La canción de los nombres olvidados
5.8
1,916
Drama
En pleno estallido de la Segunda Guerra Mundial, el pequeño Dovidl llega a Londres como refugiado judío desde su Polonia natal. Con solo 9 años es un prodigio del violín, lo que propicia su acogida en una destacada familia británica, que le integra como un hijo más y promociona sus estudios musicales. Dovidl se convierte en el mejor amigo de su nuevo “hermano” Martin. Años después, Dovidl está a punto de ofrecer su primer y esperado ... [+]
27 de marzo de 2020
27 de marzo de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pocas horas de que la ya complicada situación se tense hasta límites insospechados, todavía sigue en pie el calendario de estrenos cinematográficos de las próximas semanas. Lleno no sólo de grandes producciones norteamericanas llamadas a romper taquillas, sino también coproducciones medianas con públicos muy definidos. Películas de honorables atuendos que transitan por festivales y demás destinos de prestigio para acabar calando hondo en audiencias de edad veterana. La película que nos ocupa se podría englobar dentro de este grupo, amén de presentar otras características relevantes para enaltecer su promoción. Es una adaptación literaria, lo cual en sí mismo implica una estructura argumental específica que funciona bien entre el público. Presenta nombres de peso en su reparto y en su equipo técnico, y se entronca dentro del drama histórico que apela a las sensibilidades e inquietudes de una bancada atraída por la cultura. Estoy hablando de La canción de los nombres olvidados, largometraje de François Girard que cerró la Sección Oficial del último Festival de San Sebastián. Una película de atractivo musical que desembarca con una campaña modesta pero acertada por parte de Filmax, y un filme recibido con escaso ruido mediático y la promesa de ser un filme llamado a enamorar al público. Se me pasó la posibilidad de descubrirla en la ciudad donostiarra, pero me apresuré a confirmar la cobertura de este estreno dispuesto a ser sorprendido con muy pocas referencias. Sala de proyecciones para prensa poco habitual, película de temas tiempo ha no analizados. Y si algo es prioritario destacar de esta película es su sensibilidad. Una producción de enjundia cinematográfica prácticamente nulo, pero de un atractivo literario que sin duda hará las delicias de muchos de los espectadores que se la encuentren (esperemos) en la sala de cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En los albores de la Segunda Guerra Mundial, el polaco Dovidl desembarca en una burguesa familia inglesa, que le dará cobijo y patrocinio mientras lucha por convertirse en uno de los mejores violinistas del mundo. Mientras se confirma como un prodigio infantil, desarrollará una fuerte amistad con su hermano de circunstancia, Martin. Pero el día de su primer concierto en un gran auditorio, Dovidl desaparece sin dejar rastro. Décadas después, un ya maduro Martin devenido en profesor musical no perderá la esperanza de encontrar a su querido hermano. Un drama a través del tiempo con una omnipresente memoria histórica del genocidio judío. La música para purgar el dolor e impedir el olvido. Dos amigos separados por el trágico contexto que les toca vivir y unificados como dos personas nuevas. El viaje solitario y doliente de un hombre comprometido con una misión. Un más que encomiable intento de llevar a la pantalla una parte muy personal de la cultura judaica que bien merece ser conocida. Una película de un argumento harto atractivo, y ejecutada con eficiencia de oficio. Pero si por algo gana muchísimos enteros es por su notable banda sonora de Howard Shore, que cumple función argumental, rítmica y tonal. Tanto Tim Roth como Clive Owen llevan tiempo desaparecidos, por lo que siempre es un placer reencontrarse con los dos carismáticos intérpretes.
Aún sin haber leído el libro, presiento que la sensación que me ofrecería su lectura sería muy parecida a la que me produce su visionado. Es un libro en imágenes, una traslación que opta por la literalidad y un nivel de lectura superficial, siendo el argumento el único foco. No aporta nada que no aporte un libro. En cuanto a puesta en escena y lenguaje audiovisual es un filme plano, limitado a nivel expresivo, con escasa personalidad y suave fuerza tonal, atmosféricamente liviana. Es un ejercicio académico mortecino, con un trabajo de dirección artística nada destacable. Un filme que nunca llega a sorprender durante su desarrollo, y al que le captamos los conflictos y vínculos emocionales pero nunca nos llegan con la intensidad de los grandes dramas. Es una película que agrada, pero diríase diseñada para no producir ninguna emoción fuerte. Leve el impacto durante la proyección, leve por consecuente el recuerdo.
Una película que los aficionados de los dramas de época y las películas de temática musical disfrutarán. Pero tanto para ellos como para el resto es una película a la que acudir con las expectativas moderados, pues a nivel global es una película de muy escasa entidad.
