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Hasta que llegó su hora

Western Brett McBain, un granjero viudo de origen irlandés, vive con sus hijos en una zona pobre y desértica del Oeste americano. Ha preparado una fiesta de bienvenida para Jill, su futura esposa, que viene desde Nueva Orleáns. Pero cuando Jill llega se encuentra con que una banda de pistoleros los ha asesinado a todos.
Críticas 205
Críticas ordenadas por utilidad
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10
20 de enero de 2009
64 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de las mejores guiones de la historia del cine
Una de las mejores bandas sonoras de la historia del cine
Una de las mejores direcciones de la historia del cine
Una de las mejores ambientaciones de la historia del cine

y

Cuatro de las mejores interpretaciones de la historia del cine. Las cuatro.

Cada plano, cada gesto, cada localización y cada nota de la melodía están tan precisamente filmados, fotografiados y orquestados que emocionan durante 165 minutos. Algo al alcance de muy pocos. Obra maestra absoluta.

Gracias a Frank, Cheyenne, Harmonica y, sobretodo a Jill. La mayor belleza de la historia del cine. Rotundo y tajante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Analizar la película por escenas da para una Tesis Doctoral. Pero las frases antológicas se pueden resumir más fácilmente:

-"Parece que se nos ha escapado un caballo"
-"No, habéis traído dos de más"

-"¿Era necesario matarlos a todos? ¡Sólo te dije que los asustases!
-"La gente se asusta mejor cuando está muriéndose"

-"Jill, me recuerdas a mi madre. Fue la mayor puta en Alameda y la mejor mujer que nunca ha habido. Quienquiera que fuese mi padre, por una hora o por un mes, debió de ser un hombre feliz"

-"Podrías hacer una fortuna. Cientos de miles de dólares. Ey, más que eso. Miles de miles"
-"A eso les llaman millones"

-"Y tú. Tú le has salvado la vida"
-"No dejé que le mataran. No es lo mismo"

-"Has descubierto que no eres un hombre de negocios"
-"Sólo un hombre"
-"Una raza antigua"

Para "empalmados" con criterio.
9
3 de octubre de 2009
49 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarto y último western de Sergio Leone (1929-89). El guión, de Sergio Donati y S. Leone, con versión al inglés de los diálogos por Mickey Knox, desarrolla un argumento original de Bernardo Bertolucci, Dario Argento y S. Leone. Se rueda entre abril y junio de 1968 en escenarios reales de Utah, Arizona (Monument Valley) y Tabernas (Almería) y en los platós de Cinecittà Studios (Roma), con un presupuesto de 3 M USD, aportado en gran parte como anticipo por la Paramount de los derechos de distribución. Gana el David di Donatello a la mejor producción. Producido por Fulvio Morsella para Rafran Cinema, Finanzia San Marco y Paramount, se estrena el 21-XII-1968 (Italia).

La acción dramática tiene lugar en la pequeña población de Redland y en la hacienda Sweetwater, del territorio de Arizona, poco después de la Guerra Civil. El colono irlandés Brett McBain (Wolff), viudo, padre de 3 hijos (Maureen, Patrick y Timmy) viaja a Nueva Orleans, donde conoce a la prostituta de lujo Jill “la Morena” (Cardinale). El acaudalado Morton (Ferzetti) trabaja en el desarrollo de su macroproyecto de línea férrea que ha de unir el Atlántico con el Pacífico. El territorio alberga a un número elevado de pistoleros profesionales, aventureros fracasados, forajidos, asesinos a sueldo, personajes vengativos y oportunistas sin escrúpulos, que desean aprovechar las últimas ventajas que brinda un territorio abierto con abundantes posibilidades de enriquecimiento. Entre los forajidos se cuenta la banda de Cheyenne (Robards), la del diabólico Frank (Fonda) y el solitario y enigmático “Armónica” (Bronson).

