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Alien 3

Ciencia ficción. Terror Tras conseguir escapar con Newt y Bishop de un planeta alienígena, la teniente Ellen Ripley (Sigourney Weaver) recala accidentalmente en Fiorna 161, una remota cárcel galáctica cuyos peligrosos reclusos están absolutamente abandonados a su suerte. (FILMAFFINITY)
Críticas 165
Críticas ordenadas por utilidad
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6
17 de enero de 2011 Sé el primero en valorar esta crítica
Me ha dado la sensación de que no ha sido más que una continuación de lo mismo, que no aportó nada nuevo y que sólo se ha pretendido tirar más y más del hilo para ver hasta donde llegaba. Además, algún personaje no está a la altura de la saga, parece más propio de una película de segunda categoría (como por ejemplo el "alcaide" si es que se le puede llamar así). Creo que ha perdido la esencia de las dos primeras películas (sobre todo de la dirigida por Scott) para centrarse más en la acción que en la ficción, aunque sin tiros.
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spoiler:
Lo único bueno de la película es que se pone punto y final a la raza alienígena.... aparentemente, porque por todos es sabido que hay una cuarta entrega. Si te has cansado de ver aliens éste puede ser el momento de dejar la saga.
5
7 de agosto de 2011 Sé el primero en valorar esta crítica
No me gusta la trama de esta tercera entrega de Alien. El resultado no es malo, es aceptable, pero comparado con las otras entregas ésta se queda en bragas.
La verdad que hay que agradecer a Fincher el aplomo que tuvo para realizar Alien 3, pero no es su mejor obra (posteriormente hará algunas francamente buenas).
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Ripley llega con su nave a una cárcel galáctica. En dicha cárcel no hay armas, y aún así tendrán que enfrentarse a nuevos aliens, que no atacarán esta vez a la teniente, ya que ella porta uno en su interior.
El final es que Ripley muere junto al embrión que lleva dentro, extinguiendo así la raza Alien, a pesar de que la compañía intenta por todos los medios operar a Ripley para quitarle el embrión y estudiarlo, pero ella no se deja.
6
7 de febrero de 2012 Sé el primero en valorar esta crítica
Tenía ganas de ver este film, ya que David Fincher es mi director favorito y soy fan de la saga "Alien". Pero cuando terminé de ver la película una sensación extraña se quedó en mi cuerpo, no era para nada lo que esperaba e incluso podría afirmar que me decepcionó bastante.
Está mal dirigida, los efectos especiales son casi de risa, casi eran mejores los del año 1978, y en cuanto a los actores poco puedo decir, porque ni siquiera la gran Sigourney Weaver, la musa de esta famosa saga, está a su nivel habitual. Y sin embargo...
La película tiene algo que atrapa, podemos decir que se aleja en cierto modo de lo convencional y se hace entretenida. Se deja ver, pero está muy lejos de ser una obra maestra como el resto de las películas que componen la saga.

Mi nota: 5.7
6
20 de agosto de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
Vale, es cierto. La mejor de "Alien" (al menos para mi gusto) es la primera. Sus secuelas, tanto la dos como la tres para mi gusto están bien, son entretenidas.
Pero solo he hecho esta crítica para decir, que los que decís que esta tercera parte es mala, tengais lo huevos suficientes como para ver la 4 (Alien Resurrection). Y quizás, después de eso, no criticareis tanto el debut de Fincher (aunque el reniegue de la misma).
6
28 de enero de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
Cuando nos enfrentamos a una tercera parte de cualquier saga cruzamos una línea muy fina. La sorpresa de la obra original ya no existe y si la secuela ha salido mal tan sólo sirve para enmendar un poco ese error. Peor lo ponemos si de lo contrario esa segunda parte funciona bien, ofrece una calidad excelente y ante todo es un muy buen espectáculo circense. En este caso la número 3 juega con una desventaja impresionante. La Fox decidió arriesgar para esta nueva entrega dándole la batuta de dirección a un pionero en las lides de hacer películas pero prefirió seguir su instinto y confiar en las labores de David Fincher. Alguien que venía del mundo del videoclip, que sabía manejar perfectamente ese lenguaje y cuyos trabajos demostraban calidad, elegancia e innovación a partes iguales. Los 90 eran otros tiempos. Todo estaba enfocado en la imagen, en un montaje más rápido y sin reparar en dejar que las películas respiraran. Las juventudes de la era MTV precisaban más, mucho más. Ya no les valía con aceptar el producto sino que además debía ofrecerles nuevas experiencias.

