Once (Una vez)
7.2
27,612
Drama. Romance
Glen Hansard es un cantante y compositor que interpreta sus canciones por las calles de Dublín, cuando no está trabajando en la tienda de su padre. Durante el día, para ganar algún dinero extra, interpreta conocidos temas para los transeúntes, pero por las noches, toca sus propios temas en los que habla de cómo le dejó su novia. Su talento no pasa desapercibido a Marketa Irglova, una inmigrante checa que vende flores en la calle. Ella ... [+]
12 de septiembre de 2008
12 de septiembre de 2008
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que vaya por delante que en mis CD´s encontrareis sobre todo música electrónica o rap. Que a mi los grupos estilo Coldplay tampoco es que me alegren las mañanas. Once no me ha gustado porque sea un fan del brit-pop; once me ha cautivado por ser la mejor y más grande historia de amor de los últimos años, y porque me ha hecho sentir esto con poco más de cuatro duros, cámara digital en mano, actores semiprofesionales levantando el proyecto. Da igual que odies los musicales o que no tengas ni papa de inglés, esta película te llegará.
12 de abril de 2009
12 de abril de 2009
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si no te gusta el tipo de música de Glen y compañía se puede hacer horrorosamente larga. Yo no sabía que iba a ver un musical pero es eso con lo que me encontré. Las canciones llenan toda la película y además de ser bastante similares se tocan desde el principio hasta el final. Tampoco avanza la historia con cada canción, como suele ocurrir en un musical propiamente dicho. Uf, demasiado para mí.
Algo bueno tiene. La historia de amor no cae en la cursilería y te hace reflexionar: somos demasiado cómodos o poco independientes para arriesgar y dejarnos llevar por lo que realmente queremos?
Algo bueno tiene. La historia de amor no cae en la cursilería y te hace reflexionar: somos demasiado cómodos o poco independientes para arriesgar y dejarnos llevar por lo que realmente queremos?
2 de agosto de 2009
2 de agosto de 2009
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sé hasta cómo huele ella ese gorro de lana
que esconde su cabeza bajo el cielo y sobre los puentes
de una Venecia que ella ilumina lentamente sé
su manera de oler y ese modo
de sonreír para adentro del tiempo
su tristeza sin reparos ni
nada de nada sin fisuras,
-simple luz.
Supe todas estas cosas y ahora
no diré que estoy muerto aunque debiera
desear que mi muerte no existiera y tan sólo
una vida sobre un canal y lenta
satisfacción porque ya llegamos.
Y eso,
al margen –digo al margen-
de extraño tiempo espacio
al margen
de todos los años,
fuera de la modernidad del ritmo o la
metáfora del adiós
Ella se fue tan sólo
-y tanto;
Ella se fue tan sólo y
-simple luz.
(Cuando sonreía
moría
de duelo.
Y cuando me dormía
soñaba
que la veía
desde el futuro
despacio y
con vida.
Y yo…y…yo –tartamudeo-;
yo daba gracias por la irreparable y desgarradora nostalgia.)
que esconde su cabeza bajo el cielo y sobre los puentes
de una Venecia que ella ilumina lentamente sé
su manera de oler y ese modo
de sonreír para adentro del tiempo
su tristeza sin reparos ni
nada de nada sin fisuras,
-simple luz.
Supe todas estas cosas y ahora
no diré que estoy muerto aunque debiera
desear que mi muerte no existiera y tan sólo
una vida sobre un canal y lenta
satisfacción porque ya llegamos.
Y eso,
al margen –digo al margen-
de extraño tiempo espacio
al margen
de todos los años,
fuera de la modernidad del ritmo o la
metáfora del adiós
Ella se fue tan sólo
-y tanto;
Ella se fue tan sólo y
-simple luz.
(Cuando sonreía
moría
de duelo.
Y cuando me dormía
soñaba
que la veía
desde el futuro
despacio y
con vida.
Y yo…y…yo –tartamudeo-;
yo daba gracias por la irreparable y desgarradora nostalgia.)
