Plácido
1961 

8.1
21,432
Comedia
En una pequeña ciudad provinciana, a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es: "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen. Plácido ha sido contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero surge un problema que le impide centrarse en su trabajo: ... [+]
10 de diciembre de 2013
10 de diciembre de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Porque en esta tierra ya no hay caridad y nunca la ha habido y nunca la habrá' canta el niño en el villancico al final de la película. Pues no, mucha hipocresía y barrer para casa de cada uno. Todos velando por su propio interés y, si hay que pasar por encima de otro, se pasa. gran actuación coral donde no se puede destacar el trabajo de ninguno sobre los otros. Encaje de bolillos para cuadrar las escenas con diálogos a cuatro o cinco bandas y movimiento continuo de personajes en muy poco espacio.
3 de marzo de 2014
3 de marzo de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que hay que tener en cuenta la época. Es increible que este film pasara la censura. Constituye una de la sobras cumbres de Berlanga y del cine español. Una crítica feroz y sutil de la caridad cristiana. También de una época trasnochada y triste. Berlanga con sus escenas no nos regala momentos y risas sino momentazos que quedan en la retina para siempre.
27 de agosto de 2014
27 de agosto de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando nos cansemos de sorprendernos tanto con cada dichoso plano secuencia que vemos hoy en series y producciones extranjeras como si se hubiese descubierto la rueda , nos acordaremos de que hace más de 50 años un director mediterráneo lo convirtió en su lenguaje para desnudar la doble moralidad de una España bienpensante , gris y todavía más atrasada que la que conocemos .
Si dejas que tus personajes jueguen , entren y salgan del plano , hablen de verdad y sean personas corrientes no necesitas contar grandes historias para retratar a un país y una década .
Si dejas que tus personajes jueguen , entren y salgan del plano , hablen de verdad y sean personas corrientes no necesitas contar grandes historias para retratar a un país y una década .
16 de febrero de 2018
16 de febrero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver una película de Berlanga, de sus ya clásicas obras de los años cincuenta o sesenta es todo un placer para mí. Luis García Berlanga es sin duda uno de los grandes genios en la historia de nuestro cine.
La idea de esta obra de Berlanga surge de una campaña que ideó el régimen franquista en los años cincuenta bajo el lema, “Siente un pobre a su mesa”, que pretendía para las señaladas fechas navideñas, promover un sentimiento de caridad cristiana hacia los más necesitados. Berlanga viene a demostrar que lo que perseguía la tal campaña era jugar con el sentimiento de culpabilidad de los burgueses de la época, y que éstos limpiaran sus conciencias.
La historia es así. En una pequeña ciudad provinciana, unas señoronas burguesas, ociosas y orondas organizan la campaña de sentar un pobre a la mesa, para que los menesterosos compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen.
El director Luis García Berlanga acomete esta ácida propuesta con toda su sabiduría y su pertinaz crítica a los valores de la plutocracia franquista y lo hace sin miedo y sin piedad. Lo que ocurre es que su fino humor tapa el maloliente tufo de su mensaje contra los susodichos prebostes y así pasó el filtro de la censura.
Berlanga, con guión en el que colabora por vez primera con Rafael Azcona (participaron también José Luis Colina y José Luis Font). Azcona, digo, reordenó el burbujeo de ideas de Berlanga y estructuró la historia; hubo tan gran entendimiento que luego trabajaron años juntos. La conclusión fue un guión magistralmente construido, con unos diálogos y escenas que acaban tejiendo una trama entre alocada e hilarante, una ácida crítica con el sarcasmo como banderín de enganche.
El reparto es auténticamente de lujo con un debutante en el cine en papel de Plácido que es Cassen, cuando ya era un cómico de fama. Cassen hace según mi parecer un trabajo genial que fue muy bien recibido por la crítica. José Luis López Vázquez está en el nivel de excelencia que caracterizó; en el film hace una divertida creación del personaje Gabino Quintanilla, el hijo del dueño de la serrería, coordinador de la campaña de caridad: un malvado. Elvira Quintillá maravillosa, natural y creíble.
Creo que Plácido es sin duda una gran obra maestra de Berlanga, (que) estalla no sólo como impecable comedia costumbrista, sino también como un devastador retrato social. Berlanga se permite mostrar las mezquindades, hipocresías y pacatería de la burguesía provinciana de los cincuenta del pasado siglo.
Así que es una película tejida con las mimbres del humor español. Como gustaba decir a nuestro insigne director en torno a este humor hispano, o sea, nuestra picaresca desde Quevedo a Buñuel, pasando por Goya y Solana.
Película genial, interesante de todo punto, muy recomendable y que no deja títere con cabeza: los bien pensantes, los chupatintas, el ejército, la burguesía de la época... Espejo deformante de un mundo antiguo, mediocre y pretencioso.
La idea de esta obra de Berlanga surge de una campaña que ideó el régimen franquista en los años cincuenta bajo el lema, “Siente un pobre a su mesa”, que pretendía para las señaladas fechas navideñas, promover un sentimiento de caridad cristiana hacia los más necesitados. Berlanga viene a demostrar que lo que perseguía la tal campaña era jugar con el sentimiento de culpabilidad de los burgueses de la época, y que éstos limpiaran sus conciencias.