Así que Fincher dio el salto al cine con esta tercera parte. El riesgo era extremo cuanto menos por una sencilla razón: había mucha expectación tanto por la forma como por el fondo. Es, ante todo, un producto de difícil definición. Para empezar no se le puede negar la intención de querer volver a los inicios, donde la subjetividad, la tensión, el terror psicológico y la acción eran más comedidos pero más intensos. Tan sólo hay que fijarse en la ambientación opresiva, decorados grotescos y sensación de soledad ante un enemigo común y adulterado. Desde luego todo ese apartado, en su conjunto, está muy conseguido dando ese aspecto de desolación, desesperación y desprotección. Hay que sumarle un elemento novedoso: un trasfondo religioso, casi sectario, donde se intenta concebir la idea de contrastar el bien contra el mal, el humano contra la bestia. El empleo de un tono más místico que las dos entregas anteriores confiere a esta parte una sensación de estar contemplando un episodio en el interior de un infierno particular. De ahí que el planeta, a modo de prisión, mantenga a los humanos en un estado letárgico para así pagar por sus errores, una maldición perenne donde soltar a la bestia para erradicar el mal, una especie de purificación abstracta (y muy efectiva) como si de un ángel de la muerte se tratase.

La película empieza con unos títulos de crédito tan llamativos como atropellados, demostrando de buenas a primeras que a pesar de que la forma quería ser una evolución para la saga el mal se encuentra en el fondo de la cuestión: la clásica lucha de poderes entre director y productores. Lo peor de todo es que contaron con alguien que era maestro en su medio, alguien que podía ofrecer algo completamente distinto pero tuvieron miedo de que la técnica pasara factura en los resultados de taquilla. Sin ir más lejos el montaje original rondaba las casi tres horas, un metraje un tanto excesivo para un producto como Alien. Así que las malditas tijeras y la reestructuración del montaje convirtieron a la tercera entrega del xenomorfo en un auténtico puzle confuso, extraño y ante todo indefinido. No es extraño comprender porque Fincher renegó de lo que salió de aquella experiencia hasta el día de hoy.

A pesar de ofrecer una media hora competente, poniendo las bases sobre la mesa de una forma más o menos coherente, la realidad es otra, una muy distinta a medida que vamos avanzando. Para empezar tenemos una realización atropellada. Si por algo habían funcionado las entregas anteriores era por la sencilla razón de que mientras se iban exponiendo las razones y motivos de cada historia y personaje aquí, precisamente por culpa de un mal montaje, una técnica y estética muy deudora del medio original (el videoclip) y por recurrir a una exposición un tanto recargada, abusando de una extrema solemnidad, se convierte en algo demasiado aventajado para su tiempo pero que resulta cuanto menos extraña por no decir pretenciosa. Duele escribir algo así precisamente de alguien tan importante como Fincher pero aún sabiendo lo esmerado de su labor y lo perfeccionista que puede llegar a ser es imposible obviar que Alien, como producto, tiene un lenguaje concreto y cerrado. No es que no esté abierto a nuevas innovaciones pero a veces no todas son válidas ni tan precursoras de un cambio tan radical.

Para empezar la forma en cómo dibuja la parte de los humanos, sus vivencias y desgracias está muy mal expuesta siendo demasiado estrambótica en las maneras y muy pobre en caracteres, conteniendo además unos diálogos muy blandos tirando a básicos (incluso un tanto pomposos). Como si al darle ese cariz de evasión emocional o esa carencia de empatía entre ellos fuese algo atractivo cuando sucede todo lo contrario. Claro, hemos de pensar que Fincher siempre ha sido un esteta, alguien que juega en todo momento con la arte de lo visual. De ahí que dote a su historia una fotografía tenue de estilo muy particular concibiendo las estancias como lugares tristes, de estética deformada y tonalidad industrial (muy parecida a la de su videoclip “Express yourself” de Madonna). De esta forma es como si intentara fusionar la desolación del lugar con la amargura del humano y el despojo de voluntad. Una vez más se demuestra que en la forma sale victorioso por rompedor o innovador pero en el fondo resulta chocante por un contraste tan extremo, tan arriesgado y no tan acertado. Lo cortés no quita lo valiente. Pero es una cortesía demasiado brava como para salir victorioso. Porque si bien es cierto que lo que vemos es toda una proeza minimalista no resulta acertada a la hora de conferir personajes extraños y poco atractivos.

