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Operación final

Thriller. Drama. Intriga 15 años después de la Segunda Guerra Mundial, un equipo de agentes secretos se reúne para rastrear a Adolf Eichmann, el infame arquitecto nazi del Holocausto, que había escapado de la justicia tras la guerra. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
13 de marzo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película ligera que muestra la naturaleza de uno de los personajes que sembraron el horror durante la 2º GM, Adolf Eichmann.
Lo mejor son los momentos entre Oscar Isaac y Ben Kingsley(Eichmann) que es cuando se van haciendo transparentes el uno con el otro y poco a poco, se humaniza al verdugo y se alivia a la víctima. No hay trazo grueso, es una película que no pretende ser agresiva, ni mostrar acción y heroísmo: simplemente, habla de la psicología de las personas en unas circunstancias dramáticas y excepcionales, que se aferran a su verdad al mismo tiempo que luchan por sobrevivir a una condena, a la pérdida de su familia de manera infame o a los fantasmas de un pasado terrible.

El resto de trama se deja ver bastante bien, va al grano y no se hace pesada. Hay verdaderos momentos de tensión que te mantienen en vila, aunque ya sepas el final. Al fin y al cabo, está basado en hechos reales, cosa que lo hace más interesante para documentarse sobre este caso.
Ileasdetroy
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28 de diciembre de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Demoré un poco en ver esta película, porque sabía que me haría recordar con pena a una querida amiga que ya no no está entre nosotros. Y con ella, la historia de sus abuelos judíos, en cuyo hotel del barrio de Congreso -Buenos Aires- se alojó secretamente un comando de inteligencia de avanzada enviado algún tiempo antes de la "Operación Garibaldi". También recordé a otro querido amigo fallecido -ambos jóvenes-, católico y peronista que cuestionaba la violación de soberanía argentina por parte de los israelíes, destacándolo por sobre el hecho de que su líder político (Perón) había facilitado -y lucrado- refugio en este país a criminales nazis. Por último recordé cuando por equis circunstancias estuve alojado con mi esposa en el gran chalet del lago Moreno perteneciente a la familia Rautenstrauch, que se ve al inicio del film. ¡Espero que hayan hecho arreglar el Steinway cuarta cola, semi destruido por desidia...! Y de ese mismo viaje, a ciertas autoridades de entonces del Cámping Musical Bariloche, una de las cuales -dueña del hotel Bella Vista-, tuvo empleado a otro criminal nazi también capturado y luego extraditado a Europa, juzgado y muerto en la cárcel: Erich Priebke.
De la suma de recuerdos, la primera conclusión que extraje fue que, más allá de ciertos defectos formales -como p.e. la mala utilización del inglés como lengua original, o el desenvolvimiento de ficción de los acontecimientos reales-, no es esta una película que vaya a ser valorada en su justa medida por quienes no tengan empatía con las víctimas del holocausto; entre ellos algunos antisemitas (más o menos explícitos) que me preceden en la crítica.
Cinematográficamente, es un film de estructura clásica; lo cual para jóvenes "Netflix" puede resultar pasado de moda. Pero como dentro de ese estilo podemos aceptar que está bien hecho, lo más rescatable de sí es recuperar memoria de protagonistas y acontecimientos de la mayor ignominia histórica. Y hacerlo cuando el mundo occidental asiste un revival filo nazi que ya no se limita a grupos marginales de débiles mentales, sino a dirigentes de primera línea, europeos y latinoamericanos.
Me gustó mucho la banda de sonido. Y respecto de actuaciones o aspectos técnicos, son correctos. No me satisfizo -en cambio- la personificación de Murray Abraham, más apto para encarnar a un extraordinario Gandhi, que a un frío sicópata alemán.
Por último, respecto de la legalidad del secuestro, es indiscutible que no la hubo. Sirva como atenuante que quizás en ciertos casos excepcionales, el fin justifica los medios. Y que cuando un Estado protege criminales de guerra, otros los capturen. De hecho, aquella acción devino décadas más tarde en la internacionalización de la extra territorialidad de tales delitos contra la humanidad.
En síntesis: por la importancia y vigencia del tema + su correcto tratamiento, la encuentro buena. O necesaria...
Adrián Klas
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31 de octubre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este Thriller de guerra denominado “Operación Final”, tiene al ganador de Oscar Ben kingsley, que interpreta Eichmann, uno de los encargados de la solución final del Holocausto judío que se escondía en Argentina.

