Ida
2013 

6.9
17,263
Drama
Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se ... [+]
4 de abril de 2014
4 de abril de 2014
24 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Películas como estas son los que animan el debate entre los aficionados al cine: ¿estética o contenido? ¿Entretenimiento o contemplación? ¿Arte o industria?...
Yo al menos tengo claro que se puede esperar de esta pinícula polaca: buen hacer técnico, gran trabajo de composición, actuaciones "hard" y.... poco más. El hecho de que este tipo de cine sea muy necesario no es incompatible con que usualmente tengan un contenido argumental similar (o inferior) a aquel que busca la pura diversión y que es mal mirado desde el gafapastismo mal entendido. Por mucho que se emepeñen, Ida se puede resumir en una servilleta y no tiene tanto trasfondo psico-socio-religioso como parece y no va a cambiar la vida de nadie. Más bien tenemos una fabulosa recreación de la Polonia de los 60 con una atmósfera melancólica muy bien lograda y en la que dos personajes atormentados se enfrentan, respectivamente, a su pasado y a su futuro con imprevisibles consecuencias. Luego salen reminiscencias nazis y apuntes sobre el dudoso valor de la religión, pero el ritmo pausado de la narración no da tiempo a mucho más. En resumen, ejercicio de estilo que nos devuelve a 30 años atrás en lo visual y que cuenta una pequeña historia. Y ya está.
Yo al menos tengo claro que se puede esperar de esta pinícula polaca: buen hacer técnico, gran trabajo de composición, actuaciones "hard" y.... poco más. El hecho de que este tipo de cine sea muy necesario no es incompatible con que usualmente tengan un contenido argumental similar (o inferior) a aquel que busca la pura diversión y que es mal mirado desde el gafapastismo mal entendido. Por mucho que se emepeñen, Ida se puede resumir en una servilleta y no tiene tanto trasfondo psico-socio-religioso como parece y no va a cambiar la vida de nadie. Más bien tenemos una fabulosa recreación de la Polonia de los 60 con una atmósfera melancólica muy bien lograda y en la que dos personajes atormentados se enfrentan, respectivamente, a su pasado y a su futuro con imprevisibles consecuencias. Luego salen reminiscencias nazis y apuntes sobre el dudoso valor de la religión, pero el ritmo pausado de la narración no da tiempo a mucho más. En resumen, ejercicio de estilo que nos devuelve a 30 años atrás en lo visual y que cuenta una pequeña historia. Y ya está.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es la historia de dos suicidios: uno "en muerte" de la tía que ha vivido cosas terribles y a la que solo le espera el vacío, y otro "en vida" de la sobrina, que prefiere meterse en un convento antes que afrontar el mundo exterior. La escena del suicidio de la primera es digno de mención por la forma en el que está rodado.
10 de abril de 2014
10 de abril de 2014
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ganadora en diversos festivales, incluyendo el de Gijón, la nueva película del casi desconocido Pawel Pawlikowski le ha resucitado tras casi diez años sin dar señales de vida, salvo la excepción que supone poco valorada 'La mujer del quinto' (2011). Lo logra gracias a 'Ida', una cinta polaca que se suma a la muy estimable lista de títulos europeos que han surgido a lo largo de 2013.
La cinta narra el encuentro entre una joven monja y su tía, muy diferentes entre sí pero unidas por un trágico pasado común marcado por la segunda guerra mundial y el holocausto, en cuya búsqueda de la verdad verán entrelazadas sus vidas durante unos días. Esta extraña road movie discurre a través de una narración aparentemente sencilla, cuya fría exposición quizá provoque una entrada en calor algo tardía. Pese a ello, y quizá como acierto al fin y al cabo, el relato va mostrando sus aristas conforme avanza el metraje con gran delicadeza, convirtiendo lo que era presumiblemente misterioso y más bien translúcido en un retrato cálido y sincero, revelándose como un pedregoso camino de emociones y descubrimientos que implica al espectador. Es revelador que, girando en torno a una temática tan terrible, no asome en ningún momento la tentación del senacionalismo o la hipérbole sentimental, manteniendo un tono uniforme, comedido y honesto hasta el final. Diríase que Pawlikowski ha recuperado el pulso, sujetando la batuta con esa mano firme que le granjeó éxitos (de crítica) como 'Last Resort' (2000).
