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Ida

Drama Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se ... [+]
Críticas 165
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6
21 de enero de 2021 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vocación religiosa supone un sacrificio extremo, dedicar la vida a la oración y al aislamiento cercenando las opciones comunes de vivir en sociedad y de disfrutar de la compañía de los demás.

A nadie le obligan a tomar los hábitos, es siempre una elección personal, voluntaria y libre, pese a todo somos humanos y el equivocarnos, en este caso, reporta un daño irreparable, el de tirar la vida por la borda.

Pawel Pawlikowski extrema la confrontación de ambas posturas de una forma descarnada pero sincera y posible, dando una segunda oportunidad de elección a quien no tuvo conocimiento de causa para sopesar el camino a andar.

Excelente la interpretación de Agata Trzebuchowska para caminar en el celuloide entre lo humano y lo divino.
7
3 de enero de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
La quinta película del polaco Pawel Pawlikowski, la primera en su país natal, ha asombrado con su belleza allá por donde ha pasado haciéndose un hueco entre las mejores películas de Europa del Este de los últimos tiempos. Ganadora del Premio a Mejor película en festivales como el de Londres, Varsovia o Gijón, donde además ganó otros cuatro premios, y diferentes menciones en otros festivales como el de Toronto son muestra del camino hacia el éxito de esta pequeña gran película que ha acaparado la atención de los amantes del cine refinado y artísticos, amantes de las pequeñas joyas.

El principio argumental nos recuerda a obras maestras como Viridiana de Luis Buñuel, Andrei rublev de Andrei Tarkovsky o El valle de las abejas de Frantisek Vlácil. En la Polonia de los 60, en medio de un comunismo cada vez más débil, una joven novicia va a conocer a su tía, su único familiar con vida antes de tomar los votos. De esta forma, se nos plantea un flujo dramático ejemplar en únicamente 80 minutos en los que se desvelará el cruel pasado y origen de la novicia que pondrá a prueba todo lo que creía. Así mismo, su visita supondrá para su tia, de personalidad opuesta, un duro enfrentamiento con el pasado que la destroza por dentro. A modo de road movie, las dos protagonistas van descubriendo datos, conociéndose y a su vez enseñando al público de forma totalmente natural y discreta el oscuro pasado de Polonia. Los que dicen que el tema del nazismo ya está sobreexplotado encontrarán en Ida una prueba más de que lo escasea no son los temas, sino las nuevas ideas a la hora de afrontarlos.

La crisis de Fe, el despertar a la vida, el pasado del nazismo y el papel que en él tuvieron los propios nativos polacos forman los principales temas sobre los que versa este film, pero no son lo más destacable del mismo. Como en el buen cine, lo importante de Ida no es que cuenta, sino como lo hace. Con una fotografía extraordinaria, dejando muchísimo aire por arriba, un blanco y negro exquisito, en cuatro tercios, con una composición perfecta y sin movimientos de cámara Ida es una película en la que cada plano importa y tiene por si solo una fuerza que en cadena produce ese efecto de hipnotismo extraño tan indescriptible. Mientras que esas bellas y frías imágenes van trascurriendo, Ida no nos enseña ni nos explica sino que nos oculta revolviendo nuestro interior junto con el de sus dos protagonistas, la novicia Agata Trzebuchowska, debutante, y la impresionante tía, Agata Kulesza que forman una pareja extraordinaria. De esta forma, la película fluye perfectamente haciéndose ligero y disfrutable como pocos films de esta profundidad hasta llegar a un final en el que cuesta reubicarse que te deja con ganas de volver a verla para descubrir más y más de lo que Ida parece tener y no querer mostrar.

Estas imágenes y esta forma de hacer cine con escenas que parecen congelarse a la vez que nos hacen preguntarnos por el interior del hombre, relacionándolo con la fe y la razón, nos recuerda, aunque de forma mucho más ligera, al cine de grandes como Robert bresson, Ingmar Bergman o Carl Theodor Dreyer.

Puede que su falta de énfasis sentimental impida que amemos por completo el film pero a los que les guste el cine puro, el arte y la belleza no duden en adentrarse en esta película que, con su sencillez, se ha ganado el corazón de los amantes del buen cine Europeo.

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8
10 de enero de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
Pawel Pawlikowski presenta una de las pequeñas joyas de este año que bebe claramente de Dreyer y Bresson y que nos muestra una nueva mirada sobre la Polonia tras el holocausto a partir del propio descubrimiento sobre si misma que realizará una joven monja.

Una sutil unión entre la fe y la realidad contemporánea (solucionada de manera magnífica) que descubrirá la joven Ida, excelente descubrimiento el de Agata Trzebuchowska, que saldrá del rutinario y estricto convento para buscar la tumba de sus padres fallecidos ayudada por una tía suya que le mostrará la vida y realidad de la Polonia de los sesenta, magníficamente interpretada por la muy premiable Agata Kulesza al dar vida a un personaje más duro y claroscuro.