Si hay un tema inagotable en el cine europeo y de Hollywood, es precisamente es el de la segunda guerra mundial y sus consecuencias. “Operación final”, basada en un hecho real se sitúa quince años después del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando la agencia de inteligencia israelí Mossad y la agencia de seguridad Shin Bet, liderada por el incansable y heroico agente Peter Malkin (Jason Isaac), lanza un atrevida operación para capturar Eichmann (Ben Kingsley), quien se creía muerto pero vivía y trabajaba en un suburbio de Buenos Aires, Argentina, bajo otra identidad con su familia.
Israel organiza este arriesgado plan que consiste en enviar una misión secreta y sacar a Eichmann a pesar de un potencial conflicto diplomático para ser juzgado en Israel, Malkin y Eichmann participan en un intenso y apasionante juego del gato y el ratón. El film de la cadena Netflix, es sin duda un trabajo reposado, que se toma su tiempo, no es una historia nueva tratada en el cine pero con acierto recrea esa verdadera odisea de dar uno de los cerebros del Holocausto judío escondido, atraparlo y como lo tratas de sacar a escondidas de otro país.
Quizás lo valorable de este tipo de filmes es que rescatan la memoria de lo horrible del Holocausto para las nuevas generaciones, las cuales deben tomar conciencia de las atrocidades que cometió el hombre en el siglo XX. El film juega mucho con el tema de soldados israelíes y su potencial venganza perdiendo su foco con la misión de llevarlo a jucio. Una serie de flashbacks, muestran sus historias de cómo sufrieron exterminio de familias lo que tensiona toda la espera.
Ben Kingley, ganador de Oscar en “Ghandi” y recordado en un papel de la otra vereda judía como en “La Lista de Shindler” de Steven Spielberg, tiene una acertada actuación de Eichmann, que como buen soldado y líder de anilquilación trabaja muy bien con la ansiedad de los soldados en cautiverio y conoce el sufrimiento que les causo.
"Operación Final", es dirigida por Chris Weitz a partir de un guión de Matthew Orton, aborda los enigmas éticos y las agonías psicológicas que enfrentan los agentes del Mossad con actuaciones son sólidas con una atmósfera de la época se extiende más allá de los autos antiguos o vestuario de época asemejándose mucho a la primera edad de oro de la televisión, en los años 50. Interesante rescate de la memoria para ver.
David Lizana Barros
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2 de enero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
166/05(09/12/18) Interesante drama histórico dirigido por Chris Weitz que aborda el hecho real del secuestro del criminal de guerra nazi considerado el arquitecto de las deportaciones a los campos de concentración Adolf Eichmann por parte del Mossad, acaecido en Argentina en 1960. El guión de Matthew Orton se acerca a un tema varias veces llevado a la pantalla, en este caso resulta una funcional cinta que intenta tocar temas (aunque muy superficialmente) sobre la venganza, los prejuicios raciales, o (pro-Hannah Arendt) la banalidad del mal que representaba Eichmann. Peor la chicha la ponen los ententes psicológicos entre los dos antagonistas, un carismático Ben Kingsley como el ex jerarca nazi y su captor Peter Malkin encarnado por un vigoroso Oscar Isaac, resto queda un tanto esquemático, con un añadido bastante metido con calzador de thriller poco creíble que me recuerda a la película “Argo” (2012), una especie de cruce de bajo perfil entre esta referida y la spielbergiana “Munich” (2005)

El agente del Mossad Peter Malkin, aunque no es el líder de este equipo, fue responsable de sacar físicamente a Eichmann de la carretera cerca de su casa en los suburbios de Buenos Aires. El alemán vivía allí bajo el nombre de Ricardo Klement, trabajaba en una fábrica de automóviles germanos y disfrutaba de la estima de otros en el área (tanto argentinos como alemanes que habían escapado) que sentían que esta nación también podía beneficiarse de una limpieza étnica. Los oficiales de inteligencia israelíes sabían que los nazis se escondían en Argentina, y en este caso obtuvieron una pista cuando la hija de una joven alemana medio judía (Sylvia encarnada por Haley Lu Richardson) comenzó a salir con un joven llamado Klaus Eichmann (Joe Alwyn), hijo del huido nazi.

Tiene un comienzo un tanto desconcertante, estamos viendo una misión fallida de secuestro del Mossad de un criminal nazi en 1954 en Austria, donde Peter Malkin sufre un revés, cayendo en desgracia para la agencia de espías israelí, este tramo me resulta innecesario y confuso en la idea que intenta transmitir de algo de hondura para el protagonista Malkin. Lo que si me resulta estimulante como un gran recurso alegórico dramático es cuando saltamos a Argentina, estamos en una sala de cine, en la pantalla proyectan “Imitación de la vida” (1959) de Douglas Sirk, allí una chica, Sylvia (Haley Lu Richardson), observa la escena en que Frankie (Troy Donahue), pregunta de modo retórico (y con clara actitud de rechazo) a Sarah Jane (Susan Kohner), si es negra (es de piel blanca pero con sangre afroamericana), en un recurso estético del director hábil utilizando un reflejo de un escaparate, tras Sylvia un joven rubio, Klaus (Joe Alwyn) se ríe, Sylvia le hace gestos para se calle. Cuando salen del cine Klaus discute con Sylvia en una escena similar a la de Sarah y Frankie en la referida escena, dejando diáfano como Sylvia no es negra pero sí judía, y Klaus no es un negrofobo si no un antisemita nazi, el director Weitz aprovecha la escena para dedicarle un tributo a su madre, pues Susan Kohner es su progenitora (ahora con 81 años).