La historia es así. En una pequeña ciudad provinciana, unas señoronas burguesas, ociosas y orondas organizan la campaña de sentar un pobre a la mesa, para que los menesterosos compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen.
El director Luis García Berlanga acomete esta ácida propuesta con toda su sabiduría y su pertinaz crítica a los valores de la plutocracia franquista y lo hace sin miedo y sin piedad. Lo que ocurre es que su fino humor tapa el maloliente tufo de su mensaje contra los susodichos prebostes y así pasó el filtro de la censura.
Berlanga, con guión en el que colabora por vez primera con Rafael Azcona (participaron también José Luis Colina y José Luis Font). Azcona, digo, reordenó el burbujeo de ideas de Berlanga y estructuró la historia; hubo tan gran entendimiento que luego trabajaron años juntos. La conclusión fue un guión magistralmente construido, con unos diálogos y escenas que acaban tejiendo una trama entre alocada e hilarante, una ácida crítica con el sarcasmo como banderín de enganche.
El reparto es auténticamente de lujo con un debutante en el cine en papel de Plácido que es Cassen, cuando ya era un cómico de fama. Cassen hace según mi parecer un trabajo genial que fue muy bien recibido por la crítica. José Luis López Vázquez está en el nivel de excelencia que caracterizó; en el film hace una divertida creación del personaje Gabino Quintanilla, el hijo del dueño de la serrería, coordinador de la campaña de caridad: un malvado. Elvira Quintillá maravillosa, natural y creíble.
Creo que Plácido es sin duda una gran obra maestra de Berlanga, (que) estalla no sólo como impecable comedia costumbrista, sino también como un devastador retrato social. Berlanga se permite mostrar las mezquindades, hipocresías y pacatería de la burguesía provinciana de los cincuenta del pasado siglo.
Así que es una película tejida con las mimbres del humor español. Como gustaba decir a nuestro insigne director en torno a este humor hispano, o sea, nuestra picaresca desde Quevedo a Buñuel, pasando por Goya y Solana.
Película genial, interesante de todo punto, muy recomendable y que no deja títere con cabeza: los bien pensantes, los chupatintas, el ejército, la burguesía de la época... Espejo deformante de un mundo antiguo, mediocre y pretencioso.
2 de enero de 2023
2 de enero de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es mucho lo que se ha escrito sobre esta película. Poco hay que añadir. Yo señalaría el talento del director (Berlanga) y de los guionistas (el propio Berlanga, el impagable Rafael Azcona y otros dos caballeros), así como, y sobre todo, el buen hacer de los intérpretes, para lograr alumbrar esta cinta, en general bien, muy bien, e incluso extraordinariamente bien valorada (para no pocas personas es una “obra maestra”, o casi).
Algunas consideraciones:
- Supongo que Azcona-Berlanga estaban tan sobrados de medios y recursos económicos para hacer esta película como los personajes que vemos en la misma lo estaban de dinero. Aún así algún día se considerará un excepcional documento histórico.
- Los realizadores de este filme tuvieron que lidiar con la torpe censura franquista, omnipresente en aquellos años, para poder llevar a cabo el proyecto. Según parece el director había tenido problemas con su anterior película (“Los jueves, milagro” 1957), que molestó a la Jerarquía eclesiástica y a la que la censura practicó numerosos cortes, dejando la idea original de Berlanga irreconocible. Además, este episodio le supuso no poder dirigir durante los siguientes cuatro años.
- Casto Sendra, Cassen, que interpreta al protagonista de la historia, había actuado en cabarets, salas de fiesta, etc., pero nunca se había puesto delante de una cámara. Berlanga apostó por él, se la jugó… y acertó. Creo que borda el papel.
- La España de aquellos años carecía, o eso parece, de algo que hoy (a Dios gracias) ya tenemos: clase media. La sufrida y necesaria clase media, que es la que paga impuestos, la que para los golpes y la que da (esperemos) estabilidad al país. Que nos dure muchos, muchos años.
Vean el filme y (si pueden) disfrútenlo.
Algunas consideraciones:
- Supongo que Azcona-Berlanga estaban tan sobrados de medios y recursos económicos para hacer esta película como los personajes que vemos en la misma lo estaban de dinero. Aún así algún día se considerará un excepcional documento histórico.
- Los realizadores de este filme tuvieron que lidiar con la torpe censura franquista, omnipresente en aquellos años, para poder llevar a cabo el proyecto. Según parece el director había tenido problemas con su anterior película (“Los jueves, milagro” 1957), que molestó a la Jerarquía eclesiástica y a la que la censura practicó numerosos cortes, dejando la idea original de Berlanga irreconocible. Además, este episodio le supuso no poder dirigir durante los siguientes cuatro años.
- Casto Sendra, Cassen, que interpreta al protagonista de la historia, había actuado en cabarets, salas de fiesta, etc., pero nunca se había puesto delante de una cámara. Berlanga apostó por él, se la jugó… y acertó. Creo que borda el papel.
- La España de aquellos años carecía, o eso parece, de algo que hoy (a Dios gracias) ya tenemos: clase media. La sufrida y necesaria clase media, que es la que paga impuestos, la que para los golpes y la que da (esperemos) estabilidad al país. Que nos dure muchos, muchos años.
Vean el filme y (si pueden) disfrútenlo.
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