Nunca me abandones
2010 

6.5
20,103
Drama. Ciencia ficción. Romance
Adaptación de una novela de Kazuo Ishiguro, el autor de "Lo que queda del día", que también fue llevada al cine (James Ivory, 1993). Kathy, Tommy y Ruth pasan su infancia en Hailsham, un internado inglés aparentemente idílico, donde descubren un tenebroso e inquietante secreto sobre su futuro. Cuando abandonan el colegio y se acercan al destino que les aguarda, el amor, los celos y la traición amenazan con separarlos. (FILMAFFINITY)
19 de febrero de 2011
19 de febrero de 2011
32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto no es ciencia ficción tradicional, aquí no hay efectos especiales ni acción sorprendente.
Es ciencia ficción romántica, sentimental, y con ritmo pausado y preciosista.
Hasta ahí, no es nada extraño o que no se pueda conciliar con el género.
Pero la historia en sí, la base sobre la que se sustenta la vida y el destino de los protagonistas, se hace extraña y hasta irritante para el espectador, algo contrapuesto a sus principios éticos y morales, a la cultura y la educación que uno ha recibido desde su nacimiento.
Ese sentir, desata un latigazo de rechazo en el cerebro a medida que uno se sumerge en esta historia de una realidad alternativa (pero filmada con toda la naturalidad y flema tan característica de la idiosincrasia inglesa, lo que produce estupefacción y perplejidad), y las neuronas bullen buscando una explicación que ponga sentido al sinsentido de la historia.
Esta película es de las que uno recordará por bastante tiempo, y aunque con los años solo se convierta en una "curiosidad" dentro del género, se trata de una pequeña joya llena de matices y de implicaciones humanas que uno no pude dejar de recomendar.
Importante el spoiler.
Es ciencia ficción romántica, sentimental, y con ritmo pausado y preciosista.
Hasta ahí, no es nada extraño o que no se pueda conciliar con el género.
Pero la historia en sí, la base sobre la que se sustenta la vida y el destino de los protagonistas, se hace extraña y hasta irritante para el espectador, algo contrapuesto a sus principios éticos y morales, a la cultura y la educación que uno ha recibido desde su nacimiento.
Ese sentir, desata un latigazo de rechazo en el cerebro a medida que uno se sumerge en esta historia de una realidad alternativa (pero filmada con toda la naturalidad y flema tan característica de la idiosincrasia inglesa, lo que produce estupefacción y perplejidad), y las neuronas bullen buscando una explicación que ponga sentido al sinsentido de la historia.
Esta película es de las que uno recordará por bastante tiempo, y aunque con los años solo se convierta en una "curiosidad" dentro del género, se trata de una pequeña joya llena de matices y de implicaciones humanas que uno no pude dejar de recomendar.
Importante el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sí, es un canto a la vida, al amor, a los sentimientos.
Pero terriblemente deprimente.
Su poesía, su banda sonora y su ambientación se conjuran para ese resultado contrario a su propio mensaje vitalista. Es como si los protagonistas se hubieran sacrificado delante de nuestros ojos, para que su moraleja nos salvara el alma, para que reaccionáramos ante su desnudez y su fragilidad inevitable.
Muchos filmaffiniteros se preguntan en sus críticas, por qué no huyen. Por qué no escapan a su destino, por qué son tan tontos.
El propio director lo aclara: "No hay un sitio donde ir. Desde pequeños les han inculcado un sentimiento de orgullo y de responsabilidad, sobre su lugar en la vida. La película es sobre la fragilidad humana, sobre la urgencia de valorar en el momento a las personas que amas, porque el tiempo es demasiado breve."
Yo voy más allá aún. El escritor de la novela, Kazuo Ishiguro, hace una indagación compleja del yo y de la humanidad, como esa humanidad personal es reconocida, o negada.
No huyen, porque si lo hicieran, entonces la historia no tendría el mismo calado ni el mismo efecto percutor que intencionadamente busca el autor de la historia.
No huyen, porque entonces todo vería un final feliz, el mundo seguiría igual, nadie reaccionaría.
