He de reconocer que no me esperaba una película tan buena, una película romántica actual realmente buena, sin caer en el romanticismo barato, el director Richard Linklater nos presenta una historia singular, peculiar y bastante deseada por cualquier adolescente o incluso por cualquier adulto.
Un cuento de amor actual en una clásica ciudad con un ambiente puramente real y unos personajes metidos en una historia de ensueño.
Dejando atrás el romanticismo de grandes trajes de época, con personajes aristocráticos, grandes mansiones y grandes cenas nos trasladamos a la época actual donde los adolescentes de aquella época viajan en tren y pasan un día de ensueño y realidad en una ciudad de grandes palacios románticos pero vistos desde fuera, ahora el romanticismo actual se traslada a sus calles, a sus bares, parques, terrazas de bares...puro realismo vienés.
Sin duda el director Linklater sabe crear una historia de romanticismo nada convencional para los días de hoy, sabe analizar la esencia de la historia, la esencia de toda historia romántica para enmarcarlas en personajes de carne y hueso, personajes con los que nos podemos identificar en una ciudad que siempre fue romántica, Viena pero para nada tiene que ver con la clásica Viena sino con la ciudad joven que todo adulto quiere conocer.
El entorno, lo mejor pues se nos pasea por Viena, se siente, se respiran sus bares sus calles sus tranvías, su gente...sin duda la película se palpa, eso hace que el romanticismo sea tan real y al mismo tiempo tan absurdo pues los personajes saben que están viviendo una historia irreal, una evasión del mundo real pero no del todo.
Estos personajes que se evaden del mundo y pasan un día de romanticismo pleno son conscientes de la realidad del mundo; por sus bocas pasan frases sobre la muerte, la vida, el amor, los sueños eternos, las aspiraciones humanas, temas tan profundos como se podrían tratar en una película de Bergman pero puestos en bocas de adolescentes actuales y de carne y hueso, temas tan reales como los personajes que deciden evadirse un día de la realidad.
Una interesante propuesta, una película romántica real y absurda pero deseada, la película te atrapa, deseas volver a pasar una noche tan romántica con tu pareja aunque ya llevemos nueve años, deseas volver a pasar una noche de adolescentes bebiendo vino en un parque y hablando sobre la vida cuando se ven con los ojos de unos adolescentes...sería precioso...pero para un guión de película, sin duda tenemos que pensar como nos ganamos el pan...
A pesar de todo la película se disfruta y mucho y lo mejor de todo es porque se siente y se respira, se pueden palpar a los personajes los cuales hay que decir actúan bastante bien y en algunos momentos excelentes.
Bravo por el director, por los actores y por el guión. Bravo.

Los diálogos de esta película apenas están unos segundos en nuestra corteza cerebral, para luego habitar todo lo que está debajo de nuestra piel y bien dentro del corazón.
Una película para leer, para ver, y para elevar el alma.

Esta película consigue hacer con muy poco lo que otras intentan con un despliegue de medios: darnos a conocer a dos jóvenes que, durante un sólo día, hablan, ríen y explican lo suficiente como para enamorarse, a pesar de ser de diferentes países y tener diferentes culturas.

Los diálogos son naturales y las localizaciones tienen mucho encanto. Pero todo podría pasar dentro de un vagón de tren, o frente a un refresco en cualquier cafetería. Lo que importa es hablar. Y hablan de manera portentosa.

Una historia romántica que no es ramplona, ni cursi, ni sollozante.

Richard Linklater plasma en la pantalla una bonita historia de amor con fecha de caducidad ya que su duración es de 24 horas. Y aunque se trata de un amor corto, es intenso, pasional y a la vez tierno. Un historia real pero a la vez idílica. Y es que esta película lo tiene todo.
Muy buena química entre los actores Ethan Hawke y Julie Deply. Diálogos llenos de intimismo, escenas con verdadero sentimiento. Tan real que parece que el espectador está observando directamente a la pareja. Y es que con tan sólo dos actores protagonistas se pueden hacer verdaderas maravillas. Si esos actores son los adecuados,si el guión es el adecuado, si la puesta en escena es la adecuada y si la ciudad en la que se desarrolla la película es también más que adecuada. Otra vez me remito, que las pequeñas producciones dan lugar a obras maestras.
Y lo mejor de todo, es que la segunda parte "Antes del atardecer" es tan buena o incluso mejor que la primera. Intimismo puro.

Puede que alguno de ustedes se deje influenciar por el título propio de una película romántica y almibarada más de esas que pueblan canales de televisión a las cuatro de la tarde, o por el póster que tampoco le hace mucha justicia.
Sin embargo, creo que estamos ante una de las joyas del cine. Además cuenta con el honor de envejecer estupendamente: tras más de 10 años los diálogos entre Jesse y Celine todavía me siguen pareciendo eléctricos.
Recomiendo Antes del amanecer a todos aquellos soñadores y proyectos de poeta que se enorgullecen de haber sufrido algún que otro pequeño enamoramiento en la cola del cine, entre los libros de una biblioteca o en cualquier sitio poco propicio para ello.