El film es un western de acción. Recuerda con nostalgia y homenajea los viejos tiempos de los pioneros, los colonos europeos llegados con la familia en busca de la ”tierra prometida”, la ampliación de las viejas líneas férreas de cercanías, las empresas titánicas de crear líneas de tren que, sin trasbordos, pongan en comunicación el Este con los límites del Oeste (California), la existencia de territorios como los de Arizona, sin medios suficientes para imponer el imperio de la Ley y la protección de las personas y las propiedades, la proliferación de pistoleros y matones profesionales al servicio de los más ricos o de los más ambiciosos. Los poblados de nueva planta, las nuevas vías de comunicación, las obras de ingeniería, la puesta en cultivo de tierras áridas y otras tareas colectivas que dan ocupación a mucha mano de obra, hacen que se respiren aires de cambio y de fin de una era, en la que muchas cosas se revelan incompatibles con el progreso técnico, social e institucional que se impone inexorablemente. Los personajes saben que apuran el final de un mundo en extinción. Los desesperanzados, desarraigados y errantes, el ambiente general, los ocres que saturan las imágenes, la precipitación con la que se trabaja, trasladan al espectador la idea y los sentimientos de un mundo llamado a desaparecerá antes que sus protagonistas.
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La revisión del pasado se apoya en recuerdos y homenajes que el film dedica a escenas y personajes memorables de la historia del western. El personaje de Jill evoca a Vienna, la protagonista de “Johnny Guitar” (1954), Morton recuerda al personaje de Lionel Barrymore en “Duelo al sol” (1946), etc. Se evocan escenas de “Raíces profundas”, “Centauros del desierto”, “El sargento negro”, “Pasión de los fuertes”, etc. Se rinde homenaje a John Ford a través del Monument Valley, el secundario Woody Strode, el protagonista Henry Fonda y otras referencias caras a Ford. También se homenajea a Visconti a través del detallismo de los decorados, el tempo, la soberbia partitura musical y la suntuosa composición de las imágenes. Recibe influencias de Akira Kurosawa, el de “Rashomon” (1950) y del guión de “Sanchiro Sugata” (1965), etc.

La cámara adopta una posición contemplativa y meditativa, que propicia la mezcla de añoranza y esperanza, melancolía y serenidad, sentimientos épicos y sensaciones contradictorias de fracaso y desahogo. El estilo del film se caracteriza por la meticulosidad, la atención al detalle y la importancia que se da a los matices (la leve sonrisa amenazadora de Bronson). La narración es pausada, extremadamente lenta y rica en expresiones conmovedoras, sorprendentes (reconocimiento inesperado de un rostro conocido) y perturbadoras (muerte de un chiquillo). Numerosas secuencias se plantean como si de números musicales se tratara. Se añaden trazos inquietantes, como los cortes sonoros de fondo que simulan la respiración aguda del agotamiento y la fatiga, el jadeo agónico de un moribundo (armónica) o el paro cardiaco y la muerte de un herido. No falta el salpicado de humor de la cinta.

La banda sonora, de Ennio Morricone, es según algunos, una de sus obras culminantes. Compuesta antes del rodaje, su ejecución se adapta a la acción de modo admirable. Cada personaje tiene su propio tema e instrumento musical: “Armónica” (armónica), Frank (cornetas), Cheyenne (banjo), etc. El silbido solista es de Alessandro Alessandroni, la armónica es de Franco De Gemini y los coros son de “I Cantori Moderni di Alessandroni”. La fotografía, de Tonino Delli Colli (“El verdugo”, Berlanga, 1963), en color (technicolor), ofrece abundantes primeros planos psicológicos, numerosos barridos descriptivos, frecuentes “zooms” y algunos planos contrapicados de gran emotividad. Hace uso predominante de colores ocres y tonos oscuros. Abundan los contraluces y las luces crepusculares.

Western mítico, del subgénero spaghetti western, considerado por muchos film de culto y una de las obras culminantes del género.


Bibliografía

Quim CASAS, “Hasta que llegó su hora”, ‘Películas clave del Western’, págs. 188-189, Robinbook ed., Barcelona 2007.
Trevor WILLSMER, “Hasta que llegó su hora” (versión española: José Antonio Martín Berriguete), Paramount ed, EEUU 2003).

Salutacions cordials, Xavi
10
2 de abril de 2012
45 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo dije que mi película favorita era "el bueno el feo y el malo", hasta que llegó mi hora...

Alguien dijo que Charles Bronson era mediocre, hasta que llegó Harmónica...