Una deliciosa obra llena de sugerencias visuales, estrictamente dirigida y con una extraordinaria fotografía que va a llenar a los cinéfilos más exquisitos y experimentados y parece que va a ser muy protagonista en la temporada de premios que viene.
5
9 de abril de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
No sé los motivos por los que un día cualquiera de una semana más de poca actividad laboral y encontrándome en la zona de Plaza de España me animé a entrar en el cine a ver una de esas películas "denominadas" el nuevo cine europeo. Con poca información pero buenas críticas me lancé a los bajos de Princesa a la búsqueda de esta joven "descarriada". El argumento siendo simple deja muchísimas dudas y aspectos que no acabo de comprender. ¿Quién es la tía de Ida?. En un primer momento todo parece indicar que se trata de una prostituta, idea descabellada si en la secuencia siguiente la vemos en un juicio. Más tarde le llega a decir a su sobrina que fue fiscal del estado pero le dice a la policía que tiene inmunidad, es más, estos le piden perdón por haberla retenido una noche en el calabozo. ¿Porqué una familia que guarda, protege y cuida a otra en la guerra mundial acabada esta se la carga?. ¿Porqué no quitárselos de en medio antes y sin remordimientos de conciencia?. ¿Que quería Ida antes de casarse con el señor? ¿una despedida de soltera sin amigas? ¿qué explicación hay al suicidio de la tía cuando su vida empieza a tener un sentido con la llegada de su sobrina? Dudas argumentales que en una película tan lenta y con poco que contar no deja de ser preocupante para un guionista. Tampoco es que la historia sea especialmente interesante, lo normal tras una guerra mundial en un país centro europeo donde cada sobreviviente tiene una película para llevar a la gran pantalla. Pero sorprende que contada con esa, a veces , insoportable cadencia uno no acabe de entender algunas cosas. La película la salva la fotografía, fantástica, la banda sonora, la ambientación de la gris Polonia de los años 60 y porque no, los actores. Pero siempre tengo la sensación que algo va a suceder, que en cualquier momento arranca la historia verdadera, que esos coches que se cruzan con Ida encenderán las luces de freno y ahí empezará la verdadera historia de una chica que no pertenece a ese mundo de dios, pero no, sólo nos quedamos esperando sin que nada pase.
6
10 de octubre de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
Me preceden más de 100 críticas y varios años desde el estreno y consagración internacional de IDA.
Hasta ahora he leído unas cuantas de ellas y, en general, encuentro fuertes contrastes en las opiniones: tanto negativas como elogiosas; a punto tal que las calificaciones van de lo mínimo a lo máximo.
Sin embargo no encontré mención a una cuestión que considero fundamental en este film, y es que relata un suceso trágico - y las posteriores consecuencias de tal hecho - acaecidas en una nación donde los judíos fueron muy bien recibidos y estuvieron íntimamente involucrados en su historia durante ¡¡mil años!!
Por si sirve de ejemplo, recuérdese cuando Juan Pablo II dijo "los judíos son nuestros hermanos mayores en la fe", así como su entrañable amistad con uno de ellos; lo cual me lleva a pensar que - más allá del derrotero de los personajes - el film es de algún modo un "mea culpa" tardío por el colaboracionismo de unos, el antisemitismo de otros, la indiferencia de tantos, etc. todas cuestiones que coadyuvaron a que el nazismo - y anteriores persecuciones quizás no tan genocidas - se manifestara en Polonia con suprema crueldad. ¿O acaso no fué allí que durante la 2da. G.M. se dieron el levantamiento popular del Gueto judío de Varsovia, y que el más emblemático monumento del holocausto nazi - Auschwitz-Birkenau - estuviera emplazado en su territorio?
Decir que la estética del film, su formato, color, actuaciones y otros aspectos técnicos son bellos y acertados o equívocos - creo yo - es en este caso una impresión justificablemente subjetiva. No hay que soslayar que estamos en la segunda década del S. XXI y al menos dos generaciones de espectadores han nacido desde que el cine es a todo color y widescreen, lo cual achica enormemente el porcentaje de jóvenes a los que esa forma de filmar les resulte conocida. Y menos, agradable.
En lo personal, quizás lo más rescatable de IDA sea esa tensión enjuiciadora que predomina en los diálogos. Y cierta culpa resignada, tan propia de "la insoportable levedad del ser".
Por último, resumo mi crítica diciendo que aunque como film no me haya dejado una sensación plenamente satisfactoria, no deja ésta de ser una película recomendable. Triste, trágica, estoica, pero valiosa.
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