Ida es una historia de descubrimiento personal y espiritual, encarnada en cuerpo y alma por la sorprendente debutante Agata Trzebuchowska y la escasamente más curtida Agata Kulesza, pero va más allá. A las dos formas de ver y entender la vida y el mundo que les rodea que personifican las dos protagonistas se añade el poderoso subtexto que baña la película, que no es otro que el retrato de una Polonia, la de los años 60, triste y gris, aún herida por la barbarie del nazismo. Emerge, casi como si fuera sin querer, un sobrio y certero fresco sobre el dolor, la pérdida y el pasado que nos persigue, sobre cómo un país alberga en sus entrañas más vergüenza incluso que dolor ante la tragedia. Y, aunque parezca que estamos ante un film exclusivamente seco y oscuro, posee un fino sentido del humor que no se le escapó a un servidor.
No es un mero capricho formal la (preciosa) fotografía en blanco y negro, sino que responde a lo que se nos muestra en pantalla (como ocurría en la brillante 'Nebraska'), donde ese mundo apagado y encerrado en sí mismo solo resplandece (o mejor dicho titila) con ocasionales notas musicales que se pierden en el aire. Un mundo incapaz de devolver algo de lo mucho que ha arrebatado a tantas vidas, ahora errantes. Su estimulante giro final no es ni mucho menos una arbitrariedad, sino que funciona como perfecto y doliente paso adelante (¿o atrás?), ideal para generar un fértil e interesante debate al salir de la proyección. Quizá algún crítico haya citado a grandes autores, como Dreyer, pecando de exceso de euforia. Pawlikowski aún está lejos pero, con trabajos como éste, demuestra tablas para ser tenido muy en cuenta.
http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-ida-viaje-de-ida-y-vuelta/
La cinta narra el encuentro entre una joven monja y su tía, muy diferentes entre sí pero unidas por un trágico pasado común marcado por la segunda guerra mundial y el holocausto, en cuya búsqueda de la verdad verán entrelazadas sus vidas durante unos días. Esta extraña road movie discurre a través de una narración aparentemente sencilla, cuya fría exposición quizá provoque una entrada en calor algo tardía. Pese a ello, y quizá como acierto al fin y al cabo, el relato va mostrando sus aristas conforme avanza el metraje con gran delicadeza, convirtiendo lo que era presumiblemente misterioso y más bien translúcido en un retrato cálido y sincero, revelándose como un pedregoso camino de emociones y descubrimientos que implica al espectador. Es revelador que, girando en torno a una temática tan terrible, no asome en ningún momento la tentación del senacionalismo o la hipérbole sentimental, manteniendo un tono uniforme, comedido y honesto hasta el final. Diríase que Pawlikowski ha recuperado el pulso, sujetando la batuta con esa mano firme que le granjeó éxitos (de crítica) como 'Last Resort' (2000).
Ida es una historia de descubrimiento personal y espiritual, encarnada en cuerpo y alma por la sorprendente debutante Agata Trzebuchowska y la escasamente más curtida Agata Kulesza, pero va más allá. A las dos formas de ver y entender la vida y el mundo que les rodea que personifican las dos protagonistas se añade el poderoso subtexto que baña la película, que no es otro que el retrato de una Polonia, la de los años 60, triste y gris, aún herida por la barbarie del nazismo. Emerge, casi como si fuera sin querer, un sobrio y certero fresco sobre el dolor, la pérdida y el pasado que nos persigue, sobre cómo un país alberga en sus entrañas más vergüenza incluso que dolor ante la tragedia. Y, aunque parezca que estamos ante un film exclusivamente seco y oscuro, posee un fino sentido del humor que no se le escapó a un servidor.
