Creo que el gran problema que tenemos los que vemos esta película es que su director se llama David Lynch. Estás predispuesto a otra cosa, y el producto que dejaron los productores, valga la redundancia, es una cosa muy distinta. Sin embargo, aún perdura el sello inconfundible de Lynch, que se sigue viendo en ciertas ocasiones, sobre todo en los viajes de Muad'Dib y en las escenas de los Harkonnen. La pena de esta película es que está increíblemente acelerada (el metraje original era de ocho (8!!!) horas, que luego Lynch redujo a cinco y los productores mutilaron hasta dejarlo en dos). Esto la desvirtúa muchísimo, y eso que creo que podría haber sido una adaptación más que decente de un libro que juzgo realmente complejo de adaptar, debido a que la mayor parte de la trama se desarrolla en las mentes de sus protagonistas (que pecan de mucha exposición; en la película lo soluciona dejándonos escuchar los pensamientos de sus protagonistas, lo cual no me convence demasiado) y a lo fantástico y original del universo que creó Herbert. Se nota especialmente en la parte de los Fremen. Como en el libro (crítica, obviamente con spoilers, aquí: www.goodreads.com/review/show/1491611657?book_show_action=false ), no ves crecer al personaje en el ambiente de los fremen, y esto se nota especialmente en la película, pues el único anhelo de Paul es la venganza. Supongo que en la versión original harían mucho hincapié en su psicología, personalidad, y los dilemas por los que pasa. Mutilar para vender, cualquiera diría que Dino de Laurentiis es el Doctor Steinman.
En fin, una pena.

(es un cinco alto, tho.)

Pero aún no ha nacido.

La hermosura atemporal de muchos de sus escenarios, el vestuario anacrónico pero atrevido y tradicional, la difícil filosofía de Herbert, un actor singular como Kyle MacLachlan y los mágicos 80, Dune lo tenía todo para haber podido funcionar.
Personajes que Frank Herbert convirtió de irrelevantes en principales, elevándolos a la marcha de un piano dando sus notas y que no han sabido hacer en esta cinta de imprescindibles o interesantes a pesar de serlo en los libros son algunas de las cosas por las que Lynch no hizo la versión definitiva de esta historia, que para mi gusto se logró plasmar en la miniserie del 2000, y que tampoco conseguirá el pequeño saltamontes de Timotheé Chalement, por mucho que esté de moda en Hollywood por haber hecho un par de papeles soporíferos en el remake que se ha rodado (el reparto no luce muy halagüeño con respeto a este del ochenta, con actores para nada bien encajados en sus personajes).

Y es que Dune siempre será Dune. Un mundo desconocido en el que la casa de Atreides deberá de poseer
al Elegido, frente a los delicados Harkonnen, potentes en el amor entre iguales masculinos y en derrocar por la traición a sus enemigos, sus cualidades han sido fielmente retratadas por Lynch, sobre todo en cuanto al Barón.

Y han sido bien cogidas porque se contraponen. La austeridad de Paul Atreides entre los Fremen, quien lo acaban idolizando y el lujo sin fin del emperador y del Barón y sus acólitos. La divinidad viniendo a por él, esta es la historia de un ser que conoció la verdad y sufrió por ello.

Muad Dib se alza con una serie de habilidades y conocimientos que hacen de él el ser más privilegiado del universo. Pero aquí es donde comienza a perder el agua.
Francesa Annis compone a una madre rota, pero que pronto encuentra alivio en medio de la atmósfera punk que sin querer personajes como todos los Harkonnen traen consigo. El gordo y sus chicos, Feyd, sobre todo, en la peor versión que pueda haber creado ningún cerebro pensante de los ochenta o de la época actual de Sting.

La contratación de Max Von Sydow parece la única salvación en una historia donde el poder jamás ha sido peor tratado que en manos de caracterizaciones más caricaturescas que en esta película. La gran esencia, captada a medias, pero expuesta con tamaña rudeza en las maneras de los actores hacen que la vulgaridad empañe la obra maestra de Herbert.
Ha sido un error la elección de más de la mitad del cast pero se ha notado tarde.

Sean Young llama la atención como la Chani perfecta, la mujer con la que primero soñó Atreides haya sido uno de los mejores personajes. Se toma en serio su rol, mostrando lo fuerte y lo amoroso a la vez.

No es una película experimental pero sí filosófica, reflexiva, puesto que la obra lo es, pero envuelta en un papel de tan mala calidad que ha pasado esta película a pertenecer a esos títulos amados por los fans por la época en que se hizo pero que hace que ahora se vea claro de donde viene y los errores que se cometieron entonces.

Muchos se equivocan al decir que el universo de Herbert es imposible de ser plasmado porque no es entendible, que su subjetivismo mata cualquier intento de lograr una serie o película posible acerca de esta saga porque sabe que el resultado sería mal y tarde. Casi es buena, pero la poca clase de sus personajes y de los actores le dan un aire a un patio de colegio después de la lluvia que resulta líricamente triste.

"Dune" nos presenta una aventura de auténtica ciencia ficción que resulta original en su propuesta, pero también tremendamente irregular en su desarrollo. Una obra particular, que con el paso de los años, en cierta manera, ha llegado a alcanzar la categoría de película de culto.

Personalmente siento que el inicio de la película me atrapa. La ambientación es atractiva y el argumento empieza a desarrollarse con interés. Sin embargo, conforme la historia avanza, el guion se va volviendo confuso y deslavazado, generando una historia extraña y difícil de seguir, lo que hace que el ritmo se resienta y el interés vaya descendiendo. Aún así, a pesar de esto, la propuesta es original y goza de cierto encanto.

El resultado final es una película de ciencia ficción con una ambientación atractiva pero con un desarrollo confuso, lo que da lugar a una película disfrutable y extraña a partes iguales.

Imaginación prodigiosa, luchas de poder en el espacio en un futuro muy lejano y magnífica escenografía. Me parece un poco larga. Lynch supongo que quería crear una epopeya, una serie, una película seminal, que permitiera crear sobre ella otros experimentos fílmicos. Pero quedó aislada en sí misma. Tiene una escenografía espléndida, el mérito de la creación de todo un mundo para esta cinta, un esfuerzo titánico, y el haber servido de plataforma para consolidar su carrera. Me ha gustado, pero no tanto para volver a verla.

Un engendro, un aborto para raritos propio de los ochenta, algo inclasificable. Nada es salvable de esta cosa. El guion es una mierda descomunal, las interpretaciones son patéticas, el vestuario hortera, la edición mala; todo parece haberse hecho bajo los efectos de alguna sustancia poco recomendable, todo parece haberse hecho para espantar y generar rechazo.

La verdad es que no estoy seguro de qué va la película ni qué pretendía el señor Lynch, porque con este tipo de bodrios lo único que se busca es dar la impresión de ser un genio incomprendido, de crear una base de fanáticos majaderos que buscan llamar la atención al congregarse en torno a algo manifiestamente repugnante.