Cuando ‘Zombies Party’ se estrenó, no sabíamos la que se nos venía encima. Estábamos a punto de descubrir a uno de los mejores equipos que nos ha dado el cine. Ese perfecto tridente formado por Edgar Wright, Simon Pegg y Nick Frost llegaron para ofrecernos una película absolutamente delirante, ingeniosa y divertida. Nada más y nada menos que una comedia romántica con zombies en la que todos los elementos encajan y que, con cada nuevo visionado, te hace quererla un poquito más.

Shaun es un adolescente en un cuerpo de adulto, al que le encanta jugar a los videojuegos, pasar el rato en su pub preferido con su amigo y su novia. Pero cuando esta última le dé un ultimátum, se da cuenta de que debe empezar a coger la vida por los cuernos o todo lo que quiere se derrumbará. El problema es que, cuando decide hacerlo, una misteriosa gripe que transforma a la gente en zombie se apodera del mundo y, claro, tendrá que tirar de todo su ingenio y pericia para salvar a sus seres queridos.

Con la base de “mofarse” de las películas del género “Z” que poblaban las carteleras de todo el mundo, Wright y Pegg conformaron un inteligentísimo guión repleto de secuencias para el recuerdo, como el arranque (ese comparativo pre y post-apocalipsis) o la descacharrante escena en el pub con Queen de fondo.

Me encanta la complicidad que tienen en pantalla Frost y Pegg, porque se nota que traspasa la pantalla. Es más, se nota lo buenos actores que son y la química que hay entre ellos.

Con esta, arrancaría la llamada “trilogía del Cornetto”, indispensable para cualquier amante del séptimo arte que se precie.

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Una Gran comedia de terror con curiosas pinceladas de una comedia romántica.
Su desarrollo es bueno, sus chistes son buenos.
También es una Parodia-Sátira de las películas de zombies mezclado con un homenaje al genero (Exactamente a las películas de George A. Romero, de hecho los protagonistas hicieron un cameo en: Land of the dead).
Además de tener un maquillaje muy decente para tener un bajo presupuesto.
Con todo lo que he dicho es una gran comedia de terror recomendable.

Parodia dispuesta con mucha guasa y ninguna maldad. Sin alusiones de ningún tipo, el Simon Pegg guionista colabora en un guion sin más intención que la de hacer reír a costa de los zombis más idiotas reproducidos jamás. Para luchar contra ellos tenemos a Shaun (el propio Pegg) y a Ed (Nick Frost), dos adoquines pegados a un sofá cuya sedentaria vida se ve sacudida en cuanto el mundo, repentinamente y sin motivo aparente, se vuelve loco en manos de una invasión de muertos resucitados que pondrán a prueba lo que más quieren, seguir siendo ellos mismos bajo sus rutinarias vidas.
Tirando de analogía, bajo la malsana costumbre de la pareja protagonista de pasar el día jugando a videojuegos basados en acabar con enemigos virtuales, el guion toma conciencia de la semejanza y hace aflorar con espíritu grotesco y milagrosamente poco pusilánime, el pequeño héroe que hasta dos tarambanas como Shaun y Ed deben esconder en alguna parte. De paso, a Shaun le servirá para demostrarle a su novia Liz (Kate Ashfield) que su vida puede tener un futuro común más allá del 'Winchester', el pub al que todas las noches acude el grupo sin más ánimo que comer aperitivos y beber cerveza.
El panorama presentado no puede ser más hilarante incluso hasta cuando la dicha no siempre es buena. Estupenda gamberrada cerrada con gran ironía.

Comedia británica sobre dos holgazanes desorientados cuyas vidas se centran en ir al pub; para ellos, los zombis no son una amenaza para la civilización, sino una interferencia con su valioso tiempo para beber.

La vida de Shaun (Simon Pegg) no parece tener salida. Pasa su existencia en la taberna local, "The Winchester", con su íntimo amigo Ed (Nick Frost). Discute con su madre y descuida a su novia, Liz (Kate Ashfield) quien le pone un ultimátum: o el pub o ella.

Harta de su situación Liz lo deja plantado. Es el punto en que Shaun parece recapacitar decidiendo poner orden en su vida. Para ello tiene que volver a conquistar el corazón de su novia; también mejorar el vínculo con su madre y afrontar sus responsabilidades como persona adulta.

Pero la cosa no es sencilla pues los zombis están resucitando para devorar a los vivos. Este será un problema de plus para quien, armado con un palo de cricket y una pala, emprende una ofensiva contra una horda de muertos vivientes para, de esa manera, rescatar a su madre, a su novia e incluso, aunque no muy convencido, a su padrastro. A todos los lleva al lugar más protegido que conoce: "The Winchester".

Durante la primera media hora, al protagonista le resulta imposible diferenciar entre un zombi y un ciudadano normal. Crítica tan loca como demoledora de la sociedad del siglo XXI que nos presenta a los londinenses como muertos vivientes. Seres anclados a una vida aburguesada, aburrida y bochornosa.

Tiene su comicidad la forma en que los personajes más holgazanes mantienen su pereza sin reparos y obviando pasmosamente el peligro de los zombis. Y resulta curiosa la manera en que los valores burgueses británicos de la madre y el padre de Shaun, se imponen incluso ante la catástrofe.

Pudiendo ser un 7 para mí, creo que por motivos de exageración y algún que otro defecto visual a la hora de muerte, etc... la dejo en un 6. Aunque la nota sea un bien, la película tiene una rista de planos y escenas muy interesantes, ingeniosas. Con muy poco se le saca mucho jugo a esta película, donde el protagonista hace un gran papel siendo el centro de atención y donde todos los personajes tienen una relación muy curiosa con él, en cada momento de la película. Una correlación de personajes muy curiosa. Un humor muy entretenido. Aunque con falta de profundidad y a veces la sátira se hace demasiado exagerada. Muy recomendable para pasar un buen rato, reír, tener algún repullo, sorprenderse con planos y en parte con las actuaciones ya que no son absurdas a niveles cómo "Scary Movie" o similares.