Habitación en Roma
Drama. Romance
Verano de 2008. Se inspira en el film 'En la cama', del chileno Matías Bize. En un hotel del centro de Roma se conocen una rusa y una española. Al día siguiente, Alba volverá a España y Natasha a Rusia. En la habitación del hotel se respira una atmósfera cargada de erotismo y sensualidad. Entre ellas nace un sentimiento nuevo que ambas aceptan. Durante doce horas, las dos mujeres se confían sus vidas, hablan de sus compromisos y del ... [+]
13 de abril de 2021
13 de abril de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Julio Medem no existiera, hubiera habido que inventarlo. Hubo un momento épico en el cine de este país en que despuntaron de forma casi simultánea Fernando León de Aranoa haciendo prosa social y Julio Medem hilvanando poesía a través de imágenes y argumentos de aliento poético imposible pero arrebatador. Nuestra vida está marcada por ambos. Quién no se ha desgarrado el corazón en canal delante de “Los amantes del Círculo Polar” o “Lucía y el sexo”. Ambos son irregulares, pero aún más imprescindibles.
“Habitación en Roma” (me gusta más su título para distribución internacional, “Room in Rome”, por su musicalidad innata) es una resurrección de aquel Medem soñador y romántico hasta límites insostenibles que nos cambió la vida a base de golpes de azar, amantes palíndromos, lunas llenas infinitas, amores imposibles por excesivos, historias enloquecidas y sentimientos a flor de piel y sexo.
Con una década a sus espaldas, “Habitación en Roma” está envejeciendo de forma espléndida, como los mejores vinos. Su arranque con un plano secuencia que es puro caviar para los sentidos y que nos lleva de un picado sobre una calle por la que pasean dos mujeres hasta el interior de una habitación de hotel en el centro de Roma es de los que marcan de forma indeleble.
El film es una absoluta exquisitez para todos los sentidos, sobre todo para el oído por sus diálogos tan maravillosamente impostados como cautivadores, y por ese regalo para la historia de la música que la maravillosa Russian Red (suspiramos muchos por su regreso algún día) que supone “Loving strangers”, un tema que se queda a vivir contigo para siempre una vez descubierto.
Una película minimalista: dos mujeres desnudas en el único espacio de una habitación de hotel. Una es lesbiana y vive en Donosti (absolutamente espectacular Elena Anaya), la otra es heterosexual y rusa (fantástica en su entrega Natasha Yarovenko). Ambas han coincidido en un bar y se han atraído de forma física. El resto de motivos de atracción los irán descubriendo cuando se desnuden, física y emocionalmente, en la habitación de hotel. No hace falta nada más para que comience un maravilloso juego del gato y el ratón entre ambas, donde tendrán que aprender a conocer algo de la otra discriminando lo que es verdad de lo que es mentira alrededor de las historias que ambas se van contando entre acto y acto sexual.
Con la sensibilidad que sólo Julio Medem puede moldear siendo creíble mostrando lo increíble, la cinta se va evaporando como un suspiro durante la única noche de sus vidas que van a compartir, la que se han conocido y durante la que se van a despedir para siempre. La vida en una sola noche. El amor de una sola noche, con toda su intensidad.
Medem baraja ese tipo de cartas como nadie y el resultado hace levitar mientras nunca más podrás dejar de tararear el tema principal de Russian Red, a través de un guión preciso y románticamente maravilloso del propio cineasta vasco adaptando libremente la película del chileno Matías Bize “En la cama”, netamente inferior a su versión “medemniana”. Una cinta donde la habitación del hotel se acaba convirtiendo en un personaje más y fundamental para el desarrollo de la historia.
Pura exquisitez con una dirección de fotografía que juega con las luces y los colores de forma portentosa y que firma Alex Catalán. Sin llegar a la maestría de sus grandes obras, una cinta imprescindible.
