El verdugo
1963 

8.2
42,696
Comedia
José Luis, el empleado de una funeraria, proyecta emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en la intimidad, los obliga a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite la plaza que él va a dejar vacante, lo que le daría derecho ... [+]
28 de mayo de 2024
28 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está considerada como la mejor película española de todos los tiempos. Esta comedia negra, mas qué negra, amarga, está al mismo nivel que Ladrón de bicicletas, siendo esta también una de las mejore películas de cine italiano.
Sin duda Berlanga está en lo más alto del olimpo de directores patrios, Placido es otra obra maestra también de época, una descarnada critica social y sus comedias “nacionales” estan entre mis películas preferidas. Pero El verdugo es una comedia de terror rodada a plena luz del día, se cuentan cosas horribles como lo es dar muerte, ajusticiar a una persona humana y todo a pleno sol, en Palma de Mallorca, de vacaciones. El contraste no podría ser mayor, el protagonista, pobre como una rata, intentará sobrevivir al igual que lo hizo su suegro, en un mundo en el que su hermano, su única familia, no le va a ayudar.
Una critica a la clase media que no dejará nunca de ser pobre, mordaz y dolorosa como todo lo que escribía Azcona, sus personajes son anodinos y podríamos ser cualquiera.
José Luis es un pobre hombre y en una España sin oportunidades, sin sueño americano, solo le queda matar o morir de hambre. Se ve obligado a vivir una vida para la que no esta preparado y como hicieron en nuestras generaciones anteriores, solo le queda improvisar.
Pepe Isbert es un genio y lo borda en el papel de padre de la chica, su interpretación es fundamental para entender cual es este drama y porque todos somos culpables, el protagonista es arrestado por las leyes y la sociedad del momento, donde existía la pena de muerte, pero necesitaba de un pobre para poder hacer el ingrato trabajo que nadie desea, el brazo ejecutor de una sociedad cruel.
Es brillante que se pueda hacer una obra de arte con una historia simple y pueda llegar a remover, consiguiendo así su objetivo crítico. Ya la había visto hace años, pero como me dijo De las Heras, hay que tener cierta edad y algunas cuchilladas para entender una película de este nivel. Para mí tiene un notable, pero podría tener perfectamente un sobresaliente.
Sin duda Berlanga está en lo más alto del olimpo de directores patrios, Placido es otra obra maestra también de época, una descarnada critica social y sus comedias “nacionales” estan entre mis películas preferidas. Pero El verdugo es una comedia de terror rodada a plena luz del día, se cuentan cosas horribles como lo es dar muerte, ajusticiar a una persona humana y todo a pleno sol, en Palma de Mallorca, de vacaciones. El contraste no podría ser mayor, el protagonista, pobre como una rata, intentará sobrevivir al igual que lo hizo su suegro, en un mundo en el que su hermano, su única familia, no le va a ayudar.
Una critica a la clase media que no dejará nunca de ser pobre, mordaz y dolorosa como todo lo que escribía Azcona, sus personajes son anodinos y podríamos ser cualquiera.
José Luis es un pobre hombre y en una España sin oportunidades, sin sueño americano, solo le queda matar o morir de hambre. Se ve obligado a vivir una vida para la que no esta preparado y como hicieron en nuestras generaciones anteriores, solo le queda improvisar.
Pepe Isbert es un genio y lo borda en el papel de padre de la chica, su interpretación es fundamental para entender cual es este drama y porque todos somos culpables, el protagonista es arrestado por las leyes y la sociedad del momento, donde existía la pena de muerte, pero necesitaba de un pobre para poder hacer el ingrato trabajo que nadie desea, el brazo ejecutor de una sociedad cruel.
Es brillante que se pueda hacer una obra de arte con una historia simple y pueda llegar a remover, consiguiendo así su objetivo crítico. Ya la había visto hace años, pero como me dijo De las Heras, hay que tener cierta edad y algunas cuchilladas para entender una película de este nivel. Para mí tiene un notable, pero podría tener perfectamente un sobresaliente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo de qué la trama se resuelva en un sitio de vacaciones, que los protagonistas conviertan un viaje de trabajo, una ejecución, en un viaje de novios que no hicieron y con el padre de ella, es una genialidad.
2 de abril de 2025
2 de abril de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luis García Berlanga siempre se caracterizó por ser un virtuoso de la sátira, por usar el humor como arma arrojadiza y, de esa forma, hacer crítica social en una coyuntura tan adversa como el franquismo. Y bajo esta filosofía erigió varias obras maestras.
Una de esas obras que permanece en la estantería de la historia del cine es El verdugo (1963), donde se nos presenta a José Luis, un enterrador que, por X y por Y, tendrá que heredar el puesto de verdugo de su suegro. Lo que podría parecer un absurdo deriva en una tragedia disfrazada de costumbrismo: el protagonista se ve atrapado en una situación de la que no es dueño, ajena a su elección, provocada en gran parte por presiones sociales y familiares. La perturbación adherida a la tragicomedia se manifiesta en lo grotesco de la cotidianidad de la pena de muerte.