Alguien dijo que los antagonistas no eran importantes y carismáticos, hasta que llegó Frank...

Alguien dijo que Katharine Hepburn era la más guapa, hasta que llegó Cardinale...

Alguien dijo que los villanos cómicos eran estúpidos y cobardes, hasta que llegó Cheyenne...

Alguien dijo que la música en el western era fútil, prescindible, hasta que llegó Morricone...

Alguien dijo que con Ford moría el western, hasta que llegó Peckinpah...

Alguien dijo que Sam fue quien verdaderamente revolucionó el western, hasta que llegó Leone...

Muchos dijeron que ya lo habían visto todo, hasta que llegó su hora.
10
6 de octubre de 2007
39 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es que sean un gran aficionado al género Wester, pero "Once upon a time in the West" es una autentica obra de arte. Desde que vi a Charles Bronson tocando la armónica vengadora me he quedado prendado de esta película. Sergio Leone eres MI DIOS. Que súper guión tan bien llevado hasta el final, que salvajemente preciosa fotografía de los horizontes del desierto de Utah y Arizona, que reparto tan brillante, profundo y elegante, que tomas y perspectivas, que aguante y frialdad de Fonda, Bronson y Claudia en los primeros planos, que ojos tan azules los de Henry, que historia tan salvaje y majestuosa, guau, que dos horas y media largas tan intensamente desarrolladas, que ritmo, que cambios, que interpretación, que miradas, que suspense, que música, bufffff, las melodías de estos italianinis son soberbias, quedarán grabadas a fuego en mi mente para la eternidad, esos toques de comedia, los malos muy muy malos, canallescos y más crueles que el demonio , Oh grandioso sol del desierto que ayudas a blanquear esas dentaduras y curtir esos rostros ya arrugados, vivan los escupitajos, las caídas deslomadoras de los especialistas, pero si hasta el perro que sale hace un buen papel... Aunque suene a tópico, lamentablemente ya no se hacen películas así.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo de la gota perforadora de calvas, lo de la mosca cojonera rondando la cara sin afeitar, el viejete que pretende cobrar los 7 dólares.... con treinta centavos...jaja, buenísimo. La víbora interesada de la Cardinale impresionantemente bella, las miradas sin pestañear de Bronson, la escena de la muerte del hermano en ese arco en medio del horizonte del desierto, por supuesto el vibrante desafió entre Fonda y Bronson es maravillosamente mágico en su intriga y resolución, vaya desenfundes..., la caída de Bronson joven levantando esa polvareda... vaya fotogramas a cámara lenta, la palmadita en el culo..."mira hacia otro lado"..., el agridulce final, bueno seguro que hay esperanzas para un encuentro amoroso entre los dos protagonistas. Sí por favor!!
9
26 de septiembre de 2012
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando comenté "La muerte tenía un precio", decía que quién les iba a decir a los norteamericanos en los años treinta y cuarenta del pasado siglo que una de las cumbres del western se iba a alcanzar en una remota tierra del sur de España (Almería), en una coproducción europea (Alemania-Italia-España) y filmada por un director italiano, Sergio Leone.
Pues bien, tras el éxito de la trilogía rodada en Almería entre 1964 y 1966 ("Por un puñado de dólares", "La muerte tenía un precio" y "El bueno, el feo y el malo"), Leone da el salto a USA y decide filmar su cuarto éxito consecutivo en la cuna del western, en Arizona y Utah.
Basándose en una historia escrita por Dario Argento, Bernardo Bertolucci y él mismo, acompañado por un elenco de estrellas (Claudia Cardinale en su mejor momento, Charles Bronson y su legendaria armónica en el papel de su vida y el mítico Henry Fonda), unos sensacionales secundarios (Jason Robards, Gabriele Ferzetti, Frank Wolff, Woody Strode, Jack Elam, Al Mulock o Lionel Stander) y con música, una vez más, de Morricone, el maestro Leone nos regala casi tres horas de western hipnótico y absorbente que no dejarán frío a ningún cinéfilo que se precie.
Pasen y vean, pues, el grandioso espectáculo de ver a Sergio Leone rodar en la cuna del western. Como dicen en un anuncio de TV, hay cosas en la vida que no se pueden pagar con dinero.
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