica, que le integra como un hijo más y promociona sus estudios musicales. Dovidl se convierte en el mejor amigo de su nuevo “hermano” Martin. Años después, Dovidl está a punto de ofrecer su primer y esperado ... [+]
Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
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5
7 de febrero de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
Un trabajo disperso, que pierde el poco interés que pudiera tener, al no mantener centrado el foco, en alguno de sus frentes narrativos. Los flashback continuos, restan cohesión entre sus partes.

No existe una gran implicación del texto con los personajes. François Girard, director con experiencia en el tratamiento del género (tiene otra película similar titulada Le Violon rouge), acomete esta, con aparente mayor trasfondo, pero el exceso de argumento traba su desarrollo.

Las pocas escenas interesantes que me han gustado, no satisfacen en su conjunto el tiempo empleado. De haber reducido su duración en media hora, aligerándola de tanto alegato innecesario, nos habríamos encontrado con una obra mayor... y lo habría merecido, contaba con buenos mimbres.
8
3 de enero de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
En el estrado, en el podio, en la tarima elevada donde suben los solistas en los conciertos. Londres, 1986, por fin Dovidl (Owen), está dispuesto a dar la audición anunciada mucho tiempo atrás cuando era un niño prodigio. Un concierto al que no se presentó por causas desconocidas, "Confío que no les haya importado esperar treinta y cinco años".
De conocer los motivos de la espantada trata precisamente la cinta.
Violista y judío, Dovidl nos traslada un poco a la aldea ucraniana de aquel otro violinista que hace equilibrios en el tejado, que no en el estrado, donde la religión, la política, la guerra, las persecuciones y el exilio van a jugar también un destacado papel.
El guion tiene algunos agujeros. Suele ocurrir cuando se quiere seguir demasiado fielmente la novela inspiradora.
Pero, como ocurre en los conciertos "Mal ensayo previo, éxito en la interpretación definitiva", la realización es excelente. Acertada alternancia entre los recuerdos y la acción contemporánea, manteniendo hasta el último momento la intriga sobre las causas de la huida de Dovidl.
Ritmo pausado que permite dibujar con acierto a los personajes. La soberbia del joven talento, "Yo soy un genio, te ayudo y tu serás un poco genio", la amistad perseverante de Martin (Roth) capaz de superar los años, la distancia y los desprecios.
Lo mismo que en la película de Jewison, juegan un papel central la sociedad hebrea, "La vida de un judío polaco, los niños jugando al fútbol, los mayores rezando, las mujeres en los baños rituales", así como el judaísmo. Todo ello se refleja en un brillante fraseado: "La religión es como un abrigo, si hace mucho calor puedes quitártelo", pero, aludiendo al bautismo cristiano, "La etnia no se lava con agua".
Técnicamente impecable con una preciosa banda sonora dominada lógicamente por el violín, entre los intérpretes destaca un Roth en un registro muy alejado al que nos tiene acostumbrados.
La historia, de acuerdo, está un poco sacada por los pelos, pero es una gran historia. Emocionante y bella.
No se la pierdan.
5
9 de diciembre de 2024 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Propaganda es el nombre de una de las discotecas más famosas de Moscú, esta película no me recordó a ese local. Pero es una película claramente financiada con dinero judío sionista y su función es hacer publicidad de su religión, sus mártires y sus costumbres.

La historia es interesante, la premisa de buscar a un genio de la música, a un virtuoso que como la leyenda del pájaro espino “que canta solo una vez en su vida y lo hace más dulcemente que cualquier otra criatura sobre la faz de la tierra.” Acaba diciendo que muere después de cantar, el pájaro que canta hasta morir.

Aunque interesante, no me resulto creíble, me sobró Clive Owen, no me le creí en el papel de superdotado de la música, demasiado apuesto quizás, eso y que no parece judío físicamente, ni aunque le pongas una barba y unos caireles.
Tim Roth hace un gran papel, porque es un grandísimo actor y podría haber hecho el papel de violinista mucho mejor que Owen.

Es la segunda película del director sobre el mundo del violín y supongo que, si un Rothschild te ofrece financiar una película contando lo que te pidan, pues adelante. Cuenta las bondades de la religión judía en forma de thriller de un tipo que lleva 35 años buscando a su amigo y preguntase porque no acudió a su cita con la historia de la música y al final la explicación es simple, burda y previsible.
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