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En cuanto a lo que respecta a los efectos especiales estos se tornan en la piedra de toque de esta entrega. El mayor riesgo hasta la fecha. La razón principal es que se empezaban a utilizar efectos digitales para intentar darle mayor dinamismo y anatomía al extraterrestre. ¿Cuál es el problema? Que en su momento serían los más punteros pero a día de hoy, quedan demasiado cantosos cuando son CGI. En cuanto a la parte de la animatrónica se nota que se intenta evolucionar, consiguiendo diseños más grotescos y mucho más acordes a la anatomía animal pero es un tanto extraña en lo que a movimientos se refiere. Se intenta innovar con la visión subjetiva del extraterrestre confiriendo a ciertas escenas una sensación visual un tanto extraña. Hay que sumarle una acción muy confusa pues la sensación de terror no está tan lograda y todo se convierte en un juego de persecuciones más que en un título de miedo malsano. Culpa, por otra parte, de un montaje atropellado que confiere a las escenas de acción de una mala exposición y un resultado extraño como bien se muestra en la escena de los pasadizos y las puertas por citar un caso concreto.

“Alien 3” es un ejercicio de estilo perturbador y desafiante para cualquiera que pensara encontrarse con una entrega más, recurriendo quizás a mucha acción y un exceso de monstruos a quienes erradicar a base de tiros y carreras. Las intenciones de Fincher son otras, mucho más cercanas a las de un cineasta que a las de un director de cine mainstream aunque es imposible negar que su sello, en este caso, es un tanto impersonal en comparación con sus obras posteriores. Se intenta recuperar varios elementos originales como el mantener el suspense y el terror en un solo lugar y con un solo atacante. Los planes hacia el personaje de Ripley son mucho más arriesgados: es más comedida como heroína de acción y se le confiere un carácter mucho más parco y extraño, pareciendo una especie de preludio de lo que nos ofrecería en la siguiente entrega. Como si el despojarla de su cabellera quedase desprovista de voluntad y fiereza (a pesar de que se convirtiera en un distintivo visual dentro de la propia saga). Pero esa ausencia de emociones le otorga, en su contra, una sensación de personaje poco definido y alejado de lo que la hacía llamativa o acertada. Una especie de Ripley descafeinada.

En resumidas cuentas estamos ante un ejercicio de estilo arriesgado, interesante pero fallido. Conferirle ese envoltorio de producto ausente, distanciado de sus hermanas mayores, como si intentara marcar su propio terreno y dejar constancia de su propio camino, hace que se gane tanto la duda como el respeto a partes iguales. Porque a pesar de todos los fallos que tiene también llego a vislumbrar las intenciones poéticas de Fincher. Tan sólo hay que ver la simbología intrínseca de la propia película, intentando en todo momento desmarcarse de la acción por la acción y conferir a la saga de una poética y abstracta vuelta de tuerca. Un episodio que contiene pequeñas perlas visuales que son un lujo como el primer encuentro entre ella y el monstruo, un cara a cara que acaba convirtiéndose por derecho propio en uno de los planos icono de la franquicia o esos cuerpos cayendo al vacío en la fundición a modo de lágrimas en el rostro de Ripley, una forma sutil y elaborada de plasmar el sufrimiento y tristeza de una madre que es despojada de su hija y que guarda cierto paralelismo con la forma mucho más poética y redentora de Sigourney en los últimos planos a modo de muerte divina dándole una patina de despedida tan bella como agridulce. El modo en cómo Weaver abraza a su nueva criatura para darle una estocada tan épica como descorazonadora demuestra que “Alien 3”, a pesar de todos los errores que ofreció y que sólo el montaje del director pudo arreglar, es un rara avis compuesto de tropiezos reconocibles y pequeñas píldoras de bello acierto.

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