“Habitación en Roma” (me gusta más su título para distribución internacional, “Room in Rome”, por su musicalidad innata) es una resurrección de aquel Medem soñador y romántico hasta límites insostenibles que nos cambió la vida a base de golpes de azar, amantes palíndromos, lunas llenas infinitas, amores imposibles por excesivos, historias enloquecidas y sentimientos a flor de piel y sexo.
Con una década a sus espaldas, “Habitación en Roma” está envejeciendo de forma espléndida, como los mejores vinos. Su arranque con un plano secuencia que es puro caviar para los sentidos y que nos lleva de un picado sobre una calle por la que pasean dos mujeres hasta el interior de una habitación de hotel en el centro de Roma es de los que marcan de forma indeleble.
El film es una absoluta exquisitez para todos los sentidos, sobre todo para el oído por sus diálogos tan maravillosamente impostados como cautivadores, y por ese regalo para la historia de la música que la maravillosa Russian Red (suspiramos muchos por su regreso algún día) que supone “Loving strangers”, un tema que se queda a vivir contigo para siempre una vez descubierto.
Una película minimalista: dos mujeres desnudas en el único espacio de una habitación de hotel. Una es lesbiana y vive en Donosti (absolutamente espectacular Elena Anaya), la otra es heterosexual y rusa (fantástica en su entrega Natasha Yarovenko). Ambas han coincidido en un bar y se han atraído de forma física. El resto de motivos de atracción los irán descubriendo cuando se desnuden, física y emocionalmente, en la habitación de hotel. No hace falta nada más para que comience un maravilloso juego del gato y el ratón entre ambas, donde tendrán que aprender a conocer algo de la otra discriminando lo que es verdad de lo que es mentira alrededor de las historias que ambas se van contando entre acto y acto sexual.
Con la sensibilidad que sólo Julio Medem puede moldear siendo creíble mostrando lo increíble, la cinta se va evaporando como un suspiro durante la única noche de sus vidas que van a compartir, la que se han conocido y durante la que se van a despedir para siempre. La vida en una sola noche. El amor de una sola noche, con toda su intensidad.
Medem baraja ese tipo de cartas como nadie y el resultado hace levitar mientras nunca más podrás dejar de tararear el tema principal de Russian Red, a través de un guión preciso y románticamente maravilloso del propio cineasta vasco adaptando libremente la película del chileno Matías Bize “En la cama”, netamente inferior a su versión “medemniana”. Una cinta donde la habitación del hotel se acaba convirtiendo en un personaje más y fundamental para el desarrollo de la historia.
Pura exquisitez con una dirección de fotografía que juega con las luces y los colores de forma portentosa y que firma Alex Catalán. Sin llegar a la maestría de sus grandes obras, una cinta imprescindible.
16 de mayo de 2010
16 de mayo de 2010
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siendo sincera, me esperaba otra cosa. Tenía en la cabeza que iba a ser otra de esas películas vacías y sin sentido, pero he salido del cine muy satisfecha.
Una historia de amor, si, pero nada convencional.
La historia nos situa en un hotel de Roma. Dos mujeres que se han encontrado en un bar (una española lesbiana y una rusa heterosexual) terminan decidiendo ir al hotel de la primera a tomar la última copa, aprovechando su última noche en la capital Italiana.
La trama se desarrolla pausadamente, y entre golpe y golpe de sábana, se va desentrañando el misterio, que no es más que la vida cotidiana de cada una… donde viven, sus amigos, su familia, historias de la infancia… e incluso sus nombres.
Pasa de las risas a la ternura en segundos, de la tristeza a la inocencia, del remordimiento a la pasión. Sensual, totalmente erótica, pero con una trama consolidada que en ningún momento llega a aburrir ni a parecer "ñoña".
Se ha llegado a criticar que haya tantas escenas de sexo en la película, pero no me han parecido en ningún momento acopladas porque sí, por el morbo. El sexo es el complemento perfecto para la película, y en ningún momento está fuera de lugar.
La banda sonora se acopla perfectamente a las escenas, haciendo mención a la preciosa canción Loving Strangers, del grupo Russian Red.
