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Antes de la medianoche

Romance. Drama La tercera parte de la trilogía se desarrolla en Grecia. Nueve años después de su segundo encuentro romántico, el destino vuelve a unir las vidas de Celine (Julie Delpy) y Jesse (Ethan Hawke). (FILMAFFINITY)
Críticas 170
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6
30 de mayo de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La ALEGRÍA tiene tres etapas, la Esperanza, la Presente y la Pasada:
Las manos de la Esperanza están vacías, y el corazón de la Presente es triste;
Porque la alegría que obtenemos, al obtenerla muere; y la alegría Pasada es su fantasma.
Ahora, ¿cuál es mejor - la alegría desconocida o la que hemos alcanzado y perdido?"

Tomado del original en inglés de John Boyle O'Reilly
8
14 de marzo de 2017 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
38/15(23/02/17) Notable film del singular realizador y guionista texano Richard Linklater, sobre las andanzas de esta pareja, la francesa Celine y el estadounidense Jesse, que conocimos por vez primera hace 18 años en “Antes del amanecer” (1995), cuando estos dos jóvenes, entonces veinteañeros se conocieron en el tren Budapest-París y decidieron recorrer juntos la ciudad de Viena, pasando con ellos un día inolvidable, empatizando con su frescura, separándose al final con la promesa de volver a reencontrarse seis meses después, pero… el reencuentro tuvo que esperar nueve años (la segunda parte, “Antes del atardecer”, 2004), cuando se volvieron a ver en París, ahora son unos treintañeros que vuelven a pasar otra jornada para el recuerdo, donde ambos repasan este tiempo separados y la chispa de la complicidad vuelve a brotar traspasándola al espectador, y llegamos a esta tercera parte (espero que no la última) donde ya son matrimonio con hijos y disfrutan de unas vacaciones en el Peloponeso griego, allí se irán desmenuzando los miedos, miserias, alegrías, resquemores, frustraciones y demás sentimientos inherentes a las parejas de con larga convivencia, en la que todos (los emparejados) nos podemos ver reflejados. Una de las grandes diferencias a las dos anteriores es la inclusión de algunos secundarios de peso, inexistentes en las otras, que Dan relieve con su aportación de dos parejas que reflejan estadios generacionales, una de la tercera edad y otra de jóvenes. Lo que sigue es el gusto por los diálogos que emanan naturalidad y fluidez narrativa, muchos de ellos recogidos en largos planos secuencias, bien sea en toma fija en conversación en viaje en auto, o paseando, ello otorgando un gran realismo, llegando a sentirnos voyeurs. Cada parte se retroalimenta de la otra, aunque también puede ser vista en solitario, siendo una punzante radiografía de la rutina, la guerra de sexos, y las inseguridades de una pareja, recordándome, sobre todo en su conjunto de partes a la obra maestra de Donen “Dos en la carretera” (1967).

El relato resulta un incisivo retrato en la evolución de una pareja sentimental a la monotonía y los resquemores, estos son el gran obstáculo a superar por los matrimonios longevos, de cómo la pasión y magia inicial con el paso de los años deja paso a la rutina ordinaria que hace que los roces maritales afloren en cualquier momento. Ahora Jesse debe compaginar una complicada relación a distancia con un hijo de su primera esposa, con su mujer actual, y las dos hijas gemelas (Nina y Ella) con esta, ello sumado a su vida profesional como escritor, y Celine debe cuidar sus dos hijas, compaginándolo con su vertiente profesional de activista, de este mejunje de malabarista es donde llega el desequilibrio y los problemas.

Un lienzo tan realista, como vitalista, crudo, triste, dramático, ello con propio del sello Linklater, maestro en proyectar continuos flujos de ánimo, aquí deconstruye con finura de cirujano el matrimonio que comienza a desgastarse, cuando la pasión de los inicios ha pasado y debe mostrarse el verdadero amor, el que perdura por encima de impulsos e idealizaciones. El paso de los años hacen mella en la rutina, los sueños pretéritos han chocado con la realidad, la chispa de la juventud que encendió la llama se ha ido difuminando, solo quedan las ascuas, que tímidamente intentan no terminen de apagarse, entonces llega el amor maduro, el que hace los cimientos profundos (o no), entonces es cuando el brillo de la entusiasmo se desvanece ha de verse si el amor perdura, el que se forja entre problemas, alegrías y la monotonía, lo que es la vida .