Durante todo el metraje, Berlanga maneja el humor y los dobles sentidos a su antojo; cada ironía es un dardo envenenado contra la deshumanización de un sistema que tolera lo intolerable. Con situaciones llevadas por la senda de la comedia y el absurdo, construye escenarios que, si te detienes a analizarlos, resultan profundamente incómodos.
Tanto Nino Manfredi como José Isbert realizan un trabajo memorable, cada uno en su línea: el primero, con la desesperación propia de quien está atrapado en una trampa invisible, y el segundo, encarnando con desparpajo a un veterano verdugo con la conciencia moral completamente alienada.
La crítica social que realiza Berlanga responde a la maestría de quien sabe exponer una problemática, denunciarla y hacer entretenimiento de ella, y no a la de sermonear con un panfleto plagado de ideología vacua. Todo lo que se ve en El verdugo (1963) es genuinamente elegante.
Con el franquismo y la pena de muerte como objetivos de su feroz crítica, Berlanga cierra su cinta con una demoledora analogía: el verdadero condenado no es el reo, sino José Luis. El director español no solo firma una sátira, sino una comedia que reviste de entretenimiento una tragedia disfrazada de normalidad.
Una de esas obras que permanece en la estantería de la historia del cine es El verdugo (1963), donde se nos presenta a José Luis, un enterrador que, por X y por Y, tendrá que heredar el puesto de verdugo de su suegro. Lo que podría parecer un absurdo deriva en una tragedia disfrazada de costumbrismo: el protagonista se ve atrapado en una situación de la que no es dueño, ajena a su elección, provocada en gran parte por presiones sociales y familiares. La perturbación adherida a la tragicomedia se manifiesta en lo grotesco de la cotidianidad de la pena de muerte.
Durante todo el metraje, Berlanga maneja el humor y los dobles sentidos a su antojo; cada ironía es un dardo envenenado contra la deshumanización de un sistema que tolera lo intolerable. Con situaciones llevadas por la senda de la comedia y el absurdo, construye escenarios que, si te detienes a analizarlos, resultan profundamente incómodos.
Tanto Nino Manfredi como José Isbert realizan un trabajo memorable, cada uno en su línea: el primero, con la desesperación propia de quien está atrapado en una trampa invisible, y el segundo, encarnando con desparpajo a un veterano verdugo con la conciencia moral completamente alienada.
La crítica social que realiza Berlanga responde a la maestría de quien sabe exponer una problemática, denunciarla y hacer entretenimiento de ella, y no a la de sermonear con un panfleto plagado de ideología vacua. Todo lo que se ve en El verdugo (1963) es genuinamente elegante.
Con el franquismo y la pena de muerte como objetivos de su feroz crítica, Berlanga cierra su cinta con una demoledora analogía: el verdadero condenado no es el reo, sino José Luis. El director español no solo firma una sátira, sino una comedia que reviste de entretenimiento una tragedia disfrazada de normalidad.
21 de julio de 2011
21 de julio de 2011
34 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este clásico del cine español no acaba de funcionar por muy sobrevalorado que esté. Se trata de una tragicomedia. Pero la comedia no te hace reir y la tragedia no te estremece. Quizás el problema está en que el enfoque elegido no es el correcto para reflejar un tema tan fuerte como la pena de muerte. Hubiera sido mucho más acertado hacerlo desde un enfoque completamente drámatico.
Por ese motivo la película se pierde en algunas escenas, más o menos cómicas o custumbristas, que rompen el tono argumental, como la secuencia del aeropuerto; y luego la parte dramática, está tan difuminada, está todo tan trivializado que no te llega a conmover el desenlace, si bien la parte en el que el verdugo es conducido casi a rastras para que cumpla su trabajo, es de lo mejor que tiene.
La clave está en que la idea central vuelve a estar equivocada al hacer un retrato demasiado caricaturizado, sarcástico del verdugo, su hija y su marido (y en realidad de toda la sociedad). Supone un error el presentar al protagonista como un apocado, un hombre sin valor, incapaz de imponerse. De hecho se deja arrastrar de un modo harto lamentable por su suegro y su mujer. Porque, Jose Luís, se acaba haciendo verdugo por no enfrentarse a ellos, por la presión que ejercen sobre el. Y estos, demasiado simples, ven la pena de muerte de una forma muy prosaica, como si fuera un trabajo como cualquier otro, casi como un acto mecánico que no vale la pena comentar, que no les genera ningún conflicto.
Por eso, la parte dramática está totalmente hurtada. Porque no existe una verdadera tragedia. No hay motivaciones para que Jose Luís se haga verdugo (perder el piso le da igual), no hay diálogos, ni hay una reflexión real sobre la injusticia de la pena de muerte o lo contrario. El drama no es, por ejemplo: ¿es lícita la pena de muerte? ¿un hombre puede ser verdugo sin perder su dignidad?, ¿bajo qué circustancias de necesidad imperiosa se podría acabar ejerciendo tal oficio? ¿es justo que se desprecie a Carmen por el trabajo de su padre?, sino ¿podrá escabuillirse Jose Luís de tal tremendo lio?