En conclusión, una historia creíble, que le podría pasar a cualquiera. Una noche de ensoñación, una pausa en la vida de dos mujeres. Merece la pena.
Una historia de amor, si, pero nada convencional.
La historia nos situa en un hotel de Roma. Dos mujeres que se han encontrado en un bar (una española lesbiana y una rusa heterosexual) terminan decidiendo ir al hotel de la primera a tomar la última copa, aprovechando su última noche en la capital Italiana.
La trama se desarrolla pausadamente, y entre golpe y golpe de sábana, se va desentrañando el misterio, que no es más que la vida cotidiana de cada una… donde viven, sus amigos, su familia, historias de la infancia… e incluso sus nombres.
Pasa de las risas a la ternura en segundos, de la tristeza a la inocencia, del remordimiento a la pasión. Sensual, totalmente erótica, pero con una trama consolidada que en ningún momento llega a aburrir ni a parecer "ñoña".
Se ha llegado a criticar que haya tantas escenas de sexo en la película, pero no me han parecido en ningún momento acopladas porque sí, por el morbo. El sexo es el complemento perfecto para la película, y en ningún momento está fuera de lugar.
La banda sonora se acopla perfectamente a las escenas, haciendo mención a la preciosa canción Loving Strangers, del grupo Russian Red.
En conclusión, una historia creíble, que le podría pasar a cualquiera. Una noche de ensoñación, una pausa en la vida de dos mujeres. Merece la pena.
18 de septiembre de 2010
18 de septiembre de 2010
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha resultado difícil valorar esta película. Los primeros trabajos de Medem, hasta Lucía y el sexo, me gustan. Construye historias complejas e íntimas que conectan muy bien con algún rincón oscuro y perdido de mi subconsciente. Sin embargo, Room in Rome no tiene la calidad de aquellas; ni siquiera creo que sea una buena película, pero tiene algo de ese Meden que me evoca pasajes de mi propia existencia. Además, muy arteramente, dispone un escenario extremadamente idealizado, poblado por dos bellezas a las que es difícil sustraerse. Por más que sus defensores se empeñen, esta película, con dos mujeres entradas en años y sin ningún atractivo físico, en un motel de carretera de un pueblo español, no hubiera tenido ninguna gracia: eso me lleva directamente a la escasa calidad del film. ¿ Díganme si alguno de sus otros films no hubiese funcionado en condiciones adversas?
Así que, ateniéndome a la pura semántica, he decidido calificarla con un seis, porque el término "interesante" se adapta bastante bien.
Así que, ateniéndome a la pura semántica, he decidido calificarla con un seis, porque el término "interesante" se adapta bastante bien.
21 de septiembre de 2010
21 de septiembre de 2010
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos mujeres en una habitación en Roma tienen la experiencia de tocarse desnudas y beber de los acordes y efluvios de la pasión desbordada entre seres cuando son del mismo sexo y, es a su vez un preludio ¿para conocerse mejor?
Desde esta perspectiva Meden logra con entusiasmo visual y musical (de Jocelyn Pook), los entresijos del amor entre dos chicas en la mesa de Eros. Con escenas cargadas de peso específico, los diálogos también soportan como arpegios cadenciosos sus pretensiones, presentes y pasados.
Diálogos para evocar y también para olvidar entre ellas algo del ayer. Sin lugar a dudas, Elena Anaya y Natasha Yarovenko (las dos amantes anónimas) al servicio de la puesta en escena, lo han dado todo. Y es que una actriz con limitaciones, no es actriz (e igual para los hombres).
No es fácil hacer cine erótico y también trascender más allá de lo sexual entre dos hermosas y jóvenes mujeres de “Habitación en Roma”. Y es que como lo dejó escrito el mexicano Octavio Paz, las experiencias eróticas son la llave para realizar esta arrebatada unión y descubrir “que el ser es una ilusión, una suma de sensaciones, pensamientos y deseos”.
