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Noviembre

Drama Empujado por su espíritu todavía idealista, Alfredo decide crear "un arte más libre, hecho con el corazón, capaz de hacer que la gente se sienta viva". Su concepto del teatro va más allá del escenario, se traslada a la calle, cara a cara con el público esperando que éste se implique, provocándolo si es necesario. Sus actuaciones cargadas de denuncia social, sin límites ni censuras, llevan a poner en alerta a las fuerzas del orden público... (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
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3
20 de diciembre de 2005
23 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un falso documental (con eso ya quedaría dicho todo) totalmente decepcionante.

No se trata del argumento ni del transcurso de la trama en sí, sino de que no queda para nada claro cuales son los valores y sueños reales de los personajes. Aparte de su rechazo al consumismo y al teatro de pago, no se descubren otro tipo de valores. Los personajes se encarnan en la peor copia de "alternativo" jamás vista, pues en lo único que coinciden es en estar en desacuerdo con todo, sin proponer absolutamente nada a cambio. Otros "arreglamundos" más llevados a la gran pantalla.

Aparte quiero hacer un inciso en la temática en si. Quizás está mal, como los personajes afirman, que el teatro sea algo considerado un lujo y a veces inaccesible a algunas clases sociales. Vale, hasta ahí de acuerdo. Pero es que lo que ellos hacen en la calle, al alcance de todo el mundo, no se puede considerar teatro en la vida. Se puede considerar, eso sí, hacer el payaso.

Lo mejor: Tampoco se hace pesada.

Lo peor: Un cero en credibilidad
10
26 de abril de 2007
20 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alfredo sólo quería cambiar el mundo, pero al final, como todos los que lo intentaron hasta ahora fracasó.
Una historia contada en flashback por los integrantes de un grupo de teatro de finales de los noventa 40 años después, desde la nostalgia, y en la que se puede comprobar las ganas que tenían de mejorar el mundo mediante el arte, como así se comprueba en los sketches que van protagonizando. Genial el de los diablillos; nostálgico el del verano;impactante el del atentado.
La visión y sueños de un joven que al final se ve arrastrado por las consecuencias de la vida, y deja atrás su ideas de arreglar el mundo.

Con una banda sonora genial, y aunque muchos piensen que Achero baja peldaños tras su ópera prima, en mi opinión es una película distinta e imprevisible, que al menos a mí me sobra para considerar una película buena.
8
8 de mayo de 2007
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a Noviembre, Achero Mañas ya no es un proyecto, una luz pasajera, sino la confirmación de un nuevo talento a proteger.
Noviembre es Alfredo, un chaval que supera las pruebas de una escuela de interpretación (la REXACH aparece en la mente de todos mientras Héctor Alterio se apodera de las escenas), y que, tras un inicio decepcionante y humillante, decide luchar por realizar un arte auténtico, directo y provocativo junto a otros compañeros (resaltar los buenos trabajos de Ingrid Rubio y Juan Díaz). En esa búsqueda artística serán tan importantes las actuaciones, su resultado, como no traicionar los principios sólidos de su manifiesto.
Achero afronta con acierto el reto de rodar los números en la calle con pasión e improvisación, pues es ahí donde el teatro es más limpio, independiente, dinámico y agresivo con la gente que, a diferencia de la que se acomoda al acudir a estrenos, no está preparada, y necesita en mayor medida de la reflexión no encubierta. Su mayor error radica en la elección del falso documental, que no sería tan desastroso sino fuera por la interpretación de los actores que lo componen, en el que sólo Juan Diego sobresale y convence por su veracidad. No obstante, suple este desequilibrio con otras muchas virtudes. Se le agradece en esta segunda película su apuesta por la libertad creativa en vez de por inflar el presupuesto, su esfuerzo por retratar la crónica viva de unos ideales (desde su efervescente y comprometido nacimiento hasta su desaparición), su compromiso con la esperanza, su valentía, su humildad, su técnica, su sinceridad...
El director consigue sortear el ridículo (la falta de motivación en algunos momentos deja entreverlo), y arriesga su caché en busca de una cinta de tintes populares con trabajo, inspiración y originalidad. Porque esta iniciativa para cambiar el mundo sin ánimo de lucro goza de una presencia física tan constante, bestial, fresca y emotiva, que uno no tiene más remedio que implicarse o salir de la sala, ya que esta amarga historia de entusiasmo combativo y contagioso despierta los sentimientos más primitivos, y convierte en modélica la ilusión que desprende. Por eso, todo idealismo es poco y bienvenido, y como dijo Francisco Umbral en cierta ocasión a raíz de una obra maestra de Bertolucci, Novecento, “no vengo al cine para que me retraten, sino en busca de un cine necesario, repleto de mensaje y dispuesto a utopizar”.
7
5 de enero de 2019
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con sus imperfecciones, grandilocuencias y sensacionalismos, es emocionante. Me dan risa algunos críticos (Boyero y cia.) que se las dan de iluminados bajándose los pantalones ante películas infumables y critican como si fueran Oráculos de Delfos otras mucho más dignas. Y no digo que ésta sea nada del otro mundo, pero al menos se deja ver, independientemente de sus pretensiones, muy al contrario que muchas de las que los críticos de Delfos elevan, Dios sabe por qué inescrutable razón, a la altura del Olimpo.