Por eso la película, pese a la buena intención, algunos momentos bien logrados, y la excelente actuación del trio protagonista, no deja de ser un aborto de película, que de ningún modo merece el crédito que se le da. Hacerla pasar por el alegato contra la pena de muerte es muy fuerte, casi sangrante, habiendo películas como, a vuela pluma, "Pena de muerte" o, sobre todo la magistral, "A sangre fria", inmensamente superior a esta "El Verdugo".
Por ese motivo la película se pierde en algunas escenas, más o menos cómicas o custumbristas, que rompen el tono argumental, como la secuencia del aeropuerto; y luego la parte dramática, está tan difuminada, está todo tan trivializado que no te llega a conmover el desenlace, si bien la parte en el que el verdugo es conducido casi a rastras para que cumpla su trabajo, es de lo mejor que tiene.
La clave está en que la idea central vuelve a estar equivocada al hacer un retrato demasiado caricaturizado, sarcástico del verdugo, su hija y su marido (y en realidad de toda la sociedad). Supone un error el presentar al protagonista como un apocado, un hombre sin valor, incapaz de imponerse. De hecho se deja arrastrar de un modo harto lamentable por su suegro y su mujer. Porque, Jose Luís, se acaba haciendo verdugo por no enfrentarse a ellos, por la presión que ejercen sobre el. Y estos, demasiado simples, ven la pena de muerte de una forma muy prosaica, como si fuera un trabajo como cualquier otro, casi como un acto mecánico que no vale la pena comentar, que no les genera ningún conflicto.
Por eso, la parte dramática está totalmente hurtada. Porque no existe una verdadera tragedia. No hay motivaciones para que Jose Luís se haga verdugo (perder el piso le da igual), no hay diálogos, ni hay una reflexión real sobre la injusticia de la pena de muerte o lo contrario. El drama no es, por ejemplo: ¿es lícita la pena de muerte? ¿un hombre puede ser verdugo sin perder su dignidad?, ¿bajo qué circustancias de necesidad imperiosa se podría acabar ejerciendo tal oficio? ¿es justo que se desprecie a Carmen por el trabajo de su padre?, sino ¿podrá escabuillirse Jose Luís de tal tremendo lio?
Por eso la película, pese a la buena intención, algunos momentos bien logrados, y la excelente actuación del trio protagonista, no deja de ser un aborto de película, que de ningún modo merece el crédito que se le da. Hacerla pasar por el alegato contra la pena de muerte es muy fuerte, casi sangrante, habiendo películas como, a vuela pluma, "Pena de muerte" o, sobre todo la magistral, "A sangre fria", inmensamente superior a esta "El Verdugo".
8 de junio de 2016
8 de junio de 2016
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia como esta, tan dura y contada de esta forma tan magistral solo lo pueden los grandes y Berlanga demostró que lo es.
Una historia sobre la muerte, planteada desde el punto de vista del verdugo con esta frescura, ese humor y sentimiento es maravilloso.
El guión es magnifico hay diálogos inolvidables, historia negra contada de una forma inolvidable.
Lo que la gente se ve obligada a hacer en esos tiempos para lograr vivir dignamente y lo que moralmente representa. Critica a la dictadura y a a pena de muerte de una forma sutil e IRREPETIBLE. Un placer.
Una historia sobre la muerte, planteada desde el punto de vista del verdugo con esta frescura, ese humor y sentimiento es maravilloso.
El guión es magnifico hay diálogos inolvidables, historia negra contada de una forma inolvidable.
Lo que la gente se ve obligada a hacer en esos tiempos para lograr vivir dignamente y lo que moralmente representa. Critica a la dictadura y a a pena de muerte de una forma sutil e IRREPETIBLE. Un placer.
11 de octubre de 2009
11 de octubre de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico film que marcó una época, principalmente, porque va dónde más duele, al quid de la cuestión. Define una sociedad española, tan hipócrita como ignorante, donde se cumple más que nunca el "adoraban todo lo que no entendían, y entendían muy pocas cosas".
A pesar del ritmo y los diálogos burlones, que se agradecen para relajar la tensión, el film trata de la cultura del miedo, la que se vivía en España, la que afortunadamente ha terminado (aunque mantengamos aún algunas de sus consecuencias).
Con unos Manfredi y Penella que pasan sin pena ni gloria, la cinta se centra en el personaje del gran pequeño hombre José Isbert, que embauca al espectador con su sentido común, su mente plana pero efectiva, y su carácter bonachon, en el estereotipo de la sociedad reñido con su profesión.
Imprescindible para cualquier "compatriota".
A pesar del ritmo y los diálogos burlones, que se agradecen para relajar la tensión, el film trata de la cultura del miedo, la que se vivía en España, la que afortunadamente ha terminado (aunque mantengamos aún algunas de sus consecuencias).
Con unos Manfredi y Penella que pasan sin pena ni gloria, la cinta se centra en el personaje del gran pequeño hombre José Isbert, que embauca al espectador con su sentido común, su mente plana pero efectiva, y su carácter bonachon, en el estereotipo de la sociedad reñido con su profesión.
Imprescindible para cualquier "compatriota".
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