No huyen, porque tampoco pueden hacerlo los fetos que se sacrifican cada día para investigar con células madre para librar al mundo de la plaga de las enfermedades, a costa, de matar su propia ética, y su propia humanidad.
No huyen, porque detrás de una caricia, de un beso, de un abrazo y una palabra sentida, está la eternidad, cada momento, cada segundo, es para ellos más precioso que la propia vida. Y quieren que nosotros lo entendamos.
¿No lo entendéis?
Pero terriblemente deprimente.
Su poesía, su banda sonora y su ambientación se conjuran para ese resultado contrario a su propio mensaje vitalista. Es como si los protagonistas se hubieran sacrificado delante de nuestros ojos, para que su moraleja nos salvara el alma, para que reaccionáramos ante su desnudez y su fragilidad inevitable.
Muchos filmaffiniteros se preguntan en sus críticas, por qué no huyen. Por qué no escapan a su destino, por qué son tan tontos.
El propio director lo aclara: "No hay un sitio donde ir. Desde pequeños les han inculcado un sentimiento de orgullo y de responsabilidad, sobre su lugar en la vida. La película es sobre la fragilidad humana, sobre la urgencia de valorar en el momento a las personas que amas, porque el tiempo es demasiado breve."
Yo voy más allá aún. El escritor de la novela, Kazuo Ishiguro, hace una indagación compleja del yo y de la humanidad, como esa humanidad personal es reconocida, o negada.
No huyen, porque si lo hicieran, entonces la historia no tendría el mismo calado ni el mismo efecto percutor que intencionadamente busca el autor de la historia.
No huyen, porque entonces todo vería un final feliz, el mundo seguiría igual, nadie reaccionaría.
No huyen, porque tampoco pueden hacerlo los fetos que se sacrifican cada día para investigar con células madre para librar al mundo de la plaga de las enfermedades, a costa, de matar su propia ética, y su propia humanidad.
No huyen, porque detrás de una caricia, de un beso, de un abrazo y una palabra sentida, está la eternidad, cada momento, cada segundo, es para ellos más precioso que la propia vida. Y quieren que nosotros lo entendamos.
¿No lo entendéis?
2 de agosto de 2011
2 de agosto de 2011
30 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Solo hay algo peor en el cine que aburrirse, y es aburrirse y frustrarse. Aguantábamos el tipo mi novia y yo diciéndonos: "seguro que al final lo explican todo". Le pregunto con desidia: "¿por qué no hacen nada por salvarse los tres pendejos, si claramente son humanos?". Todavía menos entusiasmada me contesta: "Si educas a alguien de manera tan férrea es muy posible que crea que está cumpliendo con su deber". Pareceré un flipadillo pero no sé, ¿qué tal un poco de rebeldía ante la injusticia de un destino prefijado por el estado?. No pido un William Wallace o un replicante con el careto de Rutger Hauer que le rebane el pescuezo a la autoridad competente, pero sí al menos alguien como el niño-robot de "Inteligencia Artificial", que se pregunte por su existencia aunque no encuentre respuestas satisfactorias.
A medida que se acerca el final lo veo claro, la peli está demasiado pagada de sí misma como para molestarse en explicar porqué sus protagonistas son pusilánimes cual lemming, o para informarnos de porqué la sociedad occidental toma en 1967 una decisión que enorgullecería a Hitler sin el más mínimo reparo moral. Ante material tan endeble, Mark Romanek sabe que tan importante como ser es parecer. Consigamos pues que la película parezca buena. ¿Cómo? Ralenticemos el ritmo, colguémonos la prestigiosa etiqueta de "ciencia-ficción sin efectos especiales", fichemos a tres actores jóvenes con talento (reconozco que incluso mi odiada Keira Knightley convence), dejemos los interrogantes a la imaginación del espectador (así ahorramos tiempo en la escritura de guión) y copiemos el ambiente de esos dramones históricos británicos protagonizados por Anthony Hopkins en los 90 (no en vano, la novela en que se basa es del mismo autor que "Lo que queda del día", excelente película por otra parte).
