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Rojo atardecer

Drama Australia, 1920. Un matrimonio (Robert Mitchum y Deborah Kerr) y su hijo viven felices viajando por Australia y realizando diversos trabajos para sobrevivir. Llega, sin embargo, un momento en que la madre, apoyada por su hijo y movida por el instinto de conservación, plantea la necesidad de abandonar la vida errante que siempre han llevado y comprar una granja para establecerse definitivamente en algún lugar. Ahora bien, alcanzar ese ... [+]
Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
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14 de abril de 2023 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Tres vidas errantes" es una historia familiar, aunque algo diferente, en la que tres magníficos intérpretes (Kerr, Mttchum y Ustinov) más un muchacho (Michael Anderson, Jr., hijo del director Michael Anderson), nos conducen a través de la vida salvaje y rural australiana, y entre ovejas, dingos o canguros, entre concursos de esquila, jarras de cerveza demasiado cargadas, peleas a puñetazos y carreras de caballos, vemos las vicisitudes de éstos y el transcurrir de una vida nómada, dura, pero sencilla y ante todo independiente. Un estilo de vida que agrada sobre todo al marido (Robert Mitchum) y que a la esposa (Deborah Kerr), empieza a cansar según avanza su edad, y comienza a sentir la necesidad de establecerse, de arraigar. Y a esta pequeña familia se le unirá un ya talludo solterón (Peter Ustinov), un hombre afable, que como el mismo se define, no deja de ser un huérfano arrimándose al calor de un hogar... aunque éste sea itinerante. Personaje que hace de nexo tanto entre los relatos cómo entre los protagonistas, y sobre todo de tío amable o hermano mayor del joven hijo de los Carmody, nuestra familia protagonista.

Una película vitalista, no carente de ternura, tampoco de sentido del humor, con un discurrir pausado, entretenido y que en ciertos momentos emociona sin llegar a conmover pero que destaca por sus solidadas interpretaciones y por su, después de todo, profundo optimismo...
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Y después de todo, de distintas vicisitudes, la señora Carmody, como suele suceder casi siempre con las señoras, finalmente se saldrá con la suya y los Carmody parece que, al final de todo, terminarán estableciéndose en una granja. E incluso ofrecerán trabajo a Rupert Venneker, el hombre solitario y errante que se había adherido a la familia... En un final que podríamos calificar de feliz.
8
18 de agosto de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inspirado en la vida de sus padres, el australiano John Cleary (1917-2010), publicó en 1952, la novela “The sundowners” de la cual vendió casi un millón de ejemplares. Sundowner, es el término que usan en cangurolandia, para definir a una persona que no tiene casa y que vive donde el sol se pone, es decir, un ser errante.

La historia, llevada ahora al cine por el director Fred Zinnemann, con guión de Isobel Lenart, nos habla de Paddy Carmody, un irlandés asentado en Australia, quien, con su esposa Ida y su hijo Sean, van de pueblo en pueblo transportando rebaños o esquilando ovejas, pero, tras largos años de vivir en este mismo ejercicio, la madre comienza a preocuparse por la formación de su hijo… y el hijo, al ver un cómodo rancho que han puesto en venta, comienza a sentir que quisiera un lugar donde asentarse y tener un hogar constituido. Pero, el deseo de seguir sintiéndose como un gitano, no parece fácil de erradicar de la mente de papá Carmody… aunque Ida siente que puede inventarse la forma de conseguir que las cosas cambien.

“TRES VIDAS ERRANTES” es una muy grata apología de la vida en sociedad, pero, sobre todo, reivindica esa vida familiar capaz de sostenerse en las buenas y en las malas, en los aciertos y en los desaciertos, en los triunfos y en los fracasos, porque, el amor todo lo puede y todo lo perdona, cuando todo lo comprende.

Ida, es la clase de mujer que se merece cualquier hombre comprometido, y aquí pareciera una suerte de Ángel, siempre en la jugada con su marido y con la sociedad. Paddy, en cambio, es el hombre de la cambiante fortuna, que, como el viejo del cuento hindú, ante cualquier hecho, bien podría decir: ¡Quién sabe! Y Sean, va por la vida procurando formarse como todo un hombre, aspirando a una vida entre las calles de un mismo pueblo, pero fiel a sus padres, enterado de sus habituales buenos propósitos.

Plausible esa manera de aceptar las cosas como vienen, pero sin cejar nunca en el esfuerzo, porque la suerte es cambiante y bendecir lo que, al final se tiene, nos ahorra envidias y tormentos. Abunda en el filme la camaradería, la solidaridad, el esfuerzo mancomunado… y, se siente entonces que, el hombre es un ser sociable por naturaleza, pero también que, el conocimiento que surge allende las fronteras, ofrece otra suerte de encanto en nada desdeñable. Es decir, la vida siempre vale la pena vivirla, y cuando el amor es grande, todos los males son pequeños males.

Robert Mitchum, como Paddy, en una de sus más afortunadas interpretaciones luchando contra el vaivén de la fortuna. Deborah Kerr, un maravilloso ángel guardián como se lo quisiera cualquier hombre. Y Peter Ustinov (Rupert), la suerte de amigo que pone calor en las jornadas. El resto del reparto muy atinado, y al final, con esta cálida historia, se siente de nuevo esa grata satisfacción de hacer parte de la especie humana.