No es un mero capricho formal la (preciosa) fotografía en blanco y negro, sino que responde a lo que se nos muestra en pantalla (como ocurría en la brillante 'Nebraska'), donde ese mundo apagado y encerrado en sí mismo solo resplandece (o mejor dicho titila) con ocasionales notas musicales que se pierden en el aire. Un mundo incapaz de devolver algo de lo mucho que ha arrebatado a tantas vidas, ahora errantes. Su estimulante giro final no es ni mucho menos una arbitrariedad, sino que funciona como perfecto y doliente paso adelante (¿o atrás?), ideal para generar un fértil e interesante debate al salir de la proyección. Quizá algún crítico haya citado a grandes autores, como Dreyer, pecando de exceso de euforia. Pawlikowski aún está lejos pero, con trabajos como éste, demuestra tablas para ser tenido muy en cuenta.
http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-ida-viaje-de-ida-y-vuelta/
14 de enero de 2015
14 de enero de 2015
39 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de empezar, ya me veo venir hacia mí a un ejército de gafapastas armados con negativos, pero espero ser capaz de combatirles con el sentido común. El título de la crítica creo que deja bastante clara mi opinión acerca de la película. Algunos me diréis: "el cine no es sólo diversión, es mucho más". Y razón que tenéis. Pero tampoco le veo el "mucho más" a Ida.
Empecemos por lo positivo. Es una película corta. Esa es su mayor virtud. Llega a durar dos horas y probablemente me habría patrocinado la siesta de ese día. Otra virtud es su magnífica fotografía, de lo poco destacable de la obra. Magníficas localizaciones a las que el blanco y negro le quedan como anillo al dedo. Y el arriesgado formato en 4/3 también es un acierto en mi opinión, dándole ese mayor aspecto de documental al filme, imprimiéndole más realismo. El tratamiento de la luz es digno de mención. Vaya, que el apartado visual me gustó bastante, sus planos, encuadres, localizaciones... La dualidad de las protagonistas, tan diferentes, tienen muy buena química en pantalla. Es una relación minimalista y curiosa.
Y aquí se acaba lo bueno, no soy tan generoso como para andar a regalar alagos a quién no los merece. Cuándo en vez de 80 minutos, crees que has visto 4 horas de película, malo. Muy malo. El ritmo lo es casi todo en el cine. Y ojo, ritmo lento no es lo mismo que aburrido. La lentitud es necesaria en esta obra como en muchas otras. Hay obras buenísimas de ritmo lento como "Bailar en la oscuridad" o "Nebraska". No vamos a hablar del holocausto y el extremismo religioso católico con movimientos de cámara a lo Wes Anderson, lo sé. Pero lo que el ritmo te da, el ritmo te lo quita. La cadencia es lentisísisima, mata a la película. Quita el escaso interés que puedes tener en la historia. Creo que este tipo de cine, de tanto que quiere contar, no cuenta nada. Es lo pretencioso hecho producto audiovisual.
Para terminar, aplico la crítica de Scott Foundas sobre "Under the Skin" (otro somnoliento despropósito, que ni la desnudez de Scarlett consigue mejorar) a "Ida": "lo peor de la película no es que no pase casi nada, es que lo que sucede no es demasiado interesante". Imposible describir mejor esta película con menos palabras. Bueno, sí, aburrida. Y pretenciosa.
Empecemos por lo positivo. Es una película corta. Esa es su mayor virtud. Llega a durar dos horas y probablemente me habría patrocinado la siesta de ese día. Otra virtud es su magnífica fotografía, de lo poco destacable de la obra. Magníficas localizaciones a las que el blanco y negro le quedan como anillo al dedo. Y el arriesgado formato en 4/3 también es un acierto en mi opinión, dándole ese mayor aspecto de documental al filme, imprimiéndole más realismo. El tratamiento de la luz es digno de mención. Vaya, que el apartado visual me gustó bastante, sus planos, encuadres, localizaciones... La dualidad de las protagonistas, tan diferentes, tienen muy buena química en pantalla. Es una relación minimalista y curiosa.