La cinta deja un sustrato de como la argentina peronista (entonces gobernaba por Arturo Frondizi) estaba “infectada” por el virus nazismo que huyó de la Alemania post-WWII y se encontraba en muchas instituciones de la nación austral, mostrando reuniones nazis, con saludos hitlerianos, siendo en una de ellas el centro Eichmann, dejando la sensación de que Argentina era un santuario nazi. Y en este ambiente de clara tendencia fascista-germana se introduce el comando israelí en la del país sudamericano, en una misión claramente de invasión de la legalidad, un acto de agresión a la soberanía argentina, paradójicamente durante los fastos de su 150 Aniversario de declaración de independencia, siendo sus aliados judíos argentinos (“Los judíos locales serán leales a nosotros o a los argentinos?”, se pregunta un comando israelí), y ante el temor a una ola de antisemitismo (“La gente dirá que es una conspiración internacional judía”, dice uno de los personajes), pero la dignidad y el afán de justicia era un bien superior para Israel.

La película está surcada por unos flash-back en que vemos a Eichmann ejerciendo durante el nazismo como supervisor de matanzas judías, sin nada nuevo que aportar (además de sintiéndose bastante frugales estas secuencias), resultan estos innecesarios y que nada aportan, sintiéndose metidos con calzador, como subrayados sobre la flemática personalidad de Eichmann, con una afán manipulador se rebelan en el clímax entre Adolf y Peter. Su final, aunque claro, pues todos sabemos (al menos deberíamos) que fue juzgado en Israel, resulta desinflado y sin garra alguna, por mucho que intenten conmovernos con la relación de Malkin con su madre, no hay conexión con el espectador.

La cinta falla cuando se quiere imponer el tono de thriller a contrarreloj, desbarra notándose una impostura quizás por falta de seguridad en que el material sea interesante sin estos innecesarios toques de acción cliché que se notan metidos con calzador, además de ser muy predecibles. Esto sacándote y desviando la atención de lo interesante, que es la confrontación e ideas complejas, entre el adusto Eichmann y el pragmático agente del Mossad. Todo esto coronado por un clímax (lo de la mujer judía asesinada en una matanza nazi en presencia de Eichmann) entre los co-protagonistas que es más falso que el final de “Malditos bastardos”.

La puesta en escena resulta buena a la hora de transmitir una Argentina de los 60, con un estupendo diseño de producción de David Brisbin (“Ultimátum a la Tierra” o “El héroe de Berlín”), rodando en Argentina (Buenos Aires y Bariloche), esto fomentado por la cinematografía del vasco Javier Aguirresarobe (“Los otros” o “Hable con ella”), creando en algunas escenas un halo tenebroso de semioscuridad; La música es obra del maestro francés Alexandre Desplat, simplemente correcta en su elegancia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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31 de marzo de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encantaría resaltar antes que nada la maravillosa oportunidad que nos brinda Ben Kingsley en ésta película, ya que para muchos de una cierta edad lo conocimos haciendo de Ghandi, pero otros más jóvenes le pusieron cara con el personaje bonachón de La lista de Schindler. Ahora lo veremos precisamente en el lado opuesto de la historia.

Después de que Hitler fuese derrotado, muchos nazis huyeron de Europa para evitar ser juzgados por los actos que cometieron en los campos de concentración y evadir los juicios de Nuremberg. El destino más propicio se convirtió Latinoamérica. Daba igual el país, allí se sentirían a salvo. Por desgracia para ellos y repito, para ellos, la gente no olvida y se siguieron montando equipos de investigación para dar con ellos. Unos se encontraron y de otros jamás se supo nada. Operation Finale trata precisamente de los primeros, un nazi que vive en Argentina y el cual ha sido reconocido, para su captura un equipo de Israel se prepara para ir personalmente a capturarlo y entregarlo a la justicia israelí, con la promesa de un juicio justo.

Todo el proceso para elegir la situación, el equipo, los medios, el plan y llevarlo a cabo, será desarrollado delante de los ojos del espectador, ávido de no perderse entre tanta información y personajes.

La dirección es una maravilla, todo siendo llevado a cabo progresivamente y a su debido tiempo y sin margen de desconcierto por parte del espectador. Las interpretaciones son geniales, algunos secundarios sobreactúan de manera exagerada, pero es de agradecer que no se les vea mucho.

Vamos, que sin ser la caja de música, vale mucho la pena verla.
THE CROW
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