Nota:
El Sr. Boyero yo creo que se perdió hace tiempo, y sus criterios son como el trigo y la paja que se separara o mezcla dependiendo de la forma de ser aventados. Es una pena, pero partiendo de que todo es subjetivo, su opinión, en la mía, hace tiempo que es inestable, poco firme, poco fiable, como si el pie con que se levantara inclinara la balanza. Por su tono o estilo, a veces sus críticas más parecen sentencias, y lo dice alguien que admira su fina ironía y en muchas ocasiones inteligentes razonamientos.

Dicho sea esto con todo respeto.
8
25 de septiembre de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crítica completa en: sistemadevalores.blogspot.com

"Noviembre", que ya cuenta con unos cuantos añitos, no es la típica película que ganaría muchos Goyas (y no lo ha hecho), posiblemente con razón, ya que exceptuando determinadas interpretaciones no es una película soberbia. Sin embargo, por lo menos para mí, el cine es un arte que no tiene por qué buscar siempre la excelencia: lo importante es lo que transmite y cómo lo hace. El cine no se basa en una dirección magistral que permita que todas las tomas sean sobresalientes, ni en que los actores hagan el papel de sus vidas o la música nos haga llorar. El cine es emoción, sentimiento, pensamiento, reflexión, tristeza, alegría... no la perfección. Y ahí es donde reside la maravilla de "Noviembre", en su fondo o en su inútil y a la vez maravilloso objetivo: cambiar nuestra perspectiva no sólo sobre el teatro, sino sobre todo el arte; y mucho más allá, "cambiar el mundo". No creo que Achero Mañas quisiera cambiar el mundo con su película, pero nos transmitió algo que no se puede recompensar con ningún premio: sentir, emocionarse (ya sé que me repito)...

"Noviembre" narra una historia de idealismos, de un grupo de teatro de quiere cambiar aquello que a nadie nos gusta pero que obviamos, de un joven que quiere hacer feliz a su hermano, de amor... ¿Es ésta una película pretenciosa? Puede serlo. ¿Es una película que sin su glorioso aunque corriente final no sería más que algo olvidable? Se puede llegar a opinar así, lo reconozco. ¿Es una historia de idealismos para jóvenes como yo, que queremos cambiar el mundo? Rotundamente, sí lo es. ¿Es eso un defecto? Posiblemente lo sea para un crítico de cine, pero yo no lo soy ni pretendo serlo. El idealismo por naturaleza es utópico, y siempre lo será, pero ¿qué sería del mundo si no existieran causas perdidas de antemano? La emoción por cambiar el sistema o, como yo matizo, el "sistema de valores", es algo inherente a la juventud que, desgraciadamente, todos tarde o temprano perderemos. Ese final, el de un pobre idealista viendo cómo todo aquello por lo que luchó y por lo que creyó se hundía, es algo realmente descorazonador, casi más que la propia muerte del protagonista. Esos inolvidables, irrepetibles y realmente tristes minutos de metraje convierten al resto de la película en un simple preludio de algo inevitable, y la hacen invisible a los ojos del que no quiere ver. Sé que ni yo ni nadie podremos cambiar el mundo. ¿Merece entonces intentarlo? La respuesta es simple y rotunda: sí, y nada más que sí.

Sólo me gustaría añadir una frase más, la cita textual de un personaje del film tras el paso del tiempo, una afirmación que espero que recuerden todos aquellos que en su día trataron de cambiar el mundo de alguna manera, pero que no lo consiguieron: "Nosotros queríamos cambiar el mundo, y desde luego no lo conseguimos; ahora lo que intento es que el mundo no me cambie a mí".
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