Desde esta perspectiva Meden logra con entusiasmo visual y musical (de Jocelyn Pook), los entresijos del amor entre dos chicas en la mesa de Eros. Con escenas cargadas de peso específico, los diálogos también soportan como arpegios cadenciosos sus pretensiones, presentes y pasados.
Diálogos para evocar y también para olvidar entre ellas algo del ayer. Sin lugar a dudas, Elena Anaya y Natasha Yarovenko (las dos amantes anónimas) al servicio de la puesta en escena, lo han dado todo. Y es que una actriz con limitaciones, no es actriz (e igual para los hombres).
No es fácil hacer cine erótico y también trascender más allá de lo sexual entre dos hermosas y jóvenes mujeres de “Habitación en Roma”. Y es que como lo dejó escrito el mexicano Octavio Paz, las experiencias eróticas son la llave para realizar esta arrebatada unión y descubrir “que el ser es una ilusión, una suma de sensaciones, pensamientos y deseos”.
27 de septiembre de 2010
27 de septiembre de 2010
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo cierto es que entiendo la disparidad de votos que tiene. Yo mismo he ido cambiando de opinión, a mejor, gracias a Dios, debido a que el comienzo es un tanto lento, y la situación resulta algo estúpida.
Ha sido al dejarme llevar por el ambiente en el que Medem nos quiere inmergir cuando realmente he visto más allá de lo que superficialmente aparenta "Dos chicas retozándose desnudas por una habitación sin que pase nada más en toda la película".
El escenario aunque simple está muy pensado, y parece ser que todo lo que hay en la habitación tiene importancia a lo largo del film, para que la historia de estas dos chicas vaya "in crescendo". Y es ésto lo más importante de todo, que si de verdad te enganchas a la progresión de esa relación, es muy probable que la película te guste. Pero si no es así, no vas a encontrar nada que salvar.
Aparte de esa ambientación tan detallista, hay una gran trabajo de cámara y fotografía, tanto en planos y encuadres como en color, por no hablar por supuesto, del gran papelón que hacen tanto Elena como Natasha, las cuales dan fé de su gran profesionalidad.
Pero falla la credibilidad de la historia. Es una situación demasiado atípica, más aún cuando se van desvelando los secretos de sus vidas personales y cada vez te crees menos ese amor que dicen tener.
En definitiva no me desagrada lo que he visto, y eso que como ya he dicho no me gustó nada como empezó.
Aún así, Julio Medem le da un toque personal tan profundo que tu valoración va a depender muchísimo del estado anímico en el que estés al verla, al igual que tu postura social, tu nivel intelectual y tu capacidad de atención.
Ha sido al dejarme llevar por el ambiente en el que Medem nos quiere inmergir cuando realmente he visto más allá de lo que superficialmente aparenta "Dos chicas retozándose desnudas por una habitación sin que pase nada más en toda la película".
El escenario aunque simple está muy pensado, y parece ser que todo lo que hay en la habitación tiene importancia a lo largo del film, para que la historia de estas dos chicas vaya "in crescendo". Y es ésto lo más importante de todo, que si de verdad te enganchas a la progresión de esa relación, es muy probable que la película te guste. Pero si no es así, no vas a encontrar nada que salvar.
Aparte de esa ambientación tan detallista, hay una gran trabajo de cámara y fotografía, tanto en planos y encuadres como en color, por no hablar por supuesto, del gran papelón que hacen tanto Elena como Natasha, las cuales dan fé de su gran profesionalidad.
Pero falla la credibilidad de la historia. Es una situación demasiado atípica, más aún cuando se van desvelando los secretos de sus vidas personales y cada vez te crees menos ese amor que dicen tener.
En definitiva no me desagrada lo que he visto, y eso que como ya he dicho no me gustó nada como empezó.
Aún así, Julio Medem le da un toque personal tan profundo que tu valoración va a depender muchísimo del estado anímico en el que estés al verla, al igual que tu postura social, tu nivel intelectual y tu capacidad de atención.
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