Con un triángulo amoroso tan glacial y mal explicado me he puesto a pensar en mis cosas y me he dado cuenta de que el discurso de fondo es el mismo de "A ciegas" (Fernando Meirelles, 2008), aquella memez bendecida por su santidad José Saramago. Otra vez el mensaje del resignado hombre bueno pero insignificante incapaz de enfrentarse a la maldad absoluta del poder. En otras palabras, otra dosis de conformismo y pesimismo fundamentada en que para qué intentar cambiar las cosas si no se puede. En otras palabras, el mejor caldo de cultivo para nuestro deporte preferido, la queja de salón, eso sí bien complacidos y orgullosos de la romántica naturaleza trágica de nuestro ser.
A medida que se acerca el final lo veo claro, la peli está demasiado pagada de sí misma como para molestarse en explicar porqué sus protagonistas son pusilánimes cual lemming, o para informarnos de porqué la sociedad occidental toma en 1967 una decisión que enorgullecería a Hitler sin el más mínimo reparo moral. Ante material tan endeble, Mark Romanek sabe que tan importante como ser es parecer. Consigamos pues que la película parezca buena. ¿Cómo? Ralenticemos el ritmo, colguémonos la prestigiosa etiqueta de "ciencia-ficción sin efectos especiales", fichemos a tres actores jóvenes con talento (reconozco que incluso mi odiada Keira Knightley convence), dejemos los interrogantes a la imaginación del espectador (así ahorramos tiempo en la escritura de guión) y copiemos el ambiente de esos dramones históricos británicos protagonizados por Anthony Hopkins en los 90 (no en vano, la novela en que se basa es del mismo autor que "Lo que queda del día", excelente película por otra parte).
Con un triángulo amoroso tan glacial y mal explicado me he puesto a pensar en mis cosas y me he dado cuenta de que el discurso de fondo es el mismo de "A ciegas" (Fernando Meirelles, 2008), aquella memez bendecida por su santidad José Saramago. Otra vez el mensaje del resignado hombre bueno pero insignificante incapaz de enfrentarse a la maldad absoluta del poder. En otras palabras, otra dosis de conformismo y pesimismo fundamentada en que para qué intentar cambiar las cosas si no se puede. En otras palabras, el mejor caldo de cultivo para nuestro deporte preferido, la queja de salón, eso sí bien complacidos y orgullosos de la romántica naturaleza trágica de nuestro ser.
13 de enero de 2011
13 de enero de 2011
28 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Never Let Me Go” es una de las sorpresas más inesperadas del pasado 2010, una película que no es una Obra Maestra ni se acerca, pero que tiene el valor de lo insólito: pocas, o ninguna vez, he visto algo así. Sólo se me ocurriría compararla con la calidez que desprende el bello “I’m Here” de Spike Jonze, o con cualquiera de los trabajos del animador Makoto Shinkai (“She and Her Cat”, “5cm por segundo”). Pero sin ánimo de buscar obras parecidas, el trabajo de Mark Romanek es único y no sólo ahí radica su magia, sino en una suma de elementos tan bien integrados en un global que casi parece que la ciencia-ficción sea la vida real, y que lo que estemos contemplando sea alguna especie de milagro en el que el drama y el romanticismo funcionan como un reloj, sin canibalizarse, sino nutriéndose.
Es “Never Let Me Go” una obra que se cocina a fuego lento, concediendo valor a los silencios y a la capacidad de observación. Su sensacional fotografía y una melancólica banda sonora contribuyen a crear una ambientación casi de cuento de hadas. Y como en todas estas historias, nada es lo que parece; hay un reverso tenebroso. Contada casi en voz baja, mediante susurros, la película de Mark Romanek es un ejemplo de contención dramática, consigue abandonar todo intento de manipulación y rara vez en su metraje podemos encontrar algo impostado, que no destile verdad por los poros. Bella y lírica, se beneficia además de unas interpretaciones principales de gran nivel, comenzando por los niños (impecables) y siguiendo por una correcta Knightley, un notable Garfield y una superlativa Mulligan. Esta última enamora a la cámara: cada mirada, cada gesto, es un ejemplo de cómo un intérprete superdotado puede transmitir sensaciones al espectador sin optar por el histrionismo, más bien lo contrario, desde la pura contención.