Aún sin haber leído el libro, presiento que la sensación que me ofrecería su lectura sería muy parecida a la que me produce su visionado. Es un libro en imágenes, una traslación que opta por la literalidad y un nivel de lectura superficial, siendo el argumento el único foco. No aporta nada que no aporte un libro. En cuanto a puesta en escena y lenguaje audiovisual es un filme plano, limitado a nivel expresivo, con escasa personalidad y suave fuerza tonal, atmosféricamente liviana. Es un ejercicio académico mortecino, con un trabajo de dirección artística nada destacable. Un filme que nunca llega a sorprender durante su desarrollo, y al que le captamos los conflictos y vínculos emocionales pero nunca nos llegan con la intensidad de los grandes dramas. Es una película que agrada, pero diríase diseñada para no producir ninguna emoción fuerte. Leve el impacto durante la proyección, leve por consecuente el recuerdo.
Una película que los aficionados de los dramas de época y las películas de temática musical disfrutarán. Pero tanto para ellos como para el resto es una película a la que acudir con las expectativas moderados, pues a nivel global es una película de muy escasa entidad.
16 de mayo de 2020
16 de mayo de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la música como elemento vertebrador de la historia, aspecto que empapa su filmografía, el canadiense François Girard compone en 'La canción de los nombres olvidados' una sinfonía que desafina en su tercio final. El punto de partida es atractivo y sugerente, pero acaba desinflándose merced a un desarrollo convencional, unas interpretaciones insulsas y una intriga que a la hora de su resolución se desvanece. Con la Segunda Guerra Mundial abriéndose paso en el horizonte, un judío polaco de nueve años con dotes innatas en el manejo del violín será acogido por una familia británica.
Tratado como un hijo más, encuentra en su nuevo hermano Martin a un amigo, compañero y confesor. Ya en plena adolescencia, poco antes de ofrecer su primer concierto ante la aristocrática y elitista sociedad londinense, va a desaparecer sin dejar rastro. Décadas después, convertido Martín en profesor de música, el gesto rutinario de un alumno antes de tocar, le recordará aquél hermano que tuvo. Buscarlo se convierte en una obsesión, una deuda contraída consigo mismo.
Tim Roth y Clive Owen dan vida a estos jóvenes en su etapa adulta. Roth hace gala de sus carencias. Es un actor que precisa de personajes con más picante, que se deslicen hacia lo irreverente. En 'La canción de los nombres olvidados' echa en falta a Tarantino, y esa orfandad lo convierte en un intérprete vulgar, del montón. Girard, como buen amante de lo artístico, recurre a la virguería del detalle buscando la distinción, esa sensibilidad y gusto inaccesibles al profano. Ahí se viene arriba.
Pero llegado el clímax, mediante una narración típicamente episódica, no acierta al casar los tonos de un suspense que prometía mucho a partir de personajes seductores. La reclusión como medio para curar heridas, a lo que se añaden actitudes arbitrarias e incomprensibles, sirven para echar leña melodramática a una película que reunía potencial.
Una pena.
Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para https://rockandfilms.es
Tratado como un hijo más, encuentra en su nuevo hermano Martin a un amigo, compañero y confesor. Ya en plena adolescencia, poco antes de ofrecer su primer concierto ante la aristocrática y elitista sociedad londinense, va a desaparecer sin dejar rastro. Décadas después, convertido Martín en profesor de música, el gesto rutinario de un alumno antes de tocar, le recordará aquél hermano que tuvo. Buscarlo se convierte en una obsesión, una deuda contraída consigo mismo.
Tim Roth y Clive Owen dan vida a estos jóvenes en su etapa adulta. Roth hace gala de sus carencias. Es un actor que precisa de personajes con más picante, que se deslicen hacia lo irreverente. En 'La canción de los nombres olvidados' echa en falta a Tarantino, y esa orfandad lo convierte en un intérprete vulgar, del montón. Girard, como buen amante de lo artístico, recurre a la virguería del detalle buscando la distinción, esa sensibilidad y gusto inaccesibles al profano. Ahí se viene arriba.
Pero llegado el clímax, mediante una narración típicamente episódica, no acierta al casar los tonos de un suspense que prometía mucho a partir de personajes seductores. La reclusión como medio para curar heridas, a lo que se añaden actitudes arbitrarias e incomprensibles, sirven para echar leña melodramática a una película que reunía potencial.
Una pena.
Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para https://rockandfilms.es
6 de enero de 2021
6 de enero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras los dos actores adolescentes Misha Handley y Luke Doyle (este último hasta la fecha "solo" era un virtuoso estudiante de violín) permanecen en pantalla la cosa funciona y promete. Tienen química y Handley hace convincente la relación facilitando mucho la labor a Tim Roth que encarna a ese mismo personaje en la edad madura. De hecho son seis los actores para dar vida a lo largo del tiempo a estos dos chicos de diferentes credos que profesan la misma fé en la amistad aunque en la novela original en la que se basa de Norman Lebrecht ambos son judíos. Parece ser que fue Tim Roth quien sugirió el cambio. La guerra los marcará y el sentimiento de pérdida y culpa por sobrevivir de uno de ellos condicionarán sus caminos.
Luego la cosa va defraudando en cada una de sus vertientes con soluciones simplonas a la par que se torna complaciente con un sentimiento de trascendencia que más allá de la escena rodada (por primera vez) en el propio campo de Treblinka no llega nunca a emocionarnos como debiera. El homenaje a los que fueron asesinados, judíos o no, en los campos de exterminio se concreta en esa melodía salmodia compuesta por Howard Shore que da lugar al título interpretada como todos los temas de violín de la película por el prestigioso violinista australiano de origen taiwanés Ray Chen.
Su director Françoise Girard sigue manteniendo el leit motiv de la música en su filmografía y aunque considero fallida la propuesta se maneja bien en la narrativa temporal y goza de una producción y puesta en escena sin tacha.
cineziete.wordpress.com
Luego la cosa va defraudando en cada una de sus vertientes con soluciones simplonas a la par que se torna complaciente con un sentimiento de trascendencia que más allá de la escena rodada (por primera vez) en el propio campo de Treblinka no llega nunca a emocionarnos como debiera. El homenaje a los que fueron asesinados, judíos o no, en los campos de exterminio se concreta en esa melodía salmodia compuesta por Howard Shore que da lugar al título interpretada como todos los temas de violín de la película por el prestigioso violinista australiano de origen taiwanés Ray Chen.
Su director Françoise Girard sigue manteniendo el leit motiv de la música en su filmografía y aunque considero fallida la propuesta se maneja bien en la narrativa temporal y goza de una producción y puesta en escena sin tacha.
cineziete.wordpress.com
12 de enero de 2021
12 de enero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque la cinta tiene sus defectos, La Canción de los Nombres Olvidados me ha resultado interesante. La historia se cuenta a base de flashbacks que, intercalados con los viajes que hace Martin, el personaje interpretado por Tim Roth, en busca del desaparecido Dovidl, Clive Owen, tejen una historia que poco a poco toma sentido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El reflejo que se hace de la religión judía, de sus diferentes ceremonias, que van marcando el desarrollo del personaje de Dovidl, es remarcable. Así, pasa de ser un fiel cumplidor de los preceptos en su infancia al ateismo que le produce el sentimiento de soledad y abandono provocado por la pérdida de su familia en el Holocausto, para luego volver a abrazar la religión de sus antepasados cuando siente la obligación de perpetuar su raza. La escena en la que oye por primera vez la canción que da título a la película es muy emotiva, un punto de inflexión en la vida del violinista.
* nota: el pueblo judío siempre ha confiado en la transmisión oral. Así, componen esa canción con los nombres de las víctimas que luego, una vez acabada la guerra, fijan en un documento, para que esos nombres no se olviden. Emocionante.
Como ya he señalado al principio de esta reseña, la cinta no está exenta de defectos. Aún así, tengo que reconocer que me ha gustado, aunque podría haber sido más redonda de lo que es. Una pena, porque esos "defectillos" no le han permitido "pasar al siguiente nivel". Le daremos un seis sobre diez.
P.D. Esta película me la recomendó mi compañero R. Decía que me iba a gustar, y tenía razón. Tendré que seguir atendiendo a sus recomendaciones.
https://jomoloblog.blogspot.com
* nota: el pueblo judío siempre ha confiado en la transmisión oral. Así, componen esa canción con los nombres de las víctimas que luego, una vez acabada la guerra, fijan en un documento, para que esos nombres no se olviden. Emocionante.
Como ya he señalado al principio de esta reseña, la cinta no está exenta de defectos. Aún así, tengo que reconocer que me ha gustado, aunque podría haber sido más redonda de lo que es. Una pena, porque esos "defectillos" no le han permitido "pasar al siguiente nivel". Le daremos un seis sobre diez.