Y aquí se acaba lo bueno, no soy tan generoso como para andar a regalar alagos a quién no los merece. Cuándo en vez de 80 minutos, crees que has visto 4 horas de película, malo. Muy malo. El ritmo lo es casi todo en el cine. Y ojo, ritmo lento no es lo mismo que aburrido. La lentitud es necesaria en esta obra como en muchas otras. Hay obras buenísimas de ritmo lento como "Bailar en la oscuridad" o "Nebraska". No vamos a hablar del holocausto y el extremismo religioso católico con movimientos de cámara a lo Wes Anderson, lo sé. Pero lo que el ritmo te da, el ritmo te lo quita. La cadencia es lentisísisima, mata a la película. Quita el escaso interés que puedes tener en la historia. Creo que este tipo de cine, de tanto que quiere contar, no cuenta nada. Es lo pretencioso hecho producto audiovisual.
Para terminar, aplico la crítica de Scott Foundas sobre "Under the Skin" (otro somnoliento despropósito, que ni la desnudez de Scarlett consigue mejorar) a "Ida": "lo peor de la película no es que no pase casi nada, es que lo que sucede no es demasiado interesante". Imposible describir mejor esta película con menos palabras. Bueno, sí, aburrida. Y pretenciosa.
22 de junio de 2014
22 de junio de 2014
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa película. Estremecedora en su hondura y tristeza. Bellísima en su despojamiento y austeridad. Emocionante en su desgarro y sencillez.
La Polonia comunista de los años sesenta. Una novicia judía sale del convento para conocer a su único familiar, su tía, una jueza alcohólica, solitaria y depresiva. Juntas emprenden un viaje al pasado, se embarcan en una road movie hacia los orígenes.
La Polonia comunista de los años sesenta. Una novicia judía sale del convento para conocer a su único familiar, su tía, una jueza alcohólica, solitaria y depresiva. Juntas emprenden un viaje al pasado, se embarcan en una road movie hacia los orígenes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo que se encuentra esta extraña pareja es la Historia, concretamente la de Polonia durante la guerra; el especial ensañamiento de unos vecinos con otros, de los católicos con los judíos (como ya contó concienzudamente Lanzman en la monumental "Shoah"), cómo los mataron (o denunciaron) y se quedaron con sus casas. Las dos mujeres descubren las tumbas: la jueza se reencuentra con su hijo, la joven con sus padres. Este viaje es, también, iniciático, le sirve a la novicia para descubrir el mundo y cuestionarse su fe. El suicidio de su tía, "Wanda la Roja" (fue una importante figura dentro del régimen comunista) provoca el curso/caída acelerado de Ida en el "vicio" (la carne y la huida); después de esta experiencia podrá volver a su "cárcel" espiritual y ascética sabiendo lo que se pierde (nada... o todo, según se mire).
Deslumbrante plenitud y contención. Montaje preciso (cortando las escenas para evitar morosidades innecesarias o amaneramientos) y hermosísimo blanco y negro. Increíbles planos: alucinante el de la confesión del asesino dentro de la tumba, sobrecogedor el de la ventana después del suicidio, todos los que "observan" a Ida..., y perfecta utilización de la música.
Película llena de contrastes, temas y sugerencias; se puede ver como un juego de parejas y opuestos que se abrazan y rechazan con sutileza y complejidad: monja-puta, joven-vieja, comunismo-nazismo, mundo-convento, oscuridad-luz, vida-muerte, inocencia-corrupción, fe (Dios está en todas partes: vidriera) -ateísmo (Dios no está en ningún sitio: guerras y asesinatos)..., que quizás en su parte final (sus demasiados finales) peca de un aceleramiento brusco que atropella el ritmo y aturde, pasan demasiadas cosas muy seguidas y muy importantes en muy poco tiempo.
