Sing Street: Este es tu momento
7.2
17,433
Comedia. Drama. Romance
En el Dublín de 1980, la recesión económica hace que Conor cambie la comodidad de la escuela privada en la que estudiaba por un centro público donde el clima es más tenso. Encontrará un rayo de esperanza en la misteriosa Raphina y, con el objetivo de conquistarla, la invitará a ser la estrella en los videoclips de la banda que quiere formar. Ella accede, y ahora Conor debe cumplir su palabra. (FILMAFFINITY)
8 de octubre de 2016
8 de octubre de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tristeza feliz, instrumento de libertad musical.
El arte como expresión máxima de los sentimientos, ya sean de dolor, alegría, tristeza o felicidad suprema, todo aquello que en palabras cotidianas se guarna y no resuena en oralidad manifiesta, por ser difícil de expresar y comunicar, y que con la música adquiere una dimensión más importante y elevada, pues es fácil volcar tu enamoramiento, perplejidad, agonía o frustración a través de la letra de una sonora canción, que sirve de refugio y manifestación de quién eres en ese preciso momento de su composición y que, una vez creada y dada a tu público, pertenece a cada uno de los oyentes para degustarla y hacerla suya, para sentir lo que su corazón y piel le demanden en ese efusivo instante.
Y todos hemos sido quinceañeros prendidos por esa maravillosa persona, que nos trastocaba y volvía locos con su sola presencia, y cuya mirada ponía en tensión nerviosa cada célula del cuerpo enamorado; alma soñadora, cuya realidad apesta, pero a quien le queda esa resistente esencia, de vocación instintiva, que es feliz en su tristeza, al hallar el acomodo sensitivo de unos sentimientos utilizados para crear, no para destruir y golpear.
Inspiración inocente y caótica que, como capullo recién despertado, no puede dejar de crecer y avanzar, imposible parar su fuerza y entusiasmo, su vitalidad y energía de querencia por uno y por lo que se quiere y lucha.
Es simpática, es motivadora, es cálida, es amigable, la adolescencia de un líder de su vida, que toma posesión y se arriesga; todo ello secundado por una respirada banda sonora, de instantánea vitalidad expresiva en sus letras, en su entonación y en el conjunto de esa musicalidad visual, que representan las aspiraciones de un joven creativo con talento, que no sabe manejar, pero aprende rápido ante la necesidad.
Y a ello se le suman ambientación encantadora, caracterización melancólica, fotografía colorista, guión atractivo y rebelde, interpretación fresca y lozana, natural y sarcástica..., y se obtiene una gustosa película, angelical y dañina, donde la distorsionada y corrosiva referencia familiar y educativa son parte del azote para maquillarse, darle a tope a la música y ponerse a tocar; locura sin plan, excepto rendir tributo a esa interior herida, que toma forma en estupenda canción de perpetuo vídeo grabado.
Jovial, amarga y esperanzadora, sólido reflejo de una edad y una época; John Carney rueda un particular woodstock irlandés, personalizado en ese descuidado hijo/maltratado estudiante, que monta una banda de música para ligarse a una chica.
"Sing street", la calle canta, la cultura como estandarte de renacimiento de ese Dublín de clase media-baja que arrincona y selecciona a sus habitantes; la violencia verbal, en senos variados, abrazados por ese irónico catolicismo de hacer lo que digno, no lo que hago.
Es sencilla, es fugaz, es asumible, analiza cruelmente la establecida sociedad de nacimiento que nos toca soportar, como lastre de una realidad que no quiere que despuntes, que quiere a todos integrados en su destino de asunción y sumisión.
Como buena canción, entona el momento con seducción enfática y contenta, para que tras su optimismo continúes la marcha sin ella, libre y más risueño; ahora, las sensaciones de ese vibrante espacio/tiempo consumido, son para siempre tuyas.
El desencanto y la embrujada fascinación, alianza de estímulos para la creación de música, tan simple como complicado, tan grande como humilde, tan mágico como inexplicable.
Lo mejor; su puesta en escena y todos los componentes reforzados que la engloban.
Lo peor; el tributo de su guión a los 80 mezcla, en ocasiones, sin sentido ni orden.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
El arte como expresión máxima de los sentimientos, ya sean de dolor, alegría, tristeza o felicidad suprema, todo aquello que en palabras cotidianas se guarna y no resuena en oralidad manifiesta, por ser difícil de expresar y comunicar, y que con la música adquiere una dimensión más importante y elevada, pues es fácil volcar tu enamoramiento, perplejidad, agonía o frustración a través de la letra de una sonora canción, que sirve de refugio y manifestación de quién eres en ese preciso momento de su composición y que, una vez creada y dada a tu público, pertenece a cada uno de los oyentes para degustarla y hacerla suya, para sentir lo que su corazón y piel le demanden en ese efusivo instante.