Termino con un breve cuento que, desde hace rato, me cruza por la mente:

Érase un estudiante universitario llamado Paco, el cual era muy aficionado al cine clásico, y creyendo que sus conocimientos de inglés le merecían ser ascendido a un nivel más alto, solicitó en la facultad una prueba para demostrarlo. El profesor se la puso fácil y le dijo:
-Pronuncia los siguientes nombres que escribiré en el tablero: Sean – Niles – Amy – Maggie - Murphy.
Haciendo énfasis en cada palabra, el chico lee: Sin - Nils – Emy – Mayi – Murpy.
La maestra le mira y le pregunta: - ¿Dónde has aprendido a pronunciar los nombres de esa manera?
-Con los dobladores de películas españoles. -Responde el chico.
… Y Paco tuvo que seguir en el nivel uno.
5
10 de diciembre de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No está mal de vez en cuando encontrarse con protagonistas imperfectos, personas a las que no todo le ha de salir bien siempre como si eso fuera la norma en los dramas familiares. [Spoiler]

La película sin embargo me pareció muy irregular y demasiado prefabricada, muy antinatural, como si todo lo que sucede sean capítulos insertados sin ritmo ni fluidez. Cuando toca un incendio para adelante, cuando una mujer tiene que dar a luz sin médicos alrededor, el mencionado concurso de esquilar, la carrera de caballos. Es una suma de hechos con los que nuestros protagonistas tropiezan sin más, lejos de parecer una vida real. A mí no me ha convencido del todo. Y eso que Ustinov pone la frescura que le falta a la familia de nómadas, sin duda es el secundario el que salva los muebles.

Cine familiar entonces justito, salvado por la impresionante fotografía, repleto de moraleja y a menudo algo cansina. Mucha fauna autóctona y ni un alma de aborigen, que digo yo, estaban allí mucho antes que los rubios y de ojos azules llegaran para imponer su ganadería y sus costumbres.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mitchum ni siquiera gana el concurso de esquilar ovejas, es más, esos momentos en los que se ve superado por su rival, un abuelete que se fuma una pipa tranquilamente en el descanso mientras él ya se siente derrotado, es lo mejor de la película para mí. Luego, ya no nos sorprenderá que la familia pierda todo el dinero, que no logren alcanzar sus metas y que sin embargo todo transcurra entre sonrisa y sonrisa.
7
24 de abril de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado. Esperaba quizá algo más... Pero es una buena película. Debora Kerr está guapísima, Peter Ustinov es un actor magnífico, pero el que me ha sorprendido ha sido Robert Mitchum. Le tengo por buen actor, versátil, capaz de hacer buenos papeles, pero con poca densidad, con poco peso específico. Gran actor, muy característico, pero no un excelente actor. Y la verdad, tengo que ir modulando el juicio que tengo sobre esto. Es mejor actor de lo que parece, hay más trabajo tras él de lo que él mismo de sí mismo parecía proclamar.
Es duro, es viril, pero su actuación está muy trabajada, muy serenamente preparada. Siempre con esa mirada, como de miope, con la cara bajada, con un cabeceo de la cabeza cuando se le está haciendo una reprimenda...
Tiene algo muy propio, aporta una personalidad convulsa, domada por la vida pero que quiere escapar de sí mismo para seguir siendo libre, seguir siendo hombre, seguir siendo él.
Es cierto que tendría que verlo haciendo de Othelo, o algún otro clásico Sakesperiano, pero me pasa algo similar a lo que me ocurría con Richard Widmarck, que le tenía por un secundario de superlujo elevado a la categoría de estrella que le quedaba grande, y la verdad, me sorprendió lo excelente actor que es.
7
25 de octubre de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The sundowners" llaman en Australia a los que no tienen casa y duermen donde les pilla la noche.
Pues bien, los Carmody son sundowners que viven a salto de mata en un carromato conduciendo rebaños de ovejas o contratándose como esquiladores en las planicies australianas. Errantes. Tan campantes.
¿Felices? Paddy (Mitchum) desde luego que si. Otra cosa es Ida (Kerr), su esposa, que lo mismo que el hijo Sean (Anderson Jr.), tienen ya ganas de echar raíces en algún sitio.
Para completar el panorama aparece sobre la marcha Rupert (Ustinov), un viejo marino que navega ahora junto a los Carmody de puerto en puerto.
Se trata de una especie de western a la australiana con una par de preciosas escenas de rebaños paciendo en aquellas inmensas llanuras. Advertimos algunos toques fordianos que recuerdan la verdura de los valles de antaño.
Adolece la cinta de premiosidad, pues el guion sigue demasiado de cerca la novela en que se inspira, "Sundowners (1951), del australiano Jon Cleary. Claro que esto permite al realizador detenerse en sus personajes que aparecen muy bien retratados. Especialmente Ida en su papel de auténtica cabeza de familia (buena interpretación de Deborah), lo mismo que el viejo Rupert. Mitchum queda algo más apagado.
Lo mejor sin duda la delicadeza, y la fortaleza, de los personajes. Lo inexorable de los acontecimientos, "Los hombres vienen aquí por los ganados, nosotras por los hombres".
Cuidadosa ambientación y puesta en escena, lo mismo que la banda sonora de Tiomkin otra vez ante el peligro junto Zinnemann.
Una buena película de aventuras en Australia. Algo larga, pero recomendable. Para verla tan campantes.
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