Con reminiscencias de la nouvelle vague; libertad y cierto humor, frescura y juguetona socarronería; y muchas influencias; desde, por ejemplo, el rigor de Bresson a la malicia esquinada de Buñuel (es inevitable pensar en "Viridiana"); es, a pesar de todo lo terrible y desolador que cuenta, un relato atravesado por cierto optimismo, por una sabiduría benevolente y comprensiva; densa en su pequeña duración, grande en repercusión y vislumbres.
Deslumbrante plenitud y contención. Montaje preciso (cortando las escenas para evitar morosidades innecesarias o amaneramientos) y hermosísimo blanco y negro. Increíbles planos: alucinante el de la confesión del asesino dentro de la tumba, sobrecogedor el de la ventana después del suicidio, todos los que "observan" a Ida..., y perfecta utilización de la música.
Película llena de contrastes, temas y sugerencias; se puede ver como un juego de parejas y opuestos que se abrazan y rechazan con sutileza y complejidad: monja-puta, joven-vieja, comunismo-nazismo, mundo-convento, oscuridad-luz, vida-muerte, inocencia-corrupción, fe (Dios está en todas partes: vidriera) -ateísmo (Dios no está en ningún sitio: guerras y asesinatos)..., que quizás en su parte final (sus demasiados finales) peca de un aceleramiento brusco que atropella el ritmo y aturde, pasan demasiadas cosas muy seguidas y muy importantes en muy poco tiempo.
Con reminiscencias de la nouvelle vague; libertad y cierto humor, frescura y juguetona socarronería; y muchas influencias; desde, por ejemplo, el rigor de Bresson a la malicia esquinada de Buñuel (es inevitable pensar en "Viridiana"); es, a pesar de todo lo terrible y desolador que cuenta, un relato atravesado por cierto optimismo, por una sabiduría benevolente y comprensiva; densa en su pequeña duración, grande en repercusión y vislumbres.
30 de marzo de 2014
30 de marzo de 2014
22 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dirigida por Pawel Pawlikowski y protagonizada casi exclusivamente por Agata Trzebuchowska (Anna / Ida) y Agata Kulesza (Wanda), rodada en blanco y negro y premiada en varios festivales. He de decir que es mi primer contacto con cualquiera de ellos, ya que ni había visto ninguna película de este director, ni tampoco conocía a las actrices, aunque en el caso de Agata Trzebuchowska es normal puesto que debuta en el cine con este film. Y por una parte me apetece ver más películas suyas porque es muy guapa, pero por otra no tengo ganas de volver a escribir su apellido, que tardo varios minutos en hacerlo.
Mi impresión general de la película es contradictoria. Hay cosas que admiro y otras que me parecen flojas. Es innegable su calidad artística, pero a mí me dejó un tanto frío. Tal vez tenía las expectativa más altas de lo debido, pero el caso es que se me hizo un tanto sosa, no disfruté como debería. Posiblemente por mi culpa, tal vez no estaba en el momento adecuado para una película como ésta.
Me gustó bastante la manera en que se retrata la Polonia de 1960, las imágenes de la ciudad mientras ella va en tranvía, o los pueblos, el estilo de vida, me parecen muy logradas. En cambio, me esperaba una mayor inmersión en el tema histórico, más profundidad en el asunto de los judíos polacos en la época nazi. Se toca de un modo demasiado poco explícito, a mi juicio, tienes que ser un espectador muy puesto en el tema para captar los matices.
Los personajes y Polonia parecen tener muchos puntos en común. Igual que Polonia, las protagonistas del film parecen condenadas al ostracismo, una de ellas recluida en un convento, con un pasado oscuro; la otra amargada por su pasado y sin ninguna esperanza en el futuro. Hasta la cámara parece dejarlas en un segundo plano, ya que a menudo el escenario es más parte central de los encuadres que ellas mismas, arrinconadas en la imagen. Igual que Polonia, ellas buscan su identidad, revisan su pasado, tratan de dar sentido a su existencia.