Y todos hemos sido quinceañeros prendidos por esa maravillosa persona, que nos trastocaba y volvía locos con su sola presencia, y cuya mirada ponía en tensión nerviosa cada célula del cuerpo enamorado; alma soñadora, cuya realidad apesta, pero a quien le queda esa resistente esencia, de vocación instintiva, que es feliz en su tristeza, al hallar el acomodo sensitivo de unos sentimientos utilizados para crear, no para destruir y golpear.
Inspiración inocente y caótica que, como capullo recién despertado, no puede dejar de crecer y avanzar, imposible parar su fuerza y entusiasmo, su vitalidad y energía de querencia por uno y por lo que se quiere y lucha.
Es simpática, es motivadora, es cálida, es amigable, la adolescencia de un líder de su vida, que toma posesión y se arriesga; todo ello secundado por una respirada banda sonora, de instantánea vitalidad expresiva en sus letras, en su entonación y en el conjunto de esa musicalidad visual, que representan las aspiraciones de un joven creativo con talento, que no sabe manejar, pero aprende rápido ante la necesidad.
Y a ello se le suman ambientación encantadora, caracterización melancólica, fotografía colorista, guión atractivo y rebelde, interpretación fresca y lozana, natural y sarcástica..., y se obtiene una gustosa película, angelical y dañina, donde la distorsionada y corrosiva referencia familiar y educativa son parte del azote para maquillarse, darle a tope a la música y ponerse a tocar; locura sin plan, excepto rendir tributo a esa interior herida, que toma forma en estupenda canción de perpetuo vídeo grabado.
Jovial, amarga y esperanzadora, sólido reflejo de una edad y una época; John Carney rueda un particular woodstock irlandés, personalizado en ese descuidado hijo/maltratado estudiante, que monta una banda de música para ligarse a una chica.
"Sing street", la calle canta, la cultura como estandarte de renacimiento de ese Dublín de clase media-baja que arrincona y selecciona a sus habitantes; la violencia verbal, en senos variados, abrazados por ese irónico catolicismo de hacer lo que digno, no lo que hago.
Es sencilla, es fugaz, es asumible, analiza cruelmente la establecida sociedad de nacimiento que nos toca soportar, como lastre de una realidad que no quiere que despuntes, que quiere a todos integrados en su destino de asunción y sumisión.
Como buena canción, entona el momento con seducción enfática y contenta, para que tras su optimismo continúes la marcha sin ella, libre y más risueño; ahora, las sensaciones de ese vibrante espacio/tiempo consumido, son para siempre tuyas.
El desencanto y la embrujada fascinación, alianza de estímulos para la creación de música, tan simple como complicado, tan grande como humilde, tan mágico como inexplicable.
Lo mejor; su puesta en escena y todos los componentes reforzados que la engloban.
Lo peor; el tributo de su guión a los 80 mezcla, en ocasiones, sin sentido ni orden.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
28 de mayo de 2017
28 de mayo de 2017
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué decir de este film aclamado por la crítica?
Si digo chispeante me quedo realmente corta. Nostálgica, humana, divertida, sensible....Toda una explosión de sentimientos que muy pocos directores consiguen en el siglo XXI.
Debido a la crisis económica de la Irlanda de 1980, el protagonista, un joven irlandés de clase media-alta se ve obligado a ir a una escuela católica dónde la educación deja mucho qué desear.
A partir de ese momento el film toma un ritmo trepidante y de una ternura que en ningún momento busca la lágrima fácil.
Humor y drama se combinan perfectamente entre canciones de los 80'. Gran banda sonora.
La sutileza del director consigue llevar al público durante casi dos horas por un crecimiento personal y un optimismo esperanzador. No hay un momento en que se haga aburrida, más bien adictiva.
Puede que ahora no se la reconozca como es debido, sin embargo, confio en que dentro de unos años se la considere la ÓPERA PRIMA de John Carney
Aunque secundario, el papel de Jack Reynor, hace de nexo en toda la película.
100% recomendada.
Si digo chispeante me quedo realmente corta. Nostálgica, humana, divertida, sensible....Toda una explosión de sentimientos que muy pocos directores consiguen en el siglo XXI.
Debido a la crisis económica de la Irlanda de 1980, el protagonista, un joven irlandés de clase media-alta se ve obligado a ir a una escuela católica dónde la educación deja mucho qué desear.
A partir de ese momento el film toma un ritmo trepidante y de una ternura que en ningún momento busca la lágrima fácil.
Humor y drama se combinan perfectamente entre canciones de los 80'. Gran banda sonora.
La sutileza del director consigue llevar al público durante casi dos horas por un crecimiento personal y un optimismo esperanzador. No hay un momento en que se haga aburrida, más bien adictiva.
Puede que ahora no se la reconozca como es debido, sin embargo, confio en que dentro de unos años se la considere la ÓPERA PRIMA de John Carney
Aunque secundario, el papel de Jack Reynor, hace de nexo en toda la película.
100% recomendada.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here