El realizador y guionista, esto junto a los protagonistas Delpy y Hawke, desarrolla su punzante narración unos diálogos sabrosos en su naturalidad y frescura, evolucionando con una fluidez maravillosa se van gradualmente alternando los tonos de la comedia sutil, a lo desenfadado y luego a lo dramático, apoyándose en planos-secuencia fascinantes en el modo de emitir verité, tanto en movimiento, como en planos fijos, o en suaves travellings, transmitiendo autenticidad, y mediante estos recursos va diseccionando con ágil sentido las personalidades de los personajes, consiguiendo que empaticemos con su matices, aristas y defectos que los humanizan, y esto sustentado en dos intérpretes, Julie Delpy & Ethan Hawke, sublimes, con un nivel de compenetración arrolladora, una química vibrante, trasluciendo espontaneidad, en esta ocasión apoyados por unos buenos secundarios para ampliar el abanico de sensaciones y del mosaico generacional.

El film se puede dividir en tres fases: La primer acoge a la despedida en el aeropuerto del hijo de Jesse, Hank (Seamus Davey-Fitzpatrick), tras pasar unos en Grecia unos días de vacaciones con su padre y madrastra Celine, a partir de aquí se produce un extraordinario plano (de más de 15 minutos) sostenido de Jesse y Celine mientras viajan en coche a su residencia veraniega, con sus dos gemelas pequeñas duermen atrás, con una fluidez sublime se van desmenuzando estos nueve años pasados, entrando en su ilusiones y frustraciones, sobre sus sacrificios y deseos, dejando entrever las grietas la larga relación juntos de modo fenomenal; La segunda parte confiere a la estancia en la finca del anfitrión, por un lado la charla de Jesse con los hombres (hablando de un singular proyecto de libro), y por el otro Celine mientras preparan el almuerzo, teniendo el zenit este tramo en la comida, con diálogos ingeniosos, divertidos, reflexivos, sobre amor, política, familia, sexo, vida y muerte, y más, ahondando en los contrastes entre las desiguales generaciones presentes a la mesa, en lo que se puede entender un homenaje al Ágora griego;... (sigue en spoiler)
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spoiler:
... La tercera parte vuelve a estar sola la pareja, tramo que a su vez se divide en otras tres partes, por un lado el paseo por el campo de Celine y Jesse al hotel donde tienen una noche pagada por sus amigos, un recorrido en plano secuencia asombroso por lo bien que se desenvuelven con naturalidad y mucha frescura (ya sé que lo he dicho ya, pero no hay expresión mejor para definirlo), segunda parte es en la habitación de hotel, aquí de modo progresivo tras una banal llamada telefónica se produce el drama, la tragedia doméstica de la amargura aflorando, lo que se lleva dentro macerando explota en una agria discusión con sus vaivenes, reproches, ataques, guerra de sexos, resquemores, desengaños, de los mejores momentos por su intensidad, de la trilogía (hasta ahora), y su última parte es su abierto y a la vez esperanzador epílogo junto al mar en una conversación que arranca de un modo lírico fantasioso que nos retrotrae al pasado enfrentándolo al presente. Esta última parte es la mejor, pues el increscendo tenue del film implosiona en la habitación del hotel, todo el metraje parece haber sido una preparación a fuego lento para el estallido de mociones desbordadas donde las barreras se han saltado, donde te sientes incómodo por los dardos envenados que se lanzan de un lado y otro, donde se habla de la complicada conciliación laboral con hijos de por medio, de los sueños profesionales, de los celos, de las dudas e inseguridades siempre latentes, de los recuerdos filtrados, sobre lo efímero de nuestra existencia, para desembocar en un conmovedor epílogo.

La primera parte de la trilogía, “Antes del amanecer” (1995): Es el encuentro fortuito de dos jóvenes veinteañeros en Viena, dos desconocidos hasta entonces que parecen ser en realidad dos almas gemelas, que a través de unas intensas horas por la capital austriaca van desnudando sus espíritus, sus ilusiones, sus anhelos, con bromas, trivialidades, profundidades, con miradas limpias, aún no contaminadas por la desesperanza que provocan los años, la densidad del perfume efímero en modo poético y mágico film, con un bello y abierto final; La segunda parte, “Antes del atardecer” (2004). El reencuentro es tras nueve años en París (la llamada ciudad del amor), son unos treintañeros algo más ajados en sus vidas, aquí el pasado tiene peso, entremezclándose el día mágico en Viena con lo ocurrido en esta casi década, pero la llama de su amor no la ha extinguido la separación, el fuego vuelve a surgir de modo romántico, acabando con la melodía deliciosa de Nina Simone (nombre de una de sus gemelas, Nina); Y otros nueve años después nos volvemos a encontrar con la pareja...