La realidad que nos muestra la cámara de Pawlikowski es fría en su aspecto formal, como digo da preponderancia a los escenarios sobre los personajes, y nos ofrece un protagonista más: el pasado. El pasado está presente en todo momento, desde la elección del blanco y negro hasta la propia participación del pasado en la historia. Las protagonistas buscan el pasado, y el pasado a su vez las acecha y las ataca como en la canción de Serrat de "Aquellas pequeñas cosas". Tal vez por ello, esos encuadres tan raros, con las protagonistas en un rincón, quizá es la forma que tiene Pawlikowski de dejar sitio en el encuadre al pasado, principal protagonista de la película.
En cuanto a las protagonistas de carne y hueso, bastante bien las dos. Especialmente Agata Kulesza que borda el papel de la tía Wanda, una mujer amargada, con una gran tormenta en su interior, pero fascinante, frágil y misteriosa. Por su parte, Agata Trzebuchowska (al final lo terminaré por aprender a escribir) realiza también un gran trabajo, especialmente si tenemos en cuenta que es nueva en esto, con su rostro inflexible aunque altamente expresivo. Ambas forman una buena pareja interpretativa.
El ritmo es lento. A mi juicio, excesivamente. Es cierto que la trama pide un ritmo pausado, pero me parece que los ochenta minutos escasos que dura no deberían hacerse largos, y sin embargo se hace notar esta premiosidad narrativa. Otro punto en su contra, aunque repito, puede que sea cosa mía.
El retrato de la Polonia de principios de los 60 cobra mayor realismo debido a las condiciones técnicas de la película. Además de estar rodada en blanco y negro, el formato de pantalla es el 4:3, lo que da una mayor sensación de antiguo a lo que ves. No obstante, hay que admirar y alabar el trabajo de fotografía, fantástico, que hace que la atmósfera de aquella época gris te atrape.
No cabe duda que es una película europea con denominación de origen. Tonos grises, encuadres arriesgadísimos, mucha cámara fija, no hay música para subrayar situaciones (hay música, y muy bella, especialmente la de John Coltrane, pero no se usa para resaltar nada, no suena de fondo, sólo si ponen un disco, o están en un bar donde unos músicos tocan), y silencios prolongados. Silencios grises, si es que el sonido tiene color, la ausencia de él tiene que ser gris. Lo que digo, europea por los cuatro costados. Los americanos jamás se atreverían a hacer una película así.
Cuando la búsqueda de Ida y su tía concluye, la única posibilidad es mirar hacia adelante, volver al presente, a las respectivas realidades de cada una de ellas. La tía Wanda, antigua jueza, a lidiar con su madurez, que cada día le amarga más. Por su parte, Ida tiene toda la vida por delante, y la excesivamente temprana responsabilidad de tener que tomar decisiones cruciales acerca del camino por el que transitar en su vida.
Como digo, buena película pero incompleta. Difícil que llegue a ti. Hay que poner mucho de tu parte. Tienes que ir tú hacia ella, en lugar de lo contrario. Recomendada para aquellos que disfrutan de la exquisitez formal, siempre que estén avisados de que se necesitan unos mínimos conocimientos culturales para entender bien el planteamiento de la película y poder digerir adecuadamente lo que nos brinda.
En cualquier caso, interesante, sin duda.
Artículo completo y reflexiones adicionales en http://keizzine.wordpress.com/
Mi impresión general de la película es contradictoria. Hay cosas que admiro y otras que me parecen flojas. Es innegable su calidad artística, pero a mí me dejó un tanto frío. Tal vez tenía las expectativa más altas de lo debido, pero el caso es que se me hizo un tanto sosa, no disfruté como debería. Posiblemente por mi culpa, tal vez no estaba en el momento adecuado para una película como ésta.
Me gustó bastante la manera en que se retrata la Polonia de 1960, las imágenes de la ciudad mientras ella va en tranvía, o los pueblos, el estilo de vida, me parecen muy logradas. En cambio, me esperaba una mayor inmersión en el tema histórico, más profundidad en el asunto de los judíos polacos en la época nazi. Se toca de un modo demasiado poco explícito, a mi juicio, tienes que ser un espectador muy puesto en el tema para captar los matices.