13 de junio de 2013
13 de junio de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diecisiete días, un presupuesto de 74000 dólares, una adaptación de Broadway y dos protagonistas sin previos primeros planos en sus currículos. Son las cifras con las que John Carley presenta Once, una reinterpretación del género del musical más cercana a un acústico de Ray LaMontagne que a la coreografiada Chicago. En las calles del Dublín de Carley, las baladas que Glen Hansard ejercen de sujeto paciente en el trazado del hilo argumental. Entre una marea de transeúntes, convergen los caminos de dos extraños gracias a las poéticas composiciones a un amor frustrado. Las almas gemelas se encuentran sólo una vez y Once nos presenta uno de esos hallazgos al son de una enaltecida “Falling slowly”.
John Carley abandona las pericias estéticas y se entrega al found footage en pro a facilitar la vivencia de esta historia de encuentros en primera persona. No obstante, obtiene un superfluo y descafeinado resultado, magnánimo pecado en la industria del romance, un género consumado a la constante búsqueda de empatía con el espectador. La indiferencia reinaría en el aletargado patio de butacas si no fuera porque Once se protege detrás del tópico del presupuesto alejado de las cifras de los blockbusters hollywoodienses para justificar sus errores y aconvencionalismos. Transitar el festival de Sundance no debería ejercer de hada madrina y convertir el amateurismo de una modesta calabaza indie en una película de culto. Y el pequeño experimento de John Carley está condenado al oasis de la intrascendencia cinematográfica, pero su aclamada banda sonora es bienvenida al Olimpo musical.
Edulcorado soneto al amor, Once peca de justificar su mediocridad con su modesto presupuesto. No es una película de artificios técnicos ni argumentales, sino un videoclip cuya duración es inusual. Sólo con esta catalogación entenderemos cómo la idea de narrar las vivencias de dos almas predestinadas, obviando las tópicas alusiones a la carnalidad, pronto se ve superada por un guión sin mordiente e inexistentes actuaciones. Un día de la marmota en el que se sucede lo mojigato, melindroso y puritano, mientras el espectador incluso llega a rezar por la espontánea aparición de una Jennifer Aniston con gafas de pasta que indique el retorno al romanticismo convencional.
John Carley abandona las pericias estéticas y se entrega al found footage en pro a facilitar la vivencia de esta historia de encuentros en primera persona. No obstante, obtiene un superfluo y descafeinado resultado, magnánimo pecado en la industria del romance, un género consumado a la constante búsqueda de empatía con el espectador. La indiferencia reinaría en el aletargado patio de butacas si no fuera porque Once se protege detrás del tópico del presupuesto alejado de las cifras de los blockbusters hollywoodienses para justificar sus errores y aconvencionalismos. Transitar el festival de Sundance no debería ejercer de hada madrina y convertir el amateurismo de una modesta calabaza indie en una película de culto. Y el pequeño experimento de John Carley está condenado al oasis de la intrascendencia cinematográfica, pero su aclamada banda sonora es bienvenida al Olimpo musical.
Edulcorado soneto al amor, Once peca de justificar su mediocridad con su modesto presupuesto. No es una película de artificios técnicos ni argumentales, sino un videoclip cuya duración es inusual. Sólo con esta catalogación entenderemos cómo la idea de narrar las vivencias de dos almas predestinadas, obviando las tópicas alusiones a la carnalidad, pronto se ve superada por un guión sin mordiente e inexistentes actuaciones. Un día de la marmota en el que se sucede lo mojigato, melindroso y puritano, mientras el espectador incluso llega a rezar por la espontánea aparición de una Jennifer Aniston con gafas de pasta que indique el retorno al romanticismo convencional.
8 de junio de 2020
8 de junio de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El protagonista me ha puesto de los nervios, me he pasado la película preguntándome como un personaje con tan "poca sangre" podía protagonizar una película. Me ha parecido aburrida, y los protagonistas extremadamente "sosos", fríos y secos. Entiendo su valor a nivel musical y lo que pretende transmitir con ello, pero definitivamente no merece la pena.
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