El último cuplé
4.8
1,381
Musical. Drama. Romance
María Luján, una cupletista en decadencia, recuerda su intensa vida mientras habla con Juan Contreras, viejo admirador y primer empresario que creyó en ella: sus comienzos como corista, su triunfo en España, París e Hispanoamérica en los años 20, los diferentes hombres de su vida, sus devaneos por las salas de juego francesas y, finalmente, su regreso a España, ya enferma, tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) para trabajar en El ... [+]
2 de mayo de 2021
2 de mayo de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando mi prima y yo éramos pequeñas veníamos corriendo del colegio para imitar a la Montiel, cantando, se refiere… Y es que estábamos fascinadas con ese movimiento suyo de la boca y que nosotras imitábamos destrozando “Neeena”, claro está, hasta enseñar prácticamente las amígdalas…Esa era la clave. Y es que como en el colegio teníamos otro repertorio el suyo era tan diferente que no había color...
Y nada, que hace poco, en nuestro inefable ‘Cine de barrio’ -programa que amigablemente detesto-, allí estaba ella, la de Criptana, con todo su poderío, que no era poco… O sea que ni que sea por todos esos buenísimos momentos que a mi infancia aportó, y en nombre del cuplé también y esas letras vehementes, vaya por ellos mi recuerdo… Y mi agradecimiento conjunto (voy a llamar a mi prima ;) Ah! y mi reconocimiento también a Armando Calvo, otra majestuosa presencia.
Pero poniéndonos más serias, cabe añadir también que era una película de época, dentro de los parámetros de entonces como cine de espectáculo / entretenimiento sin más, pero que rebasó el listón por obra y gracia de la Montiel -más su belleza y generosos escotes- pero sobre todo por el planteamiento de incluir-homenajear al cuplé dándole una nueva vida y ¡lográndolo! que ese fue el milagro... Los temas hicieron estragos, desde los pícaros ("Tápame, tápame...") hasta los más dramáticos ("El relicario"), sensuales ("Fumando espero") o hasta incluso regionales ("Valeeencia...") pasando incluso por internacionales como "La Madelón", eso sí, cantada castizamente. El público se solazó con ellos y aunque se intentó posteriormente con otra actriz-cupletista, Lilian de Celis, más refinada que la Montiel, hacer una nueva entrega, no se obtuvo el mismo éxito... Las fórmulas originales no pueden repetirse sin más y aquella llegó para quedarse y ser un icono del momento que, pese al tiempo transcurrido, sigue siendo un testimonio muy válido del 'boom' que representó en su día y como un tipo de cine, con un potente y adecuado director detrás que, al margen de su flaqueza como esqueleto argumental, cabe también valorar.
Y nada, que hace poco, en nuestro inefable ‘Cine de barrio’ -programa que amigablemente detesto-, allí estaba ella, la de Criptana, con todo su poderío, que no era poco… O sea que ni que sea por todos esos buenísimos momentos que a mi infancia aportó, y en nombre del cuplé también y esas letras vehementes, vaya por ellos mi recuerdo… Y mi agradecimiento conjunto (voy a llamar a mi prima ;) Ah! y mi reconocimiento también a Armando Calvo, otra majestuosa presencia.
Pero poniéndonos más serias, cabe añadir también que era una película de época, dentro de los parámetros de entonces como cine de espectáculo / entretenimiento sin más, pero que rebasó el listón por obra y gracia de la Montiel -más su belleza y generosos escotes- pero sobre todo por el planteamiento de incluir-homenajear al cuplé dándole una nueva vida y ¡lográndolo! que ese fue el milagro... Los temas hicieron estragos, desde los pícaros ("Tápame, tápame...") hasta los más dramáticos ("El relicario"), sensuales ("Fumando espero") o hasta incluso regionales ("Valeeencia...") pasando incluso por internacionales como "La Madelón", eso sí, cantada castizamente. El público se solazó con ellos y aunque se intentó posteriormente con otra actriz-cupletista, Lilian de Celis, más refinada que la Montiel, hacer una nueva entrega, no se obtuvo el mismo éxito... Las fórmulas originales no pueden repetirse sin más y aquella llegó para quedarse y ser un icono del momento que, pese al tiempo transcurrido, sigue siendo un testimonio muy válido del 'boom' que representó en su día y como un tipo de cine, con un potente y adecuado director detrás que, al margen de su flaqueza como esqueleto argumental, cabe también valorar.
29 de enero de 2009
29 de enero de 2009
21 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodramón increíblemente lacrimógeno y pasional protagonizado por la entonces lozana Sara Montiel, que interpreta a una cupletista (obviamente) la que le pasa ABSOLUTAMENTE de todo. Lo bueno de la película es que casi no deja respiro para apreciar lo mala que es, de un plano a otro han pasado una guerra, un par de amoríos, algún cuplé horrorosamente interpretado y un par de escotes de la diva.