La puesta en escena resulta lo elegante y bien cuidada que la trilogía nos ha acostumbrado, con la diferencia que aquí hemos saltado de las urbanitas Viena y París a el sur de Grecia en la región del Peloponeso, concretamente en Messinia (Kalamata International Airport, Patrick Leigh Fermor's house es la casa del anfitrión, The Westin Resort Costa Navarino para las escenas en la habitación del hotel, y Pylos para escenas de la calle), todo esto filtrado por la evocadora fotografía de Christos Voudouris (“Alps”), sabiendo enmarcar con vigor los excelsos planos secuencia, los travellings, sabiendo captar la luz mediterránea, y componiendo bonitas postales griegas. Se suma la música compuesta por Graham Reynolds (“A scanner darkly”), escasa y nada intrusiva, añadiéndose varios temas griegos de fondo.

En conjunto queda un notable film, de los que deja un gran regusto, y es que Jesse y Celine a lo largo de los años han pasado a formar parte de nuestra cinefilia, hemos ido madurando con ellos, y desearía no fuera esta la última entrega, si no que me agradaría verlos evolucionar de aquí a nueve años. Fuerza y honor!!!
8
27 de febrero de 2018 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mensaje contenido tras esta película considero que es una valiosa muestra de como el amor se transforma con el paso de los años, pese a la intensidad con la que se viviera, e incluso muriendo. A destacar que, siguiendo la estela de Antes del atardecer, lo importante y primordial en esta película son sus diálogos, crudos y sinceros, de un matrimonio agobiado por todo lo que la vida real significa; dejando a un lado todo lo demás, olvidando a veces que estamos viendo una película en vez de una ventana hacia la realidad de muchísimas parejas una vez pasados los años.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A destacar la escena de la comida con los amigos, el paseo hasta el hotel, y la discusión una vez en el hotel. Es increíble ver lo bien que se consigue reflejar los problemas de millones de matrimonios actualmente, una vez la pasión y la ilusión de dos enamorados que hace tiempo que se acabó.

PD: Se agradece que sea una trilogía carente de pasteladas, cursiladas y demás poesía barata para adolescentes. Era bastante contrario a películas de amor, pero con esta trilogía ha habido un punto de inflexión.
8
23 de junio de 2018 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lejos de separarse de sus predecesoras, Antes del Anochecer se fija en ellas para seguir con la misma fórmula que le da ese aire diferente a la trilogía, y quiere cerrar la historia que empezó en 1995 de manera nada artificiosa. Los buenos diálogos de su pareja protagonista ahora son acompañados por los de otros actores que tienen más peso que en entregas anteriores (no en vano, casi que es en esta entrega donde aparecen actores de reparto que tengan más de diez frases), en un guión bien aliñado por sus creadores: Linklater, Delpy y Hawke. Es por ello que la química resultante en pantalla sea tan perfecta, porque entre ellos se conocen de toda la vida y al fin y al cabo, resultan ser buenos amigos. En cada una de estas entregas se hace hincapié en un momento de la vida de una pareja, y en Antes del Anochecer no iba a ser menos, donde se trata más la familia, el trabajo, la estabilidad (emocional y laboral), las crisis de parejas, etc. En ella todo se toca de esa forma tan personal y con ojo crítico desde el prisma de personajes normales, con sus problemas mundanos, frágiles como una bola de cristal y temerosos ante el incierto futuro. De vez en cunado, los tonos de humor saltan para rescatar momentos que pueden tensarse.
Por el lado técnico siguen primando los planos secuencia de largas conversaciones, algo de mucho mérito para actores y director, que deben estar muy atinados para no despistarse y volver a iniciar la escena, y más difícil si es en pleno movimiento. Esto es la seña de identidad de esta trilogía, rodada con valentía y gusto por el buen cine, una delicia para todos los amantes de diálogos mordaces e inteligentes, filosóficos e hirientes. Es, en suma, una película sobre la vida y la pareja de este espécimen tan complicado como es el humano.
3
18 de julio de 2013
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
NO me ha gustado nada, aburrida.
Un guión pésimo y con muchas pretensiones.
Mal interpretada por sus actores que sobreactúan y no resultan nada creíbles.
Totalmente prescindible, a no ser que se quieran ganar méritos para la vida eterna.
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