P.D. Esta película me la recomendó mi compañero R. Decía que me iba a gustar, y tenía razón. Tendré que seguir atendiendo a sus recomendaciones.
https://jomoloblog.blogspot.com
1 de junio de 2020
1 de junio de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente cuando no te ha gustado una película es fácil hacer una crítica, pero me da pena porque el guión prometía mucho y tengo que reconocer que la presencia de Tim Roth me llamaba la atención, aunque al final me ha decepcionado la película en global, creo que le han sacado muy poco partido.
La primera parte es bastante aceptable, Tim Roth es un crítico de música que de repente encuentra una posible pista de su mejor amigo de la infancia desaparecido desde hace 35 años. Comienza entonces su búsqueda sobre todo para esclarecer su desaparición repentina justo antes de dar su primer concierto. El niño era un prodigio judío del violín que había escapado de Varsovia y su familia lo refugió con unos amigos en Londres, donde se hacen cargo del niño mientras le dan clases de música. Allí comienza una nueva vida junto con su nuevo "hermano" (Tim Roth), congeniando los dos y haciéndose inseparables.
Las escenas en flashback son lo mejor de la película, mientras pasan la infancia en una Gran Bretaña asediada por la Luftwaffe alemana. Sobre todo hay un duelo con otro niño prodigio también del violín en un bunker que es maravillosa. Pero la película se queda en eso, en buenas escenas al principio y poco más.
La segunda parte se enzarza en una búsqueda con la que se recorre medio mundo, pero en unas escenas que se hacen soporíferas, muy lentas y en las que apenas se aporta nada a la película. Creo que es un error de bulto, porque el director tenía material de sobra, está hablando de los judíos en la Segunda Guerra Mundial, del gueto de Varsovia, los campos de concentración, Treblinka, etc. Tenía muchos temas buenos a los que agarrarse pero pasa de puntillas sobre todos ellos, no sé por qué.
La última media hora es la peor de todas, que justo coincide con la aparición en pantalla de Clive Owen como no, madre mía no sé quién hizo el casting para escogerle pero falló estrepitosamente. Su papel como prodigio judío del violín no es que deje que desear, es que es patético, igual que su barba. Sus escenas carecen de sentimiento total (sobre todo cuando están sentados los dos en el coche) simples, llanas, sin ninguna intensidad.
El final pues no lo voy a comentar, para mí nefasto, bueno más que nefasto, absurdo, o por lo menos a mí me lo parece. Espero que cuando veáis la película no opinéis lo mismo que yo y os guste. Realmente me parece una pena, porque con unos toques más a la película creo que hubiese dado como resultado una muy buena película pero bueno, que se le va a hacer.
La primera parte es bastante aceptable, Tim Roth es un crítico de música que de repente encuentra una posible pista de su mejor amigo de la infancia desaparecido desde hace 35 años. Comienza entonces su búsqueda sobre todo para esclarecer su desaparición repentina justo antes de dar su primer concierto. El niño era un prodigio judío del violín que había escapado de Varsovia y su familia lo refugió con unos amigos en Londres, donde se hacen cargo del niño mientras le dan clases de música. Allí comienza una nueva vida junto con su nuevo "hermano" (Tim Roth), congeniando los dos y haciéndose inseparables.
Las escenas en flashback son lo mejor de la película, mientras pasan la infancia en una Gran Bretaña asediada por la Luftwaffe alemana. Sobre todo hay un duelo con otro niño prodigio también del violín en un bunker que es maravillosa. Pero la película se queda en eso, en buenas escenas al principio y poco más.
La segunda parte se enzarza en una búsqueda con la que se recorre medio mundo, pero en unas escenas que se hacen soporíferas, muy lentas y en las que apenas se aporta nada a la película. Creo que es un error de bulto, porque el director tenía material de sobra, está hablando de los judíos en la Segunda Guerra Mundial, del gueto de Varsovia, los campos de concentración, Treblinka, etc. Tenía muchos temas buenos a los que agarrarse pero pasa de puntillas sobre todos ellos, no sé por qué.
La última media hora es la peor de todas, que justo coincide con la aparición en pantalla de Clive Owen como no, madre mía no sé quién hizo el casting para escogerle pero falló estrepitosamente. Su papel como prodigio judío del violín no es que deje que desear, es que es patético, igual que su barba. Sus escenas carecen de sentimiento total (sobre todo cuando están sentados los dos en el coche) simples, llanas, sin ninguna intensidad.
El final pues no lo voy a comentar, para mí nefasto, bueno más que nefasto, absurdo, o por lo menos a mí me lo parece. Espero que cuando veáis la película no opinéis lo mismo que yo y os guste. Realmente me parece una pena, porque con unos toques más a la película creo que hubiese dado como resultado una muy buena película pero bueno, que se le va a hacer.
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