Usando la ciencia-ficción de forma inteligentísima (desgranando poco a poco los enigmas), “Never Let Me Go” es un drama que cuenta una historia terrible a través de los gestos y los susurros, instalándose bajo la piel e impactando en el momento preciso, sin la búsqueda del sentimentalismo barato. Su bellísimo y triste final no hace más que redondear una película que encuentra en sus virtudes un arma de doble filo: la sutileza con la que cuenta las cosas y su ritmo pausado podrían jugarle en contra si el espectador acude a visionarla esperándose una explosión de efectos especiales y ráfagas de diez frases grandilocuentes por segundo. Si Makoto Shinkai hiciese una película de imagen real, sería ésta, no me cabe ninguna duda. Un fantástico trabajo que junto a “I’m Here” de Jonze forma un improvisado díptico de sci-fi en el que lo verdaderamente importante son los personajes, más allá de las virguerías técnicas.
Es “Never Let Me Go” una obra que se cocina a fuego lento, concediendo valor a los silencios y a la capacidad de observación. Su sensacional fotografía y una melancólica banda sonora contribuyen a crear una ambientación casi de cuento de hadas. Y como en todas estas historias, nada es lo que parece; hay un reverso tenebroso. Contada casi en voz baja, mediante susurros, la película de Mark Romanek es un ejemplo de contención dramática, consigue abandonar todo intento de manipulación y rara vez en su metraje podemos encontrar algo impostado, que no destile verdad por los poros. Bella y lírica, se beneficia además de unas interpretaciones principales de gran nivel, comenzando por los niños (impecables) y siguiendo por una correcta Knightley, un notable Garfield y una superlativa Mulligan. Esta última enamora a la cámara: cada mirada, cada gesto, es un ejemplo de cómo un intérprete superdotado puede transmitir sensaciones al espectador sin optar por el histrionismo, más bien lo contrario, desde la pura contención.
Usando la ciencia-ficción de forma inteligentísima (desgranando poco a poco los enigmas), “Never Let Me Go” es un drama que cuenta una historia terrible a través de los gestos y los susurros, instalándose bajo la piel e impactando en el momento preciso, sin la búsqueda del sentimentalismo barato. Su bellísimo y triste final no hace más que redondear una película que encuentra en sus virtudes un arma de doble filo: la sutileza con la que cuenta las cosas y su ritmo pausado podrían jugarle en contra si el espectador acude a visionarla esperándose una explosión de efectos especiales y ráfagas de diez frases grandilocuentes por segundo. Si Makoto Shinkai hiciese una película de imagen real, sería ésta, no me cabe ninguna duda. Un fantástico trabajo que junto a “I’m Here” de Jonze forma un improvisado díptico de sci-fi en el que lo verdaderamente importante son los personajes, más allá de las virguerías técnicas.
25 de marzo de 2011
25 de marzo de 2011
41 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enésima entrega del ensayo sobre el sentido de la vida, a donde vamos, de donde venimos, quién es quién... , desde el punto de vista de unos niños/adolescentes/adultos jóvenes. Podeis pasar al spoiler si quereis.
No os creais nada de las buenas críticas: es una sosería de película. Y con una bonita ambientación británica entre los años cincuenta y los ochenta -cosa de la novela supongo, que no la he leído-, fotografía mediocre, diálogos de besugos y unas interpretaciones en las que los niños les dan cien vueltas a los jóvenes.
Si Romanek pretendía quitarnos el sueño con esta "profunda y angustiante reflexión existencial", a mí lo único que me produjo fué modorra.
PS: Menos mal que sale un momento la Charlotte Rampling.
No os creais nada de las buenas críticas: es una sosería de película. Y con una bonita ambientación británica entre los años cincuenta y los ochenta -cosa de la novela supongo, que no la he leído-, fotografía mediocre, diálogos de besugos y unas interpretaciones en las que los niños les dan cien vueltas a los jóvenes.
Si Romanek pretendía quitarnos el sueño con esta "profunda y angustiante reflexión existencial", a mí lo único que me produjo fué modorra.