Los personajes y Polonia parecen tener muchos puntos en común. Igual que Polonia, las protagonistas del film parecen condenadas al ostracismo, una de ellas recluida en un convento, con un pasado oscuro; la otra amargada por su pasado y sin ninguna esperanza en el futuro. Hasta la cámara parece dejarlas en un segundo plano, ya que a menudo el escenario es más parte central de los encuadres que ellas mismas, arrinconadas en la imagen. Igual que Polonia, ellas buscan su identidad, revisan su pasado, tratan de dar sentido a su existencia.
La realidad que nos muestra la cámara de Pawlikowski es fría en su aspecto formal, como digo da preponderancia a los escenarios sobre los personajes, y nos ofrece un protagonista más: el pasado. El pasado está presente en todo momento, desde la elección del blanco y negro hasta la propia participación del pasado en la historia. Las protagonistas buscan el pasado, y el pasado a su vez las acecha y las ataca como en la canción de Serrat de "Aquellas pequeñas cosas". Tal vez por ello, esos encuadres tan raros, con las protagonistas en un rincón, quizá es la forma que tiene Pawlikowski de dejar sitio en el encuadre al pasado, principal protagonista de la película.
En cuanto a las protagonistas de carne y hueso, bastante bien las dos. Especialmente Agata Kulesza que borda el papel de la tía Wanda, una mujer amargada, con una gran tormenta en su interior, pero fascinante, frágil y misteriosa. Por su parte, Agata Trzebuchowska (al final lo terminaré por aprender a escribir) realiza también un gran trabajo, especialmente si tenemos en cuenta que es nueva en esto, con su rostro inflexible aunque altamente expresivo. Ambas forman una buena pareja interpretativa.
El ritmo es lento. A mi juicio, excesivamente. Es cierto que la trama pide un ritmo pausado, pero me parece que los ochenta minutos escasos que dura no deberían hacerse largos, y sin embargo se hace notar esta premiosidad narrativa. Otro punto en su contra, aunque repito, puede que sea cosa mía.
El retrato de la Polonia de principios de los 60 cobra mayor realismo debido a las condiciones técnicas de la película. Además de estar rodada en blanco y negro, el formato de pantalla es el 4:3, lo que da una mayor sensación de antiguo a lo que ves. No obstante, hay que admirar y alabar el trabajo de fotografía, fantástico, que hace que la atmósfera de aquella época gris te atrape.
No cabe duda que es una película europea con denominación de origen. Tonos grises, encuadres arriesgadísimos, mucha cámara fija, no hay música para subrayar situaciones (hay música, y muy bella, especialmente la de John Coltrane, pero no se usa para resaltar nada, no suena de fondo, sólo si ponen un disco, o están en un bar donde unos músicos tocan), y silencios prolongados. Silencios grises, si es que el sonido tiene color, la ausencia de él tiene que ser gris. Lo que digo, europea por los cuatro costados. Los americanos jamás se atreverían a hacer una película así.
Cuando la búsqueda de Ida y su tía concluye, la única posibilidad es mirar hacia adelante, volver al presente, a las respectivas realidades de cada una de ellas. La tía Wanda, antigua jueza, a lidiar con su madurez, que cada día le amarga más. Por su parte, Ida tiene toda la vida por delante, y la excesivamente temprana responsabilidad de tener que tomar decisiones cruciales acerca del camino por el que transitar en su vida.
Como digo, buena película pero incompleta. Difícil que llegue a ti. Hay que poner mucho de tu parte. Tienes que ir tú hacia ella, en lugar de lo contrario. Recomendada para aquellos que disfrutan de la exquisitez formal, siempre que estén avisados de que se necesitan unos mínimos conocimientos culturales para entender bien el planteamiento de la película y poder digerir adecuadamente lo que nos brinda.
En cualquier caso, interesante, sin duda.
Artículo completo y reflexiones adicionales en http://keizzine.wordpress.com/
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