No voy a mentir, a mí me encantó en su momento y creo que la he visto cuatro o cinco veces con lloros abundantes inclusive, pero es francamente horrorosa.
No voy a mentir, a mí me encantó en su momento y creo que la he visto cuatro o cinco veces con lloros abundantes inclusive, pero es francamente horrorosa.
28 de noviembre de 2010
28 de noviembre de 2010
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver hoy día la película “El último cuplé” (1957), lleva a varias conclusiones y en diferentes aspectos. Pero lo primero que habría que decir, no es su valoración cinematográfica (pobre en el montaje y con un director como Juan de Orduña realmente malo), lo que podría llevar al film al destierro, si no su vehemente homenaje a un género como el cuplé, que se quiera o no, es parte de la historia de España.
Vale la pena, entonces, recordar canciones como “Sus pícaros ojos”, “El relicario” (donde se relata la muerte de un torero), o “La violetera” (del maestro almeriense José Padilla), que de paso hay que recordar que la popularidad de la canción, llevó a Charles Chaplin a realizar la película “Luces de la ciudad” (1937), que tal y como recuerda en sus memorias el director, actor y escritor, inspira el film.
De todas formas, “El último cuplé” fue un acierto para Sara Montiel, que casada por entonces con Anthony Mann, pensaba cinematográficamente en Hollywood, pero el cuplé la devolvió a España.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
Vale la pena, entonces, recordar canciones como “Sus pícaros ojos”, “El relicario” (donde se relata la muerte de un torero), o “La violetera” (del maestro almeriense José Padilla), que de paso hay que recordar que la popularidad de la canción, llevó a Charles Chaplin a realizar la película “Luces de la ciudad” (1937), que tal y como recuerda en sus memorias el director, actor y escritor, inspira el film.
De todas formas, “El último cuplé” fue un acierto para Sara Montiel, que casada por entonces con Anthony Mann, pensaba cinematográficamente en Hollywood, pero el cuplé la devolvió a España.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
17 de junio de 2012
17 de junio de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película correcta con algunas deficiencias. Su gran mérito la revolución musical que produjo en la España oscura de los 50s. Las canciones, sin entrar a evaluar su calidad, perduraron años y años, incluso dácadas y décadas. Eso sólo sucede en muy pocos musicales. Para esas canciones, el argumento es el adecuado; no podría haber sido otro.
La Montiel todavía no se imterpretaba a sí misma: fue su primera película musical. Consiguió arrasar. Sin duda su mejor interpretación. En sus sucesivas películas no hizo sino imitar a María Luján.
La Montiel todavía no se imterpretaba a sí misma: fue su primera película musical. Consiguió arrasar. Sin duda su mejor interpretación. En sus sucesivas películas no hizo sino imitar a María Luján.
30 de noviembre de 2015
30 de noviembre de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juan de Orduña no destaca en el firmamento de los directores cinematográficos, a pesar de que tiene algunos títulos que merece la pena rescatar, todos ellos circunscritos al melodrama histórico. Desde luego este "Último cuplé" sólo pasará a la antología de sus creaciones gracias al éxito que obtuvo y a su influencia posterior en otras cintas que la tomaron como modelo pero no desde luego a causa de su calidad. Dejemos aparte la producción y la fotografía, que a mí me parecen que están bastante por encima de la media artística del filme, y nos quedamos con un producto bastante ramplón y mal dirigido. Para ello no hay más que recordar cómo el señor Orduña, a la hora de rodar los números musicales, se limita a plantar la cámara frente al escenario y a dar a la manivela. Contraplano de aplausos de un público entusiasmado y vuelta al escenario con esa insufrible y radical frontalidad digna del primer Méliès. Claro que éste hacía ya cuarenta años que no hacía cine y el lenguaje audiovisual había dado unos cuantos pasos adelante desde entonces. No hablaré de Sara Montiel, cuyo único mérito en esta cinta es iniciar la construcción de su propio personaje, el cual fue refinando y explotando hasta que murió; pero del recuerdo de sus indudables dotes interpretativas, demostradas tanto en EE.UU., como en Méjico y España, no queda casi nada. La música buena, pero en versiones ramplonas y carentes de sentimiento en la voz de Montiel y las interpretaciones de los actores, algunas buenas, como las de Muñoz Sampedro o Erasmo Pascual, por ejemplo, y otras, como las de Armando Calvo, manifiestamente mejorables. En definitiva, una peli bastante floja.
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