PS: Menos mal que sale un momento la Charlotte Rampling.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La cosa va -para variar- de la clonación como granja de órganos para alargar la vida de la clase dominante -los nacidos "legítimamente"/los del primer mundo/los ricos, ¿Qué debemos entender?-. Pero aquí a los clones donantes se les dan estudios y educación y se les dice la verdad, ¿Cómo es que no se sublevan?
En lo que habíamos visto hasta ahora, a los corderitos criados para sacrificar en un ambiente futurista se les vendía un mundo feliz que terminaba súbitamente por razones esotéricas, cuando empezaban a dudar venía la acción. Aquí saben a lo que van, son totalmente sumisos , agradecen que los hayan creado, aceptan su destino -incluso aspiran a "dar la talla" y poder donar muchos órganos-, dudan de si tienen alma, les dejan salir de los "internados" y mezclarse con la población "normal" y no se escapan; sólo cuando se "enamoran" se plantean tímidamente alguna cosa (totalmente acomodaticia). Incluso la protagonista se convierte en "cuidadora" de sus compañeros. Apasionante.
En lo que habíamos visto hasta ahora, a los corderitos criados para sacrificar en un ambiente futurista se les vendía un mundo feliz que terminaba súbitamente por razones esotéricas, cuando empezaban a dudar venía la acción. Aquí saben a lo que van, son totalmente sumisos , agradecen que los hayan creado, aceptan su destino -incluso aspiran a "dar la talla" y poder donar muchos órganos-, dudan de si tienen alma, les dejan salir de los "internados" y mezclarse con la población "normal" y no se escapan; sólo cuando se "enamoran" se plantean tímidamente alguna cosa (totalmente acomodaticia). Incluso la protagonista se convierte en "cuidadora" de sus compañeros. Apasionante.
8 de enero de 2011
8 de enero de 2011
33 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como los insignes traductores de títulos en España, qué grandes son, aún no se les ha ocurrido ningún disparate para este filme, me permito sugerirles el de mi crítica, que no sé por qué, pero es la primera chorrada que se me ha pasado por la cabeza cuando leí el título original. Además podrán hacer un cartel fastuosísimo si ponen a Keira Knighley y Andrew Garfield, los mediáticos de la peli, con una camiseta del Liverpool. Taquilla asegurada. De nada.
Pero no nos engañemos, la que corta el bacalao aquí es Carey Mulligan. Es ella la que nos lleva de la mano en una historia que podría haber resultado una versión moñas de "La isla" de Michael Bay si hubiese sido fallida.
Los dramas románticos funcionan en la ficción si se sabe transmitir impotencia. Esa impotencia puede devenir de la fatalidad o de la imposibilidad. En la vida real no funciona tanto porque solemos funcionar como en la fábula de la zorra y las uvas, y nos importa más el futuro que paradójicamente no es vida real. En la ficción, como en este filme, hay Finalización.
Hasta qué punto esta película sabe transmitir esto no lo sé, porque yo tengo el corazón algo podrido. Pero sí que sé que extrañamente esto de hacer ciencia ficción hacia el pasado, y no hacia el futuro, ayuda bastante a transmitir paralelismos entre la historia que cuenta... y la vida real.
En fin, que sí, que no caminas solo si la ves. Dejate ir.
Pero no nos engañemos, la que corta el bacalao aquí es Carey Mulligan. Es ella la que nos lleva de la mano en una historia que podría haber resultado una versión moñas de "La isla" de Michael Bay si hubiese sido fallida.
Los dramas románticos funcionan en la ficción si se sabe transmitir impotencia. Esa impotencia puede devenir de la fatalidad o de la imposibilidad. En la vida real no funciona tanto porque solemos funcionar como en la fábula de la zorra y las uvas, y nos importa más el futuro que paradójicamente no es vida real. En la ficción, como en este filme, hay Finalización.
Hasta qué punto esta película sabe transmitir esto no lo sé, porque yo tengo el corazón algo podrido. Pero sí que sé que extrañamente esto de hacer ciencia ficción hacia el pasado, y no hacia el futuro, ayuda bastante a transmitir paralelismos entre la historia que cuenta... y la vida real.
En fin, que sí, que no caminas solo si la ves. Dejate ir.
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